El desarrollo de la vanguardia histórica en Latinoamérica entre la segunda y la tercera década del siglo XX estuvo condicionado, como señala Nelson Osorio, por las circunstancias históricas, lo que posibilitó que esta propuesta artística “alcanzara una dimensión distinta, más amplia, profunda y hasta cierto punto ‘masiva’” (1981: 230). Entre estos alcances, destaca la idea del artista incorporado “a la crítica del sistema social e incluso a las luchas por el socialismo” (1981: 231). En Chile, particularmente, esto se evidenció con la difusión de los poetas vanguardistas realizada por los órganos de expresión de los jóvenes universitarios. Las federaciones de estudiantes promovieron su publicación a través de las revistas Claridad (1920) y Juventud (1928). Este vínculo mostró el interés y el compromiso de desarrollo de los escritores con las demandas sociales de los gremios universitarios en un contexto agitado por la Reforma Universitaria de Córdoba.
En este fenómeno participa Pablo de Rokha. A decir de Sergio Vergara (1994), De Rokha delinea una de las vías más importantes del vanguardismo chileno, aquella que estuvo más preocupada por lo temático que lo formal, que lo hace menos ortodoxo al respecto. Ello fue parte del proyecto totalizador que gestó en sus primeras épocas y que logró dar forma con pretensiones teóricas, y críticas literarias y culturales.
En el presente texto, nos enfocamos en el poemario U (1926) de De Rokha, específicamente en el primer texto “Señales al hombre futuro”. Proponemos un análisis desde los postulados de Walter Mignolo (1982) sobre la figura del poeta de vanguardia y los de la sociología de la literatura de Pierre Bourdieu (2015). Nuestro interés es desentrañar este primer texto para encontrar el vínculo entre su enunciación vanguardista y los postulados de una épica social americana, que buscan generar una irrupción en el desarrollo social.
1.-El poeta en el campo vanguardista: voz poética y toma de posición.
Acercarnos a la poesía de la vanguardia histórica latinoamericana es un proceso complejo por la diversidad de propuestas que los autores elaboraron al calor de los enfrentamientos por la hegemonía en el campo literario. La elaboración de poéticas a través de manifiestos o ensayos reflexivos reveló el interés de estos autores por construir una poesía inserta en un proyecto integral. En tal sentido, es necesario revisar los detalles de la relación entre el autor vanguardista y su obra. Al respecto, Mignolo ha abordado esta problemática en “La figura del poeta en la lírica de vanguardia” (1982). Menciona que, mientras que la diferencia entre el narrador y el autor es evidente, en el poema, debido a la reducida narratividad que esta implica frente al plano discursivo, los límites entre el “yo poético” y el autor se difuminan. Al respecto, añade que para aprehender el poema es necesario no solo que se evidencie lo enunciado, sino también el plano de la enunciación. En ese sentido, en lo que respecta a nuestro estudio, nos interesa destacar que la poesía de vanguardia sobrepasa los límites de lo humano y crea una nueva instancia como figura del poeta a partir de su evaporación: la voz. Mignolo menciona:
la figura del poeta traspasa los límites biológicos y cronológicos de la persona humana; escapa a los confines del cuerpo y del espacio que habita. Sin duda que hay referencias a un cuerpo (o quizá a retazos) como la hay también de un espacio. Pero, ¿dónde está ese cuerpo? (1982: 135).
La experiencia vanguardista en Latinoamérica transgrede múltiples formas literarias que empezaron a resquebrajarse con la presencia del Modernismo con Rubén Darío a la cabeza. Este movimiento dio una gran estocada —aunque no necesariamente la última— a las estructuras clásicas, como la figura del poeta. Con ello se rompió la mímesis, que implicaba una relación directa entre obra y referencialidad, y se volvió poiesis, que implica un “poder crítico e innovador” (Niemeyer 2004: 138).
La transgresión de la figura humana del poeta es producto del “arte nuevo” sustentado en el acontecer poético y político de la época, lo que permite la creación de formas distintas de relacionar la ficción con la realidad extratextual. El sujeto poético ya no se correlaciona directamente con el autor, sino que este crea una voz desligada de sí mismo. La actitud creacionista de Vicente Huidobro es muy esclarecedora al respecto. Sin embargo, veremos que estas posibilidades pueden ser alteradas para lograr una irrupción en el espacio social: en la obra de Pablo de Rokha, la voz poética no se desliga del acontecer en el que se desarrolla, sino que resalta su toma de posición como intelectual con un proyecto de renovación integral.
Si entendemos al campo literario como una zona de luchas entre las fuerzas que la ocupan, como apunta Bourdieu (2015), podemos considerar a las obras y manifiestos políticos y literarios como tomas de posición por parte de los autores. Es decir, conciben una postura que problematiza o actualiza las posiciones coexistentes en dicho campo con la finalidad de obtener la hegemonía: “Producir efectos en él, aunque sean meras reacciones de resistencia o de exclusión, ya es existir en un campo”, afirma Bourdieu (2015: 334). De Rokha es consciente de su participación en el campo literario chileno, por tanto, asume la existencia de sus interlocutores a quienes invita a comulgar con su prédica revolucionaria, no solo a partir de sus ensayos, sino a través de su poesía.
En ese sentido, Mignolo elabora dos niveles para analizar la figura del poeta: a través de procedimientos que lo actualizan en el poema y en los metatextos que lo acompañan. Valiéndonos de estos procedimientos, “Señales al hombre futuro”, texto que abre el poemario U de De Rokha, evidencia la actualización teórica del libro con respecto a las poéticas precedentes en el campo literario chileno, pues creemos que De Rokha excede los planteamientos vanguardistas hegemónicos, como los de Huidobro y el creacionismo, con el fin de intervenir en el desarrollo literario, cultural y social.
2.-La "Épica social americana de Pablo de Rokha
De Rokha escribe y alude en su obra a la crítica literaria, arte, política, y cultura ilustrada y popular. Ricardo Ferrada propone una sistematización de este aparato teórico bajo el nombre que el poeta propuso: “Épica social americana”. Allí advierte acerca de una característica en el trabajo de De Rokha: “la relación entre arte y vida, en la figura del artista que desborda el espacio textual hacia lo cotidiano y contingente” (Ferrada 2019: 232). Para Ferrada, el poeta, apropiándose del discurso totalizador de las vanguardias, se sitúa en el centro, reconfigura la cultura popular y la vincula con el sistema cultural ilustrado. Así, el escritor chileno se adhiere a una ideología concreta como el marxismo desde la cual pone énfasis en el espacio americano. Gesta, además, “una matriz conceptual cuyo fondo plantea una visión del artista, su quehacer y su vínculo con la sociedad” (Ferrada 2019: 240). A partir de esto, el autor de Los gemidos desecha los paradigmas idealistas en la producción poética y la inscribe en un desarrollo materialista de la historia. Un arte hecho para las mayorías —un arte de masas que converge con el sentido primigenio y colectivo-ritual que tenía la poesía— y un poeta que asume una posición política en las épocas de la historia que vienen a conformar parte de la propuesta estética que manifiesta las inquietudes que afectan al hombre, es decir, una crítica social. Como señala Ferrada, la “Épica social americana” implica:
un modelo teórico que procura totalizar un concepto de la poesía, a su vez, un proyecto de intervención de la realidad, considerando su carácter de manifiesto; es así que propone la creación de un espacio poético cuya referencia ha de ser —a su juicio—, el contexto sociocultural y el conservadurismo inglés (2019: 245).
Hay que resaltar, además, el hecho de que apropiándose de una característica más de las van-guardias como es el manifiesto, el afán de cambiar la realidad está incluida en la agenda del poeta político.
Pablo de Rokha, en su Arenga por el arte, se aleja de las posturas del “arte por el arte” por considerarlas serviles y bohemias; en cambio, propone la creación de un poema “hijo del pueblo, del gran poeta social contemporáneo, criado con espanto en sus entrañas, en las entrañas de la masa” (Ferrada 2019: 245). Así, con un lenguaje popular, construirá una épica opuesta a “lo lírico burgués, a lo subjetivo-burgués, a lo íntimo burgués” (2019: 246). En ese sentido, la postura estética que constituye no se aleja del interés por la construcción de un nuevo paradigma social y, más bien, se alinea a las prédicas revolucionarias socialistas mediante su arte. Este interés, por tanto, se configura en sus poemas, y de manera especial en “Señales al hombre futuro”.
3.- “Señales al hombre futuro”: expresión del vanguardismo.
El poemario U formalmente está dividido en cuatro secciones: la primera lleva el título de “Señales al hombre futuro”, poema en prosa que manifiesta el proyecto que guía el libro. Las otras tres secciones se denominan “1”, “2” y “3”, y tienen un desarrollo poético distinto que contribuye a forjar el camino que se gesta en la anterior.
La sección “Señales al hombre futuro” expresa una directriz cuya intención es la de, además de intervenir en la esfera poética, hacerlo en el desarrollo social. Así, observamos en estas “señales” una intención de liderazgo atribuidas al sujeto poético, pues es quien guía y orienta tanto política y literariamente. Dentro de la experiencia vanguardista, por demás múltiple en sus visiones y propuestas, las denominaciones del “hombre nuevo” y el “arte nuevo” expresan la discrepancia con las tradiciones e ideologías previas. Por tanto, el afán de este movimiento no se limita a establecer nuevos lineamientos estéticos, sino en lograr un cambio político dentro de la esfera social, valiéndose de su papel de intelectuales y articuladores de las diversas manifestaciones culturales. De Rokha dirige sus señales al “hombre futuro”, es decir, al producto de una sociedad nueva que se está gestando a partir de la aparición de este primer momento vanguardista en el continente. Este texto que posee rasgos de manifiesto, entonces, se propone servir de guía a la nueva generación de escritores que están por venir en la época de apogeo del vanguardismo.
A lo largo del libro, las marcas de un “yo” destacan en este poema en prosa, aunque se inicie con su presencia ausente. Esto resalta la diferencia entre el antes y el después de la aparición del poeta: sin él, todas las creaciones eran “sabandijas y las telarañas del siglo” (p. 5). Basta que su voz evoque un “Jamás” para que esto cese y la nueva poesía haga su aparición. Desde ya, el papel del lenguaje es importante para el sujeto poético, pues en las siguientes secciones también tiene un rol destacado como parte del proceso creativo en el que De Rokha se inserta en el mundo. El trabajo de este es funcional, ya que el poder que emana de él es potente, de tal manera que “domina” todos los ámbitos que rigen esa época previa.
La superación de la figura del poeta clásico que deviene en la voz vanguardista hace su aparición y continúa así a lo largo del libro con sus respectivas actualizaciones: “Venía mi voz andando por la nada y se enredó mi voz en mí / voz. Por eso soy eco de mi tristeza” (p. 6). Esta asume un papel descomunal, aligerada del peso físico, pero cargada de “Toda la joroba del Continente” (p. 6), y llevada a su máxima potencia: con gritos, remece “las estrellas y los campanarios, y derrumbo con gestos las naciones y las verdades adoquinadas” (p. XX). Si bien “mi voz” implica la aparición de un sujeto que la contenga, esta asume características desproporcionales que dejan desaparecer rastros de un hombre típico, como en el caso de los modernistas, por ejemplo. Asimismo, asume una representación continental de lo americano como rasgo de su interés social por sacudir los estatutos de las naciones burguesas y sus verdades estáticas e inamovibles. Esto es lo que Mignolo llama “referencias al cuerpo y a su situación en el espacio” (1982: 137):
El mero hecho de concretizar una situación que no tiene como determinantes el cuerpo y su espacio nos fuerza también a dejar de lado la posibilidad de relacionar la imagen textual del poeta (por ejemplo, el sujeto del abandono) con la imagen social (por ejemplo, el poeta Oliverio Girondo) (1982: 137).
El poeta de vanguardia creará una voz que se desligue fácticamente de él, con el objetivo de lograr una transgresión necesaria para cumplir su rol estético. La ampliación de cuerpo y espacio logra despojar a la nueva poesía de una tendencia típica en los románticos o modernistas quienes, aunque con excepciones, no problematizaban el vínculo directo entre el poeta y lo expresado en el poema. Con un texto como el de De Rokha, los límites no están del todo definidos. La vocación internacionalista responde a la observación de la compleja situación de la clase dominada en el momento histórico en el que se sitúa: “Por eso hacemos una gran épica social americana, como reflejo y sublimación de América”, sostiene Ferrada (2019: 246); una América que sumida en una estética purista refleja el poderío del “arte granburgués de los explotadores de los trabajadores del mundo” (2019: 248).
Por ello, la aparición de esta voz poética se hace necesaria para concluir un proceso revolucionario, un remecer social. Es esta voz la de De Rokha que no deja de crecer de acuerdo con los acontecimientos que ocurren en la época:
Palanca de aluminio, galope de máquina en trances fatales, geografía de lo inaudito y lo estupendo, gran figura, horizonte de navío cosmopolita, he ahí, yo arrojo la llamada aclaratoria e inactual, el golpe de bronce alucinado, la campanada-llamarada encima de los cinco ladridos de la tierra: América, Europa, Asía, África y Oceanía (1926: 5).
La voz del poema se ubica en el centro del proceso mundial, aquella que deberá despertar los “cinco ladridos de la tierra” (p. 5) a partir de sus propuestas. Es ahí donde recae el planteamiento inicial de las “Señales al hombre futuro” y que guiará al resto de secciones del poemario: un rol de guía de los pueblos futuros del planeta. En ese sentido, De Rokha construye la figura del artista intelectual, quien asume la “misión de subversión profética, inseparablemente intelectual y política, propia para hacer que apareciera como un propósito estético, ético y político” (Bourdieu 2015: 197). Esta posición adoptada por la voz poética rokhiana, como guía de la población futura, tiene su correlato en la ensayística del autor, quien asume un rol frente a las posiciones coexistentes en el campo: “invito a mis hermanos de clase, los obreros de la creación artística, a hacer creación artístico-política como frente de combate social” (en Ferrada 2019: 248). La voz poética del poemario, por tanto, no explicita su posición sin un criterio ideológico de fondo: es una propuesta concreta en la figura del intelectual chileno.
Para complejizar el tema, el texto poético se cierra con la firma de Pablo de Rokha. La voz poética exacerbada y mundial es el poeta, nos parece decir. Dentro del nivel lógico de la obra, el autor y la voz son uno, y aquella enunciación rige tanto en el plano cultural como en el político y el social. Creemos que esta posición que asume De Rokha en cuanto a los planteamientos que postula Mignolo es necesaria para complementar su proyecto de poeta político: por un lado, se vale de la experiencia vanguardista para establecer una voz universalista y potente que logre transgredir la situación, pero, asimismo, necesita vincularse a esta para que el poeta logre realizar una intervención en lo real. Pablo de Rokha necesita que su figura poética se “evapore” para luego “condensarla” en él nuevamente y lograr construir la “Épica social americana” a partir de su yo. La superación del sujeto poético vanguardista es solo una técnica más de la que De Rokha se vale para completar un proyecto que lo excede, una épica social que nace de América para lograr un alcance mayor.
4.-Conclusión
La experiencia internacional vanguardista logra derruir y postular una nueva figura del poeta, esta vez “evaporándose” hacia una voz que supera los límites del cuerpo y el espacio tradicionales. De esta manera, los límites que distancian la enunciación y el enunciador poéticos se hacen más visibles que en las etapas anteriores, como en el modernismo o el romanticismo. Esta voz se actualiza constantemente con las referencias que tiene de sí misma y con los metatextos o manifiestos característicos de esta tendencia. Pablo de Rokha, sin embargo, construye un andamiaje teórico en el que reflexiona sobre el quehacer del poeta en esta nueva época, partiendo de un análisis materialista de la historia.
Así, construye su “Épica social americana”, un proyecto trunco al que dedicó su desbordante obra. U participa de esta valiéndose de las técnicas vanguardistas que hemos mencionado —figura del poeta evanescente y metatexto— pero también la excede, pues es tan solo una parte de su ambicioso proyecto: el poeta, además, es un ser político y, por lo tanto, va a adoptar una posición necesaria para el devenir de los pueblos futuros y del arte nuevo que se empieza a gestar desde los movimientos internacionales. La voz rokhiana sí logra superar los límites humanos que caracterizan a las vanguardias poéticas, pero esta se complejiza al ser el poeta Pablo de Rokha quien asuma directamente lo enunciado. De esta manera, la figura del poeta que propone De Rokha se vincula con el proyecto de la “Épica social americana” que intenta realizar, por lo que hace suya las ventajas que la “poesía nueva” propone para lograr una universalización de su voz y guiar el camino que libere del imperialismo al que está sometido el mundo: el poeta es un héroe social y necesita, como intelectual, tomar una posición comprometida en el devenir histórico.
Un proyecto como el del poeta chileno es una toma de posición firme en el panorama latinoamericano de la poesía e invita a otras voces a sumarse. La experiencia vanguardista impulsa una renovación potente en el continente, pero siempre con innovaciones particulares que están en disputa como los pequeños dioses que intentaron ser.
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Bibliografía
—Bourdieu, Pierre. 2015, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Barcelona: Anagrama.
—De Rokha, Pablo. 1926, U. Santiago de Chile: Nascimento.
—Ferrada, Ricardo. 2019, “El proyecto teórico y crítico de Pablo de Rokha”, en Revista Chilena de Literatura, Núm. 99. Consulta: 18 de julio de 2019. https://revistaliteratura.uchile.cl/index.php/RCL/article/view/53022/57149
—Mignolo, Walter. 1982, “La figura del poeta en la lírica de vanguardia”, en Revista Iberoamericana, Núm. 118-119, pp. 131-148.
—Niemeyer, Katharina. 2004, Subway de los sueños, alucinamiento, libro abierto: la novela vanguardista hispanoamericana. Madrid: Iberoamericana.
—Osorio, Nelson1981 “Para una caracterización histórica del vanguardismo literario hispanoamericano”, en Revista Iberoamericana, Núm. 114-115, pp. 227-254.
Vergara, Sergio. 1994, Vanguardia literaria: ruptura y restauración en los años 30. Santiago: Universidad de Concepción.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com “Señales al hombre futuro”:
enunciación vanguardista y toma de posición en U (1926) de Pablo de Rokha
[Ensayo presentado en el XXIV Coloquio de Estudiantes de Literatura de la PUCP, 2019]
Por Alex Hurtado Lazo
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Publicado en ESPINELA, Núm. 8 (2020)