Patricia Cerda (Concepción, 1961) se ha consolidado como una de las mejores, si no la mejor novelista de carácter histórico en nuestro país. Doctorada y residente en Berlín hace décadas, en sus libros indaga en el pasado cultural chileno y latinoamericano, en páginas donde se combinan sin sobresaltos la antropología, la arqueología, las artes y oficios hoy fenecidos y, sobre todo, su gran especialidad: la época de la Colonia en el Reino de Chile. Hasta la fecha ha publicado el volumen de cuentos Entre mundos y las novelas Mestiza, Rugendas, Violeta y Nicanor, Luz en Berlín y Bajo la Cruz del Sur.
Las infames, de reciente aparición, es su novela más extensa, ambiciosa y, hasta cierto punto, marca un giro en su carrera, al combinar, de manera fluida y natural, el presente y la vida como era hace varios siglos; una inteligente visión feminista de nuestra época de oscura capitanía general de la corona española; el uso de diversos recursos literarios, de los que ella es muy consciente y expone al lector; una gran naturalidad en los diálogos, sean coloquiales o cultos y, especialmente, una asombrosa cultura, no solo en su fuerte, la Colonia, sino en un cúmulo de detalles literarios, costumbristas, locales, cosmopolitas y de toda índole que tornan la lectura de este texto en toda una experiencia.
Las infames debe su título a la gente de raza impura que poblaba los dominios del Imperio Español, es decir, mestizos, zambos, indios, mulatos, cuarterones que eran hijos o descendientes de los conquistadores; entre ellos Mabel, una de las protagonistas del relato. Entre las múltiples pasiones que aquí descubrimos en Patricia Cerda está su devoción por la poesía y prosa de la Antigüedad y, a propósito del vocablo "infame" nos aclara que no significa lo que habitualmente creemos —malo, malvado, maligno—, sino de mala reputación, mala fama, bajo origen y de ahí el nombre de la obra: mujeres que fueron fruto de uniones debidas al "derecho a pernada" o al simple capricho que nuestros antepasados ejercían a su antojo sobre jóvenes locales sin recursos.
El punto de partida de Las infames es, indudablemente, lo más fascinante del volumen. Serena, una historiadora que, sin duda, es el alter ego de Patricia Cerda, llega al pueblo navarro de Aranaz o Arantza con el propósito de investigar y juntar material para una ficción que ella no tiene en claro cómo se va a desarrollar ni qué rumbo va a seguir. Quiere averiguar el origen de las familias Larraín, Yrisarri, Errázuriz y otras tantas que, en sus palabras, son "dinastías que han movido los hilos de la economía, la política y la cultura chilenas desde el último siglo colonial hasta hoy". Esto, que en nada parece original, resulta así en extremo, pues, a medida que las pesquisas de Serena progresan, Las infames se convierte en lo que los ingleses llaman work in progress, una construcción que se va llevando a cabo a medida que el lector la va leyendo.
La otra heroína de Las infames es Mabel, una mulata o mestiza de la Casa de Recogidas, adoptada por Eudoxia Ezarragueta, la mujer más letrada, inteligente, inspirada y liberal de su época, poseedora de la biblioteca más grande de la capital, solo superada por la de los jesuitas, a cuyo marido, un contrabandista de bienes franceses, ella acepta a cambio de que la deje tranquila. Aquí la trama se complica un tanto y a ratos se torna confusa, no solo por la descripción de incontables detalles de la cotidianidad previa a la Independencia que todos conocemos desde la escuela básica —guisos, comistrajos, brebajes, bailes, vestimenta, hábitos, etcétera—, sino porque los personajes son tantos, algunos para quedarse hasta el final, otros para entrar y salir con sus meros nombres, que, pese a la enumeración que Patricia Cerda hace de diecisiete actores al comienzo del texto, probablemente fuera de Mabel y Eudoxia, que fundaron la primera institución de enseñanza básica para niñas en Chile, sin contar con el visto bueno de Felipe V, se mantendrán en nuestro recuerdo la formidable Mónica de la Cerda, Miguel Vicuña, Alaia Zozaya, Consuelo Hurtado, Juan Francisco Larraín, Francisco Javier Errázuriz, Richard Poirot, Encarnación Nomás e Ignacio Larraín, un muchacho a quien Serena conoce en Navarra.
Las infames es una absoluta curiosidad en nuestro medio: un ejemplar sofisticado, hasta culterano, sin baches en el curso de la acción y entretenido de punta a cabo. Con todo, Las infames es todavía más. El contrapunto entre Mabel y su universo preterito y el de Serena, una mujer de hoy, culta, desprejuiciada, que encuentra lazos comunes con sus antepasadas que apenas vislumbraron el futuro de la condición femnina es, por decir lo menos, admirable.
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Mabel y Serena
LAS INFAMES, Novela de Patricia Cerda. Planeta, Santiago, 2021. 317 págs.
Por Camilo Marks
Publicado en El Mercurio, 19 de diciembre de 2021