Crítica literaria
Patricia Espinosa
Las Ultimas Noticias, 24 y 31 de agosto 2012
.. .. .. .. . .. .. .
Nadar desnudas
Carla Guelfenbein, Alfaguara, 2012, 276 páginas.
LUN, 31 de agosto 2012
Una estructura básica –un capítulo es el pasado y otro es el futuro– y una almibarada historia de amor enmarcada por una débil trama política dan lugar a Nadar desnudas, cuyo engañoso título sólo funciona como gancho comercial erótico. Carla Guelfenbein se muestra una vez más como una maestra de la chambonada con esta novela fatalmente desequilibrada, irregular en su composición y estereotipada al máximo posible.
En su primera parte, Nadar desnudas se centra en Morgana, profesora de literatura e hija de españoles; la andrógina Sophie, pintora nacida en Francia; y el sensual y revolucionario padre de ésta, Diego, que es un prominente miembro del aparato gubernamental de Allende. Es enero de 1973 y se respira en el ambiente entusiasmo y desenfado. Ambas mujeres se vuelven entrañables amigas; sin embargo, Morgana, en secreto, se convierte en amante (por no decir esclava sexual) de Diego. La autora maneja con desparpajo la tonalidad emotiva mediante enunciados tan pedestres como el que sigue: “Miró hacia el pavimento y con cierta tristeza le dijo que lo invisible era infinitamente más vasto que lo visible”. Estos arranques de filosofía barata son intervenidos con escenas cachondas que sólo parecen estar allí para darle un toque duro a este relamido amor entre un hombre cuarentón y una veinteañera.
Cuando Sophie se entera de la relación, siente que la han traicionado las dos personas más importantes de su vida y decide marcharse del país de inmediato. La pareja de amantes, por su parte, es perseguida por la dictadura y debe ocultarse en diversos hogares. El melodramatismo de este segmento es desatado, al extremo de introducir hasta a una guagua en la historia y un regalo nunca abierto.
El año 2001, Francia y una isla española son el contexto de la segunda parte, centrada en una Sophie más loca, vieja y amargada, aunque muy exitosa en lo profesional. Ha pasado la vida intentado olvidar el pasado, pero repentinamente decide afrontarlo. Con extrema facilidad la novela anula lo poco que había logrado en el primer segmento, haciendo girar el relato hacia algo mucho más intimista: una aletargada protagonista va en busca de un personaje que no está ni ahí con recordar, lo que redunda en una lentitud exasperante en la anécdota, donde proliferan las reflexiones banales.
Nadar desnudas es un folletín de cuarto enjuague que no logra establecer vasos comunicantes sólidos entre el pasado y el presente, especialmente porque ambos tiempos funcionan de manera casi autónoma. Sus personajes jamás logran salir del estereotipo, en particular las mujeres, que son configuradas desde una perspectiva machista: son frágiles, debilitadas, faltas de carácter, sometidas siempre al poder masculino, dispuestas a torcer su vida o hasta perderla por el amor de un hombre. La incontinencia de sentimentalismo reduce al mínimo el carácter trágico de los acontecimientos, dando lugar a un menjunje que se consume a sí mismo y que no da ni para pasar el rato.
Fuenzalida
Nona Fernández, Random House Mondadori, 2012, 269 páginas.
LUN, 24 de agosto de 2012
La memoria considerada no como un registro transparente, claro, ordenado, sino como un territorio opaco donde la historia al ser convocada sólo puede emerger en pedazos dispersos, al modo de un puzzle al que siempre le falta alguna pieza para organizar el montaje total: la lucha contra la memoria fragmentada es lo que precisamente domina a la protagonista de Fuenzalida, una mujer expuesta a un pasado que se dispersa, se difumina, pero que aun así le permite delinear rostros, gestos, palabras, retazos de escenas que van contribuyendo a que se arme una horrorosa historia de culpabilidades y pérdidas.
Esta nueva novela de Nona Fernández recorre las últimas cuatro décadas del país a partir de un puñado de seres que ven interrumpidas sus vidas por la dictadura. La narración se estructura como un bucle del que se van desgajando tres relatos. El eje está puesto en una mujer nacida en 1971, que se gana la vida como guionista de telenovelas y vive dedicada a su pequeño hijo. Ella se ve enfrentada al recuerdo de su padre, Ernesto Fuenzalida, a quien dejó de ver cuando era una niña. Sus astillados recuerdos dan lugar a un relato con características de testimonio que cumple la función de marco respecto de una intriga policial centrada en dos hombres. Uno de éstos es justamente Ernesto Fuenzalida, un respetado karateca, cuya historia es contada por la protagonista y por un inidentificable narrador en tercera persona. La novela maneja con experticia la identidad de este narrador, generando una grandiosa ambivalencia respecto a la posible autoría de este relato. El segundo hombre en el cual se enfoca la novela es Raúl Fuentes Castro, un sanguinario agente de la dictadura que se obsesiona con Fuenzalida, quien había sido su maestro de artes marciales.
La narración detalla el tormentoso proceso de acoso que vive Fuenzalida, quien es chantajeado para que se sume al grupo represor comandado por Fuentes Castro. Con ejemplar rudeza y detallismo, se pone en escena la dinámica interna de la pervertida mente de este criminal y su obsesión por un tipo cualquiera, como resulta ser Fuenzalida, dando lugar a múltiples y macabros indicios sobre su destino y el de su familia. Todas las certezas de la protagonista se convertirán en sombras, detrás de las cuales el miedo y la incertidumbre estarán siempre presentes.
La novela de Nona Fernández plantea la necesidad imperiosa de reconstitución de la historia personal de una víctima anónima de la vileza dictatorial, una historia que se espejea con la de un país que parece satisfecho al vivir un presente infinito, pero al cual un pasado horroroso le hace continuas zancadillas.
Fuenzalida es una oscura y poderosa narración donde lo político se cruza con lo sentimental y lo macabro. Un libro que sitúa a Nona Fernández como una de las autoras más sólidas de la actualidad, demostrando seguridad y madurez en la composición de una historia llena de momentos perturbadores, intervenidos con pequeños encuadres de una tonalidad tristemente bella.