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Crítica Literaria

Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. 13 de marzo al 10 de abril de 2020


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Animales extintos
Paula López Wood. Cuarto Propio, 2019, 98 páginas.
LUN, 13 de marzo de 2020

Este no parece el libro de una debutante, porque su escritura denota seguridad, posee un estilo definido en aquello que quiere narrar, en el diseño del tiempo y los personajes, todos ellos atados a la memoria y la extrañeza. Paula López Wood delinea aquí diversas voces de mujeres con tono propio, decididas y con una extraña vinculación con la muerte.

Animales extintos es un volumen de cuentos donde se concentran sujetos oscuros que arrastran una memoria de pesares y muertes. Solo niñas y mujeres ocupan el lugar central en estas narraciones, en las que reina la infelicidad, la tensión entre la obediencia y el desafio a los mandatos familiares. En general, se trata de mujeres de pocas palabras pero de mucha reflexión, entregadas a su suerte; es decir, solitarias, carentes de demostraciones afectivas, con el claro propósito de construirse un mundo propio más allá de los límites; con todos los riesgos que implique, la desobediencia es su principal revancha.

Hay en ellas un deseo de ejercer el mal sin tomar conciencia de sus consecuencias. Esta suerte de perversión opera por defecto, al modo de una venganza innata ante el apremio que sufren los personajes. Así se advierte en "La estancia de los caiquenes", donde una joven, tras la muerte de su suegra, se instala en la Patagonia, junto a su pareja, para hacerse cargo de su cuñado, que padece autismo. La historia nos muestra a una mujer sometida y a un hombre gélido, encerrado en un mundo propio que toma decisiones ignorándola. En medio de esta situación de romanticismo degradado, el muchacho va adquiriendo una importancia central. El desenlace de este relato permite revertir la imagen pasiva de la mujer y mirarla desde una posición aterradora.

En estos cinco relatos destaca la pulcritud de la escritura, el tono lírico, el despliegue de historias que fluyen entre el pasado y el presente, otorgando al paisaje un poder simbólico destructivo que prefigura el destino de quienes lo habitan. El entorno seduce, se apropia de los personajes, al modo de una energía maliciosa que busca destruir más que aquietar los ánimos.

El mayor talento de López Wood es enfrentarnos a personajes que parecen inocuos pero que en el fondo son despiadados, como ocurre en "Aguas profundas". Una mujer adulta asiste a la fiesta de exalumnos de su colegio tras casi dos décadas. El hecho gatilla sus recuerdos con su mejor amiga y Amalia, una niña recién llegada al curso, detestada porque no correspondía a los cánones de belleza del colegio. Plena de una atmósfera opresiva, la narración presenta un proceso de bullying estremecedor que no solo destruye el mito de la infancia mágica, sino que también carga a las niñas con una maldad inusual.

La autora delinea y construye con soltura sus personajes, exponiéndolos en su turbulenta intimidad y remarcando su psicología y el modo en que surge en ellos lo siniestro. Uno de los aspectos recurrentes en estos cuentos es la presencia de la memoria de infancia. Evocar el pasado es acceder al origen de una derrota indescifrable, carente de magia y de alegría. Este tramo de la vida resulta irremontable, ya que además condiciona una adultez fracasada.

Animales extintos es un libro de relatos sobre mujeres que no encajan, que no encuentran jamás un lugar, un refugio para librarse de la violencia exterior y del peso de una intimidad convulsionada.


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Paula López Wood, licenciada en estética, cronista de viajes, nació en Santiago en 1987. "Animales extintos" es su primer libro.


 


Sara
Maivo Suárez. Kindberg, 2019, 155 páginas.
LUN, 20 de marzo de 2020

La jubilación marca el fin de una etapa en la vida de la protagonista de esta encantadora novela escrita por Maivo Suárez. Sara es un drama con algunos visos de comedia, centrado en una mujer incorrecta que logra hacernos cómplices de sus escasos aciertos y sus grandes decepciones.

Sara es una mujer de clase media, jubilada de una empresa de alimentos. Un torbellino, intensa y a veces seductora, pero también odiosa, desubicada y parada en la hilacha. La novela comienza cuando su hija, que tiene treinta años, por fin se va del hogar que comparten, dejando a Sara libre para derrochar su tiempo y hacer lo que se le venga en gana. Sara es similar a cientos de mujeres que han sido desechadas por el sistema laboral y que deben sobrevivir con una pequeña pensión. Pero está motivada y busca conocer gente nueva y ganar dinero de manera independiente, ya sea arrendando una pieza a turistas o depositando sus ahorros en un riesgoso fondo mutuo.

Si bien podemos conocer muchos aspectos de Sara, lo que más llama la atención es su parte más oscura. Porque cuando Sara odia o se siente traicionada, desata su ira, sus prejuicios y sus resentimientos, convirtiéndose en un energúmena, incapaz de advertir las consecuencias de sus acciones. En justicia, lo cierto es que todas las mujeres que rodean a Sara se convierten, en más de una ocasión, en seres insoportables.

Suárez, la autora, escribe con una fluidez grandiosa; además, consigue elaborar una historia de largo aliento, sin perder jamás de vista a su protagonista. En términos de acción, el relato corre, serpentea y se anda en pequeños sucesos cotidianos, menores, logrando mantener las expectativas. Esto da como resultado una narración sencilla pero profunda, pegada a la piel de la mujer que se lamenta por el envejecimiento y por todo aquello no realizado. En última instancia, se trataría de un ser consciente de su fracaso que, pese a su desgaste, aún tiene fuerzas para iniciar una nueva vida.

Una de las características principales de Sara es ser malpensada y, en menor medida, hiriente y violenta en su habla. Nada se salva, ni siquiera su anciano padre. Y en esto reside todo el riesgo del volumen: construir un personaje al que podría aborrecerse es un atrevimiento enorme de la autora. Sara no cambia; es más, enfatiza su condición desagradable sin llegar a la caricatura o a lo esperpéntico. Pero lo que le da verdadero espesor al relato es que, junto con eso, Sara es expuesta como una mujer crédula y hasta ingenua, pese a sus sesenta y tres años. Además, posee una característica particular: no advierte cuando incomoda o resulta desagradable. Esta incapacidad la vuelve aun más atractiva, ya que revela un narcisismo extremo y una falta de tino monumental. Ir contra la corriente le otorga frescura y cierto aire de rebeldía adolescente que enriquecen su discurso incorrecto.

Pese al tono divertido de las tribulaciones del personaje, el libro tiene un marcado cariz pesimista. La protagonista parece hundirse en el desencanto y la historia la conduce hacia la catástrofe con una fuerza imparable. Sara es un personaje inolvidable, como pocos en la narrativa nacional. Maivo Suárez construye casi un policial, mediante una trama misteriosa, con múltiples sospechas e indicios, que se orientan hacia un hecho clave. Sin duda Sara, la primera novela de la autora, es apenas la punta del iceberg de una excelente escritora.


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"Sara" es la primera novela de Maivo Suárez, quien antes publicó el volumen de cuentos "Lo que no bailamos" y el libro infantil "Entre dos casas". La autora nació en Talcahuano en 1964 y vivió su infancia y juventud en Argentina.

 

 


La casa del espía
Luis López Aliaga. Planeta, 2019, 260 páginas.
LUN, 27 de marzo de 2020

El caso Rocha remeció la crónica policial el año 2008. Fue protagonizado por un empresario de la educación que motivado por los celos asesinó a un martillero público, posible amante de su pareja. El método de Gerardo Rocha para deshacerse de su adversario fue quemarlo, pero algo falló, haciendo que todo terminan aun peor. Este hecho policial es el que sirve de base a la reciente novela de Luis López-Aliaga, La casa del espía, un thriller espeluznante que no suelta al lector hasta la última página.

López-Aliaga propone una red de historias interconectadas con precisión, desplegando en escena una diversidad de personajes, delineados con soltura por medio de unos cuantos trazos, pero que dejan en claro su condición de perdedores. Todo huele a fracaso en este volumen y también a violencia y traición. Cada tramo del relato resulta condicionado por una temporalidad acelerada, como si no hubiera tiempo que perder en desvíos que apartaran del eje conformado por dos personajes: Gerardo Rojas, un acaudalado empresario, y Bruno Paravic, basado en el decadente investigador privado que trabaja para Rojas.

Ambos conforman una entidad que se retroalimenta. Paravic es un buscavidas, seductor, de cincuenta años, separado, con dos hijos adolescentes, que lleva años en el rubro detectivesco. Tuvo sus quince minutos de fama luego de haber aparecido en Sábados gigantes, logrando resonancia pública y muchos clientes. En el presente del relato se dedica a casos menores, y por lo mismo cuando Rojas lo contrata para investigar a su esposa, a la que supone infiel, Paravic no cabe en sí de alegría. Sabe que ha encontrado una mina de oro y así comienza a alimentar de información a su cliente, sirviéndose de toda una red de ayudantes que le permitirán intervenir comunicaciones y realizar seguimientos durante las 24 horas del día. Rojas, por su parte, es un emprendedor, con un ojo privilegiado para los negocios con redes que van desde las altas esferas políticas chilenas hasta el criminal Manuel Contreras. Además es un místico adorador de divinidades orientales, lo cual no quita que en su casa sea un tipo controlador, irascible, prepotente, agresivo y obsesionado con la infidelidad de sus parejas, con las cuales no duda en ejercer toda la violencia que pueda.

Estamos en presencia de una historia estructurada con inteligencia, donde la maquinaria ficcional opera con enorme precisión, aceitada por un lenguaje escueto, rudo, empapado de derrota, locura y violencia. López-Aliaga elabora, además, un discurso crítico impecable sobre el periodo 2007-2009 y por extensión a todo el tramo desde el fin de la dictadura, lo que le permite conformar un cuadro de época sencillamente pútrido, ya que el lobby y la corrupción, tanto en el sector público como en el privado, llegan a un punto álgido. Es en este contexto donde estos dos sujetos, el empresario y el detective, intentan ganar dinero a costa de lo que sea, imponiendo sus propias reglas, sin límites para lograr sus objetivos. Ambos personajes son las dos caras de una misma moneda.

El máximo acierto del autor es construir personajes aborrecibles, sin manifestar por ellos compasión alguna, pero alejándose de la caricatura, llegando incluso a generar ciertos momentos de empatía con los despreciables sujetos. López-Aliaga ha escrito una novela clásica, llena de cinismo, infamia y suciedad, muy destacable y por cierto de lo mejor que se ha publicado el último año.


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A lo largo de una extensa y premiada trayectoria, Luis López-Aliaga ha publicado ocho libros, entre novelas, cuentos y crónicas. Además, es guionista de televisión y socio fundador de la editorial Montacerdos.

 

 


Pieza amoblada
Valentina Vlanco. Cuneta, 2019, 149 páginas.
LUN, 3 de abrl de 2020

Solo mujeres protagonizan este libro de claras influencias donosianas, que aborda temas como la vejez, la emancipación y el castigo social para quienes van más allá de los determinismos de género. Pieza amoblada es una novela que con enorme firmeza pone sobre la mesa la tensión entre el deseo y el rechazo de ser madre, a través de un trío de mujeres dispuestas a arriesgar todo lo que tienen.

Valentina Vlanco lleva a cabo un proyecto definido por una fuerte carga simbólica, expresada en abundantes figuras retóricas, como comparaciones y metáforas, lo cual le otorga al volumen un marcado tono lírico. La prosa se detiene en la descripción minuciosa de personajes y contextos para ir dando forma a lo que puede denominarse mundo interior. Ese es el terreno donde mejor se mueve la autora, quien construye con acuciosidad a las tres protagonistas: Sara, una mujer burguesa de cuarenta años, infértil, cuyo mayor deseo es tener un hijo; Teresa, la "nana" de toda la vida, dedicada al cuidado de la casa familiar; y Pía, una joven provinciana que arrienda una pieza en la antigua casona y con quien Simón, pareja de Sara, tiene un amorío cuyo resultado es el embarazo de la muchacha.

En términos narrativos, hay una alternancia permanente entre las voces de los personajes y una voz externa a la situación, una especie de supranarradora. Esta última corresponde a la figura amoral, una voz de mujer que manifiesta empatía por sus personajes y remarca la ficcionalidad de lo que leemos. Este recurso permite considerarla como un cuarto personaje, cuyo propósito fundamental es realizar acotaciones menores, pero no poco importantes, a las formas de opresión femenina. Las voces de los personajes, por su parte, son expuestas siempre en primera persona, conformando un coro diferenciado en sus puntos de vista y modos de habla.

Aquello que nuclea a las tres voces, Sara-Teresa-Pía, es la maternidad fallida. Mientras Sara y Teresa consideran que ser madre es un deber femenino, la principal meta en la existencia de una mujer, Pía lo rechaza: para ella, la maternidad constituye una carga de la que con gusto se desprendería. Esta manera de pensar, desligada de culpa, se convierte en una falta socialmente inaceptable que persigue al personaje y lo enfrenta a tomar una decisión violenta pero justificable.

En esta historia no hay momentos de estabilidad; es más: los conflictos repercuten en una constante degradación de los personajes. Sus cuerpos mustios y consumidos operan como correlato de una suma de frustraciones cuya raíz, al menos en Sara y Teresa, es la imposibilidad de ser madres. La novela, por tanto, expone una crisis de género a partir del no cumplimiento de dos de los más importantes dogmas que la cultura impone a las mujeres: la reproducción biológica y el amor hacia los hijos.

Una mirada tan malsana como tierna posee Vlanco, lo que le hace eludir una visión polar al momento de elaborar a sus personajes, encerrados en atmósferas teñidas de cierto goticismo. Pieza amoblada es una novela concreta que, además de lo ya dicho, postula la recuperación del sentido de tribu, de pequeña comunidad, que permita encontrar —pese a los inconvenientes que pueda conllevar— un modo de vivir más allá del que dictan las imposiciones sociales.


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Valentina Vlanco nació en Santiago en 1994. Es licenciada en derecho por la Universidad de Chile y ahora estudia letras hispánicas en la Universidad Católica de Chile. "Pieza amoblada" es su primer libro.

 

 

 

 

Incendios
Felipe Fuentealba Rivas. Mago, 2019, 226 páginas.
LUN, 10 de abril de 2020

Hace tres o cuatro años, Felipe Fuentealba Rivas publicó su primer libro, Otoño, un conjunto de cuentos de veras olvidable. Ahora se ha atrevido con un segundo libro, Incendios, también de relatos, y el giro que ha dado es extraordinario: su prosa esta vez es otra, irreconocible, como si se tratara de un autor distinto. Atrás ha quedado su escritura precaria, edificante, envuelta en una ingenuidad calamitosa. Fuentealba Rivas se ha renovado por completo y en plenitud.

Once cuentos conforman Incendios, donde predominan los sujetos secos, contenidos, con vidas comunes. El máximo acierto del autor es su modo de abordar a este tipo de personajes: rondándolos, cercándolos, hasta atraparlos, y, una vez cogidos, dejarlos dispuestos para que expongan libremente su intimidad.

Los afectos que inundan estas historias se asemejan a un virus inevitable de contener, que se pega a los individuos y los hace responsables de otros, pero también los vuelve culpables. Esa mezcla es la base de relaciones fundadas en un respeto casi reverencial, en particular cuando los seres amados son padres o hijos. Y, como si eso fuera poco, hay además otra extraña zona de afectos, vinculados a seres al borde de la muerte, que no pertenecen al entorno familiar y que generan en los protagonistas una carga de seducción levemente erótica. Como si la cercanía con la muerte fuera el mayor atractivo de estos personajes que ignoran que les queda poca vida.

Las enfermedades terminales, los hospitales, la decadencia de los cuerpos, incluso la muerte, son observados con indulgencia en la mayoría de los textos. Aun así, destacan dos casos particulares: los relatos "Incendios #1" e "Incendios #2". En ambos, hay un padre que se esfuerza por proteger a su hijo de cualquier peligro, pero en el segundo de los textos, una especie de continuación del primero, la desesperación del padre llega a un grado máximo. El foco de la historia está puesto en un padre que busca cómo salvar su hijo en medio de una catástrofe. La angustia es representada a través del errático proceder del progenitor, impotente ante los hechos, y su enfebrecido discurrir, que lo lleva a tomar decisiones que pueden resultar fatales para el grupo familiar.

En los otros relatos, las atmósferas y las actuaciones de cada personaje son sombrías, aletargadas, poco ruidosas. Pese a ello, los clímax son intensos y verosímiles, sin ningún tipo de impostación, afirmados en una escritura precisa, donde nada sobra. En estos cuentos todo posee un barniz lúgubre, pesimista, demoledoramente triste. La falta de expectativas es categórica, como si existiese un destino que va imponiendo un tiempo muerto que conduce con parsimonia las vidas de estos seres hacia el infortunio.

El autor consigue delinear con exactitud y simpleza personajes atrapados por la explotación, la rutina, el desapego, los sentimientos enfermizos; seres cuya única posibilidad de participar en la vida es haciéndolo en una suerte de tablero de juegos maldito, donde, una vez que se ha movido la primera ficha, no hay salida posible. Incendios es un gran libro, incluso situable en la primera línea de los volúmenes de cuentos de los autores de las últimas generaciones. En realidad, el caso de Fuentealba Rivas es, por decir lo menos, raro, muy raro: pasar en apenas tres años de un libro realmente vergonzoso a otro excepcional lo ubica en el limite de lo fantástico.


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Felipe Fuentealba Rivas nació en Nacimiento, valga la redundancia, en 1982. Antes de "Incendios" publicó otro libro de cuentos, "Otoño". Es profesor de filosofía.



 

 

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Crítica Literaria
Animales extintos, Paula López Wood; Sara, Maivo Suárez; La casa del espía, Luis López Aliaga; Pieza amoblada, Valentina Vlanco; Incendios, Felipe Fuentealba Rivas.
Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. 13 de marzo al 10 de abril de 2020