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Fuego originario que arde en las entrañas. Poemas de Cecilia Palma
Grito, Ediciones  Eutopía, 2018
        Por Omar Pérez Santiago
          
          
        
        
          
            
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          La poesía escrita por mujeres abre nuevas vías de  conocimiento, pero, por desgracia, se les da poca visibilidad. Por eso muchas  poetas son  inaudibles, aunque permanecen, como el susurro de la hierba, apenas  presentidas. Es una contradicción de la prensa  globalizada donde se tiende dar más voz a lo que ya lo tiene y se descuida lo  que puede abrir nuevas vías de conocimiento.
         Cecilia Palma pertenece a la secta de  Epicúreas, un viejo movimiento de pensamiento feminista que valora el aliento  vital, lejos del poder.
        
                        La vida renace después del grito
                Renace la flor y el abismo
                Vuelven a vivir los gestos y las
                Raíces
                Retornan los sueños y las cicatrices
                Un paso es un paso
        
                   En su nuevo libro (Grito, Ediciones  Eutopía, 2018) la poesía de Cecilia Palma expresa de manera tan honda y  esencial aquello que acontece cuando una madre se separa del hijo que ha llevado  en su vientre.
En su nuevo libro (Grito, Ediciones  Eutopía, 2018) la poesía de Cecilia Palma expresa de manera tan honda y  esencial aquello que acontece cuando una madre se separa del hijo que ha llevado  en su vientre.
         Una plenitud expresiva que es propia de la  poesía, irradia y contagia su  significado y la atmósfera. Expande su misterio sin profanarlo. Es la madre y  el sentido místico en la literatura,  una  relación materno filial. Mirado desde el otro lado, es el mundo antes del  mundo, la existencia inhóspita que nos espera a la salida del útero materno, la  fragmentación de la separabilidad, la expulsión del paraíso.
         En el libro de Cecilia  Palma todo gira permanentemente en torno a esas referencias del grito  liberador. El crecimiento espiritual se transmite en la sensación del dolor, un  proceso que produce sufrimiento, pero que, al liberarse,  ofrece una recompensa a cambio. No puede quedarse  donde está, no puede mantenerse inamovible,  debe dar el paso.
         Cecilia Palma es muy  simbólica y poco narrativa o coloquial, si entre líneas hay fragmentos de sus  pensamientos y emociones, ella no tiene un gran interés por exponerlos  abiertamente. Pero sí el momento en que dos personas que avanzan juntas y deben  separarse. Sí el momento en que una persona no debe retroceder y debe ser dueña  de sí misma. Da la impresión que Cecilia Palma escribe desde un cuerpo, o desde  una celda, “una corteza que nos envuelve en un abrazo”, en un momento crudo y  desgarrador, y también de esperanza.
                      Elijo el grito que me liberta
              El que gime y expulsa los demonios
              Elijo ese lamido frío
              El risco bendito de mis ánimas
              Allí mis sueños y alegrías
              
          Los poemas de Cecilia Palma son una grata  sorpresa, los poemas siguen desprendiendo una fuerte luz propia, y sin duda hay  que seguir sus pasos tras la pista de su poética.
         Lo versos son acompañados  por ilustraciones, no podía ser de otra manera, de la hija de Cecilia Palma, Catalina Mancilla Palma.