Presentación de “Exillium Tremens: Salvattori Coppola y su época” de Manuel Jofré
(Editorial Ventana Abierta)
Por Pavella Coppola Palacios
La Chascona, 1 de diciembre, 2010
Escribo estas líneas en mi calidad de escritora. Divido mi palabra entre mi oficio escritural y el oficio de ser hija de Salvattori y Miguita. Y, silencio, por este rato intempestivo, el lugar de mi origen filial para que salga a flote la objetividad de la empresa que ha llevado a cabo el escritor Manuel Jofré en el estudio monográfico titulado “Exilium Tremens: Salvattori Coppola: su obra y su época”. Difícil desafío, éste.
Ante mí, entonces, un libro que evidencia una escena casi cotidiana, pero también una escena ficticia: dos hombres se encaran y dialogan desde lugares disímiles: Manuel Jofré en la vida dada en Santiago de Chile, hoy en diciembre; Salvattori Coppola, vociferando a través de su obra lo que hoy no puede musitar. Dialogan a través del discurso de la escritura. A estos dos hombres sólo los une la lectura y la escritura. Y, es este vórtice el que permite el encuentro. A fin de cuentas, es este vórtice el que configura la actualización de la palabra, el espectáculo de la literatura. ¿Acaso un estudio monográfico no es sino un particular encuentro entre la palabra del que lee en un tiempo presente y la palabra del que ya no está y que habla desde el arrojo de sentido que arrastran consigo las señales de su obra? ¿Acaso un estudio monográfico no es sino un diálogo permanente, inacabado, disímil entre una voz que interpreta y ordena y esa otra voz que sugiere, mostrando señaléticas en la espesura del camino?
En este libro, estos dos hombres conversan. En este libro, estos dos hombres difieren. Se conocen, estos dos hombres, en este libro.
“Exilium Tremens “es un libro monográfico; ordena en tres partes el corpus literario del destacado escritor chileno de la generación literaria del 50. La obra del ensayista y teórico Manuel Jofré, traza un mapa, propone un acercamiento a la obra de Coppola, faculta una posibilidad de ordenamiento del discurso coppoliano y reconoce , en un primer momento, la complejidad que implica hacerse cargo de la lectura de esta obra, pues Coppola como sujeto y como autor se constituye desde la palabra tensión, desde la divergencia, desde la desgarradora fragmentación. Jofré señala: “La escritura de Salvattori Coppola es un mundo interconectado de diferentes entradas (…)”. En un segundo momento, el autor, se propone analizar meticulosamente algunos ejes centrales de la obra de Coppola, deteniéndose en la lectura y análisis de tres libros, a saber el ensayo teórico “La novela chilena fuera del lugar”, el ejemplar de poesía “Testimonial”, suerte de autobiografía escrita en versos y la novela “Ser en el mundo”. En estos tres ejes, ve el ojo meticuloso de Jofré, un patrón discursivo que, desde un punto de vista teórico-literario y crítico, constituyen “nociones propias de una poética” y que permiten encabalgar la fructífera obra de Coppola articulada en más de 25 libros publicados desde al año1964.
Le corresponde, entonces a Jofré hilar el argumento a fin de definir los rasgos de tal poética coppoliana. Y, en tal empresa, reconoce el autor, desde una matriz bajtiniana, el dialogismo entre el escritor y su tiempo, presentes siempre en todo autor, pero particularmente evidente en la obra de Coppola.
Nos dice: " (…) su escritura es polidiscursiva; (…) prevalece la noción de lo testimonial y la voluntad de quebrar, realizando y superando, a la vez, los límites de los cánones genéricos, con nociones propias de una poética, como lo político solidario, lo testimonial discursivo, lo real espantoso, la interfertilización de géneros, la idea de los ciclos literarios y la interrelación entre diferentes entidades (personas, pueblos, tiempos, culturas) etc.”.
Jofré es un bajtiniano de tomo y lomo. Por ello, cree en el discurso, en su complejidad, trascendiendo de tal manera, los límites que proporciona profesar que la literatura es únicamente un texto. En este sentido, comprende y evidencia críticamente la dificultad de la escritura de Coppola. Nos advierte: "Desde el ejercicio de la inserción de lo biográfico en lo literario se conforma una óptica propia en Coppola, que arquitecturiza, como armazón, su léxico multidiscursivo en función de un cierto contexto y situación política. Se trata de un intelectual orgánico, en el mejor sentido de la expresión”.
Y, continuando esta línea interpretativa, Jofré registra, en la primera parte de su estudio, la joven vida de este escritor de apellido italiano y encuentra larvada, justamente en esa etapa inicial, una suerte de pre-proyecto literario; se trata del momento en que Salvattori Coppola está relegado en Tierra amarilla, en el norte del país, en tiempos de Carlos Ibañez del Campo. Es allí, donde Coppola materializa su primera oferta escritural y donde el joven autor se enamora de Miguita, quien lo acompañará en aquél “Oficio de ser hombre”.
Jofré, continúa indagando y propone que lo que en aquélla etapa juvenil, bien pudiera interpretarse únicamente como primaria búsqueda de una empresa literaria, en realidad debiera significar un esbozo de la obsesión literaria de Coppola que, a lo largo de su obra, se transformará en un continuum, a saber la indivisible atadura entre el escritor y su época, porque de tal manera Coppola ha comprendido su oficio de escritor, porque de tal manera ha significado lo que es literatura. Leer la obra de Coppola es leer su época; implica leer -también- la condición político-social que envuelve la escritura. Tal punto de vista estará siempre presente en su obra, en donde sus personajes vociferan su tiempo y lo organizan.
Así, su permanencia en el exilio, configurará un particular escenario literario, advirtiendo el desgarro como experiencia ontológica. La fragmentación del sujeto, y con ello también, la fragmentación del sujeto-escritor como consecuencia del ostracismo, pervive desde una agonía trágica y se transformará en un componente estético esencial para interpretar su obra más madura y concebir –igualmente- la atadura entre diversidad geográfica y unidad escritural, pues Salvattori Coppola escribió y publicó en el exilio, siempre significando íntima y colectivamente la ausencia del terruño. Esta agonía existencial trasciende el discurso privado, la anécdota íntima, porque tal tragedia convoca y evoca la colectividad. De esta manera, significamos las palabras de Manuel Jofré: “La gran marea de la historia humana es vista en las resonancias en una de las más privilegiadas partículas de la inmensa sociedad: la escritura de Salvattori Coppola, en su vida, en su obra, en su época”.
Manuel Jofré es un estudioso. Su investigación ha permitido hilar la urdimbre de la escritura coppoliana, que no pocas veces ha sido invisibilizada en el teatro de la envidia y la ignorancia, en el oscuro escenario del prejuicio. La relectura de la obra de Coppola y la propuesta de un estudio monográfico, realizado con dedicación investigativa, permiten aquilatar esta “literatura ausente”. Esta suerte de "literatura ausente" no es otra cosa que un modo de distinguir y nombrar la amalgama de voces escriturales chilenas que han sido olvidadas, quemadas, no en la hoguera del año 1973, sino en la hoguera de la complicidad del silencio aterrador. Agradezco, entonces, el proyecto de la editorial “Ventana Abierta” que, a través de su colección “Epicentro”, dedicada a los estudios monográficos de estos innumerables escritores, se propone mover la tierra literaria, como un modo de dar un puñetazo a la maquiavélica cara del olvido y dignificar el aporte literario de estos escritores que persisten en su rebeldía.