Encierro vital
"Maratón" de Macarena García Moggia, Cuneta, 2017, 101 págs.
Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias, 19 de Enero de 2018
.. .. .. .. ..
En principio, esta novela parece sencilla, de compostura fácil, pero tras esa fachada resulta mucho más compleja. Macarena García Moggia realiza aquí un preciso calce entre una superficie nimia y común, marcada por reflexiones sobre la vida, un presente sin futuro, y una capa secundaria, en conexión con el proceso mismo de generar ficciones o, en última instancia, de explorar en las fases que darán lugar a una escritura a partir de una individualidad femenina.
De buenas a primeras, lo que está ahí, en la línea inicial, son dos narraciones intercaladas. Una, dedicada a las etapas y condiciones de un maratón, una corrida profesional por la calles de Santiago durante una calurosa mañana de domingo del mes de noviembre. Este relato en tono informativo, al modo de un manual de buenas prácticas, se divide en segmentos que apelan al recorrido, formas de entrenarse, alimentación, actitud psicológica, hasta finalizar con los nombres de los ganadores de la carrera y sus respectivos tiempos.
La narración paralela a la del maratón se centra en Laura, quien tiene el protagonismo, y Diego, instalados en el pequeño y céntrico departamento de ella. El relato cruza la voz de un narrador, muy cercano a Laura, en una suerte de indirecto libre, con los diálogos de la pareja y retazos de sus reflexiones individuales. Estos movimientos de voces generan una gran flexibilidad al diversificar las perspectivas, los encuadres, porque todos los capítulos del volumen operan como escenas o episodios cuyo eje es la pareja encerrada por voluntad propia en el departamento y que juega a ser un par de desconocidos. Sus diálogos resultan centrales en tanto escamotean datos que contribuyan a anclarlos en una época y, en particular, a una historia, un pasado. Se configuran así, con mínimos elementos, identidades diversas, diferenciadas, donde lo único seguro es ese encuentro sin expectativas ni origen.
La carencia de tensiones es el mayor mérito de este libro, que con una naturalidad extrema se abre hacia una segunda lectura. Una mujer que traza líneas en la página en blanco, prueba derroteros que puede
asumir su historia, escribe, crea un yo y un otro, siempre Laura y Diego, la pareja enfrentada a un presente continuo, un estar permanente en el inicio de una relación, asumidos en la clausura del incierto futuro. En última instancia, lo único seguro es que la ficción de Laura y Diego opera como una puesta en escena, que prefigura la escritura y, de paso, a la escritora.
García Moggia construye cuadros, escenas que se van
ligando con plasticidad, escribe con frases breves, fluidas, adjetiva con mesura, no recarga con descripciones inútiles sino que opera en función estricta con lo narrado. Su escritura es comprimida pero siempre abierta a la sugerencia; sus diálogos tienen un dejo de ironía bastante acertado en su derivación lubrica, ya que el deseo sexual es permanente en esta pareja sin proyectos, como si estuvieran detenidos en el tiempo, traicionando la esencia de un maratón, porque no tienen ruta ni meta que cumplir.
Maratón es una novela sustanciosa y resuelta en su estructuración de una realidad que sólo puede surgir a partir de flashazos, donde lo femenino se condensa en el acto de crear un espacio propio y donde la escritura tiene un lugar mayor respecto a una masculinidad secundaria, casual, instrumentalizada por los deseos eróticos. García Moggia ha conseguido escribir una primera novela que destaca por su complejidad, su rigor en la ejecución y su profundidad.