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POETAS
DE ATACAMA:
OLIVER
WELDEN Y LAS COORDENADAS DE LA VIDA*
Por
Ana Leyton
Poeta
Fue el poeta Volantines quien puso en mis manos el libro de Welden "Fábulas
Ocultas", (Ediciones
LAR, 2006), también fue a él a quien le escuché asumir la
defensa de la generación de "La Tebaida" en el Norte de Chile,
generación recuperada desde el olvido después de la masacre de 1973
y a la que pertenece Welden.
Desde sus primeras páginas sabemos
que nos vamos a encontrar con sus vivencias hechas poemas, que nos va a contar,
precisamente, sus "fábulas ocultas" y que sólo quien sepa
descifrar el acertijo de su código poético, es quien tendrá
el privilegio de conocerlas, él las conoce bien, por supuesto "es
quien las vivió" y a partir de esto, nos entrega en plenitud su pensamiento
activo sobre la poesía: el poeta no puede escribir sobre lo que no ha vivido,
lo que no se vive no se puede transcribir a través del sentimiento profundo,
sensible y expresivo. Sabemos también que son recuerdos, desde la plena
vida, hasta el momento de la contemplación y la calma, quizás, al
fragor de la espera.
Desde el primer poema se posesiona con propiedad
del norte, advertimos su fusión patrimonial con esta tierra que lo acunó
poeta: "… en el Norte de Chile, donde entre Antofagasta y Arica te amé…"
"…años y años amándote entre las alturas del Parinacota
y Toconao/ -en las alturas cimas de tus pezones chilenos- y en la profundidad
estrecha/ de tu bajo vientre latinoamericano…", después de posesionado
en su espacio poético, ingresa a través del tiempo psicológico
en sus vivencias , su puerta de entrada: una fotografía "Y me miras
desde una fotografía que yo tomé hace más de una vida..."
se desplaza a través de esta imagen que retiene el tiempo, a partir de
este verso comienza a revivir, seguramente, es el verso, el poema, el que lo acerca
a sus fábulas ocultas: " En el cuello siento tus piernas, quédate,
me dices ... y me sigues tirando y estirando, jalando y alargando, amasando con
tus manos".
Y comienzan sus fábulas de un amor cotidiano, de la vivencia plena del
amor completo elemental y fundamental, amor y fusión de vida en un constante
placer y hacer de esta vida misma: "Retornas apoderándote de mis viejos
calcetines y es/ firme tu asidero en el diseño de la lana./ En cuestión
de horas ya vienes revisando mis hábitos/ de siempre, el ínfimo
itinerario de mis cosas/ diarias..."
Nos traslada en el tiempo, caminamos
con el verso para luego llegar a otra etapa, la del "Viejo maletín
del amor": "Cierro el viejo maletín del amor y todo vuelve a
ser tan antiguo./ Mañana tal vez forre mis deseos en vagos recuerdos de
otros años..." y más aún: "Mis años, las
cuerdas de este violón que soy y que no funciona -no toca-, o mis bigotes
quemados a la luz de una lámpara, y este reloj que pulsa en mi corazón
su tic-tac al revés".
El libro nos muestra un verso firme,
enérgico, al poeta plenamente conciente de su entorno, al hombre en frente
y en medio de su vida; su forma: la poesía; su contenido: la existencia
asumida desde la potencialidad del ser material, que vibra completo, químico
energético y también cuántico, después, desde la contemplación
hacia el fin de su existencia. El hombre existencial, pero a la vez dialéctico
a través de una vida que nos forma y nos transforma hasta el fin. La vida
es así, se vive y se asume, se sigue viviendo hasta el último respiro:
"Me
siento y miro el aire
la lluvia transparente
el cielo sin fondo.
Soy
un anciano sin voz
con la pipa vacía.
Fui un hombre claro
ahora
desaparecido.
La vida cogí como el agua
y se me fue volando.
No tengo alma
raíces en tierra alguna.
Me siento y miro el aire."
(Reflejo de una ventana oscura)
*
La foto fue tomada por Arturo Volantines del "archivo Oliver Welden".
La autora del artículo es de Illapel, provincia del Choapa.