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Apuntes sobre Oxicorte de Juan Carreño
Por Priscilla Cajales
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1.-
A Juan lo escuché leer por primera vez en un encuentro de poesía en el norte. Una de las lecturas que tuvimos que hacer fue en la Cárcel de Alta Seguridad de Alto Hospicio. Leímos unos 15 escritores antes que él. Luego leyeron algunos presos que habían estado participando de un taller de poesía con Juan Malebrán y otros escritores de la zona, algunos poemas fueron realmente notables. Cuando leyó Carreño el casino donde estábamos se volvió un pequeño estadio, los presos casi interrumpían la lectura con aplausos y comentarios que no se aguantaban hacer al escuchar los poemas de Compro Fierro (Lagartija ediciones, 2007), su primer libro. La única vez que recuerdo que pasara algo similar fue en un bar de Valparaíso lleno de obreros, cuando comenzó su lectura de La Contru de Mi Alma ( Editorial Hebra, 2014) Daniel Tapia, poeta del puerto.
2.-
El oxicorte es, como muchos ya saben, un método para cortar metales. Se ha hecho popular en las noticias de los últimos años, puesto que gracias a este artilugio decenas de cajeros automáticos han sido abiertos. La idea es salir lo antes posible del lugar lanzando miguelitos para impedir ser seguidos por la policía. Hasta hace poco tiempo, tenía una pena de cárcel menor, pues se trataba de “robo en lugar no habitado”, esto hizo cada vez más común ver en las noticias cajeros reventados por bandas que pocas veces eran capturadas por la policía.
3.-
Oxicorte, es un libro de poemas que a su vez constituyen una historia, los personajes que la rondan son un hombre y la gitana. Ambos roban cajeros usando el método descrito. Viven en una pobla de casas con patios pequeños, huyen. El resto de los personajes que rondan este espacio parecen extraídos de una película zombie: ancianas encubando cáncer, un guardia torpe intentando impedir un robo, vecinos que le suben el volumen al vacío. Quienes se fugan, son los únicos que poseen un motor vital, el resto se pudre y muere.
4.-
El cajero automático tiene un ojo que todo lo ve:
el ojo electrónico
de los cajeros automáticos
(el que cuenta los billetes)
es la mirada de Jaime Guzmán
o los cristales de un parabrisas
que enterré como tesoro
en el patio de mi casa
cuando teníamos patio
y había tierra
y había un árbol (pág. 10)
Este ojo que ha dominado el flujo de dinero, y por lo tanto de poder, es el ojo al que este par de prófugos dan cara, y lo hacen desde el único lugar posible: la clandestinidad y el exilio del territorio que sigue siendo propiedad de ese otro fantasmal y poderoso. El panóptico aquí se da en la medida del dinero y de su tránsito, es en esta transacción en donde el poder visualiza cuánto tenemos, cuánto podemos gastar y por lo tanto quiénes somos. De aquí se desprende inevitablemente el pensar que en este mundo creado por Carreño en Oxicorte, solo quienes intentan cancelar el poder del ojo que todo lo ve, pueden considerarse propiamente vivos.
5.-
Escapar parece ser la única forma de mantenerse con vida, salir de este país que le entregamos a Alwin, el país de las traiciones y las poblaciones callampas escondidas en el margen de la ciudad poder:
los civiles piden sangre
dejémosle migas
a éstos que beben en la ruina
y escapemos
el derecho de cualquiera
que excava y junta tierra
en el cielo falso
antes que asuma Aylwin
en la medida de lo posible
nacer y sangre
asumir mar y viajes
nuestros nombres son palabras
en hoteles y maquetas
mapas de estructuras anotadas
dibujos pequeños y sencillos
en los bordes
como enredaderas (pág. 42)
Salir antes que se consuma la pérdida de la memoria o de la única dignidad colectiva de la que fuimos capaces: es ese el motor que percibo en este libro y del que hace rato vengo hablando, pero escapar para qué?
y qué harás al salir?
tal vez aplicar crema para cicatrices
sirva, como plásticos
que aíslan un cuerpo de la lluvia
en la calle
no sé, algún hijo (pág. 43)
6.-
En medio del poemario hay un epígrafe de Williams Carlos Williams:
“regresa el pensamiento: ¿por qué no
imaginé belleza allí donde no existe
o no está disponible, desde que
me puse voluntariamente en el camino de la muerte?”
w. carlos w
Este giño me hace pensar en el giro que presenta este libro respecto de Compro Fierro y Bomba de Bencina, sus dos libros anteriores. Acerca de esto, advertir que el registro, como era de esperarse ha cambiado, ya no es posible escuchar esos multifocos que se abrían en Compro Fierro particularmente, pero en cambio el paisaje humano es el mismo. Porque el ojo que nos hace transitar por estos espacios se ha puesto “voluntariamente en el camino de la muerte”.
7.-
El poemario comienza con una voz que no vuelve a presentarse en los siguientes textos, es la voz de la gitana que anuncia la necesidad de salir rajados porque ha robado una casa vecina:
“te desperté en la noche
diciéndote que habíamos
entrado a robar
a una casa
podía ser cualquier pasaje
donde vivimos
una casa de dos pisos
con patios chicos
en esa calle los focos
estaban tapados por los árboles
estaba oscuro
pasamos la reja
entramos al living
conversamos
no supimos si subir
tú estabas confiado
dijiste Gitana, yo voy a subir (pág. 7)
Esta primera aproximación al paisaje humano construye una escena, digamos, cinematográfica, con construcción de clímax, suspenso. La fuerza que se avecina con voz de mujer gritando en busca de la ladrona, se levanta fatalmente sobre los personajes:
y entro al pasaje lleno de sangre
como si hubieran abortado en la calle
manchas grandes
como de pérdidas
esto fue una pérdida espontánea en la calle
y te moví
te dije todo salió mal
todo salió mal” (pág. 8)
En la voz de la gitana se teje el destino de quienes se ven como los únicos sobrevivientes de la ciudadpoder, estos sujetos están marcados por el fatum, por la calamidad, y sin embargo, están dispuestos a cortar el metal del cajero e intentar la fuga, no por fe en el destino, sino por necesidad de porfía y por ser en definitiva “hambre y violencia / irrelativisables, / como la guerra”.