El 2024 ha sido el año de la narrativa policial escrita por mujeres. Un nombre importante en este flujo de autoras es el de Julia Guzmán quien ha publicado recientemente su primer libro de cuentos. De un infierno a otro contiene diez relatos, algunos no inéditos, donde se advierte una fuerte preocupación por explorar distintas configuraciones del género femenino, privilegiando mundos interiores en crisis, vidas expuestas al daño y a decisiones irreversibles.
Dos matrices posee el volumen: una netamente detectivesca, clásica, centrada en dos investigadores privados que deben resolver casos a partir de la pesquisa y el análisis y otra, que se ciñe al estilo domestic noir, donde personajes comunes resultan apresados por conflictos domésticos que en algún momento podrían llegar a ser delictivos. El punto en común de ambas matrices es su distancia de problemáticas sociales, esto le permite concentrarse en la condición hipócrita del ser humano. Generalmente son los varones quienes actúan de manera solapada y violenta. Las mujeres, por su parte, son personajes con muchos matices, vericuetos que delatan un carácter en ocasiones decidido, pero también compasivo y sometido.
La intención de Guzmán de alejarse de los crímenes de gran envergadura representa un giro importante respecto de los que tradicionalmente realiza el género policial, estas narraciones huyen de lo grande, lo estruendoso, tanto así que optan por delitos menores o por situaciones que solo en apariencias parecen punibles. Sin embargo, situarse en lo menor no implica para nada la pérdida del suspenso, el planteamiento de un enigma, una atmósfera oscura y personajes decadentes.
Cinco de estos relatos son protagonizados por Miguel Cancino y Ester Molina, quienes abandonaron sus estudios universitarios para dedicarse al oficio de investigadores privados sin contactos con la oficialidad policial. Ocasionalmente se ayudan en su oficio y aunque él demuestra admiración por Ester, no son pareja romántica. Ambos comparten rasgos como la soledad, la precariedad económica y un aire de fracaso vital. En cuanto a diferencias, Cancino es retraído, tímido y meditabundo. Ester, por su parte, es directa, pragmática y autoritaria. Un componente central en la conformación del personaje femenino es su lesbianismo. Resulta un verdadero acierto que la autora saque de la heterosexualidad a la mujer detective, rompiendo con una tradición masculinista del policial en Chile.
En oposición a las historias en torno a Cancino y Molina se encuentran los domestic noir, donde se enfatiza el suspenso, el vagabundeo psicológico y el protagonismo de la mujer, esta vez como entidad activa y no solo como víctima. En estos relatos, predomina la mujer heterosexual harta de la rutina, violentada por su pareja, la maternidad o por una pequeña comunidad laboral que la desprecia. Cada narración posee un conflicto asociado a una crisis de identidad que arrastra a las mujeres a situaciones límites. Así ocurre con “Rutinas indelebles” donde una madre preocupada de su hijo olvida al amigo de éste en una plaza o en “De un infierno a otro”, uno de los mejores del conjunto, donde una mujer casada se va con su amante a vivir a una comunidad isleña. Inesperadamente le toca convivir con la exmujer de su pareja y la pequeña hija. La atmósfera tormentosa contribuye con oficio a potenciar el atolladero en que se encuentra la protagonista.
Un caso particular lo constituyen dos relatos que en el fondo son uno. Es decir, del primer relato se deriva el segundo. La autora hace gala de un manejo técnico preciso, mediante la utilización de un personaje que transita de secundario, en el primer cuento, a protagonista, en el segundo. Los relatos en cuestión son “Silencio en la noche” y “Un amigo circunstancial”. En el primero una mujer arrienda una habitación de hotel para escribir. Mientras trabaja, ocurre un hecho delictual en una habitación vecina que podría acarrearle grandes problemas. En el siguiente relato, el protagonista es uno de los personajes del cuento que elabora la escritora. El encadenamiento de ficciones no solo funciona perfecto, sino que confirma la multiplicidad de enfoques que pueden derivarse de un mismo acontecimiento.
Esto confirma que Guzmán posee un conocimiento profundo sobre el género literario que cultiva. Y por fortuna lo demuestra con hechos y no teorizando, salvo en el primer cuento del volumen. Mediante la voz del detective Cancino se describe la denominada crítica policial del narrador francés Pierre Bayard. Claramente esta referencia implica un gesto metaliterario, una suerte de declaración de principios respecto a cómo abordar el relato policial. Cuando leemos a un/a detective o investigador/a, accedemos solo a “uno” de los posibles caminos resolutivos del acertijo propuesto. Las interpretaciones textuales, por más verosímiles que sean, no son más que “una” posibilidad de desentrañar la realidad ficticia. Esto implica que lxs lectorxs operen como detectives que sospechen de todo, incluso de la propuesta de verdad construida por el protagonista. Por tanto, más importante que el remate de un conflicto o caso policial es el proceso que experimenta un personaje, cuyo fin ya no es arribar a lo que supone sea la verdad.
Julia Guzmán elabora un conjunto de impecables historias donde revierte lugares comunes del género investigativo. Su escritura es limpia, fluida y precisa en su articulación argumentativa. Respecto a su pareja de detectives, hay que decir que son figuras excepcionales para protagonizar una saga, donde se profundice en sus posiciones ideológicas, sus hábitos culturales, su clase y género. Es imposible, por ahora, decidir cuál de las dos modalidades de relato funciona mejor en la autora: ¿la narración detectivesca o la narración doméstica? Ambas resultan no solo bien elaboradas, sino que complejas a pesar de su brevedad, abordando llamativamente lo femenino y manteniendo una fuerte intensidad en los conflictos.
La presencia cada vez mayor de autoras policiales permite afianzar la solidez de un género, que si bien ha aportado importantes nombres a la literatura nacional, ha sido fundamentalmente propiedad de varones.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Un debut esperanzador:
Julia Guzmán. "De un infierno a otro". Santiago: LOM, 2024, 115 páginas.
Por Patricia Espinosa