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TECNOPACHA
y lo asombroso de mezclar

Por Mauricio Torres Paredes

 

 

 

 

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Me acerco a la poesía de Oscar Saavedra, desde un conocimiento profundo de su libro Tecnopacha (Editorial Zignos; 2008). Un poemario lleno de reveces, imágenes y diversas profundidades que transitan describiendo de manera irónica y suspicaz los imaginarios sombríos y neoliberales de la sociedad globalizada y sus escritores.

Más que contenido Tecnopacha es apertura de límites insinuados y promovidos por la literatura y más específicamente por la poesía tradicional. Ruptura de cercos que proporciona un acercamiento relacional con la historia, posibilitando el entendimiento social, más allá del entregado por la academia con sus historiadores, cientistas políticos y literatura, ya que se acerca a la realidad desde un lenguaje ritual, como diría Barthes, atravesando, cruzando, bifurcando en lo “popular” y atreviéndose a cambiar el lenguaje para que el verso no contenga esos tildes de sentido común tan habituales en la escritura pequeño burguesa. He aquí el ejemplo de una escritura cuya función ya no es solo comunicar o expresar, sino imponer un más allá del lenguaje que es, a la vez, la Historia  y la posibilidad que se toma frente a ella (Barthes, Roland).

La aleación, colusión, lo hibrido que se forma y escribe entre lo “tecno” y la “pacha” que si bien contiene un modo común de mezclar mensajes, contiene además en sí la profundidad de imaginarios ancestrales de dominación, en donde Saavedra sincretiza lo ya sabido, pero lo ubica en la mezcla de su verso y su poética, lo hace voz en metáfora, que ocultaría al hablante poético que, sorpresa, es el mismísimo Tecnopacha. Como bien lo plantea el poeta Efraín Barquero “He  aquí nuestra arma elemental  y primitiva” El saberse dentro teniendo la oportunidad de salir, el surtir de un más allá que parte desde los sentidos hasta la emoción, que se confabula para capturar “lo no dicho” que en simples palabras sería la poesía.

Es así como “Pacha” no solo tiene un significado que es el que conocemos de “Tierra” en lengua kechua, sino también otros diversos que se configuran en los distintos países de nuestro continente, como por ejemplo, Pacha en Argentina es “masturbarse” (paja) o Pacha en Nicaragua es “pecho de mujer” En Panamá Pacha sería una “botella con contenido alcohólico” y en Perú, Pacha es “Mujer de vida ligera”. Pero estos últimos ejemplos que doy están cruzados por la territorialidad que contienen estos Estados-Nación, versus, el habla y el valor significativo espiritual que se denota en el verso de la multitud.

 Sin embargo la Pacha como lengua está desterritorializada en el vacío que queda por llenarse en el concepto Tecnopacha, donde  el Capitalismo Mundial Integrado en el juego de la descodificación, muchas veces se hace inútil cuando hablamos de palabras y significados, posibilitando una tensión hegemónica en la cual además de la resistencia de la palabra, se debe de complementar con la creación de la palabra. Voy a que la transformación que tienen las “cosas” tanto naturales como creadas y sus distintos usos y ocupaciones, son parte de la creación de signos y lenguaje que en Tecnopacha son consistentes en la oportunidad de explorar en los vacios que oportuna la palabra. Su poesía da el carácter de político al lenguaje, lo que hace que pueda habitar el viejo y el nuevo recurso en una constante transfusión y a la ves inyección, porque no solo refuerza sino que a la vez anima, una antigüedad renovada para ser practicada desde una nueva palabra.

“A los veintitrés años supe lo que era parir sin útero”  
El poema y la palabra en voz de Saavedra entregan la posibilidad de que la realidad esté en lo imaginado. No es cierto que lo imaginado sea irreal, ya lo decía Deleuze y Guattari “un agujero es tan partícula como lo que pasa por el” Lo imaginado está en la concreción del deseo y en el deseo la palabra es sustancial.

“Dile a Pacha Hombre que no venga, dile que me deje estallar en palabras”
Los imaginarios dominadores se develan en palabras, mandatos, leyes y reglas, la palabra poética deforma la insustancialidad natural que tiene la palabra denotadora cuando detiene o pretende detener la función natural de la palabra liberadora. El hombre blanco, gerencial de la industria cultural chilena y latinoamericana eclipsa la palabra con formulas, proyecciones, formularios, para la expansión de los contextos deterministas, que son tensionados por la poesía que crea poética.

En este acto maravilloso de la mezcla de la palabra no solo como ejercicio sino también como acercamiento inconsciente, me acerco a Georg Lukács cuando plantea que “la teoría de la práctica revolucionaria se funda precisamente en el reconocimiento del hecho de que la realidad es siempre más rica y complicada que la mejor y más completa de las teorías”.

La lucha frente al dominador de alguna u otra manera ha sido significada, codificada, denunciada, pero de lo que hablamos es, de cómo esos mismos atropellamientos de antaño son resistidos por nuevos significantes poéticos que abren y expanden innumerables universos de posibilidades de realidad, lo cual posibilita distinguir que no existe una totalidad.

“En este país anoréxico  los libros valen varios kilos de carne, varios kilos de pan, un carro de mercadería y la poesía, aparte de rota, quebrada y extremadamente  cuica, se pudre junto al borrón de la memoria histórica”
Acá en estos versos se inscribe la melancolía del hablante, la frustración del poeta y la rabia de Saavedra, el cual identifica y denuncia las mecánicas asociadas a la institución cultural y sus artistas que hacen oídos sordos a la condiciones miserables de muchos, pero que rellenan sus egos a costa de su tierra, de su Pacha.

Tecnopacha conlleva la oportunidad de alterar la situacionalidad que nos hace creer que es única y natural. Avanza en dislocar los poderes deterministas que hoy en día se dan en las democracias posneoliberales, con gobiernos asistencialistas, que se entremezclan entre disposiciones derechistas y socialdemócratas , que acarrean un enjambre de dispositivos culturales de oficialidad que solo determinan la palabra y no le entregan el espacio para su mezclada.

En la mezcla encontramos una formula mágica de proyectar puntos de fuga y además de multidimencionar la palabra que se libera en cada pronunciación, pero no esa enseñada en la escuela, sino aquella rota, transformada y rehecha por los pachas.



 

 

 

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