Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Patricia Espinosa | Autores |

 


 

 





La contrapráctica como táctica a lo heteronormativo

Por Patricia Espinosa
En Por un Feminismo sin Mujeres
2º Circuito de Disidencia Sexual CUDS
http://www.bibliotecafragmentada.org/




.. .. .. .. .. .

La primera vez que leí el título de esta convocatoria me quedé pensando en lo provocativo que resultaba afirmar un feminismo sin mujeres. Sí, es provocativo y comparto tal provocación, pero habría que explicar que se trata de asumir un desmontaje del término mujer, embadurnado por el esencialismo heteronormativo. Estamos en un espacio universitario y me pregunto si el feminismo ha sido más bien tolerado que asumido ¿Es el espacio universitario un lugar donde se ha anulado el sexismo, la división masculino/ femenino, el control del cuerpo de las mujeres, la violencia material y simbólica sobre nuestros cuerpos? Pues no, como sucede, en general, en toda nuestra sociedad. Queda demostrado que la teoría y el acceso al conocimiento no son suficientes para cambiar las cabezas pensantes del templo del saber. Si bien el feminismo ha logrado, en nuestro país, cierta legitimación teórica, no ha conseguido consolidarse a nivel de nuestros/as alumnas. Hace un par de semanas ante un relato con un protagonista gay, una alumna del Taller que dicto dijo “este maricón”. Y sonó demasiado fuerte, extremadamente violento, me revolvió la guata, como que se me vino un vómito que tuve que convertir en discurso rabioso y en parte triste. Porque tres años en la Universidad de Chile no han servido para generar una apertura intelectual que desmonte la exclusión ni menos el binarismo genérico. Y esto es consecuencia de los académicos y de la institucionalidad. Porque la universidad parece haber esencializado el binarismo hétero/homo. La universidad parece haber amurallado el discurso sobre género a los departamentos de estudios de género, dejando el resto del territorio entregado a un neofascismo. La universidad es hoy un campo de lucha para desmontar el aparataje androcéntrico. Aún hoy nos vemos expuestos/ expuestas a conductas de mobbing, ninguneo, exclusión de los lugares de toma de decisiones.

Las prácticas de activismo feminista muchas veces se ven insertas en la retórica de la tolerancia. Término que funciona como una más de las estrategias de control de la alteridad. El poder determina quiénes son y cómo son los otros, diseña estrategias para representar al otro en tanto amenaza y fijarlo, acotarlo a un lugar que no genere peligro. Los diferentes al orden social son clasificados y tolerados. Mientras los tolerados arman un lugar, una tribu, un ghetto a la cual no cualquiera puede pertenecer. ¿Cuál será el rito de iniciación me pregunto una y otra vez? ¿Es que los tolerantes no toleran? ¿La Sra. K no me tolera? La tolerancia da entrada a todos los puntos de vista, los comunistas y los fascistas, la derecha y la izquierda, el blanco y el negro, los que están en pro de las armas y en contra de estas, los héteros y los gays. Y si corro el riesgo de ser tildada como intolerante frente a la misoginia, la homofobia, el racismo, la discriminación social, la desigualdad económica y el poder empresarial en su democracia de simulacro: lo seré.

Los sujetos que intentan desautorizar un sistema androcéntrico corren el severo riesgo de asumir la fijación que el poder les determina. Es decir, me rayan la cancha y me creo el cuento. La estrategia de dominación no debe ser internalizada. Porque asumir el lugar prefijado es asumir la serialización que quita sorpresa, que tranquiliza al poder que ha logrado individualizar y al mismo tiempo marginalizar la diferencia de sus actores; una diversidad cultural, sexual, genérica, que no deba ser aceptada al des-racializarse, y al des-sexualizarse.

Ser el otro, es ser la parte maldita del sistema, el negro, la tortillera (Preciado), el maricón, la izquierdosa/so, la negra chana, el negro flaite, el residuo del sistema y por tanto de la Institución. La esencialización del otro, nos está devastando. Y me pregunto: ¿por qué no romper con tal esencialización, desbarrancar con la tolerancia en tanto aguantar-soportar lo que resulta molesto? Mientras nos hacemos los lesos/lesas, asumimos con indiferencia tener nuestro pequeño lugar como si fuera una migaja; porque la Institución pareciera decir: o te conformas con las migajas o te exilio. La indiferencia se nos monta y es mejor cuidar el pellejo que dar aullidos. Emerge así la desmemoria de nuestra propia historia. Atrás la pasión, la rabia, las ganas de cambiar el mundo, el compromiso, el avanzar sin transar, el debate, la confrontación porque sencillamente se ha eliminado al otro rebelde que conteníamos. Me toleran/ los tolero y muere el diálogo. Toleran para reprimir, suena raro pero es así. Se aguanta para simulacrar en la medida de lo posible, un estado diverso.

La dictadura amplificó la binarización masculino/femenino, familia/ heterosexualidad y la Concertación le siguió las aguas con fervor dentro de la consolidación de las políticas neoliberales. El cuerpo del consenso que instaló la Concertación, se centró en la familia como dice Olga Grau: “hiperrepresentada[1]. El pensamiento heterocentrado no sólo nos ha gobernado sino que nos gobierna. Y si de teorizar se trata, el feminismo se ha binarizado entre la diferencia o la igualdad. Nuevamente un parcito: queremos ser iguales o queremos que nos respeten nuestra diferencia de raza, género, clase. Opto por ambos polos del binarismo. El sujeto mujer heterosexualizado la lleva como régimen político de control. Los discursos regulatorios construyen cuerpos desde lo normal o lo desviado (otro binarismo). La respuesta a esta práctica de control será la contrapráctica; una lógica tendiente a desestabilizar el binario, la definición del sujeto –en este caso Mujer- a partir de un ejercicio de empoderamiento discursivo público y privado. Se trataría entonces, de descomponer los marcos que nos atrapan (Butler) como mujeres con significante político, yendo más allá del género de matriz heterosexual. Ese ir más allá, implica una actuación reiterada y obligatoria en función de unas normas sociales que nos exceden, que nos sanciona y excluyen. Representar más allá del binario, más allá del género, más allá del sexo; todo es una construcción social y nuestro deber será deconstruir cotidianamente los formatos canónicos de sexo[2]/género porque no hay una sola forma de significar hombre o mujer.

Si el feminismo no se desliga de la categoría jurídica de representar la mujer seguirá la hegemonía de lo creado por el universal masculino. Romper la facticidad de lo anatómico de un sexo, negar la vinculación de un cuerpo a la espera de un género, rechazar la continuidad entre sexo, género, práctica sexual y deseo. La negación nos lleva a la noción de un género por hacer en el territorio de lo cotidiano y durante el trayecto vital de cada sujeto/sujeta. Que no somos solo un útero, ni una vagina, ni menstruación, ni madres, ni trabajadoras que equilibran lo doméstico con lo laboral, sino que somos agentes discursivos, productoras de disrupción y quiero enfatizar que es el espacio cotidiano, es en el callejeo, en nuestro mundo laboral, donde debemos hacernos cargo de toda la mierda esencializadora y castradora del universal androcéntrico enquistado también en las propias cabezas de muchas mujeres.


NOTAS


[1] Vera Fajardo, María Antonieta. Disponible en: http://www.alterinfos.org/spip.php?article673

[2] Fausto-Sterling considera que existen hasta un total de cinco sexos: hombre; mujer; herms (nacidas/os con un ovario y un testículo); merms (nacidos con testículos pero también con indicios de genitales femeninos); y ferms (nacidos con ovarios pero con algunos aspectos de la genitalidad masculina).
En http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=12983&id_seccion=8



 



 

Proyecto Patrimonio— Año 2014 
A Página Principal
| A Archivo Patricia Espinosa | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
La contrapráctica como táctica a lo heteronormativo.
Por Patricia Espinosa.
En "Por un Feminismo sin Mujeres". 2º Circuito de Disidencia Sexual CUDS