Poesía de Priscilla Cajales
PRESENTACIÓN DE “TERMITAS”
La Calabaza del Diablo, 2009
Por Patricia Espinosa
Termitas es el primer poemario de Priscilla Cajales, volumen y debut tremendamente auspicioso, donde predomina un aire enrarecido, de habitación sellada, de un calor asfixiante, de un televisor que no deja de transmitir y donde la soledad se vuelve repetitiva. Y la ciudad, se cae a pedazos, solo quedan restos, una ciudad que se olvida a sí misma, donde no hay a donde ir, mientras solo permanece el aroma putrefacto de los cadáveres.
La voz poética, da cuenta del poder, de una violencia designada como "feroz". Cada escena hace aparecer al desamparo asimilado con el cuerpo, al igual que el reconocimiento de un poder diseminado pero que no deja de vigilar. Aún así, hay lugares donde "no llega la policía". La escritura de Cajales configura un territorio de violencia y cuerpos que tiene tatuada tal violencia: "y sobre los muslos sangre/ y sobre la carne más sangre/ y más carne/ y el ruido del asma/ nuevamente". Es el cuerpo quien acusa el golpe, pero un cuerpo herido, el propio, y el que llega mediante la imagen del televisor, donde la muerte se ha convertido en imagen pero no por ello menos perturbadora.
Un punto importante de destacar en esta poesía, es la configuración de un origen mítico atravesado por lo impuro: "no éramos los más bellos/ sí los más felices y valientes/ arrojados a lo intempestivo/ de una muerte prematura/ como la certeza del fin", para luego agregar: "nada/ podría detenernos en ese tiempo/ ni la vergüenza, ni la mentira, ni el sufrimiento/ pero la poca belleza que poseíamos en ese entonces/ no fue suficiente/la valentía se acabó con el tiempo y vino el miedo/ el frío/ y el más completo de los silencios".
La escritura de Cajales se inclina a lo hiperreal, al gesto de todos los días, al detalle que da cuenta del desgaste, de la descomposición que marca los cuerpos. Así dice: "las manos en la cara/ y un cigarrillo a medio encender/ así se envejece- pensó", "labios salivados y carnosos/ una muela que ya no existe y que sigue doliendo". Una y otra vez, el cuerpo que se deteriora, el cuerpo que se hace trizas, el cuerpo inscrito políticamente, como señala en el poema "Táctil": "las mejores piernas del pasaje se echaron a perder rápidamente/ gracias a la andada en micro de todos los días/el pisoteo y los zapatos baratos".
La figura de la trabajadora resulta un eje temático destacable en esta poesía que privilegia a una mujer inserta en un aparato de producción que la carcome.
Sin duda, uno de los poemas más destacables de este volumen es "Lorca" en torno a: "un muchacho ciego/ que trabaja en una fábrica de plásticos en Av.Matta […] bello/como los chicos de Santa Rosa del recorrido/ hasta el paradero 6 de esta larga avenida/Lorca no se baja nunca/ este recorrido a casa termina/ cuando la calle pierde su nombre".
Cajales escenifica el barrio, la periferia urbana, mediante acercamientos casi cinematográficos, usando la técnica del plano detalle donde aborda en su máxima expresión a seres mínimos pero potentes, gestos y escenas menores como el calor y un grifo, la euforia de un viaje a "la fuente alemana de Plaza Italia/ en donde solíamos veranear/ en aquellos días".
Una estética de lo menor orientada a detallar gestos, vidas, imágenes de resistencia cotidiana, desde una palabra desprovista de adornos, directa, íntima y cercana.