IDIOMA DEL MUNDO
de Pablo de Rokha
Por Alejandro Lavquén
Idioma del mundo (Das Kapital Ediciones). Primera reedición de uno de los libros más significativos del poeta Pablo de Rokha cuya primera edición, realizada en 1958, diez años antes de su muerte, es hoy prácticamente inencontrable. De ahí el valor de esta iniciativa de la incipiente editorial Das Kapìtal, que ya cuenta a su haber con cinco títulos.
En Idioma del mundo Pablo de Rokha se desplaza por los caminos de la tierra, sostenido por su propia historia y la historia del mundo, concentrado en un lenguaje que busca la universalidad o traducción de los idiomas del mundo a cada lengua, y viceversa, sin perder la propia, en un encuentro del hombre con el hombre desde su esencia universal, que se manifiesta diseminada en las diferentes culturas. De hecho el poema que abre el libro, “Romance de emigración” apunta a la relación que se produce entre los pueblos. A las interconexiones por medio de los intercambios comerciales, culturales y políticos, incluidas las guerras y opresiones. Naín Nómez nos explica que el poeta “añora, odia, ama, critica, nostalgia a través de de su propia angustia frente a lo inexorable del tiempo, pero en el mismo gesto reconstruye su historia y la de la humanidad para poder seguir viviendo y proyectar las utopías del mañana”. Lo que es muy cierto, porque en De Rokha siempre habrá utopías y un sentido de lucha permanente inquebrantable. Para él la poesía y el compromiso social del poeta son un elemento esencial de vida y denuncia, un llamado a desenmascarar el sistema que impera esclavizando al hombre. En el poema “Patrones y peones” lo precisa muy bien: “Con tractor progresó y dio médula al arado/ la casta patronal, negra como boca de lobo, y, sin embargo,/ el desorden organizado imprime el sabotaje/ industrial-terrateniente, y cuando la huelga obrera se levanta por la reivindicación humana, el amarillo/ repique asesino de las ametralladoras/ es la legión de honor de los labriegos”.
De Rokha arremete con su poesía contra todo lo que signifique sumisión, cobardía, opresión e injusticia de cualquier tipo. Fustiga incesantemente a la acción y dispara sus versos como flechas certeras. En Idioma del mundo hay espacio para todos. Por ejemplo, para las ciudades y sus conventillos, para el drama del pueblo mapuche, para los holocaustos pasados, presentes y futuros que sufren los pueblos: “Mientras la bomba H estalla su gran callampa/ ensangrentada y de negrura total, como el lomo de los Monopolios/ americanos, los soldados de Francia,/ dopados de benzedrina y alcohol se suicidan/ en las Colonias por las ametralladoras del Viet-Nam,/ lo mismo que cerdos enloquecidos, y Chile se muere de hambre al pie de la Gran Esfinge de Exportación del cobre,/ apuñalada por la espalda, yo remezco, siglo-abajo, tu juventud ya hecha cenizas,/ como un enorme ojo de humo para escribir las victorias del pueblo,/ y adentro de él considero que levanto el universo/ a la altura de la humanidad en la batalla: tu corazón”. Por otro lado, en muchos de los pasajes de este libro divaga el recuerdo de Winétt de Rokha, esposa del poeta, fallecida en 1951.
En la primera edición de Idioma del mundo, se incluía un prólogo de Juan de Luigi (fue éste el único libro de Pablo de Rokha que llevó un prólogo) que, en esta ocasión, fue desestimado por los editores por las razones que se explican en la introducción. Sin afán de polemizar por esta exclusión, nos parece pertinente reproducir un fragmento de lo escrito por Juan de Luigi y que tiene que ver con nuestro continente: “Pese a la marea cosmopolita, que trata de dar a todo el continente un aspecto uniforme, una mentalidad uniforme, una aspiración uniforme y posiblemente un solo idioma (el inglés), los distintos pueblos y culturas americanas trabajan y luchan para llegar, por el desarrollo de sus culturas propias, no a la unidad superficial el cosmopolita, sino a la unidad efectiva de lo universal”. Nos parece que aquí nos encontramos con una de las claves de Idioma del mundo, ser universal desde la propia identidad. Sin ceder espacios a la hegemonización de un solo idioma sobre todos los demás. Lo verdaderamente universal son los puntos de encuentro de cada cultura.