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Crítica literaria

Por Patricia Espinosa
Las Últimas Noticias, 20 de Septiembre al 18 de Octubre de 2013

 



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American Visa
Marcelo Rioseco. Mondadori, 2013, 247 páginas.
LUN, 20 de Septiembre de 2013

Su trayectoria poética no es muy deslumbrante, pero en cualquier caso más digna que la narrativa que ha venido cultivando. Ahora, Marcelo Rioseco publica American Visa, una novela frágil, liviana, descaradamente superficial, que apela al humor para matizar –como ocurre con casi todo el humor nacional– un discurso racista y discriminador.

American Visa tiene como figura central a Marcelo o Marce, estudiante chileno de doctorado en literatura en una universidad estadounidense. En Chile, Marce había conocido a Kimberly, una gringa de origen judío con la que pololea, lo que termina por decidirlo a viajar al país del norte. La relación se termina a los pocos días de llegar el personaje a reencontrarse con su novia, generando en el protagonista un dolor insostenible. Tratando de superar este desengaño amoroso, entabla amistad con Simón, un argentino –abacanado, como era de esperar– que se convierte en su compañero de estudios y de aventuras. Extrañamente, Marcelo había tenido cierta amistad con el padre de su ex novia, John, un ex agente de la CIA que estaba encerrado contra su voluntad en una clínica psiquiátrica, y que, a pesar de todo pronóstico, termina convertido en una suerte de Francisco de Asís. John reaparece en la vida de Marce para incitarlo a él y su amigo a iniciar un viaje que reordenará sus vidas.

De manera lineal y con recursos técnicos primarios, esta suerte de maqueteada y vacua novela de carreteras se dedica a exponer las peripecias de un chileno que hace de la queja su principal arma, aunque sí hay que reconocer su honestísima capacidad autocrítica que lo lleva señalar cosas como “esta novela no se trata más que de digresiones y aventuras que nunca se desarrollan”, “si mi querido lector quiere entender este párrafo, mejor que se vaya a leer a Henry James, que ése sí sabía escribir” o “complete lo que falta, tache lo que no le gusta… que he hecho lo que he podido con la realidad, que tampoco era material para montar una película ni… una tragedia shakespeariana”. Hay que valorar que en lo único que acierta este libro es en la clara conciencia que tiene el narrador de que su novela está mal escrita y llena de digresiones inconducentes.

A pesar de que nuestra sociedad se estaría liberando de prejuicios, cunden los discursos reafirmadores de las más variadas discriminaciones, bajo la cínica forma del humor políticamente incorrecto. Este volumen no escapa a ello, ya que la columna vertebral del relato son los “divertidos” juicios racistas contra judíos, afroamericanos, emigrantes mexicanos, colombianos, homosexuales y pobres.

Rioseco se convierte en una despiadada máquina aplanadora de cualquier diferencia, manteniendo al protagonista siempre inmaculado. En la búsqueda constante de autoafirmación de su higienizada identidad, Marce, presionado por las circunstancias, niega su condición de chileno y se asume como latinoamericano. Tesis que viene ser algo así como el deseo de ser un habitante del mundo, incontaminado por una chilenidad fracasada. En todo caso, un fallido intento para levantar en algo este bochornoso y ultraconservador libro.

 

 

Namazu
Rodrigo Ramos Bañados. Narrativa Punto Aparte, 2013, 139 páginas.
LUN, 27 de Septiembre de 2013

Rodrigo Ramos Bañados es de Antofagasta y hasta el momento ha publicado Alto Hospicio (2009), una oscura novela centrada en un psicópata, y Pop (2010), relato de frontera, que problematiza la violencia de la migración y el choque cultural implícito en tal proceso. En su nuevo libro, Namazu, confluyen elementos de sus dos anteriores narraciones. Se destaca en el volumen una prosa suelta, rápida, con un tono de crudeza que parece nutrido en la vieja crónica roja, ese estilo periodístico que la dictadura destazó y convirtió en el deslavado y pretendidamente objetivo periodismo policial que cunde hoy en día.

Namazu se concentra en tres particulares personajes. Los dos primeros son Hiromu y Kasunoki, unos sismólogos japoneses que llegan a Tocopilla a rastrear un posible tsunami; Hiromu, extraño, solitario e introvertido, constituye el opuesto absoluto de Kasunoki, hijo de madre peruana y padre japonés, de apariencia pokemona, enamoradizo y con un deseo irrefrenable por todo tipo de rarezas. El tercer personaje importante es Magdalena, la joven y ambiciosa periodista del único medio local que vive con su anciana madre y su pequeña hija.

La narración se centra en Hiromu y paulatinamente en Magdalena. Al comienzo, el japonés escribe breves textos en estilo de diario de vida que dan cuenta de sus resquemores con el sitio donde se encuentra, de sus dudas laborales e incluso de su casi enfermizo deseo de catástrofe. Es lamentable que la inclusión de los microtextos íntimos y mortuorios escritos por este tremendo personaje se detenga en la mitad del volumen, adelgazando en parte la densidad del relato. Respecto a Magdalena, habría que señalar que su historia, al igual que la del vecino-amante ocasional, posible asesino de dos pequeñas, resulta atractiva pero es abordada someramente.

Donde sí acierta Ramos es en el contrapunto entre los dos japoneses y la relación que ellos mantienen con el xenofóbico pueblo que los acoge. De igual manera, consigue configurar con habilidad a Tocopilla como un espacio geográfico y social agonizante. Su mirada hiperrealista resulta implacable al acusar el abandono estatal en que se encuentra el pueblo, que opera como un vaciadero de todo tipo de desechos. El entorno contaminado ha dejado sus huellas en los distorsionados cuerpos y psiquis de sus habitantes, aislados de cualquier centro y prácticamente indiferentes ante de la posibilidad del exterminio total.

Namazu es una novela que, a pesar de lo ultraconcentrada, consigue de manera efectiva y convincente generar una historia opresiva, más un repertorio de personajes ruinosos, desde una mirada áspera y sin complacencia. Ramos Bañados es de los pocos autores actuales que está siendo fiel a un proyecto literario que se ha ido fortaleciendo y al que sin duda hay que seguirle la pista.

 

 

Carabela portuguesa
Óscar Barrientos. La Calabaza del Diablo, 2013, 130 páginas.
LUN, 4 de Octubre de 2013

Lo espectral o fantasmagórico, lo sutilmente fantástico, ha sido un rasgo frecuente en las dos anteriores novelas de Óscar Barrientos, El viento es un país que se fue (2009) y Quimera de nariz larga (2011), que conforman una serie narrativa protagonizada por el poeta Aníbal Saratoga, habitante del enigmático Puerto Peregrino. Carabela portuguesa, recién publicada, continúa esta saga, aunque mostrando una serie de cambios que derivan en irregularidades y desniveles en relación a aquello en que se había ido constituyendo la interesante propuesta del autor magallánico.

Una de las particularidades de este escritor era la prosa sobria, atestada de lirismo, cultismos y términos anacrónicos asociados a historias solemnes. El viaje, el mito, la épica, junto a la derrota, habían conseguido convivir de forma no amistosa, pero soportable. La figura protagónica ha sido aquel poeta bebedor y solitario que construye un mundo cargado de extrañezas, como corresponde a la figura del poeta que enarbola su escritura contra el mundo. El poeta no sólo es el encargado de transmutar la realidad, sino que se sitúa como una de las últimas figuras de resistencia frente a contextos donde predomina la corrupción y la desesperanza.

Carabela portuguesa sigue, en lo grueso, el rumbo señalado. Nuevamente Saratoga es el protagonista, conmocionado ahora por haber encontrado por casualidad un viejo volumen de shanties o “canciones de mar entonadas por marineros y piratas” para incentivar la faena marina. Encadenado a este suceso, Saratoga oye en el Trafalgar, su bar habitual, la historia del Ministerio del Mar, proyecto liderado por dos pescadores artesanales desparecidos tras oponerse a los intentos de devastación ambiental de las empresas salmoneras.

Aun cuando el afán principal de Saratoga será acumular información del Ministerio del Mar –que, tal como señala el epígrafe de la novela, fue un proyecto del ex presidente Allende–, el relato tiende a descuidar ese eje, dedicando extensos segmentos a ridiculizar groseramente el ambiente cultural pueblerino. Este recurso –tan manido ya en los escritores de regiones– cambia de manera sorprendente el estilo de Barrientos. Cae en el chiste fácil, configura personajes clichés, desarrolla diálogos simplones, se desentiende del preciosismo para construir la frase y entra de lleno en la misoginia y la sobreexplotación de la fauna de raros habitantes de la provincia.

A pesar del costalazo, el libro logra levantarse, porque Barrientos alcanza a instalar una seria reflexión sobre metaliteratura y política, en un arriesgado estilo cercano al neopolicial, donde además fustiga el hacer poético actual, centrado en la metafísica, enviciado por el afán de posteridad y ajeno a todo aspecto social. Es precisamente tal problematización lo que redime este desnivelado volumen, donde el mito y la utopía constituyen la única posibilidad de revertir el caos del sistema.

 

 

La soberbia juventud
Pablo Simonetti. Alfaguara, 2013, 329 páginas.
18 de Octubre de 2013

El exhibicionismo de un grupo social que parece sentirse superior al resto de los mortales es el eje de ésta, la nueva novela de Pablo Simonetti. En La soberbia juventud predomina el lujo, lo sofisticado, el lenguaje seudorrefinado, la sobreactuación, las penas de amor y un muy marcado orgullo de clase. Así, Simonetti pasa a ubicarse a la vanguardia en el cultivo de una narrativa neoliberal básica, donde predomina la fetichización del dinero, el hiperbolizado consumo, lo desechable y el individualismo. El discurso homosexual resultará aplastado y hasta caricaturizado por el peso de la lógica neoliberal.

La novela se centra en los amoríos de Felipe Selden, un joven y atractivo arquitecto, perteneciente a una familia ultraconservadora, en proceso de hacer pública su homosexualidad, y Camilo, un exitoso abogado que se siente utilizado por las veleidades del arquitecto. El narrador es Tomás Vergara, un enigmático y famoso escritor, también homosexual, que las oficia de testigo privilegiado y consejero en los múltiples líos amorosos entre Felipe, Camilo y un publicista que cada vez tomará mayor protagonismo. Hay que agregar el postrer cambio de un testamento, la herencia de una jugosa fortuna, la muerte prematura y la sorpresa sobre la paternidad de una niña.

En términos estructurales, la historia se divide en cuatro amplios segmentos habitados por personajes chatos, invariables, homogéneos, vaciados de cualquier expectativa interesante que movilice sus acciones. Simonetti pareciera hacer todo lo posible por asesinar la progresión dramática de los hechos. De esta forma, el libro, pacato en términos de erotismo, insiste en las descripciones físicas de los personajes, en cómo están vestidos, en la decoración, en la arquitectura y, por sobre todo, en los chismorreos sentimentales: que me dijo, que le dije, que me ama, que no.

El mundo construido está exclusivamente habitado por sujetos que aparecen como paradigma de belleza, clase y buen gusto, sin instalar el más mínimo contrapunto, reafirmando con ello identidades igualadas y, por tanto, negando la diferencia social. La homosexualidad ABC1 resulta atrapada en la disquisición sentimental y el obsceno orgullo de tener poder económico. Al extremo de que Vergara señala: “La riqueza tiene una ventaja en el caso de un hombre gay. Lo exime de dar explicaciones de sus actos y, en general, son los demás los que le ofrecen explicaciones a él”.

En el actual contexto de lucha por la igualdad y el fin de la discriminación, este volumen de Simonetti sólo sirve para realimentar los prejuicios que tanto daño le han hecho al mundo homosexual en nuestro país; nada hay aquí de denuncia, sólo la representación de una élite que exhibe su poder económico, libertad y distinción, permitiendo que se consolide un estereotipo fatal sobre la homosexualidad, el que se reduce a ligar, ir de fiesta en fiesta, y ser arribista y experto en moda y decoración.

Una mala novela sentimental, un pésimo cuadro de costumbres carente de toda crítica, una sesgada radiografía epocal y un decepcionante discurso sobre la homosexualidad contiene este libro dominado por la ausencia total de un otro y la banalidad más extrema.



 



 

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