La última cena: 25 años después. Materiales para la historia de la literatura peruana.
(Intermezzo Tropical, San Marcos. 2012).
Recopilación, notas y ensayo de Paolo de Lima.
Por Miguel Ildefonso
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En 1987, tres poetas, José Antonio Mazzotti, Róger Santiváñez y Rafael Dávila-Franco editaron La última cena. Poesía peruana actual, una antología que reunía una parte importante del nuevo espectro poético que se venía gestando desde años atrás, mediante publicaciones de libros individuales, recitales, revistas y grupos de poesía. Al leer las entrevistas a los convocados a dicha antología, reunidas ahora por Paolo de Lima en el presente libro, notamos el énfasis en señalar la intención que tuvieron para dicho trabajo. Por ejemplo, Mazzotti afirma: “Pensamos que es un libro necesario, porque no existe en este momento una publicación que pretenda abarcar a un número considerable de poetas surgidos a partir de la presentada.” Igualmente se da cuenta de otras propuestas surgidas en los 80s, como la poesía escrita por mujeres o la movida de los poetas de Arequipa, pero que no fueron tomados en cuenta en dicha reunión, porque si algo los unía, decían los poetas de La última cena, era aquello que los diferenciaba de los poetas anteriores a la década del 80. En palabras de Mazzotti: “El hilo común entre los doce poetas seleccionados comprende dos aspectos: por un lado es el testimonio vivencial, sea explícito o interiorizado, de la realidad social y política de estos últimos años, que es muy distinta de la de los años 60 y 70. Y, por otro lado, el aspecto de la renovación del lenguaje poético, instaurado en la escena literaria desde los años 60 y 70. Por renovación entendemos la búsqueda de una actitud que puede ser a veces contestataria y de rompimiento y a veces de continuidad, pero siempre con frescura, del lenguaje coloquial narrativo heredado de la generación del 60.”
Un rasgo que cobra un importante significado (para la poesía a partir de entonces, y sea por los cambios a nivel global o por la caída de las ideologías o por la violencia interna o por el fracaso de la clase política peruana o por el desborde popular) es la heterogeneidad creativa. Esta heterogeneidad, vista por algunos como un signo negativo (con desconfianza, con desdén), aquí es relativizada e incluso asumida como un logro, tal como lo afirma uno de los antologados (Eduardo Chirinos) varios años después, con estas palabras que rebaten aquella crítica: “No sabían (no podían saber) que el descentramiento social del país estaba denunciado implícita y furiosamente en el descentramiento del sujeto de la escritura poética, quien ya no podía reconocerse en la figura de un autor único y reconocible, sino en las de varios que (para hacer más complicado el asunto) utilizaban diversos tipos de tradiciones, experiencias y lenguajes que no temían convivir a pesar de hallarse muchas veces en entredicho.”
Uno de los rasgos polémicos – debido a la posición de los poetas del grupo más emblemático de la década anterior – es aquel que señala Raúl Mendizábal: “Esta generación es la más peruana de todas. Vallejo miró la vanguardia. Eielson es típico. El 60 trajo a Pound (esto ya es trillado), el 70 a los Beatles. Nosotros nos enfrentamos a todo eso. Ellos han cholificado cada quien su tendencia. Por eso nuestra poesía gracias a ellos es totalmente peruana. Nosotros ya no hemos tenido que voltear los ojos afuera.” Si bien el poeta reconoce una continuidad de décadas en la peruanización de la poesía, marca una diferencia con el pasado en cuanto los poetas jóvenes ya no dependían de lo foráneo (canon, vanguardia, etc.), y esta afirmación es afín a lo dicho por Chirinos.
El documentado ensayo del poeta y crítico Paolo de Lima y las entrevistas hechas cuando apareció la antología La última cena, provocan muchas reflexiones que plasmarlas sería exceder esta breve reseña que, también, es una invitación a hurgar (y a entender) la reciente historia de la literatura peruana, una historia nada idílica, tal como nos dicen estas declaraciones de Domingo de Ramos: “Vivo en la zona sur en San Juan. Es difícil encontrar el lenguaje poético que exprese ese ambiente. Uno trata de transmitir las frustraciones de la gente, de absorber sus problemas, para hacer una forma de poesía con eso y es muy duro.”
La última cena: 25 años después, como podemos notar en las palabras de de Ramos, nos hace ver cómo asumían la creación estética, los poetas antologados, en aquel entonces. Es el caso, igualmente, de Róger Santiváñez que decía: “Mi actitud (…) es la de querer no envejecer; eso es imposible de conseguir en la vida real, así que queda otra única salida: la poesía. Sin embargo, el tema y la actitud al final se vuelven secundarios y no importan gran cosa; es en el lenguaje donde se definen las cosas. Lo que vale es el lenguaje. Y lo que yo quiero es mantenerme en un estado de creación y de juventud permanentes.” Esto decía el poeta antes de la aparición de Symbol, libro que marcó un cambio en su poesía, justamente en cuanto al trabajo de renovación constante de su lenguaje.
Finalmente, para centrarnos, para llegar al punto central del trabajo realizado por de Lima, vale esta última cita que recoge las palabras del autor que, dicho sea de paso, pertenece a la promoción del 90: “Todos estos autores, y su poesía específicamente, resultan interesantes porque su posición ante esta historia reciente se plasma en documentos válidos, en su compleja subjetividad, de una contra-narrativa respecto al discurso oficial (el Estado y sus aparatos ideológicos) que nos permite ver las contradicciones y los límites de las ciudadanías o subalternidades que conforman la nación peruana. (…) Un lidiar que también se extiende entre el “ser” y “estar”, y entre el “tú” y el “yo”, y que nos permite marcar posiciones y establecer barreras. Límites que nos permiten apreciar, en el ámbito de la lectura y de la interpretación, a ese Otro dentro de este terreno común de violencia y guerra. Entonces, ¿en qué medida espacios de exclusión social, económica, cultural y política permiten que unas voces logren formas de pacto con otras voces? Como ya adelantamos al inicio de este trabajo, la antología generacional que reunió a varios de estos autores a fines de los ochenta nos puede servir en primer término para ubicar esos límites y contradicciones.”