Crítica literaria
Por Patricia Espinosa
Las Últimas Noticias, 7 y 14 de septiembre 2012
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Ruido
Álvaro Bisama. Alfaguara, 2012, 171 páginas.
LUN, 14 de septiembre de 2012
Entre 1983 y 1988, Miguel Ángel Poblete dice ver a la Virgen María y recibir sus mensajes en un cerro de Peñablanca, en Villa Alemana, congregando multitudes a su alrededor. El caso del vidente fue aprovechado por la dictadura, que utilizó todo su aparataje comunicacional para potenciarlo y con ello desviar la atención ante los crímenes que se cometían en el país.
Los sucesos anteriores dan lugar a Ruido, novela en que Álvaro Bisama revierte su estilo, alejándose del barroquismo, el grotesco y lo fantástico, para transitar meticulosamente por un realismo de la extrañeza que enmarca la historia de un país atrapado en el terror. 
Estamos ante un libro que reconfigura el hecho histórico, enfocándose en un grupo de seres devastados por una época que los relega a una condición espectral y les niega cualquier expectativa de futuro.
Un punto a favor de esta novela es el uso del narrador que conjuga mesura y conmoción. Una voz que tiende a difuminarse, para más tarde asumir una perspectiva totalizante, que se desliza posteriormente hacia la función de testigo parcial de los hechos. Sin embargo, lo más destacable es la sintonía que el volumen propone al interrelacionar tres focos: la historia del narrador, la del vidente y la de un país en dictadura. El narrador entrecruza su infancia, su adolescencia y su presente con el vidente, para relatar una suerte de enmudecida catástrofe por la cual parece sentir nostalgia y a la vez repulsión. El relato en torno a este narrador, es también el de su grupo de amigos adictos al cine, la música, jóvenes “felices y podridos” que ven intervenido su tedio por la estruendosa figura del vidente.
La narración detalla con precisión el contexto político de un país regido por una dictadura enloquecida que no deja de asesinar mientras un joven semianalfabeto dialoga con la Virgen en un cerro. El vidente y el narrador comparten el hecho de ser víctimas del orden sociopolítico. Sin embargo, el vidente ocupa una posición simbólica mayor, al anularse el cuestionamiento a su real vínculo con la Virgen. Su figura representa una fractura que jamás logrará ser recompuesta, lo cual implica por extensión una fisura del relato, del narrador, una grieta en la memoria e historia del país.
Ruido es una novela inquietante, sutil y a la vez compleja, donde la reflexión crítica sobre un período de la historia chilena y la realidad cotidiana aparecen insertas en una permanente ficción, en la que el horror y el equívoco se manifiestan como un ruido que demanda su permanente presencia. Álvaro Bisama consigue desarrollar las implicancias de un poder que construye un simulacro para ocultar la cruel realidad. A lo anterior habría que agregar la preocupación del relato por una marginalidad provinciana, de pueblo maldito, enclaustrado, que prefigura un desencanto absoluto respecto al presente y el futuro.
Sueños de camaleón
Flavio Angelini. Celada Editores, 2012, 132 páginas.
LUN, 7 de septiembre 2012
Un ejemplo grandioso de cómo no acertar una en la escritura es Sueños de camaleón, el primer libro de Flavio Angelini. Cinco relatos conforman este volumen, donde se aprecian severos problemas redaccionales, temáticas pusilánimes y estructuras primarias, donde los cuentos se redondean y cierran buscando siempre un final efectista.
La totalidad de los relatos de este libro transitan por extraños cambios en los personajes, ya sea por mutación, degradación o por las situaciones de encierro que experimentan. En “Cárcel de madera” el narrador se focaliza en un prisionero que sufre y teme por 
su condición y por el destino de sus compañeros de celda, que van siendo retirados de ésta y luego devueltos carbonizados. Cuando llega su momento de ser extraído del calabozo, siente que su cabeza es friccionada contra una pared y que luego se quema. ¿Quién es el personaje, qué le sucede? Basta mirar el fósforo que ilustra la portada del libro para descubrir al protagonista de esta narración vergonzosa, que sólo podría excusarse considerándola como una fábula para un público de parvulario.
Un circo de seres extraños es el contexto del relato “Cindy”. Una de las más exitosas artistas de ese circo, la contorsionista Cindy, tiene amores con el hombre forzudo. La chica se enferma y entonces se convierte en planta, para luego dar a luz a un par de siameses, uno blanco y el otro negro. El relato se convierte en un decadente homenaje al realismo mágico: los siameses abandonan el circo y fundan un pueblo, que luego es atacado por una plaga de ranas, que posteriormente queman buscando una solución, pero entonces los amenazará una nueva tragedia, porque uno de los siameses se aburre de caminar siempre para atrás.
“Nihil sub sole novum” es otro punto álgido de este libro insufrible. Aquí, el brazo del protagonista es atrapado por un buzón de cartas. Sí, por un buzón de cartas, que luego se lo traga completamente. Todos estos relatos parecen ejercicios de un taller literario, donde al parecer no fueron sometidos a ningún proceso de corrección. Básicos hasta decir basta, sin una pizca de talento ni rastros de la más mínima capacidad para narrar.
“El otro” y “Adicción”, textos que por fin cierran el volumen, abordan a un hombre que se convierte en diversos animales (paloma, que da a luz a un camaleón, gorrión, caracol, barata, escarabajo, grillo, hormiga y gusano) y a una compradora compulsiva de productos que se ofrecen en unas micros siempre fétidas y desbordantes de gente sudorosa. Dos historias recargadas y tan literales que anulan cualquier ambigüedad posible, porque el narrador tiene la manía de explicarlo todo muy claramente.
Sueños de camaleón es un volumen frágil y liviano, que parece presuponer un lector en extremo pánfilo. Sus ingenuas anécdotas engarzadas con un tono adusto dan más para el chiste que para la pretendida dramaticidad de este piño de personajes para quienes el mundo es una permanente amenaza.
