Providencia zombi. El misterio eterno
Ignacio Fritz. Mantícora, 2023, 231 páginas.
LUN, 9 de junio 2023
La ciencia ficción en su variante carnavalesca domina en la escritura de Ignacio Fritz. En las novelas de este autor proliferan las tramas laberínticas, casi siempre enmarcadas dentro de alguna conspiración gigantesca. La desmesura es el sello de Fritz, de modo que el exceso de personajes, citas, reiteraciones y reflexiones infinitas, a veces anodinas y hasta disparatadas, es totalmente esperable.
Estas matrices vuelven a estar presentes en Providencia zombi, aunque ahora con un matiz, ya que todo gira en torno a una revuelta social y una pandemia. Una especie de dos en uno. Claro, para qué separar estallido y crisis sanitaria si juntando ambos fenómenos se tiene la excusa perfecta para desplegar toda la paranoia y todo el delirio habidos y por haber.
El relato parte con una debacle, la revuelta social del 2024, cuyo epicentro es la Plaza Esperanza, en pleno centro de la capital. En este lugar, perteneciente a la acomodada comuna de Providencia, se encuentra Byron Muñoz, trabajador de la construcción y luchador de la primera línea. El, que es el infectado cero, muerde a Inés Trabucco, una elegante anciana, domiciliada cerca de la plaza. Hasta allí todo es más o menos esperable. La cosa se empieza a complicar al saber que el presidente de Chile, agentes militares y una química estadounidense están detrás de la infección. El objetivo es propagar el virus para tomar el control total del país.
De ahí en adelante todo se convertirá en una interminable retahíla de personajes delirantes que tienen todo el tiempo del mundo para desplegar sus cavilaciones. Desde la anciana contagiada al joven Byron, siguiendo por un profesor de literatura convertido en superhéroe, un boxeador, un conductor de autos, un médico de urgencias, el perro matapacos y hasta una mosca; sin embargo, hay más, muchos más.
Decir que al autor se le va de las manos la cantidad de voces incluidas en la historia es quedarse corta. Los monólogos de los personajes sencillamente paralizan la acción y diluyen por completo el supuesto discurso crítico del libro. Si alguien quisiera justificar todo esto bajo el argumento de que el volumen es una parodia, estaría en su derecho; total, hace años que la parodia sirve para justificar cualquier engendro.
Fritz tiene talento, lo ha demostrado de sobra en narraciones anteriores, pero en esta ocasión lo desperdicia. Uno de los aspectos más desatinados es el exceso de citas inútiles o material sobrante como la biografía completa de Hemingway, una extensa crónica sobre Raúl Ruiz, una crítica de cine del español Manuel Rodríguez Rivero o un poema malísimo dedicado a Afrodita. Será tarea del lector conectar todo eso con el Antimundo, hábitat de los muertos vivientes, y la Hermandad Halloween, ya abordada en una obra previa.
Si bien el caos puede ser un concepto clave para narrar el surgimiento de una sociedad zombi, tema tan manoseado literariamente, en la que se quiere reeditar el pinochetismo bajo la forma de necrocapitalismo, en esta novela el caos no es más que una falta de rigor estructural de marca mayor. En lo que no le falta rigor a Fritz es en su insistencia, casi fanática, por reflexionar sobre el reordenamiento del mundo mediante un poder fascista. En ese punto no hay incoherencias. En todo caso, todo parece indicar que el mayor talento del autor es su infinita capacidad para boicotearse.
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Ignacio Fritz ha publicado una decena de libros, entre ellos las novelas “Nachi”, “La indiferencia de Dios” y “Tribu” y los conjuntos de cuentos “Splatterpunk" y “El festín de los engendros”. Nacido en Santiago en 1979, el autor es licenciado en Comunicación Social.
Crueles y salvajes
René Araya. Ediciones del Gato, 2022, 187 páginas
LUN, 16 de junio 2023
Un contador de historias nato, entusiasta, entretenido es René Araya. Crueles y salvajes es un libro de relatos bastante irregular y con dosis importantes de efectismo, pero que de todos modos resulta atractivo por su capacidad imaginativa en torno a los oscuros secretos de sus personajes.
Araya posee un tono de oralidad que puede jugarle en contra, ya que sus personajes suelen aludir, precisamente, al hecho de recordar una anécdota suya o que alguien le contó. Este protocolo reiterado, similar al “había una vez” con que se inician los cuentos infantiles, no solo vuelve repetitivo el formato, sino que además revela un límite importante: la carencia de recursos que permitan arrancar sin la necesidad de marcar que algo le llegó de oídas o es un recuerdo personal.
Los protagonistas de los cuentos a veces son testigos de los hechos narrados y a veces meros reproductores de historias de otros. En general, se trata de varones con tendencia depresiva, pasivos, algo ingenuos y acobardados. Este último aspecto es uno de los más destacables del libro.
Hay un grupo relevante de narraciones que están bien construidas. Por ejemplo, “Carne que ata”, que remite a la homosexualidad secreta de dos figuras del fútbol europeo. Araya pone en práctica una prosa rápida, con diálogos precisos, ahondando en el lado sombrío de los protagonistas. Otro acierto es “Otra vez Rulfo”, un divertido relato en torno a las razones que motivaron la sequía literaria de Juan Rulfo. En un tono diferente, pero no menos poderoso, destaca también “Mira, un helicóptero”, centrado en un militar que, junto a su pareja, adopta una niña haitiana. Cuando la pequeña comienza a preguntar sobre hechos macabros ocurridos en dictadura, el protagonista se ve acorralado; su progresiva desesperación es abordada con una prosa dura que logra representar el embrollo en el cual se sitúa este hombre.
Los problemas comienzan en el momento en que el autor trata de mostrar el costado humano de sujetos despreciables, porque fuerza las cosas al punto de caer en la solución más fácil. Asi sucede en “El concepto del amor en San Agustín”, protagonizado por MM, ministra de Justicia del dictador Pinochet. Si bien resultan esperables las complejidades de esta mujer fuerte, la imagen de ella llorando en su habitación es un exceso. Este accionar de la protagonista suena a una “pasada de cuenta” fácil y muy básica para demostrar su lado débil.
Otro cuento donde también se apela a la humanidad de un personaje bestial de manera casi absurda, al convertirlo en ingenuo, es “Cincuenta voces”. Esta vez es el propio dictador el protagonista. Durante su estadía en Virginia Waters, Pinochet escucha voces extrañas en la casa y, a instancias de su esposa, decide contratar a un experto en psicofonía. Lo mismo ocurre en “Un próspero hombre de negocios”, donde dos hermanos —uno exitoso y el otro idealista- juegan Monopoly, mientras la madre yace enferma de alzhéimer. El juego deja demasiado en claro la disputa filial y se vuelve redundante en cada comportamiento de los personajes. Es más que evidente el carácter naíf de estos cuentos que desequilibran de manera rotunda el volumen.
El marcado contraste en la factura de los relatos de Crueles y salvajes evidencia una gran falta de control a la hora de editar un libro; sin embargo, no se puede despreciar el mérito de algunas historias donde el narrador consigue llegar a la profundidad de sus personajes.
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“Crueles y salvajes” es el primer libro de cuentos de René Araya, quien ya ha publicado dos novelas: “Cautiverio feliz” y “Oración por Chile”. El autor nació en Iquique en 1980 y es cientista político.
El gato cae por las escaleras sin hacer ruido
Federica Larraín Matte. Cuarto Propio, 2022, 203 páginas.
LUN, 23 de junio 2023
Si existiera un ranking sobre cuál de los géneros literarios es más proclive a los lugares comunes, el romántico ganaría por lejos. Y, de todos los lugares comunes, la diferencia de clase entre los amantes es el más socorrido. Bueno, esta novela de Federica Larraín Matte lo confirma, aunque un elemento central plantea un importante quiebre en la narración.
El gato cae por las escaleras sin hacer ruido presenta el romance entre dos mujeres. El amor lésbico, que en pleno siglo XXI ya no debiera ser llamativo, le da al libro un aspecto actual, una suerte de renovación al género romántico, que se ha demorado demasiado en suceder en la literatura nacional. El gran problema es que este amor disidente no tiene mucho que lo diferencie del amor heterosexual.
Así, nos encontramos con Amelia, una chica universitaria, bella, inteligente, de familia conservadora y acomodada. Edith, su contraparte, es la asesora del hogar que viene recién llegando de provincia. La tía Ani, que trabaja desde hace años con la familia de Amelia, la ha recomendado como su ayudante en las labores domésticas. Es recibida por todos con amabilidad e indiferencia, exceptuando a la joven Amelia, quien a primera vista se siente gratamente perturbada por Edith.
La narración presenta una crítica a la familia conservadora en paralelo al despertar sexual de Amelia, a la que le cuesta ver que la gran traba para consolidar su vínculo con Edith es la diferencia social. Edith, por su parte, aun cuando está consciente de la desobediencia que representa el objeto de su afecto, se deja llevar por la atracción desmedida que la muchacha le despierta. De esta forma, el volumen se centra en describir el amor clandestino entre dos chicas de mundos distintos.
Entre ambas existe una frontera infranqueable: el peso de la clase. Si hubiera que decidir si es el lesbianismo o la clase el mayor impedimento para que este amor fructifique, habría que responder que la novela se la juega por la diferencia social entre ambas. Obviamente, las dos tratarán de mantener su relación en secreto, aunque con la amenaza constante de ser descubiertas.
La autora construye un mundo polar. Amelia habla de manera formal y Edith con coloquialismos; Amelia es ingenua y Edith avispada. El resto de los personajes se define por un rasgo: la madre pragmática y volada, el padre ausente, los hermanos movedizos, la vieja “nana” obsecuente, los jóvenes amigos de Amelia, siempre de juerga. Pero no solo los personajes secundarios aparecen simplificados. Mientras más se robustece el romance, más se adelgaza el contexto. Esto debilita el polo de los adversarios, los que pasan a ser una especie de amenaza difusa, con muy poco discurso.
La autora escribe con agilidad y se enfoca siempre en los rasgos sensuales de sus protagonistas. Como en tantas novelas de este tipo, la concepción del sexo es cristalina, sin lascivia o un deseo que desborde los cuerpos. Con todo, la historia cumple con mantenernos pendientes de la continuidad de esta pasión secreta o del momento en que salga a la luz. Además, el volumen no traiciona las expectativas de denuncia de los prejuicios homofóbicos de todos los que rodean a la pareja.
El mito del amor romántico como base del melodrama se cumple a cabalidad en esta novela, cuyo aspecto más débil, a fin de cuentas, es la ausencia de diferenciación entre un amor lésbico y uno heterosexual.
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Federica Larraín Matte nació en Santiago en 1998. Es actriz y autora de varias obras teatrales, entre ellas "Perdóname por solo acordarme de ti cuando me aburro”, uno de cuyos montajes también ha dirigido. Con la novela que aquí se reseña debuta como narradora.
Autor material
Matías Celedón. Banda Propia, 2023, 115 páginas.
LUN, 30 de junio 2023
Si hubiese que elaborar una lista de nombres ruines, Carlos Herrera Jiménez tendría en ella un lugar asegurado. Este militar, ex agente de la CNL condenado a cadena perpetua por participar en los homicidios del dirigente Tucapel Jiménez y del carpintero Juan Alegría, es central en este libro de Matías Celedón.
En 1996, estando ya en la cárcel, Herrera Jiménez grabó el primero de una serie de audiolibros para ser utilizados en una escuela de ciegos y que contienen “ochenta y dos horas de sonido directo desde el interior de su celda”. Estos audios rastreados por el autor sirven de base al volumen.
Tres capítulos y una diversidad de voces conforman Autor material. El primer segmento es narrado por Herrera Jiménez. El segundo es una compilación de citas de los libros leídos por el criminal, que escenifican torturas y crímenes realizadas por agentes del Estado. Y el tercero está a cargo de Celedón, quien oficia de voz principal y narra el comienzo de su investigación, sus objetivos y reflexiones sobre el ajusticiamiento de Tucapel Jiménez y Juan Alegría; son relevantes, además, sus ideas sobre visualidad, sonoridad, el lenguaje y cuerpo.
Este libro puede ser calificado como una especie de novela-ensayo, donde predominan las estrategias de montaje, reelaboración e intervención de un fragmento de la violenta historia del país. Este modo de mirar oblicuo permite poner en tela de juicio lo que conocemos como verdad oficial, memoria y violencia.
En términos de elaboración, destaca la transmedialidad, que da lugar a un cuerpo textual híbrido, donde el lenguaje interactúa con formas y recursos tecnológicos, como referencias constantes a grabaciones, más imágenes de escritura braille y hasta un código QR (que efectivamente funciona) con la voz del criminal. Todo ello conforma una sumatoria de partes que se retroalimentan, dando lugar a una especie de maquinaria donde se combinan palabras e imágenes que permiten sumergirse en el terror de la dictadura.
Pese a que Autor material pareciera consolidarse en torno a un autornarrador austero, en él habita una obsesión: “Las frases grabadas de Autor material son fragmentos subrayados de los libros leídos por Herrera Jiménez”, donde “pensaba que podía haber algún mensaje cifrado, alguna comunicación entre líneas”. Para el autor, el acto lector del asesino, aun cuando parecía un “espacio de libertad, un lugar donde nadie podía juzgarlo y ni siquiera reconocerlo”, posee una residualidad. La idea de un mensaje cifrado, un secreto que busca su traductor es probablemente la gran motivación no solo del capítulo, sino del volumen.
Los materiales que conforman este libro nos llevan a calificarlo como un contraarchivo, a modo de retazos personales y ajenos, que se opone al concepto de archivo que el Estado y sus políticas del olvido no han podido ocultar ni neutralizar. El verdugo Herrera Jiménez que elabora Celedón no saldará jamás sus delitos, nunca podrá empezar de cero, porque sus acciones, su voz y sus posibles mensajes cifrados siguen resonando como restos de una historia maldita que hasta ahora no concluye.
Celedón escribe con una ira y una fiereza camufladas de calma y reflexividad. Su libro es un puñetazo sólido a la desmemoria, donde expone bellas y horrorosas reflexiones en torno a la política y la estética literaria, la interconexión de lenguajes, la desmemoria de un país enceguecido y la urgencia de recordar en tiempos donde el mal amenaza con repetirse.
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“Autor material” es el quinto libro publicado por Matías Celedón (Santiago, 1981); aunque los cinco han sido presentados como novelas, en rigor son más bien inclasificables. Los anteriores: "La Filial”, “Trama y urdimbre”, “Buscanidos” y “El Clan Braniff”.
Succión
Nicolás Poblete. Cuarto Propio, 2023, 141 páginas.
LUN, 7 de julio de 2023
Abandonando las tramas complejas y profundas de sus anteriores libros, el productivo Nicolás Poblete elabora por primera vez una novela más bien leve y doméstica, una tragicomedia en la que despliega una mirada ácida para abordar las enloquecidas formas de vida de un conjunto de personajes estrambóticos, pero también rotundamente dramáticos. El autor se interna así en un terreno nuevo y resbaladizo del que, eso sí, no sale muy airoso; quizás lo que lo salva es su eficaz humor negro.
Ingrid era una joven trabajadora en el rubro banquetería. Luego de su temprana muerte, su familia instaló una animita que se convirtió en un concurrido santuario popular al costado de la carretera. Un cúmulo de peluches y numerosos tributos de origen chino le dan al lugar un aire a mall. Y, aunque nunca deja de estar presente, no es ella la protagonista de esta novela, sino su amiga Sarai, una profesora en un gimnasio con quien mantuvo amistad hasta su fallecimiento. Sarai, que es hija única, tras el terrible suceso se vincula con la madre y el padre de Ingrid con el propósito de otorgarles ayuda, incluso en dinero. El plan es estimular a la madre con un emprendimiento gastronómico y al padre con el inicio de una carrera política.
Sarai se dirige constantemente a la difunta Ingrid, a quien le expone cada parte del proceso de ayuda a su familia, pero también su propia vida e intimidad. En su relato van apareciendo variados personajes, como la secretaria del gimnasio, el entrenador de yoga —pareja de Sarai—, su propio padre y la amante de este: un grupo de personajes explorados siempre desde una mirada que destaca sus retorcimientos y boberías, porque todos sus atributos son un amasijo de rasgos no solo estrafalarios, sino ridículos. Y es aquí cuando Poblete se engolosina burlándose de sus personajes, lo que tiene un alto costo, ya que todo lo dramático se pierde para convertirse apenas en una sucesión de escenas y perfiles grotescos.
Es cierto que hay que reconocer en el autor el esfuerzo por imponerle al libro un modo narrativo acelerado, centrado en una anécdota donde siempre hay un ángulo divertido, así como la eliminación del lenguaje oscuro y denso, evitando eventuales reflexiones en torno a la escritura, la memoria o el mal. También podría ser interesante la configuración de los personajes, los que resultan todos odiosos. Sin embargo, ninguno de ellos logra generar la más mínima empatía. Incluso Sarai, que al comienzo se expresa con un lenguaje filoso y tiene una mirada destructiva, sin sentimientos, pierde rápidamente estas características y queda convertida en uno más de estos seres insustanciales.
El problema mayor es que el volumen carece de profundidad en hechos centrales, como el vínculo de Sarai con la muerta. Nunca se dan indicios de cuáles son sus motivaciones, qué la lleva a visitar a la animita con frecuencia y por qué presta ayuda económica a los padres de Ingrid. Con bastante imaginación se podría sospechar que la narradora algo tuvo que ver en su muerte, pero no hay ninguna señal que permita afirmarlo.
Pocazo se ve de la efectividad a la que nos tiene acostumbrados Poblete. Aunque hay que reconocer que, en un autor sólido como este, la apuesta por entrometerse en nuevos derroteros siempre será valiosa, en particular su incursión en el terreno del humor negro.
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Contando “Succión”, Nicolás Poblete ha publicado la friolera de doce novelas -entre ellas, “Nuestros desechos”, “Si ellos vieran” y "Subterfugio”-, dos volúmenes de relatos y un libro de poemas en inglés. El autor nació en Santiago en 1971.
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Crítica Literaria Providencia zombi. El misterio eterno,
Ignacio Fritz; Crueles y salvajes,
René Araya; El gato cae por las escaleras sin hacer ruido,
Federica Larraín Matte; Autor material,
Matías Celedón; Succión,
Nicolás Poblete.
Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias, del 9 de junio 2023 al 7 de julio de 2023