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Crítica Literaria

Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias, del 31 de marzo al 21 de abril de 2023




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Adentro la herida
Daniela Acosta. Amical, 2022, 141 páginas.
LUN, 31 de marzo 2023

El abuso infantil —nunca hay que dejar de decirlo y repetirlo, nunca— es una plaga demoledora, horrorosa, capaz de destruir vidas, pues el depredador utiliza su poder para satisfacer sus deseos más repugnantes en la figura de un niño o niña. Y una mujer abusada en la infancia por su padre es la protagonista de esta novela de Daniela Acosta. Una historia de superación personal donde el dolor, la pérdida del sentido vital, la rabia se apoderan de un personaje atrapado por el fantasma del violador.

Resulta imposible no estremecerse con este veraz retrato de la víctima o, como dice la propia narración, sobreviviente. La protagonista es profesora, trabaja en un colegio, tiene más de cuarenta años y vive sola en una habitación arrendada. Cuenta con apenas dos amigas, pero que valen por mil: Julia y Antonia son el mayor sostén en la vida del innominado personaje central.

La biblioterapia o escritura terapéutica, como técnica que contribuye a un proceso de sanación, se ha convertido en un formato literario recurrente. La protagonista de este libro obedece así a la propuesta de su psicóloga, orientada a un proceso de mejoramiento emocional.

Acosta consigue elaborar una intimidad apegada a lo cotidiano, donde la realidad resulta empapada por la mirada del dolor. Las rutinas laborales, el diario vivir, sus eventuales conversaciones y salidas sociales han perdido sentido. A favor, sus visitas a la psicóloga permiten al personaje intentar reconstruirse.

Es en el terreno afectivo donde se encuentra lo mejor de este volumen. Acosta posee un enorme talento para expresar las emociones de su protagonista. Logra que sintamos su dolor, los síntomas de sus crisis de pánico, su miedo a vivir y verbalizar la tragedia. De igual manera, el relato es eficaz en elaborar un personaje que se deja llevar por su ira. No hay derecho para la rabia de las mujeres, históricamente ligadas a la histeria y el resentimiento; sin embargo, ella se desvía de este perfil y la narración asume el odio y la rabia contra su abusador y la complicidad de la madre.

La mayor flaqueza de esta novela es que poco y nada queda a la imaginación; todo se entrega al lector de una forma demasiado literal, como si quisiera expulsar segundas o terceras lecturas: "Tuve que limpiar una vez más el baño [...]. Mientras fregaba las paredes y la tina, pensé en sí podría lavar mis dolores de esa forma, con un pañito, con jabón, con cuidado. Si el dolor lo tengo en mi cuerpo, podría enjuagarme esos pesares, sacar de mi cuerpo estas tristezas acumuladas por años. Fantaseaba que era la tina, que la esponja que pasaba para dejarla impoluta, brillante, se deslizaba por mi piel y retiraba las células cansadas ya de sufrir para darles paso a las nuevas, sin toda la información de las antiguas". Ligar limpieza vital con aseo del baño es demasiado tosco, básico.

Por eso, Adentro la herida termina siendo una novela condescendiente. Cualidad que de ningún modo permite negar que hay una importante utilidad en esta historia, la que resulta perfecta para cumplir con el objetivo de ayudar a superar crisis, infortunios, hechos cuya violencia ha sido devastadora. Literariamente, sin embargo, la propuesta es débil, cargada de frases hechas, recursos literarios simples y, sobre todo, una suerte de displicencia con sus lectores, prefigurados como incapaces de leer más allá de lo literal.

 

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Daniela Acosta nació en Santiago en 1982. "Adentro la herida" es su segunda novela; la primera, "El otro tiempo". fue publicada en 2016. También es autora del libro de poemas "La otra velocidad" (2010).

 

 

 


Autos que se queman
Mónica-Ramón Ríos. Libros del Cardo, 2022, 189 páginas.
LUN, 7 de abril de 2023

En tiempos de narrativas estandarizadas, todo aquello que problematice los géneros literarios, la realidad, la palabra y la escritura suele ser demonizado. Mónica-Ramón Ríos se sitúa exactamente en la vereda opuesta a la señalada por el mercado. Autos que se queman es un conjunto de cuentos que bien pueden leerse como una novela, y donde al mismo tiempo se advierten el aspecto general y el detalle, la exterioridad y la intimidad de una galería de personajes que tienen en común el fracaso y un oscuro deseo de catástrofe.

Este es grupo de historias donde proliferan diversos tipos de narradores, centrados siempre en un o una protagonista. Sin embargo, en la mayor parte de estos capítulos hay un elemento que se reitera y que permite dar con la unidad del libro: los personajes son migrantes, legales e ilegales, deseosos de no liberarse de aquello que los tortura y simultáneamente los gratifica. Se trata, además, de migrantes latinoamericanos o africanos asentados en Estados Unidos. Esta recurrencia, este eje, implica que el volumen parece hacer suya la paradoja de los géneros literarios: por más intentos que se hagan, resulta demasiado difícil escapar de ellos. Acá la novela y el cuento, aunque fragmentados, siguen marcando la ruta.

El problema ocurre en el enfoque de género. Esto no quiere decir condescendencia hacia los personajes mujeres, sino mirar con más detenimiento los roles de género, en particular porque los varones resultan victimizados específicamente por las mujeres. Mónica-Ramón Ríos es una escritora declarada feminista, y por lo mismo resulta importante identificar que las mujeres, que en su mayoría ocupan un lugar central del libro, poseen características funestas: la joven asistente de una escritora renombrada, arribista y dispuesta a todo con tal de estar cerca del poder; la escritora famosa, pérfida, cruel y abusadora; la expareja de la asistente, una chica extremadamente posesiva y delirante; la Cabeza, profesora universitaria que encubre el asesinato de uno de sus estudiantes, y la mujer sádica que destruye la vida de un galerista esnob.

Según la autora, en una cita de cierre, Autos que se queman "se escribió en diálogo, citando y parafraseando textos", y es ahí donde surge el choque entre la pretensión política del volumen y el uso de referentes mayormente primermundistas, consolidando con ello una propuesta que no logra asumir sus propios enunciados. De esta forma se plantea la pregunta de cómo construir una narrativa que ponga en real conflicto la crítica hacia lo dominante desde un punto de vista migrante o tercermundista.

Mónica-Ramón Ríos escribe de manera pulcra, inteligente, instalando, pese a todo, una mirada política que cuestiona el orden imperial del Primer Mundo, lo que le permite generar una suerte de manifiesto sobre la derrota permanente del migrante. Sin duda que su escritura tiene un lugar relevante dentro de las producciones literarias experimentales nacionales.

Por esto, vale la pena quedarse con las tortuosas vidas privadas de cada uno de los personajes, porque en ellas sí aparece el drama migrante, el conflicto cultural y la tortuosa integración. También es necesario rescatar el deseo experimental, que en todo caso la autora debiera afinar bastante algunos aspectos claves.

 

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Mónica-Ramón Ríos (Santiago, 1978) es autora de las novelas "Alias el Rucio", "Alias el Rocío" y "Segundos". "Autos que se queman" es su primer libro de cuentos y fue publicado originalmente en inglés, con el título "Cars of Fire", en 2020, en Rochester, en el estado de Nueva York.


 


Polillas
Francisco Schilling. Abducción, 2022, 238 páginas.
LUN, 14 de abril de 2023

Una plaga de polillas mutantes azota a un edificio del barrio alto santiaguino, provocando una cadena de sucesos aterradores en una comunidad de vecinos. Polillas, de Francisco Schilling, es una novela de ciencia ficción, específicamente del subgénero ecoterror, donde la naturaleza se vuelve contra la humanidad y cuyo fin es transmitir una enseñanza sobre un mundo condenado a la ruina por la mano humana.

Fernando Tierno es el protagonista, un corrector de textos que se acobarda por todo. Su especialidad parece ser comportarse de forma estúpida. Es el vecino nuevo y su arribo coincide con el inicio de la plaga de bichos.

El edificio en cuestión es de los años 80 y muchos de sus habitantes llevan gran parte de su vida viviendo ahí. Javier Le Vigan, dueño de una fábrica de detergentes, se desempeña como administrador y posee la misión secreta de expulsar a todo vecino recién llegado. El relato, eso sí, describe a cada uno de los habitantes de los departamentos de manera breve y superficial.

Todo indica que existe una suerte de conspiración comunitaria contra Tierno, quien llega al edificio por el bajo costo del arriendo, considerando que se ubica en un sector inalcanzable para su bolsillo.

En sí, la anécdota no es mala; sin embargo, su puesta en escena es endeble. La debilidad del protagonista es uno de los grandes desaciertos. Durante la primera mitad no pasa de ser un tipo bajo la media en cuanto a inteligencia, pero cuando el volumen avanza se transforma en héroe, aunque sin cambiar demasiado. Lo principal es que no posee discurso ni tampoco hay una aproximación más o menos profunda a su personalidad. No tiene ningún perfil interesante, es más bien un personaje anodino.

Otro de los aspectos malogrados del relato es el carácter infantil que van adquiriendo los sucesos. En este sentido, lo que tenemos es una propuesta frágil, extremadamente sencilla, donde se reiteran tópicos ultramanoseados como la mutación de los insectos, la vecindad conjurada contra el vecino nuevo o el edificio maldito en el que ocurre el inicio del apocalipsis. A esto hay agregar el tonito divertido que adquieren los hechos con figuras como el mapuche colonizado que habla en spanglish o la directora de un colegio que pasea en silla de ruedas hablando disparates.

Pero no solo eso. La presencia de personajes inútiles es de marca mayor. Así contamos al padre de la novia de Tierno, la corredora de propiedades del edificio, el ex arrendatario del departamento que ahora habita el corrector o un detective decadente que habla en español antiguo. Estos personajes, más las microhistorias que poco y nada aportan, recargan la trama de manera feroz.

Y, como era de esperar, la narración cae en el delirio, convocando a una perversa red de curas, a la cual se suma un exagente de la DINA que colecciona partes del cuerpo de íconos de la dictadura como Manuel Contreras y Jaime Guzmán.

Es lamentable que demasiadas personas en nuestro país sigan considerando que la ciencia ficción y otros géneros relacionados sean solo meras excusas para construir historias sin ningún control. Al género le cuesta aún ganarse un espacio de validación más amplio y con representantes como este más difícil se pone el asunto. Polillas es el ejemplo perfecto de que es imperativo subir el estándar en un sector que parece tener demasiada autocomplacencia, o a lo mejor bastaría con poner en pausa la novela "disparatada" donde todo vale y que funciona como un recipiente de desechos de la cultura.

 

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"Polillas" es la segunda novela de Francisco Schilling; la primera, "Los héroes" apareció en 2015. El autor nació en Santiago en 1983, y, entre otras gracias, es doctor en Literatura y tecladista de la banda Prehistóricos.


 


Desafíos de la conservación ex situ
Ítalo Tamburrino Widner. Emecé, 2023, 142 páginas.
LUN, 21 de abril de 2023

Insertar un elemento extraño cuyo significado excede a la propia historia que lo contiene es la marca distintiva de este libro, que está conformado por una serie de narraciones relativamente autónomas, pues también funcionan como partes de una estructura mayor.

Es evidente que plagas y otras calamidades se han vuelto comunes tras el cambio climático; lo raro se convierte cada vez más en cotidiano. Por lo mismo, lo que literariamente considerábamos extraño ya es una experiencia habitual y, para peor, una amenaza real. Y es esta mutación de lo no humano lo que se explora aquí a través de ocho sólidos relatos donde los personajes ignoran que el mundo se les viene abajo.

El volumen posee bastante cercanía con el realismo mágico, pero trabajado con mesura, sin estridencias. Esto implica que el realismo predominante es intervenido por una suerte de símbolo que obliga a leer el drama de los personajes en un contexto mayor al de ellos mismos. Gatos, perros, murciélagos, corderos, pingüinos, pulpos, cangrejos, polillas, mariposas y murciélagos que solo parecen acompañar la historia terminan siendo el anuncio de una catástrofe mayor, pero lenta, que ocurre de forma casi imperceptible.

Una de las narraciones más destacables en este conjunto es "Las mariposas nocturnas bajo las luces estroboscópicas son azules, verdes, rojas y también amarillas". El protagonista acá vive su homosexualidad de manera secreta, tiene incluso una pareja mujer, hasta que conoce a un taxista llamado Mauricio Babilonia (guiño a García Márquez). Desde ese momento, Gilherme, el personaje central, es acosado por mariposas nocturnas y comienza a vivir entre su deseo por Babilonia y su relación de pareja. La pregunta sobre el sentido de las mariposas es insoslayable. En apariencia, no intervienen en nada.

El relato final, el más importante, es "El código de peluquera no debe romperse, ni siquiera cuando el mundo se está acabando". Esta narración contiene las ideas matrices del conjunto y expone la clave simbólica que justifica la presencia de los animales y bichos presentes en el volumen: "Con el incremento de las temperaturas, los cultivos de todo el planeta empezaron a morir. La escasez alimentaria se transformó en un fantasma concreto [...], el aire de la capital no solo olía a humo y humedad, sino que tenía un penetrante hedor a muerte".

A la narrativa nacional parece importarle poco los efectos del cambio climático y la crisis ambiental. Ítalo Tamburrini, en cambio, convierte la catástrofe y su relación con la vida ordinaria de sus personajes en el centro de sus historias. Su mayor logro es tramar ficciones donde lo aterrador pasa casi inadvertido, interpretable solo como un hecho secundario en el drama de unas vidas atrapadas por lo inmediato. Al autor no le interesa establecer las causas de todo eso: sus relatos son recortes o escenas donde lo inevitable ya está sucediendo.

El único aspecto que desequilibra este conjunto es la presencia, menor en todo caso, de la locura, ya que abre una grieta enorme en la homogeneidad del libro. Esto permitiría una solución fácil, al atribuir los hechos a psiquis perturbadas, escollo que es sorteado favorablemente por el autor a través de relatos donde demuestra una imaginación desbordante y una capacidad de generar ficciones con un contenido reflexivo importante.

 

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Ítalo Tamburrino Widner nació en La Serena 1993 y es biólogo ambiental. El que aquí se reseña es su primer libro.

 

 


Principio de incerteza
Maria Mazzocchi. Pez Espiral, 2023, 135 páginas.
LUN, 28 de abril de 2023

Reflexionar sobre el proceso de creación y las perturbaciones de quien se obsesiona con un proyecto literario son parte central de estas narraciones. Principio de incerteza, de María Mazzocchi, puede ser entendido como una puesta en escena de ficciones nómades, de aquellas que se niegan a ser encasilladas y que materializan una forma de ver la literatura donde la ironía y las ganas de ridiculizar el severo mundo literario ocupan un lugar primordial.

Mazzocchi escribe con delicadeza; su prosa es cuidada, minuciosa, próxima a la alegoría, de largo aliento. Elabora personajes ambiguos, teñidos de cierta locura y en apariencia obsecuentes, pero esto no es más que un lacado superficial, ya que en rigor hacen los que les viene en gana. Otro aspecto que resalta del estilo de esta autora es su tendencia a enfocarse en detalles, a veces absurdos, que a primera vista parecen indicios ciegos, pero que finalmente demuestran ser un factor esencial de una estrategia textual.

La propuesta de Mazzocchi internaliza la noción de juego y cita. En este sentido, los relatos se alejan de la idea de propiedad privada y comienzan a funcionar como una cámara de referencias provenientes de libros de ciencia o literatura, método que incluso el propio volumen cuestiona de una manera sutilmente cínica, restando importancia a la presencia de tales citas.

Con esa actitud queda claro que escribir literatura es asumido con una ironía de tono mayor, lo cual se agradece. La autora posee un descollante humor negro que yace solapado en cada una de sus (aparentes) severas narraciones. Este aspecto permite que estos cuentos-ensayos sean leídos con perplejidad. Además, y lo más importante, es que van traicionando las expectativas lectoras. Con ello nos referimos a la presencia de relatos que rechazan una dirección única, porque se abren en más de un sentido.

Así, lo trágico se manifiesta en clave de humor negro. Hay tragedias, sí, y de alta densidad, pero se encuentran atravesadas por una mirada que les baja el perfil, tanto que parece mofarse diabólicamente de los infortunios de sus personajes. Este rasgo es el mayor atractivo del volumen. En esa línea aparece "La conducta de los animales", centrado en dos chicas asesinas sin pizca alguna de remordimiento o culpa, que consiguen convivir con un anciano degenerado del cual se burlan de manera constante. En "Cuenta regresiva", un profesor elabora una guía de lectura en la que se puede apreciar, según cómo se lo tome, su enorme ingenuidad o su estupidez. No está de más remarcar que la burla a los métodos académicos de interpretación de textos literarios es formidable. El relato que da título al libro es casi una novela breve. Aquí, un hombre mayor, incitado por su psicoanalista, decide suspender su trabajo de técnico en ascensores para dedicarse a escribir una novela. Su deseo de escribir y de actuar como escritor es enfermizo, ridículo y delirante.

Mazzocchi escribe pareciendo rechazar llamar la atención, pero ocurre lo contrario. Su estilo es una mezcla entre Clarice Lispector, Paloma Vidal (la autora argentina del maravilloso Ensayo de vuelo) y un Borges sin pompa. Este tremendo cóctel de referencias es intervenido por la ironía y las ganas de vilipendiar la severidad a la hora de escribir o reflexionar de manera rimbombante sobre la literatura.

 

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"Principio de incerteza" es el primer libro de cuentos de María Mazzocchi, quien además ha publicado -aunque con el nombre Victoria Valenzuela- dos novelas, "Permiso para amar" y "El hambre de las bestias". Ambas autoras nacieron en Valparaíso en 1981.


 

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