La vida a retazos
Quimera de Nariz Larga.
Óscar Barrientos.
Ediciones Piedra de Sol, 2011, 155 páginas.
Por Patricia Espinosa
Las Últimas Noticias, Viernes, 23 de Diciembre de 2011
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Otra vez Puerto Peregrino, una ciudad gótica decadente, una ciudad
mítica cuya existencia se debe única y exclusivamente a la literatura,
es el lugar por donde transitan los personajes de Quimera de Nariz
Larga, una novela más de la saga que ha venido realizando Óscar
Barrientos en torno a Aníbal Saratoga, el poeta solitario, ebrio,
coleccionista de noticias insólitas y datos inútiles; un tipo raro, a
fin de cuentas, que se ve inmerso en situaciones que bordean lo
surrealista y lo fantástico, enmarcadas siempre en un mundo dominado
por poderes corruptos.
La narrativa de Barrientos posee un tono engolado y rimbombante,
aunque el uso de la ironía hace tambalear la grandilocuencia del
relato. La existencia del protagonista resulta disociada; junto a un
cierto sino trágico, para nada carente de heroicidad, aparece siempre
una desidia profunda que lo lleva a arrastrarse por extravagantes
situaciones y personajes. La soledad y el deambular callejero lo
conduce hacia una singular mujer que se dedica a la taxidermia. Una
loca que espera a un exótico personaje para engendrar un ser mítico;
con ella, el poeta tiene un intenso contacto carnal que termina
diluyéndose. Obviamente, ella, que camina siempre con un gato a
cuestas, resulta el símbolo de lo femenino atravesado por la extrañeza
y la imposibilidad de armar una pareja estable.
Sin embargo, la relación que resulta más importante para el poeta es
la que establece con Jenaro Crimea, miembro de la Sociedad Telescópica
Interplanetaria, dedicada a la búsqueda de ovnis, además de líder de
los boy scouts, de la Compañía de Bomberos y de un grupo de teatro de
títeres. Aun cuando Saratoga señala que le da lo mismo la verdad,
juega a creer en cada uno de los delirios de Crimea.
Dejarse llevar, vagar por las calles del puerto y sus bares,
construirse la vida a retazos, gozar a intervalos porque la realidad
se le presenta como una puñalada permanente, es lo que realiza
Saratoga. Así se entromete en el lanzamiento de una nave a la luna y
en el proyecto que pretende impedir el evento, a lo que se debe sumar
su encuentro con un ser marino proveniente de la prehistoria,
denominado Quimera de Nariz Larga. El bicharraco en cuestión
intervendrá radicalmente en el destino de Crimea y del protagonista.
El “pequeño monstruo”, como lo llama el poeta, se convertirá en la voz
del oráculo, aquel que sabe la verdad absoluta y que le ayudará en la
reflexión sobre el amor, el fracaso y la pérdida de la ingenuidad.
Al modo de una oscura fábula moderna, Quimera de Nariz Larga presenta
la figura del poeta de corte baudeleriano como símbolo del último
resguardo tras la catástrofe; lo que sobrevive a fin de cuentas no es
la poesía como género literario o como un tipo de escritura
determinada, sino como algo mucho más general, la poesía en sí; ahora,
eso sí, encarnada en el poeta.