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Pablo de Rokha | José Ángel Cuevas | Autores |


 

 

 




El poeta Job Díaz
Relectura del Amigo Piedra

De El Amigo Piedra, Autobiografía. Pehuén, Chile, 1990.
Edición: José Ángel Cuevas

Publicado en Lanzallamas, 2006


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La autobiografía del Amigo piedra, sus retazos y miradas para trabajar en la Re-lectura de Pablo de Rokha que se está haciendo cada vez más necesaria en este período, en lo que devino el antiguo Chile.

Mientras tanto leamos estos fragmentos.

1.- El Licantén, ese de 1897 como el de 1938: un villorrio cruel, oscuro, feroz como la cabeza de una hiena negra. Mi existencia se desarrolla entre la cocina, el basural, la laguna y el cementerio, hundidos en la atmósfera espesa a fritanga, sudor a bestia, a ají a chicha a litriado. Están los parroquianos consuetudinarios, el Chalupa con su cara partida por un tajo que va del cogote a la oreja izquierda, el Malo, cojo y zunco con un colmillo de recuerdo, el Cuchilla con un dulce aspecto de soplón, de espía, su concubina la Niña Antigua, el Calcha de Humo, el Ojota. No todos son maleantes o criminales; hay atorrantes, bolseros, guachucheros, logreros, vagabundos, afuerinos, futres pobres. Yo venía entonces a ser el Desván de las familias Derrotadas por los hechos y los pueblos de la clase media, la expresión de los héroes y mártires de las vidas míseras, la síntesis de los pequeños burgueses fracasados.

2.- A las murallas desesperadas de Talca, como yo vengo confuso y triste de tantas grande cosas, la ciudad me parece sola, soy un vecino de las calles 4 Oriente Esq. de la 5 Norte…el basural de adentro es como una gran comuna de extramuros y un país colosal de origen imaginario.. don Lucho Contardo está sentado en su silla de paja, solo. Es el hombre más gordo de Talca. Come y engorda todo lo bruto que es y bueno, tiene un catre de bronce enorme para casado soltero o viudo. La Posada de don Lucho Contardo es el tropezón forzoso de los empleados del Resguardo Cordillerano, la oscuridad provincial de la hospedería talquina está oliendo a cebolla guardada, a látigo, a sudor de montura y de caballo.

3.- El Seminario está aullando a la espalda como una gran fiera hambrienta devorándome… Recuerdo la sensación de infierno después del retiro de Cuaresma en el Abril, cuando el predicador de la predicación lúgubre describía la eternidad como un péndulo sobre los condenados.

4.- Me dirigí a la oficina de don Samuel Lillo de cuya floreada pluma había recibido la siguiente dedicatoria “al inspirado poeta Job Díaz” y le expresé mi deseo de trabajar en “La Razón”, el diario radical de entonces heredero del anticlerical “La Ley”, me destinó a la Moneda, me encargó asistir a un banquete de los Bomberos, el discurso que pronuncié medio borracho con mis 18 abriles fue seguramente tan macabro, el hecho es que resulté aclamado al comparar la pluma con la bomba y fui a dar con mi literatura y con mis nuevos amigos a un prostíbulo maldito, el cual quedaba precisamente frente a nuestra amplia casa, escribía Claudio de Alas, negroide colombiano, suicida profesional y J. Edwards Bello que había desenmascarado la suciedad de la sociedad chilena.

5.- En San Diego 49 quedo frente a la pequeña puerta lateral que correspondía a la Federación de Estudiantes… vivo, vago y soy bohemio definitivo con el chambergo horrible, polvoroso con sebo y moscas como un queso, con el chambergo sentimental que me comprara cuando empeñé la cartera de cuero de culebra, el anillo, el reloj pulsera y el prendedor de trébol de oro a un ropavejero, y comprar la corbata verde con lunitas de literato completamente parisino. Leo  Humo de Opio, el  Jardín de los Suplicios  y Loti o Mirabeau y recibo la tarjeta más atenta del director – propietario – redactor y gerente de Musa Joven, Vicente García Huidobro Fernández, autor de  Ecos del Alma y me dirijo a su casa de San Martín con Alameda de las Delicias, me reciben dos lacayos galoneados y uno muy gallego y amable que me dice “don Vicentito, el Señorito no está en casa, puede Ud. pasar a su bufete y aguardarlo un momentito, le serviré café a Ud. y al Sr. Hubner, que lo aguarda también arriba. ¿Prefiere habanos o cigarrillos?”.

Atorado me doy un tropezón con un personaje que me parece espantable por la indumentaria de ultratumba “soy Jorge Hubner ¿Ud. es Job Díaz? siéntese y conversaremos, está helando, tomaremos té caliente y los cigarros del anfitrión, rico muy rico. Vicente es tonto y tiene libros encuadernados que no ha leído, vamos a tomar algunos, los vamos a vender donde D’alencon en Bandera con Alameda y nos iremos a beber un poco de vino para el frío, en Avenida Matta ¿qué le parece?”. Jorge Hubner y yo andamos con Mariano Latorre, Gaby Rivas, llena de versos y piojos o un hombre pequeño, delgado completamente pegado a una colilla de cigarro barato: Daniel de la Vega, Waldo Urzúa, Pedro Sienna, Ángel Cruchaga, Juan Guzmán Cruchaga. Atardeciendo nos paseamos por la Plaza de Armas. Frecuentemente las veladas literarias se hacen donde Adolfo Allende, en el ambiente departamental de la familia que preparan el vino con durazno de la provincia, pero no estoy contento, porque lleno de deudas, desengañado, oscuro y confuso me parece ser el pinganilla de la literatura que se derrumba y en Diciembre, sudando el verano, cansado, voy a revolver mi congoja a Pocoa… Me aburro con empleadillas y mujerzuelas, bebo cuanto puedo, alterno mi abrigo soberbio con la capa de España de Pedro Sienna, frecuento el prostíbulo de Maria Luisa y estallo de sollozos una noche sucia y turbia entre Junio y Julio.

Todo mi drama consiste en la tragedia del Yo, al anhelar expresividad choca con la forma de las cosas y con los hábitos, se hiere, entonces el sujeto social acusa, se acusa y atragantándose, se repliega…

6.- Buscando un trabajo burocrático, voy a Santiago y me encuentro con Walt Whitman traducido por Álvaro Vasseur en  Hojas de Hierba… Juana Inés de la Cruz (Luisa Anabalón) me envía otro libro  Loas de Sol  y su balbuceo de inocente confidencia, el salvaje que soy le responde con el amor del bruto golpeándola con el lenguaje… Yo golpeo atardeciendo en García Reyes 570 de Santiago de Chile, voy vestido de gris oscuro con sombrero de fieltro enorme, serio y de zapatos marrón oscuro. En Talca quedaron los últimos y el tren nocturno, la sombra terrosa del joven que tenía mirada de decisión, pupilas de familia de desesperado, ojos de oro y una gran voluntad rota que golpea como un garrote.

7.- Juana Inés de la Cruz es menuda y pálida, como su seudónimo, esbelta el pelo de sombra, el talle vibrante emocionante y floral, los ojos oscuros, habla y sonríe con gran dulzura juvenil porque es clara y franca como el agua… tiene mirada grande y pies pequeños como besos.

Su actitud es la cristalinidad de los predestinados. (…) Entramos sin embargo a una etapa de dolor porque el amor es terrible y rugiente como una gran tormenta. Todos los amigos se nos ríen… y nos aíslan, nos casamos solos y pobres, vieja casona de arriendo de la calle Mapocho, Barrancas, frente a Pedro Prado. Vendo uno sacos de cosecha con el padrinazgo de don Alberto Díaz León subjefe de Curiñique, nos da su bendición el 25 de Octubre de 1916 en Santiago… tenemos un cuartito blanco de cal, en lo más apartado y solitario de La Parroquia, en ese instante es Nietzsche de  El Anticristo, el único, y la Anarquía la divisa… Tras una habitación sucia y oscura ya tenemos la buena pieza nueva de las medias-aguas de adentro… Están marchitos los caminos cuando partimos entre los vientos de Junio y Julio a arrinconarnos a aquella casa roja de Santo Domingo afuera, en donde mi padre ampara su familia del frío del mundo… Hay humedad y violetas, poco a poco me sitúo y trabajo en Corretaje de Propiedades con ese buen hombre-amigo tan soñador como yo que se llama César Silva Cortés… Tardes y noches y la ansiedad de expresar lo inexpresable nos van tallando la lengua y la súbita conmoción de las entrañas cuando el primer hijo nuestro rompe el talle de Juana Inés. Al arrendar la casa pequeña de Recoleta, en Diciembre, la pobreza me parece que posee un secreto metal adentro.

8.- Nos marchamos a Valparaíso. Nos hospeda la Chela, prima de Juana Inés y Carlos Rozas, su marido, Zoilo Escobar, Juan Egaña, María Lefevre. Nace Carlos medio a medio del año 20, entre discusiones, planteamientos y homenajes, haciendo poética y política, compro los pollos más gordos y hago el caldo en esta pensión de la familia de la calle Condell frente a la Casa Francesa.

Cielito Lindo aletea en las veredas de Valparaíso, el negro Meza con su repiqueteo de guitarras de la oratoria del arrabal, procelosa, Recabarren el genio del pueblo, la liberación de los trabajadores y nombra a Lenin que conozco a penas, desorientado y desesperado como intelectual anarquizante, las masas recalentadas por don Arturo producen un oleaje temible y la oligarquía de terratenientes, comerciantes, especuladores del dinero y el patrioterismo, temblorosa azuza a la policía. A las huelgas inmensas del salitre y las carboníferas, siguieran las matanzas del año 5 en Santiago o la masacre del cobarde general Renard en la cual los rotos sirvientes uniformados, mataron a los rotos rebeldes desesperados. Estamos en la capital en la casa de Juan Egaña, la casa de todos los locos de la literaturería sin remedio. Con el dirijo “Numen”, peleando y luchando con la literatura oficial y la oligarquía. Asalta “Numen” la oligarquía, el cojo Labarca ya huido no se enfrenta al asesinato de Domingo Gómez Rojas. Winnet y lanzamos poemas trizados de horror y pelea y como no somos oídos ni sentidos yo cansado de borrachos y literatura, voy a dar un día nevado oscuro, lluvioso con mis dos ensueños a un hotelillo del tres al cuatro, frente a la Estación Mapocho. A la espalda quedan el asalto a la Federación de Estudiantes de Chile por aquella hordas siniestras de degenerados de la aristocracia, capitaneados por aquel Errázuriz que devino jefe, más tarde de las Milicias Republicanas.

9.- El proceso de descomposición y caída de la dictadura de Ibáñez se reflejó en mi corazón. Y cuando vi rugir al pueblo, arder y crecer gigante frente a frente de la pólvora, debajo de las patas de los soldados y de los caballos envilecidos, enfrentándose a las ametralladoras, comprendí la inutilidad de la erudicidad literaria, si no se arrojaba a la vía pública… Encuentro que la línea revolucionaria no madura dentro de mí, y me entregó a estudiar a Marx, Engels, Lenin. Precisamente se realiza una concentración del Partido Comunista en el Teatro Recoleta a la memoria de Barbusse. Elías Lafferte y Carlos Contreras Labarca nos visita, y nuestra impresión de los líderes es gigante: Limpios, capacitados, dignos. Y ambos son objetos de admiración por los de Rokha. Carlos de Rokha bocea “Bandera roja” en las calles. Con Lucksic recorre la república desde las pampas ardidas de salitre donde emerge como rugiente la epopeya salitrera de los trabajadores con el proletariado colosal del Norte Grande a la Vanguardia. En ese momento me rodea la combatividad nacional de los intelectuales y la clase obrera, las campañas desaforadas pero afortunadas de mis artículos en “La Opinión”. Cuando yo presento mi candidatura a diputado por Santiago, la poesía de la verdadera gran causa de los trabajadores y de todos los pueblos del mundo. Estamos aquí luchando, haciéndole empeño y enfermedades con el gran poema social de estos tiempos. Me allanan la casa, me persiguen mil calumnias me ofenden me difaman por las columnas de la prensa canalla de la derecha “El Mercurio”, “El Diario Ilustrado”. Chile está ardiendo y yo ingreso al Partido Comunista de Chile.

10.- Estaba yo con Guillermo Quiñónez vendiendo diarios, me dice, por qué no funda Ud. Una gran revista. Usted es capaz de hacerlo. Y camino nos vamos al casino, planteamos la situación y sacamos algunas firmas, algún aviso algún español. “Multitud”, le digo. Luego nos sentamos en un bar, hacemos un bosquejo, contratamos el primer aviso y a la semana está haciendo crujir las vías públicas, con sus primeros editoriales y sus primeros poemas.


 

 

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De "El Amigo Piedra, Autobiografía". Pehuén, Chile, 1990.
Edición: José Ángel Cuevas.
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