"El otro afuera". Lilian Elphick. Editorial Cuarto Propio. Santiago 2002. 148 págs.
Relatos y utopía amorosa
Por Patricia Espinosa
Revista Rocinante Nº63. Santiago, Enero de 2004.
En Salidas de madre, una antología de cuentos escrita por mujeres
aparecida en 1996, lei Juego de cuatro estaciones, de Lilian
Elphick (1959) Y de inmedlato tuve la convicción de estar ante uno
de los mejores relatos publicados en la década (aunque sin duda ya en La última canción de Maggie Alcázar -1990- destacaba "La elegida"). Los
cuentistas chilenos suelen manejar la técnica de una forma bastante
abrutada y canvencional. Siguen creyenda en un tipo de cuento esférico, generalmente con final sorpresivo y muy pegados a la anécdota. Lo
que más me impresionó en la escritura de Lilian Elphick fue el planteamiento
de una estrategia narrativa precisa, pero tramada con un devenir
discursivo violento, melancólico y, a veces, con pequeñas y adecuadas
pizcas de cursileria. Además, la presencia reiterada de la voz de un sujeto
mujer como efecto discursivo a producción textual, siempre en praceso.
El otro afuera, última publicación de la autora, incluye entre sus
quince relatos, "La elegida" y "Juego de cuatra estaciones"; este último,
un relato tremendamente triste en torno a una extraña relación
amorosa entre dos hermanas. La mayor crea, en un acto enloquecido y a
la vez estético, un enamorado ficticio, "el ferviente enamorado", para su
hermana menor, que se trastorna por aquella pasión que se alimenta mediante
cartas. En "La pieza vacía", "One way ticket" a en "Líbrame de
todo mal"; nuevamente encontramos a personajes enloquecidos y desesperados.
Elphick insiste en los locos como figuras pertinentes para
deconstruir la relación entre racionalidad/pasividad. Enfermos de amor y
de soledad; solo desde el desequilibrio de la razón, será posible exponer
la necesidad, extremar el narciso y abrirse a la satisfacción transitoria
que siempre traerá adosada la perversión.
Slavoj Zizek, el filósofo esloveno, señala que en esta sociedad
posmoderna los seres humanos intentan evitar todo daño a la hora de la
seducción, convirtiendo al escarceo amoroso en una suerte de cumplimiento de reglas innombradas pero absolutamente rígidas y, por l0 tanto,
también perversas. Advierte que estas nuevas formas de seducción estarían
directamente vinculadas con lo que Anthony Giddens y Ulricke Beck
han denominado la "modernidad reflexiva" para caracterizar a nuestra época; es decir, la creencia de que elegimos todo el tiempo y, por lo
tanto, estamos subsumidos en una sociedad de riesgo permanente, puesto
que nuestras elecciones pueden ser asimismo fallidas. Concuerdo con
Zizek, en que la seducción se rige por normativas estereotipadas y perversas;
pero no estoy con él cuando señala que la seducción está liberada
del daño. Daño para mí (el que seduce) y para ese otro (el seducido).
El riesgo y el daño son parte del juego de apostar por la utopía amorosa,
unidad perfecta y viciada a la vez, en eterno conflicto ante la duración y
lo efímero devenido de lo cotidiano. Desde Houllebecque a Foster Wallace:
por increíb!e que parezca, la utopía del amor es actualmente uno de las
grandes temas de la narrativa postmoderna; sin embargo, la relación amorosa
ya no es ni idílica ni tendiente al futuro. Por el contrario, hay siempre
una tensión hacia la ruptura. Los relatos de Elphick nos enfrentan a
esta nueva manera de reinstalar la utopía del amor como apertura y
replegamiento, grieta, soledad y no future. Únicamente el inquietante
travestimiento del deseo amoroso, enmascarando sus síntomas por medio
de rituales de pasión subsumidos en la melancolía, deseo que se niega a
ser colmado y que no duda en mostrarse como falta.
Lilian Elphick es una autora con nula presencia mediática. No sé si
será una pérdida, pero si sé que con este libro se ha instalado definitivamente
como una de las mejores cuentistas nacionales y que los críticos
y periodistas culturales debieran darse cuenta que aun es posible conjugar
bajo perfil y calidad literaria.