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Rugendas, una novela de Patricia Cerda
(Ediciones B, 2016)
Por Marcelo Mellado
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El día 14 de marzo me tocó presentar el libro Rugendas de la escritora chilena radicada en Berlín, Patricia Cerda. Historiadora de origen que se ha dedicado, a partir de su anterior novela, Mestiza, a escudriñar el papel de la mujer en la historia del país. Su propuesta narrativa es poner en relieve el rol femenino, invisibilizado por el machismo cultural institucional, sin caer en la tentación facilista del voluntarismo ideológico de algunos grupos de interés político cultural que mercadean con los tópicos que surgen de la crítica al sistema patriarcal.
La novela fue presentada en el Museo Pascual Baburiza en Valparaíso, un edificio patrimonial que, de algún modo, da cuenta de la importancia que tiene la ciudad puerto, simbólicamente, en la construcción o el diseño de lo que creemos que es Chile. Y como Rugendas pasó varias temporadas en la ciudad, en el periodo quizás de mayor bonanza económica, el lugar estaba más que justificado.
Lo más interesante de la novela es que esta tesis se sustenta en la ficción, que a estas alturas de la modernidad se ha convertido en un nuevo método de revisionismo histórico o, quizás, en un concepto de la novela como sistema crítico del acontecimiento histórico.
La trama general de la novela es la relación amorosa entre Carmen Arriagada, una talquina hija de un connotado independentista, y Juan Mauricio Rugendas, un dibujante y pintor cuya obsesión como romántico era dibujar y pintar el paisaje americano, recién descubierto para la mirada europea. Es la época de los viajeros naturalistas, como Darwin, Gay y Humboldt, entre otros, que optimizaron el viaje como recurso de investigación antropológica.
La novela traza un mapa de lo que era la república en la época portaliana, con personajes que son también personajes históricos, aunque los protagonistas son actores “secundarios” de esos acontecimientos. Y es la ficción, precisamente, la que posibilita la otra mirada, sustentada en la subjetividad de la mujer que representa la observación desde el registro intimista de la escritura. Las cartas de amor entre Rugendas y Carmen Arriagada, que es la base composicional de la obra, es también el soporte metodológico de una investigación que, a partir de la relación de estos dos personajes episódicos de la historia, permiten la construcción de un paisaje cultural desde un discurso centrado en la subjetividad.
Gracias a ese registro documental, por decirlo archivísticamente, aparece un país que no siempre está la mano, sobre todo cuando el relato histórico clásico nos tiene acostumbrado a describirnos una institucionalidad que nos muestra apenas un par de aristas de los fenómenos o no es capaz de dar cuenta de la riqueza de un mundo que naturalmente nos oferta complejísimos datos cotidianos, tanto de política, como de relaciones afectivas o amistosas, que se reconocen en otras pulsiones y deseos de construcción social.
El paisaje del Chile romántico irrumpe en una relación amorosa epistolar y es presentado como un mapa humano de lo que era la república inscrita en una sociedad balbuceante, que está recién ingresando a la modernidad. La necesidad de ficcionar la historia, entonces, es un procedimiento en boga, quizás por la crisis descomposicional de las “historias oficiales”, y porque la ficción narrativa es un gran aliado de la historia política, porque le da espesor movimiental a sucesos congelados. Y sirve para relevar a personajes episódicos que cumplieron un rol clave en el diseño de nuestra cultura, como es el caso de un inmigrante como Rugendas y de la gran Carmen Arriagada, dotada de una potentísima subjetividad (para no decir riqueza de espíritu).
La tesis de la novela es darle el estatuto a la protagonista, Carmen Arriagada, de ser la primera escritora chilena. Rugendas, por su parte, es uno de los grandes ilustradores de Chile, ese que pertenece a esa casta de viajeros románticos, naturalistas, que en ese periodo pasaron por el país, y que fueron los descriptores gráficos que hicieron el correlato histórico de una mirada fundante.
