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Crítica literaria

Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. 23 de Marzo al 20 de Abril de 2018


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Operación Requiem
Juan Pablo Sáez. Penguin Random House, 2018, 213 páginas.
LUN, 23 de Marzo de 2018

Al modo de un puzle construye Juan Pablo Sáez esta historia que poco a poco se va enmarañando, generando una atmósfera siniestra y un juego de expectativas que no decae. Operación Réquiem, primera novela del autor, es un thriller político hecho y derecho, protagonizado por un periodista-investigador acucioso y obsesivo, dispuesto a exponer su vida y más con tal de probar sus sospechas y llegar a una verdad que a pocos parece importarles.

La narración se ambienta entre los años 1993 y 1999, periodo en que Julián Oses, periodista que protagoniza el volumen, rastrea a Verónica G., ex estudiante de la Universidad Arcis, miembro de un grupo antidictadura que comienza a operar en los 80, denominado Brigadas Revolucionarias. En su pasado universitario, Oses conoció, en un taller de fotografia, a la enigmática Verónica, nombrada entonces como Angela Schmidt. El taller era dirigido por un ex fotógrafo de prensa, también profesor de la universidad, Arturo Mujica, quien en 1993 posee una librería y se encuentra postrado.

Oses está separado y tiene una hija pequeña a la que ve de vez en cuando, ya que dedica todas sus horas a la investigación que, en principio, permitirá dar un respiro al alicaído medio de prensa donde trabaja. Sin embargo, lo que es mero trabajo pronto se convierte en un deber autoimpuesto, ya que el periodista se vuelca por completo en sus indagaciones. En este contexto y para detener la investigación, el protagonista, al igual que su familia y su editor del diario, son perseguidos, amenazados y, en algunos casos, hasta físicamente agredidos.

Uno de los aspectos destacables en esta novela es el énfasis en los oscuros pactos entre la alianza gobiernista de los 90 y las fuerzas militares, condición esencial para la puesta en rodaje de la democracia. El nuevo gobierno, desde el libro, negocia con los militares y utiliza sus feroces métodos represivos en su afán de descabezar todo movimiento que entorpezca los acuerdos.

El paso a paso del peligroso rastreo realizado por Oses es alternado con los fracasos en su vida privada, motivos centrales de esta bien lograda narración en la cual destaca la capacidad de construir un relato sin baches, sustentado en una exacta adecuación de los engranajes que dan lugar a una heterogénea red de tétricos personajes. De igual manera, vale destacar los matices que revelan los sujetos, sus tránsitos ideológicos y cómo van construyendo sus equívocas o acertadas doctrinas guerreras, porque el volumen no evita tomar partido, de manera sutil aunque categórica, hecho que, más allá de dejar claro el lugar desde donde reflexiona el protagonista, resulta imprescindible.

Sáez maneja con propiedad los códigos del relato policial. Sabe otorgarle espesor al protagonista, equilibrando con acierto su biografia con la del país. A nivel de composición hay también un impecable trabajo, donde destaca la lógica deductiva, la estructura en progresión y un estilo narrativo fibroso y ágil. Finalmente, está el nivel de las expectativas que el libro mantiene de principio a fin, volviéndose cada vez más intensas, afiebradas, pero sin rozar el desenfreno. Operación Réquiem es una novela segura, sin errores de principiante, pese a ser una obra debut, que permite ampliar con total derecho el registro de la literatura negra nacional.

 

 

 

Años de fascinación
Pascual Brodsky. Hueders, 2017, 164 páginas.
LUN, 30 de Marzo de 2018

Como en otras novelas chilenas recientes, en ésta la biografia del autor ocupa un lugar relevante, al igual que los recuerdos que ponen en entredicho la niñez, la adolescencia, y, en especial, a padre y madre en sus opciones militantes o de lucha antidictadura. Años de fascinación es una primera novela que aborda con acierto un lado diferente de la memoria de los hijos que no sólo cargan con la derrota familiar, sino también con su propia y malsana capacidad autodestructiva.

Marcial, protagonista de esta historia, es un niño y luego un joven débil, frágil, silencioso, hijo de una mujer fuerte que dedica su vida a buscar justicia por el bestial asesinato de su padre realizado por la dictadura. El padre de Marcial, por su parte, de oficio periodista, es más bien una figura simbólica, limitado a sus intentos por masculinizar al niño, buscarle algún talento y, en la adulta, conseguirle un trabajo.

Confusión de afectos, inseguridad intelectual, desafio e incomodidad ante su clase caracterizan a este personaje central, que más bien cabe en lo que podría denominarse "cuico flaite"; pertenece además a la cultura de izquierda, pero no de cualquier izquierda, ya que se trata de una elite intelectual, viajada, con recursos, que le brinda una educación liberal y un entorno progresista. El surgimiento de una suerte de "mala conciencia" lo lleva a cuestionar, a pesar de la persecución política que vive su madre, la cómoda vida que su familia le construye, lanzándose a experimentar, pero también a confirmar una de sus pocas seguridades, el fracaso. Así, el personaje sale de lo estandarizado, en términos del tópico 'rebelde de élite que aborrece a su familia'; más bien, es un chico con secretos, consciente de sus derrotas, que utiliza la escritura como un delicado y a la vez tormentoso dispositivo para saldar cuentas con su pasado, a ratos con un sesgo ácido, otras ingenuo, luego más filosófico, pero siempre enjuiciador.

Su historia y la del clan familiar son narradas mediante pequeños capítulos donde irrumpe una tercera o primera persona. Este intercambio de perspectivas funciona de manera bastante acertada, ya que se logra un acortamiento de distancia, con el uso del yo, para luego generar un alejamiento que permite observar al protagonista desde un exterior, un otro objetivo. Estas inflexiones en los puntos de vista no sólo otorgan movilidad al volumen: además demuestran preocupación por diversificar la focalización del personaje central y matizar la complicidad de tales encuadres.

Pascual Brodsky consigue ajustar con éxito un personaje complejo en su intimidad, una familia que simboliza una importante etapa histórica del país y un relato amoroso particular, mezclando la tragedia y las biografias de chicos emocionalmente golpeados con una mirada crítica, enjuiciadora. Sin embargo, hacia el final, irrumpen con exceso la intención desdramatizadora y algunos visos de efectismo que sobran y desvían el tenor global de la narración, que a todas luces es un drama con mayúscula. Asimismo, el recargamiento de microhistorias, narradas con excesivo barroquismo y cierta tendencia al desorden temporal, pudieron haberse evitado contrapesando el pasado y el presente con mayor acuciosidad. Pese a esto, Años de fascinación resulta una novela debut que no pierde aire ni flaquea en el envanecimiento ni el fracaso del protagonista, sometido a un brusco aprendizaje, donde no se despliegan verdades y la infelicidad siempre lleva las de ganar.

 

 


A la cárcel
Ricardo Elías. Alto Pogo, 2017, 219 páginas.
LUN, 6 de Abril de 2018

La vida carcelaria, que ha tenido una reducida presencia en la narrativa chilena, es el lugar donde se desarrolla esta novela marcada por el didactismo y la ejemplaridad. Bajo el género satírico, se presenta aquí una historia que no logra justificar la acumulación de ingenuas payasadas como símbolos contraculturales. A la cárcel es un volumen inocentón por donde se lo mire y colosal en su simpleza, incapaz de mover siquiera un ápice el actual panorama narrativo criollo.

Ricardo Elías adopta una labor pastoral al enviar un mensaje esperanzador sobre una comunidad carcelaria. Su propósito parece ser desarmar el lugar común sobre la violencia en los centros de penitenciarios. Esto significa echar a rodar la siguiente propuesta: la educación puede transformar a los reos en personas de bien. Un tópico correcto que permite desplegar una mirada idealizadora que tiene como contraparte la concepción de los presos como sujetos irredimibles.

Lalo Cartagena es el protagonista. De él poco se sabe, ya que, al igual que el resto de los personajes, es siempre observado a partir de la contingencia del relato y resguardado en su intimidad. Cartagena incuba el deseo de escaparse y para ello se dedicará a cavar un túnel, donde encontrará las osamentas de un enorme dinosaurio, hecho que le hará olvidar su objetivo inicial; completar el esqueleto ser convertirá para él y sus amigos en una cándida obsesión, que provocará un cambio sustancial en sus vidas.

Paciencia requiere esta dilatada entrega, sin recovecos, donde todo queda expuesto en la superficie. Es tanto el revuelo que se produce en la comunidad, que se organizan clases científicas para reos y familiares en visita dominical y hasta se consiguen una sala-celda donde se exhibe el esqueleto completo de la bestia. Resulta imposible perderse en esta historia transparente, que no consigue cuajar en su sarcasmo ni en su ironía. Eso sí, habría que agregar que los perfiles rayanos en la idiotez de los personajes resultan funcionales al mensaje que se quiere transmitir; en este sentido, el libro fluye en una rutina pobre, pero comunicativamente clara en su planteamiento.

En este básico esquema, los reos buenos se llevan bien con el poder; los malos son castigados. Todos los presos, eso sí, son paternalmente configurados, tanto que pasan su tiempo en medio de lecturas, conversaciones científicas y discusiones filosóficas. Sin embargo, como en una novela naturalista, el destino se impone. Así, la historia adquiere un carácter circular, ya que los padecimientos iniciales y finales de los reclusos son exactamente los mismos. Un sino nefasto hace que todo se derrumbe.

Estamos claros en que, aun cuando la novela se sustenta en la sátira, que apuntaría, como dice Linda Hutcheon, a la ridiculización de los vicios e incapacidades humanas, falta actitud corrosiva. No se advierte un narrador rabioso, molesto, con una voluntad de grotesco o de alta mordacidad ante aquello que denuncia; al contrario, hay una postura comprensiva frente a lo irreversible del sistema penitenciario y la delincuencia, lo cual termina inmolando el impulso satírico.

A la cárcel es una novela rudimentaria, de bajo vuelo, que bien pudo establecer alguna distancia con el determinismo o arriesgarse a proponer un mensaje y una anécdota menos obvia y, por supuesto, más decidida en relación a las complicidades propuestas.


La muerte de Paco Garmendia
Mario Valdivia. Planeta, 2017, 316 páginas.
LUN, 13 de Abril de 2018

Esta es la cuarta novela protagonizada por el comisario Oscar Morante. Se trata de un policial que se arriesga a escarbar en la corrupción de la policía, pero por desgracia esta interesante idea se ve abortada por la incapacidad de dañar al poder, haciendo que lo podrido se extirpe sin manchar el prestigio y la credibilidad de la entidad.

El salto hacia el interior de la institucionalidad permite que la narración se sostenga en la denuncia, pero el afán de develar la verdad aparece regulado, calculado para respetar ciertos límites, perspectiva que choca, incluso, con la visión del propio protagonista. Morante cree en la ley del esfuerzo personal, sin redes de apoyo en su labor. Esto le acarrea importantes problemas al momento de realizar su trabajo, ya que es visto como un tipo autónomo, cuya posición parece siempre pender de un hilo.

Los años de circo otorgan al personaje una enorme capacidad para detectar zonas por donde dirigir su investigación, la que se sustenta principalmente en el uso de la lógica, método que en esta oportunidad deberá aplicar a la muerte del peluquero Francisco Garmendia. En principio el caso parece sencillo; sin embargo, es el detective quien, haciendo gala de su olfato, va creando una pesquisa con una cantidad amplísima de ramificaciones, que van mucho más allá de lo supuesto a primera vista.

Valdivia utiliza disímiles recursos para construir su historia, desde el relato íntimo del protagonista hasta entrevistas a diversos implicados en el caso. Esta última operación la realiza con la psicóloga Adriana Vallejos, un personaje que sirve de contrapunto al protagonista y que durante la primera parte de la novela tiene una función gravitante. Sacar de escena a la psicóloga es una mala jugada que perjudica con fuerza al volumen, ya que Vallejos ha conseguido aportar mucho a la investigación. En adelante, el comisario trabajará solo con dos detectives cercanos, Becker, experto forense, y el joven inspector Cáceres. Estos dos personajes, más que generar líneas investigativas, se limitan a acoger las órdenes de Morante.

El policía poco a poco va desentrañando los vínculos del peluquero. Era un ex socialista, con gran formación y una amplia red de contactos con dudosos prontuarios. La novela deriva en exceso hacia esos personajes, acumulando microhistorias y diálogos con aquellos que conocieron a Garmendia, los que resultan la mayor parte de las veces bastante inútiles. Lo mismo sucede con la enorme fijación del libro por los contextos, descripciones que en su mayor parte sobran. Además, se describe en demasía el aspecto fisico, estilos de vida y hasta sensaciones experimentadas por personajes incidentales.

Por el contrario, aquello que remite a la vida privada del protagonista, lo que sí era fundamental, resulta poco abordado. Su familia, sus parejas son prácticamente mudas. Todo esto lleva a que se configure uno de los máximos desaciertos del libro, la indecisión en el modo de configurar a Morante, quien resulta poco definido, perdido en sus particularidades, sustentado la mayor parte de las veces en el cliché del detective enfurruñado y solitario.

En cualquier caso, lo que termina por hacer insustancial este relato es no tocar la institucionalidad, lo que destruye al protagonista, al convertirlo en una simple pieza funcional para una historia más bien ingenua.

 

 

Mestiza
Patricia Cerda. Ediciones B, 2017, 315 páginas.
LUN, 20 de Abril de 2018

Un cambio importante respecto a su anterior libro, el conjunto de cuentos Entre mundos (2013), revela Patricia Cerda en Mestiza, su primera novela. Es ésta una ficción histórica donde la autora privilegia, al igual que en aquella obra, la figura femenina y el enfrentamiento de distintos mundos, aunque esta vez elimina el foco romántico. Esto incide en la formulación de una protagonista diversa en sus intereses intelectuales, enérgica, dispuesta a luchar por emprender una vida honesta, interviniendo en múltiples disputas durante la colonización española en Chile.

Informe de Marina Buenaventura sobre el estado de las artes y la guerra en el reino de Chile, finalizado en 1673 y publicado en 1860, es el título del volumen escrito por la mestiza Animallén o Marina Buenaventura, el cual, tres o cuatro siglos después, encuentra por casualidad una investigadora y becaria chilena en el Archivo de Indias de Sevilla. La técnica del relato enmarcado, ya que la voz de la investigadora abre y cierra el libro, permite que accedamos al testimonio de Animallén, el cual recorre su vida por más de cincuenta años.

Lo más destacable aquí es la voz narrativa. Cerda instala la disociación de su protagonista: por un lado, la mestiza Animallén y, por otro, Marina Buenaventura, como la llaman los españoles. En apariencia, dos filiaciones conformarían su identidad. Sin embargo, es el origen mapuche el que prevalece en este personaje que regula su habla, mostrando apenas lo que realmente piensa y reflexiona sobre el proceso de conquista, la situación de su pueblo y su condición mestiza. Este recurso permite que se fortalezca el personaje central, quien exhibe a sus lectores sólo sus amplias dimensiones críticas y su vasta capacidad intelectual.

Animallén, hija de madre española, también cautiva, y de padre mapuche, oriunda de Lanalhue, región del Bíobío, es secuestrada por los españoles siendo casi una niña. A pesar de su odiosidad hacia los extranjeros, cuando se le ordena casarse con un soldado, Animallén, ya entonces nombrada Marina Buenaventura, escapa hacia la capital del reino. La urgencia de sobrevivir sin apoyo la lleva a desempeñar actividades tan múltiples y disímiles como panadera, monja, cantora popular, encomendera, samaritana y cronista.

Sin apelar al castellano antiguo ni a recursos estilísticos propios de la literatura colonial, el relato se vincula con la picaresca, al igual como ya lo había hecho Yosa Vidal con su novela El tarambana (2013). Animallén posee características de pícara, configurando una interesante caracterización, ya que por lo general este tipo suele ser masculino. De esta forma, la narradora se muestra como una estratega, astuta, seductora y notable simuladora, que intenta sobrevivir en un mundo opresivo, pero también intervenir en la política del enemigo, el colonizador. La diferencia central con el pícaro clásico es que Marina no comete jamás un delito ni cae en una mala práctica. Aun cuando es busquilla y liberal, posee una ética intransable.

A pesar de la extensión, el libro se lee con facilidad. No por su ligereza, sino porque consigue crear una historia vertiginosa, equilibrada en los datos históricos y con una protagonista intensa y vigorosa. Cerda logra penetrar en los modos de sobrevivencia de una mujer intelectual y marginada en el siglo XVII, solidaria con el pueblo mapuche y los mestizos, y tenaz opositora al modo de colonización español.



 

 

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Crítica Literaria
Operación Requiem, Juan Pablo Sáez; Años de fascinación, Pascual Brodsky; A la cárcel, Ricardo Elías; La muerte de Paco Garmendia, Mario Valdivia; Mestiza, Patricia Cerda.
Por Patricia Espinosa
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23 de Marzo al 20 de Abril de 2018