Pablo de Rokha,
Premio Nacional de Literatura 1965
Por Jorge Teillier
Boletín de la
Universidad de Chile, diciembre de 1965.
El poeta Pablo de Rokha, que este año obtuvo el Premio
Nacional de Literatura, es un escritor que cuenta a su haber creador
con cincuenta años de labor literaria y más de treinta
libros publicados, todo lo cual le daba de sobra derecho a la máxima
recompensa literaria del país.
Pablo de Rokha (que figuraba ya en Selva lírica,
la siempre citada antología de 1917) irrumpe de cuerpo entero
con una obra de excepción, Los gemidos (1922). Desde
este momento el poeta no pasará ya inadvertido. Su aporte no
era la quiebra del verso libre (ya hecha por Pedro Prado en 1908 con
sus Flores de cardo) ni la expresión de la transformación
del mundo por la imagen (iniciada por Huidobro en El espejo de
agua, 1916), sino la amalgamación de un desenfadado ímpetu
verbal con el acarreo de todos los materiales reputados hasta entonces
como antipoéticos. Irrumpen juntos "el barro y las rosas",
al decir del novel poeta de aquel entonces Pablo Neruda, en una nota
crítica de Claridad, la revista de los estudiantes.
Es un caudaloso torrente en el cual un Yo hipertrofiado se revela
en una dicción a veces trabajosa, pero que arrastra en un torrente
conmovedor los dichos y hechos de nuestra tierra y de sus hombres.
Pablo de Rokha tiene la virtud de concitar la más decidida
animadversión o la admiración más rendida ("este
es un poema que hay que leer de rodillas", dice el poeta Mahfud
Massis*, yerno suyo, al referirse al Canto del Macho Anciano).
Sus antiapologistas suelen coincidir en un punto: "un poeta cuyos
versos buenos son como hallar -y se halla- una aguja en un pajar,
demasiado hablante, siempre lanzando peñascos de la misma dimensión".
Sin embargo, si se accede a leer su copiosa obra, se ve
una evolución en espiral.
Del anarquismo inicial (expresado en su libro de ensayos
Heroísmo sin alegría, 1927) en donde define al
comunismo como "cosa de cerdos", deriva a un tono de epopeya
popular a través de un personaje rabelesiano: Escritura
de Raimundo Contreras -que continúa en parte de su obra
actual. Luego siente el impacto del comunismo y se incorpora a la
lucha política, lo que se refleja en su obra especialmente
a partir de Canto de trinchera (1933), culminando en su último
libro Estilo de masas. Por otra parte (y esto es un peligroso
clisé donde frecuentemente se quiere encarcelar al poeta),
Pablo de Rokha es el cantor de las comidas y bebidas de nuestra tierra,
partiendo -como él mismo lo ha dicho- de que se ha bebido y
comido a casi todo Chile. Su vida trashumante, de vendedor de sus
propios libros, le ha dado un conocimiento minucioso del país,
y ha hecho que se transforme -para el vulgo- en una especie de Gargantúa.
Pero pensemos que, esencialmente, Pablo de Rokha es un hombre del
viejo Chile central, nacido en una época todavía patriarcal,
en un país que aún era "rector en América
Latina", con una moneda fuerte, con confianza en sí mismo
(no existía aún el complejo del subdesarrollo, estimulado
por nuestros subdesarrollados economistas). Era un Chile dionisíaco,
cuya personalidad está reflejada con real originalidad en de
Rokha:
Y, ¿qué me dicen ustedes
de un costillar de chancho con ajo, picantísimo, asado
en asador de maqui, en junio, a las riberas del peumo o la patagua
o el boldo que resumen la atmósfera dramática
del atardecer lluvioso de Quirihue o de Cauquenes, / o de la
guanaco en caldo de ganso, completamente talquina o
licantenino de parentela?,
La chichita bien madura brama en las
bodegas como una gran vaca sagrada, / y San Javier de Linares
ya estará dorado, como un asado a la parrilla, / en los
caminos ensangrentados en abril, la guitarra / del otoño
llorará como la mujer viuda de un soldado, / y nosotros
nos acordaremos de todo lo que no hicimos o
pudimos y debimos y quisimos hacer, como un loco / asomado a
la noria vacía de la aldea...
Sí, un gran dionisíaco, pero torturado por
la certidumbre de que ese mundo patriarcal es un mundo en ruinas,
y de que su camino debe ser otro; que abandona ese mundo, así
como abandona el de la iglesia que atrapó su adolescencia ("Primero
me agarró, por adentro, la Iglesia Católica, el Seminario,
su manotada más pálida y su día domingo en lúgubre..."),
de ahí a entonces se incorpora a una interpretación
del mundo contemporáneo, trata de abrazar todos los tiempos,
todos los países, todos
los fenómenos históricos. De esa poesía épica,
en tono mayor (tildada de monocorde), nacen a veces grandes descripciones,
como aquella de Lenguaje del continente (1943) cuya descripción
de los EE.UU. no vacilamos en estimar como de mayor intensidad que
la de Howl de Allen Ginsberg, que tanta conmoción causa
en muchos círculos poéticos de América Latina.
Veamos un trozo:
...He mirado bajar a patadas al capitán
negro con sus condecoraciones / de héroe nacional todo
de luto desde los / tranvías de ajedrez del Washington
infernal y asesinarlo / entre los oros pálidos de P.
Street, en Dupont-Cercle, / he mirado los hoteles cósmicos
de Miami albergar gangsters / y estrellas de Hollywood, / banqueros,
prostitutas, obispos y diplomáticos, echando con / asco
al varón de color, / y comer basura en New Orleans a
los viejos judíos que / huían de Chicago acosados
como estropajos por las jaurías inmundamente / borrachas
del Ku-Klux-Klan, abrigándose el estómago con
los poemas / de Cari Sandburg con el delirio genital religioso
del Sinaí / ardiendo.
Pero este poeta épico da también en ocasiones
las más hermosas notas líricas. Recordemos ese tan citado
poema "Círculo":
Estás sobre mi vida de piedra
y hierro ardiente / como la eternidad encima de los muertos
/ recuerdo que viniste y has existido siempre / mujer, mi mujer
mía, conjunto de mujeres, / toda la especie humana se
lamenta en tus huesos.
En fin, el Premio Nacional ha venido a señalar
a la atención publica y a dar una suerte de inmortalidad a
un poeta que ha recorrido todo Chile con gran amor, y "ganándose
la vida a patadas", como él mismo lo ha dicho. Que ha
hecho de su poesía tanto su expresión vital como un
arma de combate. Que como la mayor parte de los poetas de Chile, ha
vivido con máxima modestia. A un poeta que lo ha sido toda
una larga y azarosa vida.