Nuestras últimas palabras
Angelo Alessio. Sangría, 2022, 119 páginas.
LUN, 18 de agosto de 2023
La ingenuidad y la falta de tensiones llevada al extremo caracterizan este conjunto de seis cuentos de Angelo Alessio. Nuestras últimas palabras insiste permanentemente en situaciones pueriles que se deslizan sin mayores quiebres u ópticas interesantes hacia lánguidos desenlaces.
Los tópicos literarios no son descartables a priori. Su agotamiento depende solo del punto de vista utilizado. En realidad, la literatura no da por clausurado ningún tema, ya que lo verdaderamente relevante es el despliegue de una mirada capaz de ver más allá del lugar común.
El problema de este libro es que se siente demasiado cómodo navegando por aguas ultrafrecuentadas. Por eso, uno de los temas principales del volumen, el mundo escolar, se mantiene estrictamente dentro de los márgenes de lo esperable, sin una sola desviación. Los relatos "Yo cuento" y "Cabro chico" no son más que cándidas anécdotas, donde caben la amistad, los escarceos amorosos, la rebeldía a la autoridad y el sometimiento.
En "Cabro chico", por ejemplo, un escolar se encuentra un colet, accesorio para atar el cabello, que le pertenece a la chica que le atrae. A partir de entonces, el narrador volverá una y otra vez al objeto en cuestión. Aun más, el autor nos aclara el sentido de esta insistencia, revelando el significado profundo del hecho: "Pienso, releyendo lo que sucedió, que esta historia de infancia es también la historia de diversas pérdidas".
Lo absurdo tiene una fuerte presencia en varias de estas narraciones. "Plaza pública", "Certificado de defunción" y "Súmele el diez por ciento" son tres cuentos que reiteran a personajes indiferentes a la
violencia que los rodea. Es como si se entregaran a ser agredidos. Esa pasividad podría ser una veta a explorar, pero el humor negro arruina tales expectativas, permitiendo que describir situaciones ridículas se convierta en el único objetivo.
Por eso mismo, toda insinuación de crítica social se desvanece en este intento de humor. El protagonista de "Súmele el diez por ciento", un garzón, se ve enfrentado a un delito. Diseñado como un sketch, el trabajador continúa imperturbable con sus labores hasta llegar a un remate que pretende ser cómico.
"El taxista" es un caso aparte. Es el único relato donde el autor consigue contar una historia con algo más de sudor. Esta vez, sobre el diario vivir de un taxista. Aquí aparece lo que podría ser el meollo del libro. "La rutina para el taxista era su única certeza intransable". El problema está en que existe una diferencia entre representar la rutina para impactar con los efectos de esos automatismos y dejarse arrastrar por lo rutinario sin pretender nada más que transitar por un camino seguro.
En efecto, Nuestras últimas palabras no tiene nada de riesgo por más que esté gobernado por un epígrafe de la escritora Guadalupe Santa Cruz o que se inserten fotografías. Estos elementos no son más que bifurcaciones estériles. Con mucho esfuerzo se podría pensar en una suerte de metáfora de un país en represión, pero las narraciones carecen de fuerza y son tan opacas que la posibilidad de una alegoría se esfuma sin más.
Volúmenes como este demuestran que no basta tener toda la intención del mundo para generar un buen producto literario y se convierten en un buen ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas.
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Angelo Alessio, licenciado en Literatura, nació en Mendoza en 1997, y se radicó con su familia en Chile cuando él tenía siete u ocho años, no lo recuerda con exactitud. "Nuestras últimas palabras" es su primer libro.
Segundo idioma
Juana Inés Casas. Montacerdos, 2023, 142 páginas.
LUN, 25 de agosto de 2023
Una sospechosa calma inunda esta escritura de Juana Inés Casas, argentina radicada desde hace años en Chile. Segundo idioma contiene once relatos que bien podrían ser capítulos de una novela, múltiples caras de una misma figura. Mujeres en diversas etapas de la vida que conviven con sus angustias larvadas, insertas en una falsa normalidad, donde siempre surge una pequeña rendija por donde escapar transitoriamente del dolor.
Esa quietud aparente es el gran mérito de esta narraciones. Los relatos no escabullen la cotidianidad, la vida familiar y sus pesares mínimos La vida parece fluir por un cauce, digamos, normal, equilibrado. No hay aquí lugar para la expectativa de llegar a algún extremo, sea de éxito o de derrota. No, lo que hay es una atormentada zona gris en la que, más allá de lo que muestra, deja vislumbrar mujeres que viven torturadas por sus familias, parejas y recuerdos.
El trauma es parte esencial de cada una de las protagonistas, que no logran dejar atrás la infancia y menos asumir una adultez convencional. Por eso, cada personaje posee una enorme cuota de adolescencia reprimida. Esto quiere decir fragilidad, deseo de riesgo y también deseo y miedo a las normas y al daño. Son engañosas señoritas, obedientes, pacatas, incluso victorianas en lo que a sexo se refiere. Sin embargo, detrás del caparazón hay rabia, odio e incluso deseos "antinatura". Me refiero con esto último a los deseos que culturalmente son considerados atroces, como el odio hacia los hijos o los progenitores.
Este actuar "incorrecto" se ve por ejemplo en el relato "El principio del
amor": "Ella se pone el abrigo y le da un beso al bebé en la pelusa que recubre su cabeza, cabecita de felpa, cachorrito de mamá, su pequeño caramelo envuelto en mantas y sábanas de algodón, su condena, su pasaporte al miedo". El hijo como condena y miedo más que gozo, pese a todo, como dice la cultura patriarcal, pulsa en la intimidad de una mujer enfrentada a un matrimonio derrumbado, donde su única posesión es ese niño ambiguamente amado.
La culpa es otro de los hilos que se apoderan de las protagonistas. En "Fin de fiesta" la voz narrativa dice: "Dejé guardada una lata de cerveza escondida en la heladera, atrás de objetos aburridos como un frasco de mayonesa o un zapallo envuelto en papel de diario, una especie de botín para ser disfrutado en soledad". Puede ser una cerveza, un cigarro fumado a escondidas o una infidelidad con un hombre apenas conocido. El caso es que estas mujeres han sido educadas para imputarse responsabilidades y disfrutar en secreto.
Juana Inés Casas elabora una prosa que abarca el entorno y la intimidad de sus protagonistas con una fluidez excepcional. Su capacidad de construir imágenes que den cuenta de los estados emocionales de sus personajes es enorme. Provocar cercanía, adentramos en vidas ajenas, en historias que parecen comunes mediante un tono afable, afectuoso, es uno de los grandes aciertos de esta escritura sin afeites, limpia de eufemismos, de excesos y de artificiales minimalismos.
Por esto es que la contención no solo es parte de los personajes, sino de la propia escritura. Sin embargo, esto no constituye una molestia; por el contrario, le da al libro la densidad precisa. Más aun, estas narraciones se afirman precisamente en obligarnos a escudriñar casi con el mismo temor de los personajes, evitando ir al choque, a lo explícito. Esbozar en vez de precisar es el motor de este volumen sugerente y ambiguo.
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Juana Inés Casas nació en Ayacucho, en la provincia de Buenos Aires, en 1977, y vive en Santiago de Chile desde el año 2005. "Segundo idioma" es su segundo libro; el primero, el conjunto de cuentos "El tiempo de los peces", lo publicó en 2011.
Aguafuerte
Simón Soto. Planeta, 2023, 358 páginas
LUN, 1 de septiembre de 2023
En Aguafuerte, su nueva y voluminosa novela —centrada en una tarea militar en Pisagua, en el contexto de la Guerra del Pacífico—, Simón Soto profundiza los principales elementos que marcaban Matadero Franklin, su anterior relato largo: el barroquismo de los discursos y de las voces adscritas a la fe en la violencia y la ambigua divinización de la masculinidad.
"La guerra", la primera de las tres partes de Aguafuerte, tiene un narrador en segunda persona que se dirige a Manuel o Mañungo Romero, un campesino que debe escapar de su lugar de origen debido a un asesinato.
Este es un personaje configurado al modo criollista (una de las principales corrientes narrativas nacionales de las primeras décadas del siglo XX) y que convoca la tragedia de toda una clase. En rigor, no es más que carne de cañón que pasará a conformar un batallón del Regimiento Buin para ir a una guerra que no es suya.
En este segmento inicial, desplegando un trabajo técnico mayor, el autor rehúye la figura del protagonista y, a la vez, se permite insertar diversos monólogos que bien podrían dar para un libro aparte. Destacan aquí las voces de Romero y del gringo Graham, soldados que se convertirán en desertores.
La segunda sección, "Interludio", cumple una función fundamental en esta novela multifocal, ya que es
narrada por una voz indefinida que asume un tono bíblico y expone el sino trágico que se impone a la humanidad.
En tanto, la tercera parte, "Los perseguidos", es un monólogo realizado por un soldado en torno a las andanzas de la tropa y los hechos protagonizados por el par de desertores.
Pese a que el relato escamotea el protagonismo de Romero, este sirve como eje para el despliegue de tres escenas —la alegoría apocalíptica, la épica guerrera y el cuadro criollo—, las que conviven de manera constante, aunque la alegoría apocalíptica marca a todo el conjunto.
Se trata de una voz omnisciente que puede considerarse el marco de toda la novela y que afirma un discurso, posiblemente de base gnóstica, sustentado en la contradicción llevada al extremo como forma de alcanzar la iluminación: "El amor de Dios es un amor furibundo, la rabia es un gesto amoroso, el crimen es un gesto amoroso, el combate es un gesto amoroso, la traición es un gesto amoroso". El advenimiento de un segundo hijo de Dios implicará conjugar
el amor con el mal y aceptar así el accionar de una divinidad que exigirá grandes sacrificios a la humanidad.
Soto nos presenta un punzante cuadro sobre la guerra, que opera a partir de polos muy marcados: un alto mando enfebrecido e indiferente a la tropa hambrienta, mutilada y fallecida en combate (tesis), y su contratara, la soldadesca y sus tribulaciones (antítesis). Dentro de esta siniestra escena emergen los dos desertores, que siguen una ruta propia (¿síntesis?). Ellos se adentran en el desierto tras lo que denominan "Aguafuerte", un tesoro entregado por una particular deidad.
Aguafuerte es una narración donde se impone un barroquismo lacerante que sintoniza bastante bien con la multiplicidad de voces que conforman el relato y con la violencia que atrapa y condena a los personajes. A pesar de que se apega a un esquema un poco básico, el encuadre apocalíptico y su derivación mística otorgan al libro una densidad contundente y permiten señalar a esta novela como la obra más compleja en la escritura de Soto.
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Simón Soto nació en Santiago en 1981. Es autor de la novela "Matadero Franklin"; de los libros de cuentos "Cielo negro; "La pesadilla del mundo" y "La sangre y los cuchillos"; y del diario de abstinencia "Todo es personal': También ha sido guionista de varias teleseries, como "Demente" y "Secretos en el jardín".
Animales sagrados
Tomás Vio Alliende.
Barco Verde, 2023, 83 páginas.
LUN, 8 de septiembre de 2023
Estos relatos son incuestionablemente emotivos; incluso se podría decir que tienen una actitud querendona y que podrían considerarse tiernos. Pero sus méritos escriturales escasean, y con fuerza. Animales sagrados es un libro alto en ingenuidad, incapaz de alejarse de una sencillez que linda con la pobreza de recursos literarios.
La globalidad de estos cuentos se vinculan con el amor hacia los animales, temática que podría resultar muy atractiva si el autor no se auto-boicoteara. Claro, porque las narraciones poseen comienzos atractivos, sugerentes, pero esos impulsos se acaban pronto y a partir de entonces solo pueden levantarse conflictos demasiado precarios.
Por eso, las tensiones son tan ínfimas y cándidas que no logran sobrevivir por sí solas, resultando devoradas por un afán pedagógico potentísimo. A tanto llega esto que se incluye un prólogo explicativo al inicio de cada relato. En todo caso, Tomás Vio hace gala de una honestidad salvaje al reconocer que su trabajo tiene como origen Animales sagrados de Jeremías Gamboa: "Al ver la portada del texto de Gamboa, con sus letras grandes y llamativas, se me ocurrió establecer ese nexo para este libro de cuentos de animales". Es impresionante que el gran nexo con el volumen de Gamboa haya sido la tipografía.
"En el cielo de los pajaritos", relato que abre este conjunto, un oficinista encuentra una extraña avecilla mientras, tras un ventanal, los observa una niña con el rostro desfigurado. Buen inicio, pero de ahí en adelante todo mal. Lo mismo ocurre con "Saruman y los animales", en el que un mago es abandonado por los animalitos que
utiliza en su acto de ilusionismo, o con "El hombre de los bosques", en el que un niño visita a un animal del zoológico que en el fondo es el propio pequeño.
Quizás el mayor problema del autor sea su fatal indecisión entre literatura para adultos o derechamente para niños. De otra forma no se explica la presencia de historias como el "Ratón Pérez", en la que un niño está preocupado por la visita del ratón en medio de la pandemia. Por fortuna para el pequeño, todo se resuelve gracias al rigor profesional del roedor, que "que usaba mascarilla, guantes y una mochila". Lo mismo ocurre con "El elefante", donde otra vez un niño relata el encuentro con un animal en su dormitorio, descubriendo con rapidez que quiere ser su amigo. Es cierto que hay un género de narraciones para un público infantil que por su profundidad, ingenio o lo que sea pueden ser disfrutadas también por un público adulto, pero este no es el caso.
Todo se complica aun más cuando nos percatamos de que los mejores momentos de libro ocurren cuando el autor abandona a los personajes virtuosos y la candidez extrema y llega a rozar una zona de mayor oscuridad, tal vez dándose cuenta de que la bondad y los finales felices difícilmente llegan a producir buena literatura. En esta otra veta se encuentran "La bailarina de tango" y "Payman", dos promisorias narraciones. La primera, sobre el deseo de infidelidad de un hombre mayor con una joven vendedora, y el segundo, en torno a la problemática del racismo y la migración.
Vio debería decidirse o, por lo menos, separar las aguas. Si lo hace, podría explorar esos caminos donde quedan atrás el tono buenista de sus personajes y narradores, dando con una prosa un poco más ambigua, con conflictos y tensiones menos insulsas.
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Tomás Vio Alliende, periodista de profesión, nació en Santiago en 1972. Es autor de "Apocalipsis y otros relatos breves" y del conjunto de crónicas "Reseñas culturales". Trabaja desde hace años en la Agencia Chilena para la Inocuidad y Calidad Alimentaria, Achipia para los amigos.
No reina el mal en el corazón de la ballena
Rodrigo Atria. Zuramérica, 2023, 292 páginas.
LUN, 15 de septiembre de 2023
El sentido común asocia romanticismo con discurso amoroso, pero ese movimiento literario implica mucho más; entre otras características, la obsesión por los estados oscuros del alma, la subjetividad, el sentido de libertad, la emotividad y el interés por los viajes y lo exótico. En esta línea del romanticismo se incluye la nueva publicación de Rodrigo Atria.
No reina el mal en el corazón de la ballena es una novela de aventuras —exploraciones por territorios exóticos ficticios y reales— y viajes existenciales. Ambas trayectorias son las que experimenta Ismael Duffort desde sus primeros pasos en el periodismo de investigación hasta su madurez, cuando ya está radicado en España. Es decir, desde los años previos al golpe militar hasta cuarenta años después.
En su juventud, Ismael anhela convertirse en escritor. Su editor, personaje basado en el gran Alfonso Alcalde, le ordena investigar sobre balleneros, tarea que el novato periodista asume con un entusiasmo desmesurado.
A partir de este hecho, Ismael se da a la lectura de obras literarias interrelacionadas, como resultan ser Mocha Dick, crónica de J. N. Reynolds sobre la ballena blanca que habría habitado las costas chilenas, y Moby Dick, de Melville, la gran travesía en busca del leviatán, una bestia marina colosal. Este último libro se transforma en un documento casi sagrado para el joven investigador.
En esta etapa, cuando surge la pasión del personaje por los viajes y el origen de la ballena, hay un suceso capital en la arrebatada investigación de Duffort. Se trata de su encuentro con Jonás Linderos. Se conocen en la Biblioteca Nacional y apenas intercambian un par de datos, pero mantendrán un extraño vínculo durante décadas. Linderos, portorriqueño radicado en Estados Unidos, no dejará de enviarle libros e información sobre ballenas, viajes marinos, lugares recónditos del planeta y, en especial, islas.
La novela equilibra de manera precisa la historia política de Chile con el trayecto vital del periodista. Los contrapuntos entre la vida amorosa y profesional del personaje resultan plenamente logrados. En su pasado surge Pola, personaje que jamás lo abandonará, joven estudiante de inglés con quien mantenía una relación, una mujer comprometida con la revolución que cuestiona los intereses del joven periodista, más preocupado de su pesquisa que del amor o el acontecer político nacional.
Dentro de los aspectos más atractivos de este libro están el manejo del tiempo, los matices del narrador y la caracterización de personajes. El relato salta en el tiempo de manera constante; posee, además, velocidad y al mismo tiempo calma; y a esto hay que agregar un punto de vista cercano, próximo, autoconsciente de sus proyecciones, y una serie de personajes excepcionales, comenzando por el protagonista, un tipo enfermizamente obsesivo.
Lo singular de esto es que la novela se esfuerza por lograr que entendamos aquello que obsesiona a Duffort y lo consigue a cabalidad. Porque el gran acertijo que la narración plantea es qué lo motiva y por qué dedica su vida a investigar no solo al cachalote referido por Melville en su novela, sino también el paradero de Linderos y el lugar exacto donde se encuentra una extraña isla consignada en antiguos mapas.
Atria narra con una fluidez grandiosa, sin caer, pese a la extensión del volumen, en saturaciones ni abultamientos innecesarios. Su fascinante historia posee hacia el final un filón emotivo y arriesgado que bien pudo desencadenar en melodrama; sin embargo, el autor ha burlado tal desborde y le ha dado un cierre épico a esta novela que no es posible abandonar en ningún momento.
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Rodrigo Atria nació en Santiago en 1952. Periodista de profesión, es autor, entre otros libros, de las novelas "Es tiempo ya" y "Clara en la noche, Muriel en el día" y del volumen de relatos "La fácil hermosura del olvidos". También es coautor y redactor de la investigación "Chile: la memoria prohibida".
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Crítica Literaria Nuestras últimas palabras,
Angelo Alessio; Segundo idioma,
Juana Inés Casas; Aguafuerte,
Simón Soto; Animales sagrados,
Tomás Vio Alliende; No reina el mal en el corazón de la ballena,
Rodrigo Atria.
Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias, del 18 de agosto al 15 de septiembre de 2023