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Gran novela sobre el peso de la noche
«Divina jauría», de Luis Seguel Vorpahl
(Lusevo Editorial, 2019)

Por Omar Pérez Santiago



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Vengo cordialmente a recomendar la novela de Luis Seguel Vorpahl, Divina jauría (Lusevo Editorial, 2019), que enuncia algo grave y volátil: la sensación de tristeza profunda incubada en la precaria vida de Miguel, un personaje de 30 años con un interior existencial mancillado, humillado por tres décadas (abusado impunemente desde niño en un internado de curas católicos), y que no desea salvarse dentro de un sistema patriarcal, normativo y colonial, ese “oasis” hoy podrido, fracturado, quemado.

El vacío existencial de vivir bajo el peso de la noche convierte a Miguel en un ser precario, limitado, incompleto, parcial, vulnerable. Nace original pero se transforma en un átomo, un átomo que ya no quiere ser parte de un universo insensible. Es un átomo más que no confía, que se resta. Un átomo que ni sueña con fundar una cultura autónoma. And nothing else matters (Metallica).

Su pulsión está agobiada por una institucionalidad  educativa de acoso histórico y de permanente discurso público, un espejo trizado cínico, sordo e indolente. Y aparentan que la traza de abuso viene del Cielo, de Dios. Lo grave es que la novela es hermenéutica, un símbolo oscuro, el sustrato de un real proceso histórico de manipulación, abuso y humillación de muchos jóvenes.

Eso es lo grave.

¿Cómo es que todo esto ha ocurrido por tanto tiempo?

Miguel no confía en el interés, las pasiones, la ignorancia, los prejuicios, los usos, las costumbres. No confía en la justicia, en los pacos, los climas, los hábitos, los gobiernos, la prensa, la televisión, las escuelas. Son capas tectónicas insondables de un dolor escurridizo y oculto.

A Miguel nadie lo quiso ayudar. Las calles de la ciudad son el lugar del hombre humillado.

Excepciones de siempre: lo ayudan un amigo de infancia, Roberto, y una bondadosa bibliotecaria, Beatriz. Sin duda, a veces basta un amigo o una amiga para que un caído pueda encontrar un sentido o un camino. A esos amigos les da dolor —no lástima— ver el mal estado de un amigo que necesita consuelo, no consejos.

La literatura parece ser una vía de comprensión de su causa pérdida, aunque no de salvación. Publica un libro. Pero tampoco confía en el mundo literario, demasiada exposición. También habría que darle un tiro de gracia a la mayoría de los escritores. Nada importa.

Miguel se parece a otros personajes existencialistas solitarios y callejeros: el hambriento de la novela Hambre, del noruego Hamsun. O Raskólnikov de Crimen y castigo del ruso Dostoievski, un estudiante que mata a una usurera. O un joven Amleth del danés Saxo Gramático. Un personaje punk o nietzscheano, un iracundo que le parece saludable matar a un sátrapa. Todo es inmundo y correrá la sangre.

La novela de Luis Seguel Vorpahl tiene una trama lineal contada por voces intercaladas, sobre la vida de Miguel, ese personaje vengativo, sí. Indócil y con una obsesión vengativa y de justicia. Si no hay justicia, habrá venganza. Cuchillo.

¿De qué otro modo puede Miguel enfrentar a un sistema ladino?

¿Y por qué el sistema no comprendió antes su situación?

Esta percepción está también en otra gran novela realista de Luis Seguel Vorpohl, Los tambores de Doménico Modugno (Mago Editores, 2015) sobre vecinos viviendo en zonas de sacrificio vergonzantes. Un vecino atrapado en unos muros de una población de Arica contaminada con plomo y arsénico, in sæcula sæculorum. A nadie le ha importado que mueran enfermos. Los crápulas nunca los han escuchado.

Esta es mi aproximación a una novela de inquietante sentido cristológico, un mendigo de nuestras calles. Un potencial Diógenes.

«Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo». (Lucas 24:39)

Lean la novela Divina jauría, una historia sobre las consecuencias devastadoras de una larga indignidad, una fría y pesada noche.

 

 

  
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Omár Perez Santiago es un escritor y cronista chileno que egresó de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y que luego estudió historia económica en la Universidad de Lund (Suecia). Sus últimos libros publicados son: El pezón de Sei Shonagon (novela), Caricias, poemas de amor de Michael Strunge (traducción), Allende, el retorno (novela), Introducción para inquietos, de Tomas Tranströmer (Premio Nobel), traducción de 2011 (Los Perros Románticos, 2015-2016), Nefilim en Alhué y otros relatos sobre la muerte (cuentos, 2011), Breve historia del cómic en Chile (2007) y Escritores de la guerra. Vigencia de una generación de narradores chilenos (Ensayo, 2007).

 



 

 

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«Divina jauría», de Luis Seguel Vorpahl
(Lusevo Editorial, 2019)
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