Me he quedado con tu cadáver
Ana María del Río. Desastre Natural Ediciones, Santiago, 2023, 105 páginas.
LVQS, 18 de enero 2024
En 1985, Ana María del Río publica Entre paréntesis, un conjunto de cuentos que da inicio a un camino literario donde las mujeres ocuparán un lugar preferencial. Volumen que junto a su novela Óxido de Carmen (1986) y las narraciones Siete días de la Señora K (1993) conforman una valiosa trilogía exploratoria en torno a la mujer. Me interesa destacar que esta autora no es parte de una moda ni busca encontrar un lugar en el mercado respecto a su preocupación por un femenino sometido de manera permanente a la violencia. Me he quedado con tu cadáver, su nuevo libro de relatos, expone una vez más, a mujeres atormentadas por la sociedad, las ideologías, la familia, la pareja. Acosos que las llevan a experimentar una clausura vital de sus deseos.
La mayor novedad de este reciente libro, es situarse mayoritariamente en el contexto dictatorial. De manera tajante, sus cuentos se instalan en los años de la más dura represión y de sus efectos en la posdictadura. Gesto importante para el ejercicio de la memoria que se ve potenciado por el interesante uso del narrador en primera persona femenina, que le otorga un carácter testimonial a la exposición de los hechos y refuerza el enfoque de género de cada relato.
En el cuento que da título al volumen, “Me he quedado con tu cadáver”, una mujer se dirige al marido momificado y único destinatario de sus palabras. Ambos han sido pareja desde hace años y la mujer se dedica a recordar, pero también a sopesar el presente. La mujer se ha convertido en cuidadora de un cadáver. Carga con ese cuerpo y su memoria sin tener la posibilidad de deshacerse de ambos. Así dice: “No sé qué hacer con tu cadáver, frío como loza, sentado en el sillón, sin hacer ningún comentario, con el diario entre las manos, esperando el noticiario y la comida de la noche, que no tocarás”. El cuerpo y la memoria se convierten en una suerte de condena que no terminará jamás.
“Pieza del fondo” continúa esta línea de revisitación del pasado. Esta vez se pone en escena a dos agentes de la dictadura que se preparan para torturar a una joven embarazada. Mediante un diálogo coloquial, los hombres representan las prácticas de violencia como parte de sus rutinas, sin reflexión ni atascos valóricos. Este concentrado relato, consigue generar una escena terrorífica, con un desenlace macabro. Del Río no impone el final, sino que lo desarrolla con paciencia. Este manejo del tiempo, permite que el acto de narrar se convierta en un flujo, donde lo principal es el acto sacrificial.
Una segunda línea en estas historias es la infancia, asumida como un periodo donde la violenta realidad se impone a la mirada ingenua. En “Pianíssimo” una niña es testigo de un cadáver flotando en el río. Su padre es parte de esa trama asesina y junto a la madre intentan negar a la niña lo que ha observado. En “Acequia”, situado en el periodo cercano a la Reforma Agraria, uno grupo de niños, hijos de hacendados, descubre rastros de sangre en las aguas del río. Una vez más los padres intentan blanquear lo que ocultan esas huellas que no solo avisan muertes, sino que se vinculan con el destino de los inquilinos y, principalmente, de las campesinas.
“Timex” es una excepción porque no aborda el tema político. Es la historia de una mujer que tiene un extraño placer: permanece al interior de su automóvil mientras una máquina lo lava. Este tiempo propio es interferido con la llegada de su expareja, un sujeto que la acosa sin miramientos. La autora consigue adentrarse en un hecho “menor”, cotidiano, desde una mirada trágica. Hurgar en lo menor es precisamente su mayor mérito, ya que consigue dar con la dramaticidad de una situación que, desde un punto de vista masculino, sería catalogable de “ridícula”. Si bien, la anécdota resulta bastante predecible, la autora demuestra que no hay territorio libre para las mujeres y que sus cuerpos y espacios son siempre apropiables por una masculinidad autoritaria (valga la redundancia).
Del Río se concentra en representar relaciones cotidianas intervenidas por un estado de violencia permanente. Construye perfiles con rapidez y elabora monólogos intensos y precisos en su extensión. Los problemas surgen con el carácter demasiado explícito de los relatos. Tan literales que en muchos casos se pierde en ellos la sugerencia, las dobles interpretaciones y con ello la posibilidad de ir más allá de lo que en la primera capa muestran estas escrituras. Es cierto que esto se compensa con la soltura con que elabora estas historias sencillas tanto en lo formal como en lo discursivo y que de alguna manera rehúyen el feminismo académico.
Si bien este conjunto es una exploración valiosa, sobre todo en una escritora que dada su trayectoria podría conformarse con la seguridad de un estilo literario ya logrado y valorado, queda al debe en términos de desarrollar personajes e historias, anclados más en la insinuación que en lo explícito.
MANIAC
Benjamín Labatut. Barcelona: Anagrama, 2023, 236 páginas.
LVQS, 25 de enero 2024
Cuando Obama recomendó este libro buena parte del ambiente literario nacional sintió que por fin se estaba haciendo justicia: el mundo se empezaba a dar cuenta que nuestra narrativa es “de nivel mundial”.
El costo para lograr este nivel de fama es alto, muy alto. Y MANIAC de Benjamín Labatut lo paga con creces, mediante una épica colonizada que no deja de idolatrar al primer mundo, su producción científica y, cómo no, al género masculino. Que el autor sea chileno o sudamericano es un dato irrelevante, nada en la novela delata el contexto de producción periférico, la limpieza ha sido total.
Labatut demuestra ser un escritor aculturado. Esto significa haber asimilado la violencia simbólica del colonizador, ejerciendo su arte literario como una pedagogía para acercarnos a la cultura hegemónica. Así, alegrarse por su resonancia mundial es tan inútil como celebrar que a una empresa chilena le vaya bien en la bolsa de New York.
El húngaro John von Neumann es el protagonista de este relato. Un genio provocador, estrambótico, pionero de la computación y uno de los partícipes del proyecto que permitió elaborar la primera bomba nuclear.
A partir de este personaje la novela despliega una serie de voces que tendrán por función demostrar cómo opera el mundo de la alta ciencia. Un territorio competitivo, donde prima la lucha de egos y el ofrecimiento de sus saberes al mejor postor. De ahí se podría desprender una suerte de crítica al avance científico orientado a servir a los poderes, pero la narración rehúye terminantemente cualquier lectura política de los hechos narrados.
Sin embargo, el gran tema de Labatut es la racionalidad y sus límites. Su prosa destila adoración por el pensamiento abstracto y los individuos que materializan este tipo de inteligencia. Hombres extravagantes, divos, corroídos por la fama, la obsesión y la locura. El cenáculo de las mentes brillantes excluye mujeres, quienes aparecen ligadas a los asuntos doméstico y prácticos. Impresiona la naturalización de la casi total ausencia de mujeres.
Pero no se queda ahí, porque a esta segregación de género el autor agrega una intención didáctica al describir con simpleza grandes líneas de pensamiento o descubrimientos científicos. Esta disposición a la enseñanza carece de honduras, prefigurando un lector/a básico, que no requiere profundizaciones en materias como la física o las matemáticas. El mayor sostén de este volumen, pareciera ser Google, ya que basta con un pequeño esfuerzo de navegación, para dar con los datos aportados. La sumatoria de datos biográficos, en todo caso, es ampliada por medio de la ficción que enfatiza la conjunción de mentes brillantes y personalidades extravagantes.
Recordemos que algo análogo ya lo hizo, por ejemplo, Jorge Baradit quien se dedicó a recopilar datos freak para construir un supuesto lado B de la historia nacional. Y bueno Baradit logró convertirse, pese a sus enormes debilidades como escritor, en un superventas de la entretención. Quizás Labatut y Baradit fueron a la misma escuela de emprendedores literarios.
El mayor desatino en términos de estructura, es el segmento final del libro. Un extenso capítulo, dedicado a exponer las reglas y sentido del milenario juego chino GO y el enfrentamiento entre uno de sus máximos jugadores y un programa computacional. A partir de esto, se levanta una elegía a la inteligencia artificial, que aclara el espíritu que gobierna a este proyecto literario. La siguiente cita, da pistas sobre el modo de actuar de la IA: “no dependen de la creatividad ni de la imaginación, sino que eligen los mejores movimientos utilizando fuerza de cálculo pura y dura”. Y así, como un criminal, deseoso de revelar su asesinato, la propia narración se confiesa: elegir los mejores movimientos utilizando la fuerza de cálculo pura y dura.
MANIAC carece de delirio, sudor, locura y de un estilo escritural reconocible. Aun cuando se narren historias de tipos enloquecidos, la novela en sí no tiene exaltación, trastorno. Todo parece elaborado por una IA, que considera sin más, posiciones, roles, jerarquías, citas y voces narrativas dedicadas a exponer hechos de manera “pura y dura”.
La falta de intimidad de cada personaje no logra traspasar la reseña biográfica, porque el autor elude la connotación, la ambigüedad y todo aquello que nos lleva a diferenciar una escritura literaria de una informativa o fabulesca. Los personajes de Labatut son meras piezas de un tablero. Figuras que siguen una ruta y logran probar una hipótesis bastante trillada sobre, como se ha dicho, la ciencia y su contribución al desarrollo de la humanidad o a su extinción. La divulgación científica o de cualquier área, mezclada con la ficción, puede dar grandes frutos. Siempre y cuando la puesta en escena problematice, precisamente, la función de la ciencia en la carrera por el control mundial. Para este autor, este amplio panorama, lleno de certezas, es ignorado. Como contraparte, nos entrega una narración a la que sobran páginas y faltan ideas.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Crítica literaria.
"Me he quedado con tu cadáver", Ana María del Río. "MANIAC", Benjamín Labatut.
Por Patricia Espinosa.
Publicado en LA VOZ DE LOS QUE SOBRAN, 18 al 25 de enero 2024