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“Él habla el lenguaje de la miel, dice un vocablo emparentado con el fuego”:
Weñüllfe de Oscar Vidal

Por Gloria Sepúlveda V.



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Oscar Vidal (Talcahuano, 1982) publicó en 2011 Paxaricu, re-editado por Balmaceda Arte Joven (2016), en donde explora, poéticamente, la fragilidad y el dolor humano, a partir de una escritura omnímoda, es decir, comprendiendo y abrazando todo. En este, su segundo libro escrito entre los años 2010 y 2013 el autor rectifica su oficio poético en la proyección de una obra que va tomando forma y se consolida cuando el poeta es capaz de explorar otras casas del lenguaje y poetizar otros registros. Weñüllfe viene a saldar una deuda personal con la extraordinaria cosmovisión mapuche, no teniendo el autor, chileno, mayor vínculo que algunas palabras sueltas oídas en su niñez, reencontradas años después en la lectura misma de la poesía mapuche.

Los poemas  de este libro emergen de un fabuloso encuentro del poeta con las fuerzas de la naturaleza y los rigores de ser humano. El trabajo en el arte de los sueños es el cruce de los planos de la vigilia y el sueño, en ese intercambio surge el poema:

Despierto en el pewmadungun, soy un toro con escarcha en las pezuñas.
El mundo se inunda con el vaho de mi bufido
Amanece, soy el espejo de todas las vanidades (10)

El poemario, cuyo título incluye el vocablo üll, cuya traducción es <<canción o poema>>, armoniza los estadios que se suceden entre el comienzo del día  y la llegada de la noche. El poeta canta los siete momentos que componen el ciclo de la luz y la oscuridad: Madrugada, Amanecer, Mañana, Mediodía, Tarde, Atardecer y Noche. Los poemas de Weñüllfe están escritos en una circularidad en la que el sueño funciona como un ars poetica mnemónica, es decir, el poema nace de un instante que el poeta retiene y poetiza.

En el sueño, también se encuentra la memoria del hogar; en el sueño es posible un espacio para la poesía; en el encuentro y separación de los humanos el poeta logra conjurar a los ancestros y el presente, a través de la recuperación de la memoria social que se engancha a la memoria infantil, las primeras impresiones del poeta- niño son las que saldan la deuda que el ruido de las sociedades tecnologizadas nos han entregado:

Yo vivía en pueblo grisáceo, en una población
Grande herencia de la UP
Los abuelos, los padres se iban temprano al trabajo
Antes que yo despertara (18)

En la dimensión onírica tiene cabida la recuperación de una memoria de la palabra: “Hablo el lenguaje de los sueños, que es azul como el fuego. Digo un lenguaje azul que enmascara el tiempo” (21) y que se actualiza en la escritura –enunciación del poema. Todas las pequeñas vanidades son expulsadas con el propósito de ahondar en un lenguaje contemplativo que cifra el paisaje como un estímulo, en donde el poeta se reconoce como una partícula más de la naturaleza: “Cuando me acuesto bajo un cielo de plata/ todo mi cuerpo es una curva exhumada/ disuelto en la canción de la arenisca” (26). Su objetivo radica en el énfasis que supone un trabajo con el lenguaje que se acerque a la imagen que desea proyectar: “Sin nada que escribir a  veces leo, a ver si le rasguño una palabra, o un asombro de palabra, a los que versan en mi memoria. Incrédulo, trémulo me sumerjo en esa nube que amo” (52).

Ya no se trata de una imposibilidad del idioma, sino de un encuentro del hombre con el lenguaje y en donde el poeta rescata una memoria ancestral recuperada a partir del reconocimiento de su propia tradición mapuche – y con ello, toda su literatura- Ambas tan negadas- es por esto que no sólo la naturaleza es un elemento primordial en el trabajo con los sueños. Este Weñüllfe, también traduce una memoria social que reconocemos en guiños a los niños que logran atisbar algo más que la melancolía de los focos damasco durante la noche en las poblaciones. En el poema que alude a Gabriela Mistral leemos: “le estiramos la mano/para ver/ si posara en ellas un diáfano vocablo” (37).

El poeta Oscar Vidal trabaja este arte onírico en donde el sueño es el refugio de la memoria. La única patria posible para el poeta, es la palabra y la memoria ancestral que la precede, Weñüllfe es una estrella en donde se esconde un poema:

Entonces,
el poema fue escrito con lengua inteligible.
Fue nacido de la tierra con manantial
o como un niño.
Entonces el poema brotó del mundo
como una fiesta sagrada,
                         tal es pariente del susurro.

 


San Valentìn, 20 de junio 2016.



 



 

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“Él habla el lenguaje de la miel, dice un vocablo emparentado con el fuego”: Weñüllfe de Oscar Vidal.
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