Ceniza
José Luis Flores. Áurea, 2021, 126 páginas.
LUN, 17 de diciembre de 2021
En general el western es un género bastante binario, donde se confrontan, sin términos medios, el bien y el mal. Sobre esa base, este libro despliega una lógica profundamente nacionalista e incluso racista. Las disputas por el territorio nacional ocurridas durante la segunda mitad de siglo XIX son el marco de esta novela de José Luis Flores. Cenizas sigue el modelo del western, donde la vida vale menos que nada y todo aquel que se considere alguien vive obsesionado por consolidar su prestigio y obtener poder.
Entremezclando forajidos, terratenientes, militares y pueblos originarios, la narración se ubica en un periodo cercano a la mal llamada "Pacificación de la Araucanía" y la derrota de Balmaceda. La familia aparece representada como el modelo de vida ejemplar. Sin embargo, en lo que se refiere a protagonismos, impera el varón blanco, rudo, guerrero, valiente, dispuesto siempre a morir por sus principios. Así se construye una mirada gloriosa a las huestes militares versus la denigración de los pueblos originarios.
La zona del Maule es donde se desarrollan los hechos, que tienen como personajes centrales al exmilitar y molinero José Alfaro, su esposa María Luisa Sánchez, y Arturo, un niño huilliche que tras haber vivido el exterminio de su familia es acogido como aprendiz y luego como hijo por este respetable matrimonio entrado en años, sin descendencia y con buen pasar económico.
El meollo de esta historia se encuentra en la búsqueda de una banda de delincuentes, "Los Carmona", ladrones de estancias y pulperías. Están liderados por el temible
Conrado Checa Bravo de Laguna, alias "el Cardenal", un malo sin matices que a pesar de su importancia resulta poco elaborado. La mirada narrativa apenas lo sobrevuela sin jamás ingresar a su intimidad.
Flores se ciñe a la configuración de personajes tipo. Solo dos escapan a ello. Uno es Julliard, el oficial que comanda a los militares, un sujeto fino y educado que medita frente al mar y que la novela denomina con voluntad glorificadora "guardián de la norma". Él es parte de una milicia "de verdad", cuya "misión en esta vida era usar la brutalidad en contra de la violencia que se desataba sobre ellos". Es evidente la toma de partido que realiza el volumen, lo cual no solo desequilibra la historia, sino que también la simplifica en exceso. Jugársela por mitificar a los colonizadores es una solución que clausura toda complejidad en el relato. El segundo personaje que en cierta medida va más allá del cliché es el niño huilliche, que al ser acogido por los civilizados abandona su salvajismo, sin perder su ánimo de venganza. Su familia fue exterminada por uno de los miembros de la banda delictual.
La descripción del paisaje adquiere siempre un tono grandilocuente, la naturaleza es siempre apabullante, lo cual recarga innecesariamente la prosa. Asimismo, los sentimientos de los personajes son expresados de manera pomposa, con lo que se pone un claro límite al conocimiento de su interioridad.
El gran tropiezo del libro es su intención idealizadora que corre de principio a fin, con lo cual la violencia, que debería tener gran protagonismo, se convierte en un mero dato de la épica y la acción civilizatoria. Elaborar un western requiere un trabajo mayor, donde se transgredan aunque sea en un poco algunas de sus características originales. Flores optó por el camino fácil sin poner en tensión el género ni los estereotipos que contiene.
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José Luis Flores ha publicado una docena de novelas tanto para público adulto como infanto-juvenil, entre ellas "Basilisco", "Dominio" y "Las bestias". Nacido en Santiago en 1975, el autor es editor literario de los populares juegos de cartas Mitos y Leyendas y HumanKind.
La Hermandad de la Casa Grande
Eduardo Pérez Arroyo. La Pollera, 2021, 509 páginas.
LUN, 24 de diciembre de 2021
No solo por su extensión de más de quinientas páginas este es un libro mayor, sino en particular por la tarea propuesta: traer a la ficción el famoso juicio a los brujos de Chiloé, ocurrido a fines del siglo XIX. Y aun más. Eduardo Pérez Arroyo, autor de La Hermandad de la Casa Grande, elabora una minuciosa relación del contexto histórico y político del Chile de entonces. Brujos, hechizos, mitos, rituales y mucha sangre componen una novela histórica con escabrosos ribetes policiales.
El mayor mérito de Pérez Arroyo es su acuciosa búsqueda de fuentes bibliográficas para elaborar una historia sobre la asociación de brujos denominada La Mayoría o Hermandad de la Casa Grande. Con un rey a la cabeza y un brujo asesor, imponía sus propias leyes a los habitantes de la isla. Ante las constantes noticias sobre la violencia imperante, el gobierno enjuicia a esta cofradía por asociación ilícita.
Las dimensiones del relato de Pérez Arroyo sin duda sorprenden. Un cuestionamiento constante a escrituras tan extensas suele referirse a la falta de síntesis, pero aquí, sin embargo, nada sobra, hay un buen trabajo de edición centrada principalmente en el despliegue de una diversidad de voces y puntos de vista. Esto implica diversificar el lugar de la verdad o la razón. En último término, resulta evidente y necesaria la intención de otorgar la palabra a todo aquel vinculado a la historia de los brujos de manera directa, pero también a través de la inclusión de notas de prensa, cartas, fragmentos de transcripciones del juicio, interrogatorios policiales y hasta un diario de vida.
Esta estructura coral, sin embargo, no implica una falta de posición política del volumen. Tanto el mundo político-militar como el poder de la "hermandad" aparecen degradados por actos corruptos y el deseo del lucro. Esto clausura una visión salvífica o antropológica que lleve a justificar todo el proceder de los brujos únicamente como parte de su cosmogonía o como una táctica de resistencia a las leyes del gobierno chileno. Queda claro que Pérez Arroyo elude la respuesta fácil, a lo cual hay que sumar la detallada explicación de las motivaciones del gobierno, entre las que destaca que Chiloé era un botín debido a su riqueza maderera.
La piedra angular de esta novela es la figura del rey de la hermandad, Mateo Coñuecar, y Acnin de Rouchel, también llamado El Mayor Mentiroso del Mundo, un viajero belga que estuvo en la isla y que fue el primero en dar cuenta de lo que allí sucedía. Rouchel, que se ganaba
la vida contando sus peripecias, comienza y cierra el libro, dándole un tinte de relato oral.
Uno de los aspectos importantes es cómo este libro aborda el tema de la hechicería. A igual que con su postura política, el autor complejiza el asunto. Si bien pareciera que intenta privilegiar el racionalismo y desacreditar la brujería, también hay lugar para la ambigüedad. Con la inclusión de algunos hechos sobrenaturales, la magia toma venganza contra la lógica hasta casi convertirse en una certeza. Este vaivén entre el racionalismo y el imaginario chilote permite que el libro entregue la decisión final al lector.
Pérez Arroyo desarrolla esta original propuesta mediante la reelaboración de la historia real, fijándose en un punto clave para comprender el exterminio de las culturas indígenas. El uso de fragmentos como parte esencial de la estructura narrativa permite un acercamiento cauteloso frente a hechos que aún esperan más respuestas.
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Eduardo Pérez Arroyo nació en Chillán en 1977. Escribe regularmente crónicas, ensayos y artículos para diversos diarios y revistas de México y Chile.
Ruta
Daniel Plaza. Narrativa Punto Aparte, 2021, 93 páginas.
LUN, 31 de diciembre de 2021
La novela anterior de Daniel Plaza, Desierto, ya fue una grata sorpresa, y ahora, con su nueva publicación, Ruta, el autor consolida una escritura limpia, exacta, con un estilo seco, rápido, oscuro, bullente de saludables indeterminaciones. Ruta es una novela brevísima, narrada de forma elusiva, centrándose en personajes ensimismados, cercados por una obsesión velada y perturbadora.
El relato da cuenta de un itinerario o más bien de un viaje en automóvil desde Santiago hacia el norte del país. El protagonista es un hombre del cual poco se sabe: dejó un trabajo en la capital y abandonó una vida corriente para embarcarse en un trayecto sin motivaciones explícitas.
Pese a la escasa información sobre el protagonista, aquello que se entrega resulta suficiente para conformar una identidad. Plaza enfatiza la pincelada fina. Mediante pequeños trazos perfila un personaje adecuado a los fines de la trama. Un tipo inquieto, ansioso, solitario, de pocas palabras que anda en busca de algo o alguien desconocido. La indeterminación es el gran concepto del volumen. Todo resulta incierto, pesadillesco en aquel paisaje terroso, seco.
El camino por donde se desplaza el protagonista se vuelve eterno. Cruza poblado tras poblado sin apenas detenerse, como si se tratara de un viaje al infierno o se deslizara por el interior mismo del infierno. Buscando un lugar donde dormir, su primera detención es en Combarbalá. Se siente acosado por una sensación de "que algo lo arrastra hacia territorios desconocidos, a un mundo que parece devorarlo". El personaje va y viene de manera enfebrecida por Ovalle, El Molle, El Tambo, Vicuña, Montegrande, Pisco Elqui, Alcohuaz. En Vicuña conoce a una amable pareja que vende café y otros bebestibles en una casa rodante. Este es el único encuentro con desconocidos con quienes mantiene una pequeña conversación.
Durante la mayor parte del libro el personaje parece viajar solo. Casi siempre cuando le hablan es en singular. Sin embargo, en algunas ocasiones el protagonista es interpelado en plural, como si anduviera acompañado. De manera difusa, el hombre se refiere o dialoga con Antonia, con quien incluso tiene un encuentro sexual. No hay información sobre ella, bien puede ser una niña, adolescente o adulta. En todo caso, cierto tono juguetón en sus acciones, sumado a la comparación del narrador del cuerpo de Antonia con el de una muñeca de lana, permite suponer que es joven. Su presencia es una zona inquietante en el relato porque le suma un aire de
perversidad. ¿Es una ficción creada por el hombre? ¿Es la representación de su culpa o su deseo? En cualquier momento el protagonista podría pasar a ser un criminal, un abusador, un loco o todo a la vez. Pero la narración no busca definir o asegurar nada, solo parece ir acompañando este viaje. Entregar seguridades —o, peor aun, juzgar— no está en sus planes.
Por eso, lo realmente importante es que la novela opera a través de nudos ciegos que parecen ir cerrando caminos a quienes intentan buscar causas, orígenes. Nos enfrentamos a una experiencia borroneada para los lectores. El volumen solo nos entrega a un personaje hostigado por sus demonios, que ha emprendido una ruta de búsqueda que al mismo tiempo es una vía de escape.
Daniel Plaza juega con las incertidumbres, las confusiones, las idas y venidas de una historia angustiante que consigue inquietar, donde la culpa y el autocastigo acosan constantemente al protagonista.
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"Ruta" es la tercera novela de Daniel Plaza. La primera, "El corredor", la publicó en 2002, y la segunda, "Desierto", en 2018. El autor nació en Santiago en 1968.
Sobre nosotros callaremos
Enrique Winter. Provincianos, 2021, 444 páginas.
LUN, 7 de enero de 2022
La novela de filiación, subárea de la narrativa de la memoria, es aquella donde se intenta construir un linaje basándose en la investigación o los relatos de los personajes. Escribir sobre los padres, abuelos y bisabuelos es parte esencial de la tarea del narrador de esta novela de Enrique Winter.
Sobre nosotros callaremos es un libro de más de cuatrocientas páginas que tiene como eje a los abuelos de quien relata, una pareja de migrantes europeos que llega a Chile en la segunda mitad del siglo XX. Aun cuando al principio el volumen se centra en Krystyna Modzelewska Wyrzykowki, la abuela, una mujer transgresora y excéntrica, poco a poco va abandonándola en pos de abarcar a su familia polaca y la de Alfons Winter Hanelt, su marido alemán.
Uno de los grandes problemas que presenta esta historia es la figura del narrador, llamado Enrique Winter, igual que el autor. Este abogado y escritor, nieto de Krystyna, aparece precariamente durante la primera mitad del relato para luego retirarse de la escena. Enrique viaja a Polonia a reconstituir el pasado de la abuela mientras ella se encuentra internada en un hogar de ancianos con un grave deterioro mental.
Desgraciadamente, los problemas no se detienen ahí, porque hay que sumar la mirada exteriorizada con que es abordado el que se convertirá en el personaje central: la abuela. Respecto de ella, el enfoque es siempre superficial, anecdótico, centrado en la aventura, de preferencia de carácter sexual, y su condición de mujer excesiva, incluso fastidiosa.
A lo anterior se suma la falta de consistencia del narrador. El nieto Enrique Winter jamás menciona su objetivo del viaje y tiene una relación bastante lejana con la anciana, así que el viaje parece no surgir de ninguna fuerza interior que lo obligue a conectarse con sus ancestros. Para colmo, se agregan fotografías que terminan por reafirmar el carácter casi turístico del periplo. Como articulador de todas las historias, Enrique se muestra frágil e incluso inútil, porque lo que predomina es un estilo meramente descriptivo, informativo. Así se conforma una escritura más cercana a una desarticulada crónica periodística.
El volumen se caracteriza por la dispersión. El narrador parece no saber hacia dónde dirigirse. Por ejemplo, abandona a los abuelos y a su propio progenitor, también llamado Enrique, para enfocarse en sus bisabuelos paternos, permitiendo que aparezcan personajes laterales que en nada contribuyen a comprender la figura de Krystyna.
Estos novelones familiares requieren un trabajo de poda y una estructura sólida, donde se adviertan con cierta claridad los objetivos, asumiendo, además, que la migración es un problema que va más allá de lo anecdótico. Sumar y sumar hechos no basta, sobre todo si no se profundiza en nada, desaprovechando historias que daban para mucho más. Quizás el aspecto más llamativo es cómo se ridiculiza a la anciana en diversas etapas de su vida, situación que al parecer el relato no maneja de manera consciente.
No está de más señalar que tanto en Chile como en Latinoamérica las historias de filiación europea tienen un estatus literario y social importante. Y esa parece ser la única finalidad de este libro: constatar un origen. Sin embargo, como novela le falta trabajo en cuanto a seleccionar y jerarquizar acontecimientos para permitir una organización textual menos caótica, más definida en sus ejes temáticos.
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"Sobre nosotros callaremos" es la segunda novela de Enrique Winter; la anterior se llama "Las bolsas de basura". El autor, que nació en Santiago en 1982, también ha publicado cuatro libros de poemas, entre ellos "Lengua de señas" y "Guía de despacho".
Esteroides
Felipe Acuña Lang. Emergencia Narrativa, 2021, 101 páginas.
LUN, 14 de enero de 2022
El culto al cuerpo, el narcisismo, la envidia y los fármacos conforman un cóctel explosivo para el mundo del fisicoculturismo explorado en la novela Esteroides, de Felipe Acuña Lang. El relato puede leerse como un policial y también como una exploración por vidas cuyo sentido parece, a primera vista, inentendible.
En oscuros gimnasios viñamarinos transcurre parte importante de esta narración: decadentes lugares mal ventilados, oscuros y con máquinas antiguas por donde circula una tribu de personajes obsesionados por modelar su cuerpo. Esa obstinación extrema lleva a muchos al consumo de sustancias que permitan desarrollar la musculatura de manera bestial. El costo, enfermedades graves a temprana edad y muertes repentinas por sobredosis o daño cardiaco.
Marcos Pérez es un esmirriado joven hijo de una profesora y un conserje que se inserta en este mundillo, bajo la protección de Lili Quiñones, leyenda del culturismo femenino. Con el correr del tiempo el joven trabajará de escort y se convertirá en amante de la mujer y de su esposo, también fisicoculturista. Si bien el centro de la narración es Marcos, desde él se desgajan múltiples microhistorias en torno a sus padres, la amante de Lili y dos fisicoculturistas mayores, destruidos corporalmente, dedicados al tráfico de medicamentos. Un crimen marcará las vidas de todos ellos.
Sin embargo, la historia da de pronto un giro inesperado. La trama policial se ve intervenida por la palabra de un narrador-autor-personaje. Al principio participa con cautela, emitiendo algunos juicios valóricos sobre esta práctica deportiva y el descriterio de sus cultores, pero irá acrecentando su participación. Así nos enteramos de que el narrador es un hombre solitario que escribe durante la pandemia y que aprovecha de caminar por las silenciosas noches viñamarinas pensando en su proyecto literario y en la dificultad de darle a este un corte final.
Más allá de la brusquedad en el quiebre narrativo que esto significa, lo interesante es que homologa su afición a la lectura con el entusiasmo de los culturistas. La suma de reclamos contra el conservadurismo de la sociedad y las intervenciones corporales, más citas de Agamben y Mishima, le permiten al narrador tratar de comprender la limítrofe experiencia de intentar alcanzar la belleza absoluta por medio de un atroz trabajo con el propio cuerpo.
Si bien el giro de la historia debe ser valorado por la capacidad de riesgo, la pérdida en cuanto al relato policial es significativa, en especial
porque queda demasiado abierta. Aun así, la novela adquiere un carácter reflexivo, filosófico, que permite empezar a dejar de lado el rechazo inicial que provocaba el mundo fisicoculturista.
Este libro posee un rasgo que para muchos podría ser su perdición: tanto el narrador-autor como los personajes se encuentran desorientados. El asunto es que ese es, a la vez, su gran mérito. El extravío se asume en la estructura de la novela, en las vidas de todos sus personajes y en el proyecto literario del autor-personaje. Tener el control, del cuerpo o de la escritura se alza como el anhelo máximo, pero el fracaso pasa a ser el horizonte más probable y es allí donde el culturista y el escritor se encuentran.
Esteroides es una profunda radiografía de las manías en general, del deseo de perfección, del empeño fatuo por tener el control, escrita desde una particular sensibilidad para abordar el fracaso con sobriedad y desesperanza.
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Antes de "Esteroides" Felipe Acuña Lang publicó otras dos novelas, "El jazzista" y "El motociclista", y los libros de cuentos "Huidas" y "Hábitos". El autor nació en Viña del Mar en 1970.
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Crítica Literaria Ceniza,
José Luis Flores; La Hermandad de la Casa Grande,
Eduardo Pérez Arroyo; Ruta,
Daniel Plaza; Sobre nosotros callaremos,
Enrique Winter; Esteroides,
Felipe Acuña Lang.
Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias, del 17 de diciembre 2021 al 14 de enero de 2022