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No habrá mejor educación sin una nueva cultura ciudadana
Seminario Cultura y Patrimonio, Ex Congreso Nacional, 31 de mayo de 2014

Omar Pérez Santiago, escritor


 



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Estimados:

Deseamos hoy poner un modesto énfasis en la necesidad de una cultura ciudadana para los cambios. ¿Por qué? Porque creemos que  Chile vive una real y lamentable crisis cultural de vastas y peligrosas dimensiones. Lo demuestran los índices desastrosos, los llamados índices de bienestar.  Chile cuenta con las más altas tasas de obesidad infantil, de alcoholismo y tabaquismo, de embarazos no deseados, las más altas tasas de presos por habitantes y una de las más altas tasas de suicidios de jóvenes en el mundo.

Es evidente, que esas cifras muestran un país fracturado que  expulsa y donde es difícil dialogar o  relacionarse con diferentes. Esto trae un peligro eminente. El riesgo es que el  flagelo desmorone y fracture el sentido de comunidad en que se debe fundar un país.

Es decir, está en crisis una visión de país.  Por eso decimos que es una real crisis cultural de vastas dimensiones.

Y la segunda cuestión es preguntarse a  qué causa se debe esa crisis cultural de tamañas  dimensiones.

Creemos que se debe a  las grandes desigualdades sociales. Chile es uno de los países más desiguales del planeta. Tenemos la más alta brecha entre ricos y pobres en comparación con otros países. La última cifra de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE- evidenció que para Chile las distancias entre los ingresos de los más ricos de la población y los más pobres son las más altas. Somos los primeros en ese  ranking de desigualdad.

Desgraciadamente, el aumento de la desigualdad es una tendencia mundial.  Ha habido un rápido aumento de la desigualdad en el mundo. Este el tema de un  libro imprescindible y muy de moda hoy  del economista francés, Thomas Piketty, El capitalismo del siglo xxi. Los últimos 30 años, dice Piketty, ha aumentado la desigualdad mediante un sistema regresivo de impuestos, que no favorece a la clase media, sino a una elite, una fuerte elite mundial. Estamos de vuelta en el capitalismo patrimonial. Los países son cada vez más desiguales.

Y la desigualdad genera stress y efectos negativos en todos los estratos sociales. El estudio de Richard Wilkinson y Kate Pickett. Desigualdad: una análisis de la infelicidad colectiva, Turner 2009,  afirma una tesis  conclusiva: mientras más desigualdad, mayores son los problemas, en todas las clases sociales. Los autores comparan países con elevadísimas diferencias de ingreso como Inglaterra y Estados Unidos, con países más equitativos como Japón y los países nórdicos. Los ricos en Inglaterra o en Estados Unidos tienen mayores riesgos a morir antes, a tener enfermedades mentales, cardiovasculares o adicciones que los ricos en países con mayor nivel de igualdad como Japón, Noruega y Suecia. La diabetes y las enfermedades mentales son altas  en Estados Unidos e Inglaterra, en todas sus clases sociales. Casi un cuarto de la población de esos países tiene enfermedades mentales y tienen una mayor cantidad de gente en las cárceles. El consumismo, el aislamiento, la alienación, el stress y la ansiedad son productos de la desigualdad. Esas enfermedades no pueden ser tratadas individualmente.

Y la  literatura de la neurociencia explica  cómo funciona el stress en el ser humano y sus efectos devastadores. El ser humano es dependiente de los demás y una de nuestra estrategia   básica de sobrevivencia es cuidar nuestro status en el grupo. La desigualdad abrumante nos estresa. No podemos comprender por qué si nosotros trabajamos tanto, recibamos tan poco. Y porque otros que trabajan menos, lo reciben todo. Las grandes diferencias de status crean stress que arrastra otros efectos sicológicos, nos retraemos y nos enfermamos. Enfermedades físicas y mentales, adicciones, sobrepeso, crisis de pánico, malos niveles educacionales, criminalidad, embarazos prematuros y limitada movilidad social, están en directa relación con la desigualdad económica. Si los adultos lo vivimos mal, es cosa de imaginarse como ocurre para una niño, que desde que nació se vio sometido a un gueto, y del que le será muchísimo más difícil salir a gestionar su vida. Seguramente, nunca tendrá un trabajo fijo.

Crear una cultura nueva es difícil.  Esto no es una tarea de corto plazo. Pero, debemos comenzar por estimular el cotejo  y circulación de ideas libres y de estéticas lúcidas, de la creación libre, para que los cambios sean profundos y permanentes. Estos no son solo temas de políticos contra políticos. De un diputado contra otro diputado. Son temas ciudadanos que no han sido debatidos abiertamente, son temas de  los artistas, de los pensadores, de los escritores, de los músicos, de la ciudadanía en general.  Uno de los roles de un proyecto de ley, una de sus oportunidades es que la sociedad puede informarse. No es solo que la ley salga del congreso. Es, también, el proceso de debate y participación. Esos cauces deben abrirse en los medios de comunicación.

Pongo un ejemplo, una muestra, ahora que se habla de aborto,  ¿Cuándo comienza la vida? ¿Hay una sola respuesta a esta pregunta? No. Hay varias respuestas posibles y plausibles. Mas, hay gente que cree que esto está  resuelto y  no merece ser discutido. Tiene su fe y tratan de imponerla. ¿La vida humana empieza con la concepción? Los espermatozoides masculinos son también vida. ¿Habría entonces que condenar la masturbación masculina como asesinato premeditado de los espermatozoides? Parece broma, pero es el destacado  profesor Humberto Maturana que afirmó hace mucho tiempo: “Si uno quiere defender la vida ni siquiera debería tomar antibióticos, porque las bacterias son seres vivos. Hablar de la defensa de la vida, en general, es una mentira, porque los seres vivos vivimos de comernos a otros seres vivos." Por lo demás, son los derechos de la libertad, de la libertad de culto, la libertad religiosa. Por lo demás, el doctor californiano, Rick Strassman dice que la glándula pineal, la glándula de conexión espiritual, la glándula que permite al ser humano experimentar cosas profundas, se nota  a los 49 días de la concepción, a la misma fecha en que el género del feto puede ser determinado.  Y es por eso que hay toda una muy antigua visión que dice, que recién a los 49 días el feto es un ser humano. O que la reencarnación del alma se produce a los 49 días. Ya ven, no todo es blanco y negro en este tema, como desean hacernos creer los conservadores integristas católicos. Y este es un solo punto, un solo ejemplo, de los varios que están taponeados y que parecen indiscutibles.

Felizmente todos sabemos que se están produciendo importantes cambios en Chile. Estamos cruzando  un portal e ingresando a un nuevo camino, impulsada por las nuevas generaciones. Las nuevas generaciones que se han movilizado, no estaban solos, detrás de ellos estaba una familia. Y sobre todo una mujer, su madre o su abuela.  Esto no se remarca los suficiente, el nuevo rol de las mujeres en los procesos de cambios.

Sí. El país necesita una Nueva Constitución emanada de una Asamblea Constituyente, un nuevo Código Laboral, una Reforma Tributaria y una Reforma Educacional y un programa de Protección del Medioambiente.

Pero, y aquí va nuestro modesto punto, Chile necesita  también cambios culturales. Chile no podrá cambiar la educación sin un profundo cambio de los ejes culturales. Chile necesita una nueva cultura ciudadana nacional que pasa por recuperar la cooperación social. No se trata sólo de subsidiar económicamente a los más expuestos, o una visión paternalista desde arriba, sino hay posibilidad de real de cooperación con otros, con otros de culturas y tradiciones diferentes. Por lo tanto, no hablamos de una cultura para los pobres, o de ingeniería social a la vieja usanza burocrática. Modestamente, estamos hablando de una cultura nacional que incorpore y que habilite, que conexione y establezca lazos de unos con otros. Hablamos de inclusión de las bases en el desarrollo, una inclusión más social que política.

Esto significa cosas directas: más acción cultural en terreno. Más conexión entre hacer y progresar. Más cooperación social.  Más encuentros con diferentes. Más instituciones sociales dinámicas. Más diálogo. Más simpatía. Más desarrollo de talleres.  Más tecnologías a favor del diálogo. Más compromiso con la educación pública, las calles del barrio, los clubes, el lugar de trabajo, pero también con la historia, el patrimonio y la memoria.

Efectivamente, uno de los aspectos de la cultura ciudadana es el tema de Patrimonio y la memoria, asunto de este seminario.  Ciudadanos  que realizan acciones cooperativas para mejorar los barrios y defender sus derechos patrimoniales. Esa experiencia acumulada es aún una espontánea forma de organización y desarrollo. Pero es un nuevo y colorido movimiento ciudadano que busca un desarrollo amplio de la Gestión Patrimonial Comunitaria. A comienzos de los años 90, comenzamos a hablar de gestión cultural y la necesidad de un Ministerio de Cultura, organizamos un seminario en la Universidad Católica. Hoy existen carreras profesionales de gestores culturales y un proyecto de ley de Ministerio de Cultura. Creemos que del mismo modo, con la colaboración de todos, se debe desarrollar e impulsar la Gestión Patrimonial Comunitaria.

 

 

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Literatura

Society at a Glance 2014 – OECD Social Indicators © OECD March 2014
Thomas Piketty, El capitalismo del siglo xxi.
Richard Wilkinson y Kate Pickett. Desigualdad: una análisis de la infelicidad colectiva, Turner 2009.
Rick Strassman, DMT: The Spirit Molecule: A Doctor's Revolutionary Research into the Biology of Near-Death and Mystical Experiences, 320 pages, Park Street Press, 2001.
Richard Sennett Juntos. Rituales, placeres y política de cooperación. Anagrama. 2012.
Saski Sassen,
Expulsions: Brutality and Compexity in the Global Economy. 2014




 



 

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