Un héroe visceral
"Las dos orillas del Elba". Juan Forch. Alfaguara, 2012, 281 páginas.
Por
Patricia Espinosa
Las Últimas Noticias, Viernes 13 de Julio de 2012
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Tras el golpe militar, miles de chilenos fueron expulsados del país; el dolor de ver al país violentado por una dictadura, sus nuevas formas de vida y fundamentalmente el desarraigo generaron una amplia producción literaria, que comenzó a mermar con la llegada de la democracia. Sin embargo, el 2012 el circuito editorial nacional ha reflotado esta narrativa; una suerte de retorno de nuestra historia maldita, especialmente importante para ser leída en el actual momento político, donde resuena con fuerza la pregunta acerca de cuándo se pudrió todo.
Las dos orillas del Elba, de Juan Forch, es una novela que expone el exilio de un grupo de chilenos comunistas en la ex RDA. Aunque algo deja ver, el libro no pretende, como objetivo principal, saldar cuentas con la represión del Estado alemán ni con las estrategias del Partido Comunista, sino más bien intenta exponer el proceso de cambio ideológico y existencial que vive un personaje que no está dispuesto a acomodarse ni tomarse las cosas con calma.
Dos años y medio dura la detención de Coke, un joven egresado de sociología, miembro de las Juventudes Comunistas, que logra salir de Chile ayudado por organismos internacionales de derechos humanos, para radicarse en Dresden. Allí se le asigna un trabajo como obrero en una fábrica y un hogar en el edificio donde viven sólo chilenos de su mismo partido. Coke es enamoradizo, rebelde y solitario. Un fiel representante del entusiasmo setentero es este personaje que sonríe, cae simpático a las familias del colectivo y seduce tanto a chilenas como a alemanas. Esta suerte latin lover revolucionario sólo quiere olvidar su tragedia personal, viviendo cada día como si fuera el último. Entre vodkas, mujeres y largas conversaciones con su amigo Jesús González –un viejo aristócrata, militante comunista y lleno de desencanto–, el protagonista vive un proceso de aprendizaje cada vez más fuerte.
La novela consigue dar cuenta de las complejas formas de adaptación de los exiliados, así como de la nostalgia y el dolor atroz por el país, que estaba bajo una dictadura que, se suponía, caería pronto. La confianza en el corto plazo convierte el exilio en una temporalidad de tensa espera que Coke no está dispuesto a asumir. Como no cree en la discusión partidista pero sí en la acción directa, regresar a Chile se vuelve entonces su mayor desafío.
La enorme verosimilitud es uno de los méritos de esta novela, en la que se conjuga la tradición picaresca con la tragedia de un personaje que cree en la utopía y que no asume la derrota. Juan Forch escribe un profundo y triste libro desde una perspectiva cercana y emotiva, construyendo un personaje simbólicamente fundamental para la novela política chilena, una suerte de héroe visceral menor, que para la gran historia es sólo uno de los sin nombre, pero que está dispuesto a arriesgar la vida por recomponer un país.