..... A la una de la madrugada
aterrizamos hambrientos en el restauran de Stippes, donde los
valientes clausuran los viernes por la noche en Malmö. Pedí "una
hamburguesa y una cerveza helada, por favor", y ella sólo "una
coca-cola", lo entonó frunciendo sus labios rojos:
"co-ca-co-la", ángel de minifalda amarilla, ya encaramada como dama
distinguida en un piso alto con sus dos largas piernas que terminaban
allá abajo en la barra de acero.
..... Me miró con ese semblante
de doncella que derrite cualquier cosa y acarició disimuladamente el
bulto ya endurecido de mi pene. Miré sus ojos perversos e
ingenuos.Mirar sus ojos rejuvenece y empequeñece. Su lengua coqueteaba
desde sus labios encarnados. Le llevé la mano por entre medio de sus
piernas. Ella, sueca linda y epidérmica, ama las cosquillas en las
rodillas.
Sus piernas, Díos mío,
Sus piernas bienaventuradas
Se abrían, se cerraban
Provocándome.
Las piernas se entreabrían y mis dedos decidieron avanzar
compactos, centímetro a centímetro,
Hacia la victoria final.
.....Stippes demoró la
hamburguesa, parecía trabajar a desgana, y los clientes, sentados en
la barra de enfrente, otras noches alegres y sociables, estaban hoy
reconcentrados, sin curiosidad para ver. Hay algo sombrío y de
funeral, pensé cuando les vi esa cara de pescado. O, ¿era yo el
alterado?
Mientras mis dedos progresaban ponía yo cara de desentendido,
alerta a que nadie se percatara que los dedos ya tocaban su
calzoncito, también amarillo tenuemente húmedo se interponía entre mis
dedos y esas profundidades deliciosas que otras veces había besado y
contemplado abiertamente.
Allí ansiaban llegar mis dedos. A las
profundidades.
.....Dice ella con lujuria
nórdica, lengua coqueta y labios encarnados, mentalidad pecaminosa,
relamerse de gusto en medio de los clientes del Stippes a la una de la
madrugada. La rubia que fríe los huevos nos examina de reojo para
adivinar de qué nos reímos, porque la rubia no alcanza a ver que al
otro lado del mesón, en la parte de abajo, tengo yo la otra mano, la
mano en la que no tengo la hamburguesa, y dos dedos ya enzocados en el
agujero malífero se menean maliciosamente.
..... Stippes la mira de reojo
desde la cocina, pero él tampoco sabe. Ella le ojea impúdica y
soberbiamente y goza, porque Stippes no sabe. Ella, exhibicionista
vergonzante y delicada, le gusta ser contemplada cuando goza, y yo,
mirón impúdico, gozo mirándola gozar. Somos tal para cual. Pero
Stippes no sabe,
Ni el borracho funcionario del banco,
Ni su cansada amiga que desea irse a casa,
Ni el flemático regidor socialdemócrata que bebe café
cargado,
Ni otra amiga mía, felina periodista del Sysdvenska Dagbladet,
que está disgustada porque yo no sé qué,
No saben lo de los dedos, la humedad, los espasmos, las
contracciones.
Otra mascada a la hamburguesa, le doy a probar a
ella,
Sitúa en mi boca una lechuguita, una rebanada de tomatitos,
rojos estamos los dos y ella bebe la
Como la muchacha de la propaganda.
-¡Vamos, dice ella dolorosamente-, vamos Pancho,
chileno!
..... Y los dedos, los dedos que
están adentro deciden la retirada triunfal y victoriosa de los campos
ocupados y se quieren llevar como botín de guerra su calzoncito
amarillo, ya sólo una tira acuosa.
-Pancho, Paaancho, casi grita.
No quiere quedarse sin calzones en el Stippes.
Afuera es la Noche del Viernes en Malmö.
La abrazo mientras caminamos a su departamento.
Le introduzco la misma mano, ahora por atrás.
Cubierto por su abrigo largo la mano recorre la línea y se
detiene en el hoyo de su culo grueso y enorme.
-Quiero poner el dedo en la llaga, le digo.
Ella se ríe y echa el anca hacia adelante,
Yo casi troto a su lado con el índice amenazante.
Caminamos a carreritas a su piso, creando una estela de
fermento.
Ella jalándose la minifalda, yo ascendiéndole la blusa y
ella
-Paaanchooo, nos veeen, Pancho!
Se desliza un auto de policía lentamente. Los policías nos
miran. Algo buscan en la noche, algo de algo.
-No nos llevarán presos sólo por el dedo en tu culo, le digo y
me río y ella se ríe, en realidad los policías no saben, no pueden
saber lo del dedo y el culo.
No alcanzo a entrar al departamento y ya estoy persiguiéndola y
tirándola al sillón, con las rodillas jaqueándole los brazos y
desabrochándole la blusa,
Botón a botón aparecen sus senos, sus pechos grandes y parados
que nunca han dado de mamar y los beso comiéndolos uno a uno y ella
aprovecha mis caricias, se levanta y huye. Desde el suelo alcanzó su
minifalda amarilla. Su calzoncito amarillo queda a la vista, casi
metido en la raya. Corro. Persigo el amor como un sediento el
oasis.
Ella me tira y me rompe la camisa, me rasguña y me muerde un
brazo. Algo dice, algo murmura cuando muerde. Yo le tomo firme el pelo
y le muerdo el cuello y viene mi pene que ya explota, ella levanta las
piernas,
Ay, qué piernas membrudas, robustas,
Yo trabajo como esclavo, no me doy cuenta que estoy sudando,
resollando la penetro una y otra vez, como si hiciera el amor por
primera vez, su columna forma un arco cuando ella lanza su cabeza
atrás, ella:
Y
yo jadeo y ella con alientos vigorosos, entrecortados y
bajitos:
Y
allí estamos ya terminados cuando queremos empezar de
nuevo,
Ella se incorpora y me masajea.
¡Piensa chuparme, la golosa!
Me chupa y yo grito sin sentido y caigo fuera de la noche y del
mundo, y mientras yo más grito ella más me chupa.
..... Ese sábado, primero de
marzo de 1986, dormí aplastado por su cuerpo joven y potente, cuerpo
alimentado de yogures y raíces para soportar la nieve y la oscuridad,
cuerpo adiestrado a golpes de saunas suecos que alternan el frío y el
calor, el fuego y el hielo. La felicidad es dormir junto a un cuerpo
gozado y saboreado.
..... El teléfono, el infeliz
del teléfono, sonaba histérico en la madrugada. ¿Quién complota a esta
hora temprana, después de una noche de bohemia? ¿No saben que ayer
bigardeamos sin jactancia y boato en Copenhague, corrimos para
alcanzar la lancha para ir a escuchar el show poético de Lasse
Söderberg en el pub subterráneo de Malmö y antes de ir al Stippes
bebimos un litro de vino?
El fastidioso no paraba de sonar.
-Contesta el teléfono, le digo, con despesar de macho
irritado.
Aló, aló, dice ella cayéndose de la cama.
-Han matado a Olof Palme, hija-, dice su padre por teléfono. La
hija tiene una oreja pegada al suelo, la otra en el auricular y su
traste desnudo sobre la cama.
Despierta bruscamente y me grita lo que ya
escuchó.
-¡Oh, mierda!, grito. Me despercudo y me voy a prender la
televisión. Allí están serios y bien peinados, como siempre, los
locutores de la televisión sueca:
-Sí, es verdad, confirman, han asesinado al Primer Ministro
Olof Palme en la calle Sveavägen de Estocolmo, ayer a las 11 y media
de la noche.
-Y, ¿¿¡¡cómo es posible!!?? -exclama ella y llora
-Y, ¿¿¡¡cómo es posible!!?? -exclamo yo y no lloro de puro
hombre que soy. Me enturbia una sensación de soledad. De escarnio y
remordimiento también: nosotros jugando anoche a ser libres, en la
ciudad compungida, sin saber lo que todos a esa hora ya sabían: ¡Qué
liviandad! Me baja una sensación de vergüenza retrospectiva: ¿Por qué
nadie nos dijo anoche que habían matado a Olof Palme? Ni Stippes, ni
el regidor socialdemócrata, ni la rubia que fría los huevos! ¿Por qué
no dijeron nada?? ¡Por qué guardaron silencio???
..... En este pequeño y bien
decorado departamento sueco de Malmö, entre una minifalda amarilla, un
calzoncito limón y mi camisa rota tomo café. Ella bebe café
mustiamente e intenta sonreír para apagar su gimoteo. Su sonrisa
fallida choca con mi rostro seco. Ella trae una bata y la tiende sobre
mi espalda arañada. De pronto siento que amo a esta mujer que llora y
yo no lloro y ya dije por qué.
-Respiremos aire, mi cordillerita de Los Andes, le digo
melindroso, salgamos a la calle para ver si el movimiento de la tierra
no han cambiado de sentido en Malmö...
..... La ciudad invierno no se
mueve, huele frío de la sangre, el frío del hierro que sopló en estas
calles desiertas.
De Memorias
eróticas de un chileno en Suecia, Aura latina & Editora Kipus
21, año 1992
Omar Pérez
Santiago,
escritor chileno. Ha publicado en sueco, Malmö är litet.
También ha traducido poesía sueca en
La Pandilla de Malmö. Es
guionista de La Novia de Borges y Plikten. Ha publicado la novela-comic
Negrito no me hagas mal.
Ensayo: Omar
Pérez: Nuevo Boom de Literatura
Nórdica