Proyecto Patrimonio - 2020 | index |
Patricia Espinosa | Autores |






Crítica Literaria

Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. Del 4 de septiembre al 2 de octubre de 2020




.. .. .. .. ..

 

 

Vacío temporal
Carla Vargas. Los Libros de la Mujer Rota, 2020, 147 páginas.
LUN, 4 de septiembre de 2020

Una breve cita de Las margaritas (1966), película de Vera Chytilová, abre esta novela: "Si en este mundo todo está corrompido, estaremos corrompidas nosotras también". La referencia es determinante en Vacío temporal, de Carla Vargas, relato protagonizado por una mujer inserta en la catástrofe del presente y la clausura del futuro.

Mediante la primera persona, la autora —quien con este libro debuta en la narrativa— explora en un periodo de la vida de una joven periodista que aborrece su profesión y que se mantiene a través de trabajos temporales en áreas disímiles. La innominada protagonista es parte de una generación donde no hay proyecto, sino solo el día a día. La falta de un horizonte temporal más amplio lleva a la narradora a un ciclo de eterno retorno o detención en una rutina de permanente desgaste. Las reglas son pocas y la vida de esta intensa joven provinciana se hunde cada vez más en una suerte de angustiosas vacaciones sin fecha de término.

Así, el presentismo trae aparejado ruina y fracaso. Todo tiende a la descomposición de la existencia del personaje central, fascinado por el individualismo. Este último aspecto resulta fundamental para la narración. Cuando todo ocurre en el ahora, ese todo tiende a la evanescencia. La protagonista tiene múltiples encuentros sexuales, ingiere diversas drogas y, la mayoría de las veces, pierde la conciencia en sus momentos de juerga.

Esta conformación del personaje resulta valiosa, pues genera un prototipo de chica mala que va más allá de lo habitualmente asignado al comportamiento femenino. Con todo, ella no parece ser más que la imagen invertida del estereotipo masculino del vividor, el bohemio recalcitrante, incluso con características donjuanescas. De esta forma, la novela se tensiona en la reiteración del modelo patriarcal y el intento de jugar a romper las reglas asignadas a la mujer, cosa que no consigue, ya que carece de las herramientas o la energía para inventar o proponer un campo de autonomía diferente.

Así las cosas, el consumo de sexo y drogas termina siendo su único camino. Y en este punto también se produce la posibilidad de una doble lectura. La narradora consume drogas y cuerpos masculinos tal y como se espera que lo haga, como mercancías usables y desechables. Lo interesante de esto es la vuelta de mano, porque ella asume la mercantilización y termina cosificando los cuerpos masculinos, convenidos en meros objetos sexuales.

Pero todas estas interesantes tensiones se resuelven de la peor manera posible: la chica se enamora y ahí la historia se derrumba. Ahora es una mujer que vive y muere por amor, por la pareja única, y que, incluso, ve como tabla de salvación tener un hijo que le dé sentido a su vida. La dependencia de lo masculino se restituye íntegramente. Aquello que en un momento se presenta como rudeza, desafio constante e inestabilidad se resuelve en una amarga queja por tener un hombre al lado.

Vargas escribe de manera precipitada, rápida, representando adecuadamente la inestabilidad de su personaje; inserta también, aunque de soslayo, una crítica a un contexto más amplio, corrupto en todos sus sentidos. No obstante, lo que podría haber sido un excelente libro sobre un tipo de mujer desenfadada y procaz, llena de valiosas contradicciones, termina convertido en una novela romántica. Una vez más, el relato sentimental ha vencido. Será para la otra.


_____________________________
Carla Vargas, de profesión periodista, nació en Rancagua en 1994. "Vacío temporal" es su primer libro.

 

 

 

Dame pan y llámame perro
Nicolás Poblete. Cuarto Propio, 2020, 223 páginas.
LUN, 11 de septiembre de 2020

Madre e hija, dos mujeres solitarias, estigmatizadas por lo que socialmente se califica como locura. Dos mujeres que han construido un pequeño mundo de reposo y calma, aunque intervenido por la enfermedad y un ambiguo evento sangriento. Nicolás Poblete es el autor de esta novela íntima, melancólica, oscura, poética, donde la escritura se proyecta como un coro de voces en torno a dos centros. El autor consigue experimentar con sutileza, dando lugar a un relato tremendamente llamativo y sugerente.

Dame pan y llámame perro es el título de esta historia protagonizada por Clara, de diecinueve años, estudiante de primer año de veterinaria y voluntaria de una fundación de rescate animal. Su madre, con quien vive, fue profesora y a ratos costurera. Además, padece de una enfermedad mental, y si bien tiene carácter fuerte, no es violenta y deja que su hija viva como le venga en gana.

Clara dedica gran parte de su tiempo a cuidar animales maltratados y recolectar dinero para la fundación. La joven posee una actitud ingenua, frisando en lo infantil; le resulta incapaz ver maldad en quienes la rodean y además es entusiasta y amigable. Su voz es quieta, lírica, multifocal, orientada hacia sí misma y luego hacia su madre, los animales e Ignacio, una especie de novio, que se vuelve su obsesión, un tipo algo mayor que ella, de familia adinerada, karateka, exprofesor de historia, dominador y creyente en mitos populares sobre hechicería.

El volumen alterna la voz de Clara y la de diversos personajes que se refieren a la protagonista, pero no solo aparecen quienes la han conocido y tenido contacto con ella, sino también los interesados en la muchacha tras su horroroso destino. Al modo de la parte central de Los detectives salvajes, el relato elabora una suerte de archivo orientado a recordar a Clara y, de paso, reconstruirla mediante las voces de otros y otras, además de aproximarnos a las vidas de cada uno de los testimoniantes.

Todo este ejercicio tiene una perfecta ejecución, ya que logra introducir el tema sobre la desconocida identidad de quien rastrea y sus motivaciones. Esto permite que el libro adopte un carácter oscuro, ambiguo: ¿a quién podría interesarle recoger información sobre la muchacha?, ¿qué provecho podría tener esta búsqueda? Aunque lo más importante es que Poblete consigue que en ningún momento estas preguntas interfieran en lo fundamental, que no es otra cosa que la compleja elaboración de Clara a partir del contrapunto entre su voz y la de los otros. Estos últimos se enfocan tanto en sí mismos como en los terribles hechos que marcaron la suerte de Clara, acusando cierta equívoca responsabilidad ("algo se podría haber hecho para evitar el infortunio"); sin embargo, nadie actuó para detener la tragedia.

Poblete es un autor cuidadoso. Sus novelas muestran una rigurosa estructura y una permanente preocupación por personajes femeninos y atmósferas opresivas. En esta novela se reiteran sus intereses, pero hay algo más: una enorme madurez para construir una historia desconcertante sobre seres despreciados socialmente, donde la locura se vuelve ambigua, al igual que el llamado instinto maternal y el enamoramiento. Quizás lo más relevante de este volumen sea la perfecta dosis de obscenidad que se oculta en cada vida. Nadie está a salvo en esta novela ni del dolor ni de la violencia. Dame pan y llámame perro es claramente uno de los aciertos narrativos del año.


________________________________________
"Dame pan y llámame perro" es la décima novela de Nicolás Poblete (Santiago, 1971); "Cardumen", "No me ignores" y "Sinestesia" son algunas de las anteriores. El autor también ha publicado dos libros de cuentos.


 

 

Zona cero
Gilberto Villarroel. Suma de Letras, 2020, 254 páginas.
LUN, 18 de septiembre de 2020

En una suerte de epílogo de esta novela, su autor señala que su creación pretende ser una distopía alegórica en que los vampiros operan como símbolos del capitalismo salvaje. Y, efectivamente, Zona cero, de Gilberto Villarroel, es un relato fantástico, provisto de un fuerte componente político, donde lo que está en juego son las tramas del poder mundial y los efectos que este puede tener en un país tercermundista como el nuestro.

Gabriel Martínez, el protagonista, es un corresponsal de un medio extranjero que realiza un viaje laboral a Pichilemu, donde le toca vivir un megaterremoto. Entonces se comunica telefónicamente con Sabina, su pareja, una joven francesa embarazada que se encuentra en su lugar de trabajo en Santiago, en el piso 100 de la torre más alta del país.

A través de la televisión, Gabriel logra informarse de un suceso aterrador. En el cementerio general se ha derrumbado un mausoleo de los jesuitas, lo que ha abierto una fosa de la época colonial. Desde este lugar surge el "paciente cero", que se abalanza sobre los funcionarios del camposanto, dando inicio a la propagación del evento. A partir de ese hecho horripilante, Gabriel se desespera por rescatar a Sabina. Para ello contrata una avioneta con destino al aeropuerto de la capital, donde se reencuentra con un viejo amigo, el capitán Tony Díaz, jefe de un comando de marines que habían llegado al país a cumplir una misión importantísima.

Este movido comienzo no es más que una pequeña parte de lo que vendrá: aventuras sin parar y un montón de escenas espeluznantes que no dan respiro. Pese a la diversidad de subtramas, el libro jamás pierde su norte, la estructura no se difumina y cada uno de los personajes que se van sumando tiene un sentido claro y pertinente. Esto significa que no hay relleno, gratuidades ni exceso de artilugios.

Gabriel tiene entre ceja y ceja rescatar a su pareja y para ello deberá hacer un trato con Tony. Santiago se encuentra en cuarentena y cercada por un campo electromagnético, ya que se sospecha del comienzo de una pandemia. El objetivo militar es llegar a la catedral y rescatar a un personaje VIP para llevarlo a Estados Unidos. El sujeto posee la clave sobre lo que está sucediendo.

La narración mantiene siempre presente el discurso político; no solo Gabriel sino también tres mineros de Lota, que se encontraban en una huelga de hambre en la catedral, se encargan de conservar vivo el discurso contra la corrupción política, los ricos y sus estrategias de poder. Sus discursos tienen una presencia justa y precisa, suficiente para marcar el terreno ideológico por donde se mueven quienes representan la "chilenidad".

Vlad Tepes, apodado El Empalador (y también Drácula), es el super-vampiro y gran causante de la debacle ocurrida en Chile y el mundo. Sus discípulos son antropófagos y no poseen memoria. La efectiva simbología apunta precisamente a uno de los grandes objetivos del capitalismo, a saber, convertir a los seres humanos en zombis, sin más que un presente de consumismo infinito, dispuestos a destrozar a todo aquel que se oponga a sus deseos.

La estampa de una extraña comitiva que se abre camino por el centro antiguo de un Santiago plagado de mutantes es excepcional. Villarroel escribe con eficacia y rapidez, sin descartar la profundidad de cada personaje, dotando de un sólido contenido al género vampiresco, que por lo general se engolosina con una estética vacía.

_____________________________________________
"Zona cero" es la tercera novela de Gilberto Villarroel (Santiago, 1964), tras "Cochrane vs. Cthulhu" y "Lord Cochrane y la Hermandad de las Catacumbas". Periodista y guionista de cine y televisión, el autor vive en Francia.

 

 

 

El faro
Felipe González A. La Pollera, 2020, 97 páginas.
LUN, 25 de septiembre de 2020

Los afectos tomentosos y la muerte de los seres amados están teniendo cada vez menos lugar en la literatura nacional. El terreno sentimental ha quedado reducido a una gestualidad transitoria, incapaz de intervenir en el narcicismo de los personajes. Una excepción es este libro de Felipe González A., donde los sentimientos capturan al individuo y lo dejan expuesto al dolor por la pérdida.

El faro es una novela sigilosa y templada en cada uno de sus niveles: un relato profundo en sus trazos, delicado, minucioso y concentrado al dar cuenta de un proceso irreversible. La memoria en todo ello se convierte en una pieza esencial, pues los afectos se arraigan sin culpa ni orgullo.

El narrador protagonista, un profesor ya adulto, mantiene vigente los recuerdos de una etapa de su juventud a comienzos de los 2000. Una mezcla de solemnidad, timidez y forzado desparpajo caracteriza al entonces estudiante universitario. Viene de Santiago y se instala en Valparaíso a estudiar filosofia en la Universidad de Playa Ancha. La historia avanza con calma preparando la escena, hasta entrar de lleno en los eventos que marcarían su vida.

Fue una época intensa, plena por el aprendizaje, las amistades, las conversaciones importantes, el sexo y las mujeres. Así aparecen dos personas esenciales: el primo Rodrigo, su doble rebelde, y Alejandra, pareja del protagonista, quien concita rasgos de una feminidad inaprensible, donde confluyen inteligencia y pragmatismo. Su característica más llamativa es ser multifacética y poco dada a compartir secretos. Para el aprendiz de filósofo, las mujeres tienen dobles y hasta triples vidas, siempre están ocultando algo y, por lo mismo, resulta imposible llegar a conocerlas del todo.

La novela va construyendo un tipo de juventud disonante, alejada de los estereotipos de la juventud porteña, sin entregarse a la supuestamente obligatoria vida universitaria de excesos y fuera de las tensiones políticas que los rondan. Donde más cerca se ubican los personajes es en el plano de cierta intelectualidad que suele dedicar su tiempo a la conversación sobre sus crisis afectivas. Los tres jóvenes no podían imaginar que la tragedia los terminaría atrapando.

González interviene su escritura con reflexiones filosóficas mesuradas, sin caer en el atiborramiento, permitiendo con ello que los personajes, en especial su protagonista, ganen profundidad. Sus digresiones suelen ser sobre la percepción de la muerte y sus resonancias en los que sobreviven. Esto último implica que solo se puede resistir mediante el cultivo de la memoria, repleta de claves que únicamente con el tiempo será posible ir descifrando.

Es esta una novela donde el mito ha dejado de ser una lejanía para consolidarse en lo próximo La historia nos acerca a unas vidas accidentadas, con sujetos incapacitados para fortalecer una relación afectiva, pero que demuestran tener una actitud desafiante, aunque de baja intensidad, con la realidad que les ha tocado vivir. Quizás por eso el ahora profesor pase a ocupar un lugar intermedio entre el héroe y el antihéroe. Ese "entre" donde termina situado el personaje no es más que el lugar del testigo y, en última instancia, de quien se encargará de resguardar el mito y la memoria.

Felipe González A. ha elaborado una novela para reflexionar sobre aquello que parece a primera vista simple, pero que al poco andar se manifiesta como un intrincado y triste acertijo.


__________________________________________
"El faro" es la primera novela de Felipe González A., quien antes publicó el poemario "Los zapatos de gamuza. Crónica de la muerte de Luis González". El autor, nacido en Santiago en 1981, es reseñista de libros en varios sitios internéticos.


 

 

Tragar el sol
Patricio Jara. Alfaguara, 2020, 99 páginas.
LUN, 2 de octubre de 2020

La moderación ha sido una de las grandes características de la escritura de Patricio Jara. Sus personajes y sus historias jamás se han salido de madre, canalizando su accionar hacia una introspección siempre prudente. Sin embargo, todo tiene su fin. Jara ha escrito esta vez una novela sobre el día de furia de un personaje irrelevante desde un punto de vista irrelevante.

Tragar el sol está narrada por un profesor universitario de arte, de edad indefinida, pero cercana a los cuarenta, que vive solo y que alguna vez soñó con ser un artista renombrado. El protagonista elabora un relato centrado en su resentimiento contra el mundo de los artistas comerciales y su ámbito laboral. Toda su bilis es contenida, ya que proyecta un carácter inofensivo, incluso temeroso de dañar a quienes de algún modo saca provecho: la dueña del departamento que arrienda, su jefe en la universidad o su sociable compañero de trabajo.

El narrador pasa por una experiencia trivial. Tiene un alumno insoportable, obsesionado por usar su celular durante la clase. Este hecho más bien común se convierte en un TOC para el profesor, al punto de que termina agrediendo fisica y verbalmente al estudiante. Nada grave, en todo caso; no obstante, este hecho es asumido por el protagonista como una catástrofe que cambiará su vida.

La incertidumbre sobre su destino se despeja con rapidez, demostrando con ello la falta de criterio para dimensionar su comportamiento desmesurado y responder a las consecuencias. Además, el tipo es un cobarde, pero la novela no se detiene demasiado en esto, restándole a la historia el peso que correspondería explorar ese aspecto. Así, nos quedamos con un sujeto que va a tomar una decisión absolutamente exagerada debido a un hecho que no lo ameritaba. Este desnivel entre el hecho gatillante de la pequeña tragedia y los efectos en el personaje, histérico y fuera de sí, debilita el trasfondo de su malestar.

Ese momento es sin duda una cumbre en esta plana narración, ya que aproxima a una intimidad resentida de manera rotunda, sin vuelta atrás. Claro, porque se revela que el reposado profesor había incubado dentro de sí mucha rabia contra todo, la ciudad, sus habitantes y estilos de vida.

Tragar el sol es una novela correctamente redactada, pero sin ningún atisbo de brillantez. La historia es común y poco agraciada; más bien reitera el conocido tópico del ciudadano bien portado a quien un hecho sin mayor importancia hace estallar y cambiar su destino para siempre. De más está decir que Jara no le aporta nada a esa figura. El modo de narrar es simple y los personajes satélites poseen una pequeña y estereotipada dosis de grotesco. Como el volumen no profundiza en el rabioso artista fracasado, todo se queda empantanado en lo hiperbólico de su comportamiento, el cual ni siquiera alcanza a ser absurdo, sino simplemente torpe.

Un desacierto es esta novela dentro de la totalidad de lo que ha publicado Jara. Quizás pudo funcionar como cuento, ya que el libro contiene bastantes situaciones anecdóticas prescindibles, como la minuciosa descripción de una académica rusa que anda tras la pista de un ex militar que pudo convenirse en héroe. Ahí podría aparecer un contrapunto con el protagonista; sin embargo, no vale la pena el esfuerzo analítico para una novela menor como resulta ser esta.


________________________________________
Patricio Jara (Antofagasta, 1974) es autor de una decena de novelas, entre ellas "El sangrador", "Antipop" y "Geología de un planeta desierto", y de unos cuantos libros de cuentos y otros de crónicas musicales.



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2020
A Página Principal
| A Archivo Patricia Espinosa | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Crítica Literaria
Vacío temporal, Carla Vargas; Dame pan y llámame perro, Nicolás Poblete; Zona cero, Gilberto Villarroel; El faro, Felipe González A. Tragar el sol, Patricio Jara.
Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. Del 4 de septiembre al 2 de octubre de 2020