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Marqués de Sade
Bicentenario de su muerte y los deseos reprimidos del chileno

Por Omar Pérez Santiago


 



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La monarquía, la iglesia y el control social se fracturaron cuando el Marqués de Sade nombró los deseos reprimidos.

La mojigatería, la beatería y la ridiculez pudorosa lo encerraron en cárceles y manicomios.  Hace doscientos años, murió un día 2 de diciembre de 1814 en el manicomio de Charenton, un gulag francés, «un escondrijo secreto para los desechos morales de la sociedad burguesa» (Alfonso Sastre dixit).

Pero, el Marqués de Sade subversivo y transgresor dejó una profunda huella en la cultura, en escritores, artistas y cineastas como Delacroix, Rodin, Degas, Cézanne, Picasso, Man Ray, Bacon, Pasolini, Buñuel, Baudelaire, Flaubert, Huysmans, Apollinaire y los surrealistas.

El chileno que más cerca ha estado de la obra y el espíritu del Marqués de Sade es Alejandro Jodorowski. Desde su participación en el frenético grupo Pánico, con Fernando Arrabal y Roland Topor en los años 60, un grupo surrealista delirante que hacía papilla con las vaquillas sagradas. Con Jean Benoit  ejecutan el testamento del Marqués de Sade, "Ejecución del testamento del marqués de Sade",  donde involucran a Roberto Matta y Octavio Paz, todos sudacas surrealistas en París que le rindieron culto a su santo patrono, el Marqués de Sade, "el ente más libre que jamás haya vivido".

Llegarían los años 80, y la desmesura punk de Sex Pistols o las performances sexuales en el escenario de Wendy O Williams, contenían algo o mucho del alma del Marqués de Sade y de la arista delicuencial de Jean Genet.

 Jodorowski estrenaría su famosa película freak, “Santa Sangre” (1989), influenciada por la película de Fernando Arrabal, “Viva la muerte” (1971). Que a su vez se alimentaba del cine de Luis Buñuel, cine sádico desde sus inicios, el año 1929, con “Un perro andaluz” y la escena del globo ocular seccionado.

“Marat-Sade” de Peter Weiss se estrenó en el moderno Instituto del teatro de la Universidad de Chile el 25 de noviembre  1966, un hecho cultural apasionante, dirigida por William Oliver, con Franklin Caicedo  y Tennyson Ferrada en los roles centrales. Pero, hoy se recuerda el montaje más por que un joven Víctor Jara fue ayudante del director, que por las circunstancias vitalistas y revolucionarias de la obra, una renovación y crítica de las ideas de cierta izquierda, esa llamada izquierda que soñaba el paraíso pero terminaba en tiranías, como las tiranías soviéticas.

En Chile, el Marqués de Sade entró y salió en la poesía de Gonzalo Rojas.

Braulio Arenas, el capitán del grupo Mandrágora, le escribió un poema a Sade y tradujo las 19 páginas de “Estatutos de la Sociedad de los Amigos del Crimen”, publicada por Ediciones Mandrágora en 1958 y el cuento “Diálogo entre un sacerdote y un moribundo”, editado en Buenos Aires en 1948.

El Museo d’Orsay de París ha organizado ahora una exposición bajo el título “Sade. Attaquer le soleil” (Sade. Atacar al sol).

El Marqués parece estar vivito.

Se vuelve a debatir y a discutir sobre el deseo, el exceso y  la ferocidad.

¿Quién escribe radicalmente hoy en Chile sobre los deseos reprimidos, sobre los extensos deseos reprimidos en Chile por más de 40 años? ¿Quiénes son acusados de ofensas literarias?

Pocos.

Pocos pero buenos.

 

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Omar Pérez Santiago ha publicado los libros de cuentos  Nefilim en Alhué y Memorias eróticas de un chileno en Suecia. También ha publicado la novela Allende, el retorno



 



 

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