Resulta demasiado fácil presentarse como poeta en estos días: basta con un par de estrofas en una página web, mucho autobombo, una lecturilla por allí y una sobada de lomo por allá, sobre todo si es a un viejo crack deseoso de posteridad. Y luego, se supone, viene el primer libro y hasta allí no más llegamos. No se oye, padre. Un primer libro merece la pena o tendrá cierta sobrevivencia cuando da atisbos o la rompe, y es esto lo que precisamente resulta complicado. No es fácil, porque requiere rigor y humildad. Knock out es el primer libro de Juan Carlos Urtaza; una autoedición que da múltiples señas de una mirada particular, donde se prueban formas e imágenes, con mesura, con cautela; un cuidado que resulta efectivo y consigue dar múltiples atisbos de una profundidad lírica empapada en el fracaso. Diez son los segmentos que conforman este libro, cercano a la narrativa y enjundioso en imágenes cotidianas; cifra que remite al conteo previo a la derrota del boxeador sobre el ring, pero también de la voz lírica que predomina en este volumen. Cada verso alude a la posibilidad de caer, del cuerpo como lugar en que se ejerce la violencia a la cual se sobrevive: “Con la cabeza llena de golpes y de sueños”. Entre un número y otro, al boxeador tumbado se le viene a la memoria la realidad visualizada como un sueño de tristeza y rabia, donde el dentro y fuera del ring se entremezclan. El país se asemeja de ese modo a un cuadrilátero en el cual se reitera “la misma escena / –un hombre que sangra con aplausos de fondo– / Un hombre que no pestañea –memorízate eso– / no puede ganar ni perder”. Aunque no se abandona la posición del perdedor, del golpeado, se vuelve una forma de vida, un estado de estupor catatónico que aún se interroga, haciendo entrar a Dios a la escena y dice: “ésta es mi noche harapienta / alguien espera por mí en el ring-side finteo / esquivo / arremeto / ¿Existe Dios después del diez?”. El rostro en la lona no remontará, ya no va más, lo que confirma la figura del derrotado sin vuelta atrás que articula la trayectoria de este volumen que llega hasta un límite: el fin de la resistencia. El término absoluto de cualquier fisura que permita vislumbrar alguna posibilidad de escapatoria: sólo queda el cuerpo golpeado sin el más mínimo resabio de esperanza ni mito redentor. Knock out se vuelve así el territorio de una batalla perdida, un territorio que a todas luces da cuenta del inicio literario de un autor que tiene mucho que decir. |
