Los archivos del cardenal y la ridiculización de MIR
Priscilla Cajales
Soporté ver cuatro capítulos de Los archivos del Cardenal (TVN). La comencé a ver porque mi mamá emocionada me dijo que ella nunca pensó que mostraran tanto en la tele.
La Vicaría de Santiago es el escenario para un abogado y su hija que trabajan sacando gente de la cárcel, recolectando documentos, mandando recursos de amparo. Por otro lado está un abogado, Ramón, cuico a morir, se enamora de la niña rebelde, llega a trabajar a la Vicaría mientras le mira el escote. El último es Manuel, un militante del MIR que con una pistola cagona quiere hacer la revolución. Manuel está solo con su pistola y sus amigos que en pantalla no se ven.
Laura encuentra atractivo al abogado, y cuando su mirista novio estaba preso vio en los anteojos adinerados más en común que con este extremista que lo único que va a lograr es que lo maten.
Así contada la historia me quedo pensando en qué fue lo que sorprendió tanto a mi mamá. Este cuento está contado desde el mismo miedo y bajo el mismo ojo que ahora piensa en lo que está pasando en el Movimiento Estudiantil creyendo que ya está bueno, que se les está pasando la mano, que no vaya a quedar una cagada de proporciones.
En una escena Manuel dice a Laura que ella no tiene idea de lo que está pasando, que se están muriendo niños, que la gente vive como perros, Laura no sabe, Laura no vive en la toma de la Bandera, en la toma de la Bandera no hay niñas como la Laura, con poquito pelo y ondulado, en la toma de la Bandera no hay niños como Manuel tampoco, pero al menos Manuel se queda.
Ayer en tolerancia cero Villegas decía que el país estaba bien, que eran todos una tropa de apocalípticos, que nadie en la calle habla del movimiento estudiantil, menos todavía de la crisis del sistema. Cuando Villegas sale a la calle sale a otra calle, en la toma de la bandera no hay gente como Villegas, es cierto, ya no hay tomas en la Bandera, pero hasta donde me acuerdo, los muros todavía tiene pintados los nombre de sus muertos, no los de la dictadura, los del último clásico del colo con la chile, aunque al gerko lo mataron a dos cuadras de su casa y le quitaron las puras zapatillas.
En un pasaje cerca de la cancha de la Bandera, esa que los productores se imaginaron para montar escena, hay una animita para el gerko que se murió de dos balazos por sus zapatillas.
Villegas no va a la bandera, tampoco Laura, a Manuel lo van a matar por andar enseñando a la gente a manejar armas. La gente que está en las tomas ahora no sabe usar pistolas, los encapuchados se han equivocado varias veces tirándole peñascazos a otro encapuchado en lugar de los pacos.
Lo que pasa es que en chile la gente se alegra que le muestren algo, que haya movimiento, algo siquiera, un poco, porque a todos los Manuel los mataron y ahora los ponen en series como a chiquillos irresponsables que no tienen idea de nada, a los que se los caga su polola por giles y extremistas.
Porque este país se guardó la vergüenza de Pinochet primero, y después la vergüenza de la concerta, y ahora dice que está enojado,que por fin, pero que no se les pase la mano, que viva chile y la educación gratuita para todos, pero les sigue gustando que Laura se quede con el abogado, que es más bonito, y más razonable.