Ñachi
Ignacio Fritz. Sietch, 2021, 109 páginas.
LUN, 18 de junio de 2021
Lo exagerado, la afición por la estética derivada del cine y el cómic, la multiplicidad de personajes, la verborrea imparable han sido características en la escritura de Ignacio Fritz. Esta vez su trabajo en cuanto a estilo es más convencional, aunque sin abandonar su mayor obsesión: los sujetos malditos, íconos de un país o mundo en decadencia. Nachi se desarrolla a través del epistolario de un personaje repugnante que simboliza el honor y la amenaza siempre latente para una nación que suele resolver sus conflictos mediante la violencia estatal.
Un miembro de las fuerzas armadas es el autor y protagonista de una seguidilla de cartas escritas entre mayo y noviembre del año 2045. Van dirigidas a una lideresa de la resistencia mapuche llamada Sakifi Ayün Malen Arifill Rausch, recluida por el Estado en una clínica de rehabilitación en la ciudad de La Imperial.
El escritor de cartas acosa a la mujer, declarándole una y otra vez su supuesto amor, deseos sexuales y solidaridad con la causa mapuche, y además denuncia el montaje de que sido víctima la mujer, injustamente desprestigiada. Su discurso, tiene dos objetivos: seducirla y tomar distancia de sus superiores, quienes han llevado a cabo una represión encarnizada.
A cabalidad cumple esta novela con la construcción de un ser repulsivo, aunque se autoasigne el lugar de un mero testigo. Según sus ampulosas palabras, se limitaba solo a mirar y sentir deseos sexuales por la mujer. Hay acá un punto escalofriante: el hombre
goza con ese cuerpo llevado a la denigración absoluta, realizando una lasciva e hiperrealista descripción de la prisionera.
La estructura del relato es fundamental, ya que permite encauzar la conciencia del personaje hacia una zona sin salida. El procedimiento que utiliza Fritz es exponer al represor a partir de una ficción y un discurso, el enamorado y las cartas, para luego insertarlo en un segundo nivel que revela un aspecto aun más perverso del sujeto. Lo importante es que el narrador jamás llega a siquiera rozar un punto de redención.
Todo esto es un gran mérito para la escritura de Fritz, quien tendía, en anteriores obras, a perder de vista la columna vertebral de la trama. Además, el tratamiento de la figura central va más allá del lugar común. Se aleja así de, por ejemplo, Bruno Vidal, cuya obra no tiene distancia alguna con el represor, convirtiéndose más bien en una simple y facilista apología del castigo. Fritz se ubica muy lejos de ese básico referente, porque identifica y desmenuza a un símbolo de la perversión sin complicidad alguna.
El objetivo del torturador es quebrar a la víctima. Sin embargo, este objetivo se encuentra en la novela de un modo particular, pues lo que se quiebra es la ficción y con ello el volumen se abre hacia un final inesperado, que si bien no cambia toda la historia, sí la enriquece de manera rotunda.
Esta nueva faceta literaria de Ignacio Fritz resulta mucho más atractiva y elaborada que la previa. Claramente hay énfasis horrorosos que quisiéramos no leer o incluso conocer, como lo que cruza por la cabeza de un violador de derechos humanos; sin embargo, aquí hay una justificación estética contundente. Ñachi es un relato que da asco, pero un asco necesario; una pieza literaria reflexionada, verosímil, que asume la reiteración histórica de la infamia como un hecho irreversible.
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Ignacio Fritz hizo su debut narrativo en 2002, con el libro de cuentos "Eskizoides". Desde entonces ha publicado otros tres conjuntos de relatos y cinco novelas -contando la que aquí se reseña-, entre ellas "La Hermandad Halloween" y "La indiferencia de Dios". El autor nació en Santiago en 1979.
Sapolsky
Cristian Geisse Navarro. Emecé, 2021, 179 páginas.
LUN, 25 de junio de 2021
Un protagonista que se esfuerza por demostrar su locura de las más variadas formas se toma bastante tedioso. Y si a eso sumamos que su enorme ego lo lleva a creerse el doble de un afamado y "real" científico, profesor en Stanford además, la situación se vuelve inaguantable.
A ver: Sapolsky, la nueva novela de Cristian Geisse, tiene como personaje central a un loco de pueblo que anhela escribir para escarbar en las honduras de su ser. Este siútico objetivo filosófico es la guía para un proceso que lleva a Pedro Araniva, el personaje en cuestión, a un camino de autoconocimiento basado en las enseñanzas del gurú Carlos Castaneda, uno de sus autores favoritos.
El proceso que experimentará el personaje puede interpretarse como de degradación, aunque también podría ser un proceso de mejoramiento con fuertes bemoles: todo depende de la apertura del lector a la "sabiduría" que emana del libro.
Así, una mirada escéptica se fijará en los costos para Pedro, como perder trabajo y familia y la evidente irracionalidad de su conducta. Por ejemplo, se viste como el adorado científico gringo: delantal blanco y anteojos sin cristales, aunque el disfraz, más que demostrar el estado mental del personaje, lo expone en su necesidad imperiosa de exhibición. Lo más importante es mostrarse como un enajenado para el pueblo de Vicuña, donde reside; ser reconocido como loco es su gran meta.
El volumen, de tal manera, funciona bajo la estrategia del convencimiento: debe quedarnos demasiado claro que estamos ante un individuo que se ubica más allá de la razón.
Las andanzas del loquito del pueblo aparecen intercaladas con breves mensajes a Robert M. Sapolsky, traducidos al español en notas al pie de página. En ellas le manifiesta que lo admira y que es su doppelgänger, es decir, Pedro cree ser el doble del gringo. Estas notas o saluditos al científico no tienen respuesta y se reiteran en su contenido y estilo, lo que permite que pasen a un segundo lugar. Lo que sí cobra relevancia es una serie de microhistorias en torno al protagonista con su madre, su expareja y amigos. Anécdotas en torno a borracheras, consumo de drogas, viajes místicos, brujerías y desacuerdos familiares que tendrían por intención exponer cómo, desde siempre, su vida se estuvo desmoronando.
El mayor problema de la novela es la evidente autoconciencia del protagonista. Araniva tiene plena claridad del significado de cada uno de sus actos, y no conforme con eso los explica, los detalla, como si alguien pudiera perderse. Nada queda a la imaginación. Lo mismo ocurre con la clara tendencia a maltratar a las mujeres, lo que viene siendo casi un sello de este autor. Las tres mujeres con mayor importancia son la pareja infiel del loco, su hostil madre y la mapuche que conoce en un bar, buena para el trago y con dotes de bruja.
A todo esto hay que sumar los precarios e insulsos discursos filosóficos de Araniva, donde no hay variaciones de punto de vista, profundidad reflexiva ni menos riesgo narrativo. El relato es tan lineal y convencional que hasta le trae su buen clímax. Algo inexcusable, propio de un modo de escritura primerizo, es cerrar la historia con el protagonista alcanzando una epifanía.
Sapolsky es un libro donde se aborda la figura del escritor como un ser especial, un «loco lindo» (horrorosa expresión) de pueblo, un ser especial que no pertenece a camarillas, y que aprovecha la literatura como espacio para lloriquear sus desdichas y de paso exponer que literatura y locura son una misma cosa. Todo un descubrimiento.
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Cristian Geisse Navarro nació en Vicuña en 1977. Antes de "Sapolsky" publicó otras dos novelas, "Ricardo Nixon School" y "Catechi". También es autor de numerosos cuentos -en su mayoría reunidos en el volumen "Pobres diablos"- y de varias antologías de poetas nortinos apócrifos.
Satancumbia
Rodrigo Miranda. Sangría, 2020, 146 páginas.
LUN, 2 de julio de 2021
La Plaza Baquedano o Plaza Italia o Plaza Dignidad es el gran escenario de esta novela de Rodrigo Miranda, un relato queer en el que se despliega una contraépica y una cultura de la resistencia a partir de la historia de vida de un par de artistas callejeros.
Entre las 17.30 del viernes 18 de octubre de 2019 y las 22.15 horas del martes siguiente transcurre esta historia basada en el estallido social. Dos grafiteros, Satán y Cumbia, son los protagonistas. Ellos se instalan en la plaza desde el día uno de la revuelta. Son parte de una primera línea plebeya y profana sin militancia, que se juega la vida por un proyecto libertario.
El emblemático escenario está ocupado por habitantes de la periferia, centenares de marginados, entre ellos la pareja de artistas urbanos, que forman parte de un poder informe, pero que tiene claro su pasado, sus derrotas y sus utopías. Los cadáveres de los manifestantes apilados en medio de la calle son la evidencia del rumbo que va tomando la disputa.
La presencia de la oralidad callejera es constante en esta escritura. Algo así como la escritura de Juan Carreño mezclada con el compás de un rap, impulsivo, visceral, desapegado de cualquier exhibicionismo teórico. Esto da lugar a una prosa compacta, tan exaltada y energética como las actuaciones de Satán y Cumbia, quienes luchan, se resguardan, pernoctan y pasan sus horas planificando grafitis y la creación de un Museo al Aire Libre.
Si bien se ubica en un tiempo específico, el libro construye una temporalidad ambigua, donde se cruzan microrrelatos situados en las décadas de los 70 y 80 y un presente con rasgos futuristas. Esta mezcla temporal remarca la condición cíclica del ejercicio de la violencia a través de la historia del país, pero también se refuerza la clase de quien enfrenta al poder: "Somos los rotos juntando sus pedazos", señala el narrador. A pesar de todo el daño que han sufrido, aún estiman posible la rearticulación que les permita continuar resistiendo.
Un aspecto importante en este volumen es la experiencia de goce como paréntesis dentro de un tiempo que se acaba. Los personajes viven bajo la amenaza de ser atrapados, golpeados, torturados, asesinados o deportados a campos de prisioneros. Sin embargo, interrumpen o postergan la derrota final a través del sexo. Satán y Cumbia disfrutan el encuentro entre cuerpos macilentos, maltratados y hambrientos. La copulación homosexual y no monógama se convierte en un acto de resistencia al orden masculino que se impone desde el abuso policial, la ley y el Estado.
Así, se rechaza la épica oficial, masculina y guerrera, tomando partido por una contracara homoerótica, en proceso de construcción desde abajo y no desde la jerarquía ni la autoridad política. Los personajes se apropian del lugar público y de sus símbolos de civilidad (la plaza), de modernidad (el metro) y de virilidad (la estatua del guerrero que adorna la rotonda). Estos tres símbolos permiten que surja un contraespacio donde la utopía se toma el territorio para dar lugar a la subversión.
Miranda ha elaborado un libro donde el disenso es castigado con una violencia desmesurada. Donde hay tristeza, pero —y aunque parezca extraño— también alegría, placer, deseo de cambio y de producir arte. Satancumbia es una novela robusta, un documento de insurrección importante para comprender desde otro lugar la batalla librada en las calles.
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"Satancumbia" es la segunda novela de Rodrigo Miranda; la anterior, "La expropiación", fue publicada en 2016. El autor nació en Santiago en 1974 y es periodista.
Un lugar donde esconderse
Ignacio Borel. Bordelibre, 2020, 91 páginas.
LUN, 9 de julio de 2021
El año 2015 Ignacio Borel publicó su primer libro, Dolores o la inutilidad de todo, una novela interesante donde destacan las vidas oscuras y la ausencia de desgarro. Un lugar donde esconderse, su nueva publicación, ahora de cuentos, si bien de nuevo enfatiza en la desesperanza y el modo sombrío de percibir la realidad, manifiesta un giro importante respecto del anterior volumen, ya que la intensidad de los sentimientos es parte central de los relatos.
Aquí el autor desencaja con exactitud las historias, alejándolas de una percepción única y total. Desarrolla así una escritura desconcertante: sus protagonistas no tienen vuelta y hasta el más mínimo salvavidas que les arrojan termina convertido en un arma mortal. Para ellos, todo termina siendo una oportunidad de fracaso.
Borel escribe sin apuro, mezclando cierto tono sucio, negro, con inflexiones líricas. Su prosa contiene una textura rugosa, donde conviven la palabra dura y oblicuamente lasciva y una contenida sedosidad, o más bien una finura, para internarse en las pequeñeces de la existencia. Son detalles que parecen nimios, pero que en conjunto permiten ingresar a zonas profundas de los personajes, allí donde dejan entrever sus contradictorias formas de sobrevivir.
"Antes del mar", el único relato narrado por una mujer, es una atrevida propuesta. Borel construye a una protagonista llena de matices y contradicciones. Una mujer joven, huraña, emotiva, solitaria, hija de detenidos desparecidos que por azar llega a trabajar como cuidadora de una anciana postrada y agresiva, que en su pasado trabajó para la DINA.
También hay que destacar, por su magnífica factura, "Kande", el nombre de la hija del protagonista, un migrante africano que lleva diez años dando tumbos por Latinoamérica y que en la actualidad se encuentra afincado en Brasil. Su ex familia quedó atrás, pero la hija abandonada en Africa viaja al país donde reside su padre. Al igual que en la anterior historia, el final es, digamos, dantesco.
En todo caso, el punto culmine del volumen es "¿Me escuchas? Estoy mal en Lisboa". Un relato homoerótico entre dos futbolistas. Así, de buenas a primeras, parece una idea simple, pero es todo lo contrario. Obviamente está el marco de la heterosexualidad obligada en el mundo del fútbol; sin embargo, el énfasis y el gran acierto está en la intimidad amorosa de la pareja, llena de quiebres,
distancias y pequeñas tragedias.
Los encuadres espaciales son uno de los principales aciertos técnicos de este libro. El autor elabora verdaderos fotogramas, donde privilegia el plano-detalle que llena de sentido la interacción de los personajes. Otros aspectos destacables son la fluidez de los diálogos y la constante parquedad en la mirada descriptiva. Un punto a mejorar son los desenlaces; la importancia que estos tienen es tan fundamental que tienden a clausurar demasiado la narración. Además, hay más de un relato con un final cercano al esoterismo, lo cual resulta una salida facilista.
Decir que un autor ha crecido literariamente es siempre complejo, pero aquí se aplica en plenitud. Ignacio Borel puede correr con soltura por fuera de nuestros parajes habituales. En el fondo, y en corto, ha escrito un libro que dan ganas de seguir leyéndolo una vez acabado. Y eso es mucho.
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"Un lugar donde esconderse" es el primer libro de cuentos de Ignacio Borel, quien en 2015 debutó en la narrativa con la novela "Dolores o la inutilidad de todo". El autor nació en La Serena en 1978, y es psicólogo.
Hombres inofensivos
Patricio Tapia. Montacerdos, 2021, 220 páginas.
LUN, 16 de julio de 2021
Esta no es en ningún caso una novela más. Su revisión de las relaciones hombre-mujer la vuelve especial, incluso inolvidable. A primera vista, el libro tiene un rostro moderno, actual, apegado a la paridad de hombres y mujeres, pero al escarbar un poco surge la verdadera cara, aquella que refuerza la división binaria de género y sitúa al varón en un lugar de superioridad.
Hombres inofensivos es una narración inteligente. Bien pensada, profundamente fina, mesurada. Patricio Tapia ha elaborado una pieza correcta en su escritura, ultracorregida, aunque carente de un estilo particular, identificable.
La trama privilegia a dos parejas cuyas historias se entrecruzan a través de un accidente. Un arquitecto y su esposa ilustradora descuidan por un segundo a su pequeño hijo, que muere atropellado. La conductora del automóvil que provoca la desgracia está casada con un ingeniero. Todos los personajes pertenecen al segmento acomodado, aunque se diferencian entre liberales y conservadores.
La vida previa al accidente es narrada en detalle, destacando todo el proceso de encantamiento que ambos hombres experimentan por estas mujeres. Luego vendrá la etapa de vida en común, también abordada del mismo modo minucioso, pero ahora enfrentada a la crisis, al dolor.
Lo importante en todo caso son las distancias que se dan entre hombres y mujeres. El relato propone un polo de lo femenino basado en la lejanía y en la imposibilidad de que alguien lo pueda conocer en profundidad; saber cómo piensan y qué sienten las mujeres será siempre un acertijo. Ambas son autoritarias y algo desaprensivas como madres. Por su parte, los hombres son seres "inofensivos", tirando más para comunes, buenas personas y emocionalmente frágiles.
La historia tiene como centro a los hombres, y desde allí se desprenden las mujeres. Esta configuración desequilibrada favorece las miradas de los primeros, sus reacciones frente al dolor. Así, las mujeres son mediadas por ellos y por el narrador omnisciente. Ellas sobreviven sin expresar discursivamente su dolor, conteniendo sus experiencias dramáticas. Eso las vuelve aun más inaccesibles. Lo peor de todo es que las dos sufren enfermedades invalidantes, que las relegan a la dependencia. Ese paralelismo innecesario puede leerse como una suerte de castigo.
Tapia posee talento para picar la cebolla como si de una telenovela turca se tratara. Narra las tensiones de la vida y la intimidad de pareja desde un enfoque triste, intervenido siempre por una distancia imposible
de sortear. Esto tiene una causa única: las mujeres son extrañas, tienen un mundo aparte, incomprensible para los varones.
Y si a eso sumamos la estrategia narrativa, la novela se convierte en un buenísimo ejemplo de la evolución de cierta masculinidad que advierte cambios culturales, pero que no puede abandonar sus esquemas patriarcales. Tanto así que son los hombres los que asumen el sentimentalismo. Lo trágico y desgarrado pasa por ellos; las mujeres son decididas, locas, extremas en sus decisiones y cerradas afectivamente.
Esta inversión del estereotipo mujer sentimental versus hombre racional parece ser muy subversiva, pero no es así. Es una mera adaptación de la masculinidad de siempre, pero con un matiz, representando ahora a los varones como dueños de las emociones, la resiliencia y la memoria. La novela parece decir que las mujeres han evolucionado, pero a un costo altísimo, ya que se han quedado sin alma.
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Nacido en Santiago en 1968, el periodista Patricio Tapia es sumamente conocido y reconocido por su larga trayectoria como crítico de vinos; "Descorchados", su guía anual de vinos chilenos y argentinos, es un imperdible en ese ámbito. "Hombres inofensivos" es su primera novela.
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Crítica Literaria Ñachi,
Ignacio Fritz; Sapolsky,
Cristian Geisse Navarro; Satancumbia,
Rodrigo Miranda; Un lugar donde esconderse,
Ignacio Borel; Hombres inofensivos,
Patricio Tapia.
Publicado en Las Últimas Noticias,
del 18 de junio al 16 de julio de 2021