Última función
Andrés Nazarala. Kindberg, 2022, 267 páginas.
LUN, 19 de agosto de 2022
Publicada el año 2000, la novela Nocturno de Chile, de Roberto Bolaño, se convirtió prontamente en un referente ineludible a la hora de abordar el tema del crítico que agoniza torturado por los demonios de su oficio. Ahora, Andrés Nazarala consigue darle una eficaz vuelta de tuerca a este tópico en su segunda novela, Última función, donde un crítico de cine revisa su pasado con una actitud rabiosa, sin arrepentimientos ni culpas.
Podría decirse que es muy poco lo que ocurre en este relato: básicamente, un crítico repasa su vida y su ocupación. Sin embargo, esta aparente quietud permite profundizar en el yo narrativo y explorar en la escritura como un estallido tensionado por las relaciones entre tradición, utopía y presente.
La voz de Aldo Romero, el critico, oriundo de Valparaíso, que frisa los sesenta años, es una presencia omnímoda. Su palabra elabora todo lo narrado, no hay otro foco, solo él. Se trata de una palabra, como el propio protagonista declara, solipsista, es decir, todo a su alrededor depende exclusivamente de su subjetividad. Es una voz atronadora, firme, aguda y amarga, dueña siempre de la verdad, lo que lo convierte en un tipo desagradable para los estándares actuales de simpatía.
Una descuidada vida en términos médicos le genera una enfermedad crónica que se agrava, por lo que tiene que internarse en un hospital. Su discurso se sostiene en recuerdos familiares y amorosos y anécdotas juveniles. Recuerdos que en todo caso no siempre son ácidos, pues varios están marcados por experiencias placenteras.
El cine es parte central de la vida de Romero, para quien no hay diferencia entre su ser crítico y su ser
espectador. En lo que sí es tajante es en la separación entre el cine bodrio y aquel capaz de llevarlo a zonas extáticas de su conciencia. En tal sentido, la novela podría ser considerada una pequeña enciclopedia del cine, organizada desde un canon personal, subjetivo, orientado hacia filmes y autores del cine mainstream. Aun así, las propuestas experimentales y poco conocidas son las que realmente lo conmueven. "Supongo que mi objetivo era demoler la tiranía del buen gusto, buscar la honestidad y la autenticidad en los basurales del cine", dice Romero, para agregar: "Mi batalla era contra la sobreinterpretación y el onanismo intelectual. Me importaba el cine como experiencia sensorial, los nuevos lenguajes, las exploraciones".
Las citas son una parte nuclear de este libro y operan de manera precisa. Es un acierto el acople entre la voz del protagonista y la referencia a filósofos, teóricos del cine, realizadores, poetas y narradores. Ambos lugares, la cita y la voz de Romero, dialogan, se retroalimentan y contribuyen a dar a la historia una profundidad no impostada, carente de pomposidad.
Todo esto lleva a que la novela se pueda entender como una suerte de testimonio-poética de un sujeto para quien cine y vida son una misma entidad. Y es precisamente con su poética que Romero logra superar el honor y el desencanto, afirmándose en una suerte de utopía donde convertirse en un lector-espectador es el gesto definitivo para encontrarle sentido a la existencia.
Esta es la segunda novela de Nazarala en un breve periodo (la anterior, Hotel Tandil, la publicó hace tres años). La escritura enfebrecida del autor es un paréntesis importante en el actual oleaje de narrativas sobre la intimidad, porque, si bien está dentro de ese ámbito, marca una distancia enorme gracias a un despliegue estético sumamente robusto.
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"Última función" es la segunda novela de Andrés Nazarala; la primera, "Hotel Tandil", apareció en 2019. Nacido en Valparaíso en 1976, el autor tiene una extensa trayectoria vinculada al cine, ámbito en el que ha destacado como crítico en diversos medios de comunicación y como director de la película "Debut".
Detén el invierno
Andrés Valdivia. Emecé, 2022, 186 páginas.
LUN, 26 de agosto de 2022
Resulta imposible soslayar la tristeza que produce leer un relato sobre un niño que padece cáncer. Sin embargo, este no es un libro testimonial, sino una ficción donde la emotividad no basta para cubrir sus debilidades.
Detén el invierno, de Andrés Valdivia, es una novela que da un giro a lo que habitualmente se conoce como literatura de autoayuda. Si por lo general la autoayuda nos presenta a narradores empáticos, deseosos de conectar con el lector, aquí no tenemos nada de eso. Por el contrario, el padre del niño es un insoportable de tomo y lomo, que no duda en ubicarse como protagonista absoluto y vanagloriarse de su narcisismo.
El libro se inicia con el diagnóstico de la enfermedad que sufre J, un niño de dos años. La historia la cuenta su padre, Andrés Valdivia, de cuarenta y seis años, trabajador independiente de clase alta que vive con su segunda esposa, a quien denomina siempre "mi mujer.
El impacto de la terrible noticia solo podemos conocerlo filtrado por la exclusiva perspectiva del narrador. Todo pasa por él. Es más, apenas deja lugar para un par de frases del resto de los personajes, incluidos el niño y la madre, ambos limitados a la condición de mudos. Pues bien, Andrés es un personaje que padece de incontinencia verbal; es tal la cantidad de barbaridades que emite por segundo que consigue opacar el real asunto de la novela.
Llega a tal extremo el desequilibro que la tragedia de J. pareciera ser solo la excusa perfecta para el despliegue del egocentrismo de Andrés. Obviamente, él sufre y mucho, pero su dolor suena a coartada para exhibirse y dar cuenta de sus méritos e incluso de sus desaciertos con un orgullo colosal. El punto que más llama la atención es su frivolidad para representar su intensa naturaleza, su carisma. Entre muchas frases dispersas, dice: "Así fue como las enfermeras [...] me bautizaron como el Sol de América. Me las habría llevado a la playa a todas". Y luego agrega: "Las enfermeras más ricas eran las de maternidad y las del turno de noche. Tres veces por semana en la UCI pediátrica aparecía haciendo su internado una joven doctora con una mirada penetrante e inolvidable".
A esto hay que sumar que el libro se autoboicotea al dar a conocer el destino del niño cuando apenas se ha avanzado un cuarto de la novela. Esta información destruye toda expectativa y con ello el único interés que podía despertar la historia. El apresurado develamiento confirma que el verdadero objetivo es la exhibición del progenitor, quien intenta acercarse al lector empleando un lenguaje abajista, plagado de argot de redes sociales. Hay que
reconocer, eso sí, que este personaje tiene un humor a toda prueba. Su máximo talento es tirar la talla en situaciones macabras.
Favorablemente, la escritura corre rápido a través de breves capítulos que en este sentido ayudan mucho y que están construidos sobre la base de una clara intención de parecer siempre rudo, macho y avispado. Pero todo, todo se trata de Andrés y de su imagen: "Me terminaron llamando doctor Valdivia. Una vez una persona que estaba barriendo, que ya me había visto entrar temprano y salir tarde por más de tres meses, me dijo: 'Buenas noches, doctor' ".
Para rematar, el libro no pierde la oportunidad de alabar el excelente servicio brindado por una conocida clínica santiaguina de salud privada, práctica habitual en el cine (product placement), pero muy poco en la literatura. Quizás explotar esta veta pueda ser destino de la escritura de Andrés Valdivia.
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"Detén el invierno" es el primer libro de Andrés Valdivia, quien, entre otros asuntos, ha editado los discos "Efectos secundarios" y "Gordita Beach"; ha compuesto las bandas sonoras de los filmes "Se arrienda" y "La hija del general", y ha armado los proyectos digitales Noise Media y Chungungo. Ingeniero civil de profesión, el autor nació en Santiago en 1976.
Desde el confín
María José Poblete. Seix Barral, 2022, 262 páginas.
LUN, 2 de septiembre de 2022
En la actualidad, la novela histórica tiene su punto fuerte en la reescritura de la versión oficial. Abrir nuevas perspectivas y enfocarse en personajes que siempre fueron invisibles parece ser la norma. Desde el confín es una novela que se aproxima al periodo de la Conquista a partir de dos mujeres cautivas, lo que permite establecer un contrapunto entre vencedores y vencidos.
Aun cuando el viaje de los colonizadores por el desierto nortino, hacia lo que será la capital del Reyno de Chile, tiene ya larga data literaria, la narración de Poblete posee una importante dosis de originalidad al centrarse en los vínculos que establecen dos muchachas secuestradas por el soldado español Antón de Ledesma. Una, Kasirimay, es una joven inca que cumple la función de traductora y obligada amante del soldado La otra, Saikin, es de origen mapuche y también debe responder a los caprichos de Antón. Entre ambas surgirá una relación inesperada.
Con estos tres personajes, el libro establece sus tensiones: la codicia de la Conquista, la conciencia de comunidad de los pueblos originarios y la representación de la mujer como botín de guerra. Además, aparece Aukañamku, una voz masculina ancestral, también mapuche, encargado de guardar la memoria de su pueblo.
La mayor originalidad de este volumen es la historia amorosa entre las dos mujeres. Ambas comparten el hecho de ser víctimas de una constante violencia. Ambas son violadas en su cuerpo e identidad originaria. Sin embargo, solo una de ellas manifiesta una actitud rebelde frente a sus circunstancias y posibilidades de vida. Las secuencias sobre la intimidad —el discurso amoroso— de las cautivas son narradas con fuerza y delicadeza mediante la descripción lírica de sus deseos: "¿Cómo es que hueles como hueles? Seguiría tu olor hasta el Cuzco si tuviera que buscarte. Como perro de blanco te seguiría los pasos. ¿Y si subieras a una de sus casas que andan sobre las aguas? ¿Si partieras arriba de las olas? Pues me pararía en un cerrito costero como ellos hacen y abriría la nariz y cerraría los ojos para ver por dónde anda la fruta escondida entre tus piernas".
De igual manera, el discurso rebelde de una de las jóvenes, el cual se consolida gradualmente, posee una potencia de doble faz. Por un lado, representa la liberación y, por otro, el retorno a la comunidad, ya no como una "mujer" sino como una guerrera. "No quiero ruca de hombre. Seré una cona, no una hembra", afirma la muchacha al ave mensajera de su pueblo, quien así le dice: "No serás la hembra de un macho. No serás la madre de un
niño. Serás tía, serás hermana. Serás cona. Si así lo quieres".
Poblete logra estructurar una diversidad de voces y aborda con verosimilitud la actitud desalmada del colonizador y la potencia insumisa del pueblo mapuche, su imaginario de convivencia con la naturaleza, el afecto comunitario y el deseo de recuperación de un equilibrio de vida en una tierra que desde el origen de los tiempos les ha pertenecido.
Desde el confín es una ficción solvente, sin altibajos, aunque, pese a ello, se pudo explorar con mayor énfasis en la cautiva más sumisa y las razones de su falta de riesgo. El libro consigue que hable el poder y la subordinación, obviamente con una toma de partido, porque, como ya sabemos, no existe la literatura desideologizada. El tránsito desde la anterior novela de Poblete —El desvelo— demuestra un trabajo literario que va en progresión y que marca un derrotero importante de este género en el escenario nacional.
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María José Poblete, abogada de profesión, ha publicado dos novelas —la que aquí se reserva y "El desvelo"— y, a cuatro manos con Magdalena Guerrero, el libro para niños "Somos diversidad". La autora nació en 1976 en Montreal, en medio de un periplo emprendido por sus padres chilenos, quienes volvieron para acá —con ella, desde luego— cuando la niña tenía dos años.
MAMBO
Alejandra Moffat. Montacerdos, 2022, 172 páginas.
LUN, 16 de septiembre de 2022
A mediados de la década de los 80, una familia chilena vive en la clandestinidad. Va de casa en casa y de ciudad en ciudad, con una identidad falsa, trabajando en la resistencia y con la esperanza viva de que se acabe la dictadura. MAMBO (así, con mayúsculas, pues es la sigla de las iniciales de los nombres de los miembros del clan) es una novela de infancia, protagonizada por una niña que, pese a toda la violencia imperante, mantiene una mirada mágica en su percepción de la dolorosa realidad.
La perspectiva de Ana, la menor de las dos hermanas del grupo, es el eje de la narración. De ese modo accedemos a su pequeño mundo: la familia, el colegio, algunas amistades. Para Ana y para Julia, la hermana mayor, no ha sido fácil experimentar el desarraigo, pero, en vez de aplastarlas, motiva en ellas unas enormes ganas de recomenzar una nueva vida.
Los tres capítulos que componen el libro están atravesados por una tensión constante. El peligro no cede y se vuelve cada vez más angustiante. El padre y la madre intentan que las niñas no adviertan el peligro que corren, por lo que empiezan a contarles pequeñas historias cargadas de fantasía. La "ficción" se transforma así en un medio de sobrevivencia. El terror o las actuaciones peligrosas de los adultos siempre son combatidos con una respuesta mágica. Por eso es que Ana puede llegar a imaginar que el dictador es un ser "superior a los murciélagos y los vampiros. Sabía volar, atravesar túneles, escalar montañas, y te podía devorar de un solo mordisco. Cuando mi papá lo dibujaba en su libreta parecía un águila gigante; su capa gris tenía forma de alas, los pelos de su bigote formaban un pico y las medallas en su pecho estaban deformes, como si se hubieran derretido al sol".
En el transcurso del relato, los adultos se van enterando de nuevas detenciones y muertes en el país, pero el derrotismo no tiene cabida en su hogar. Este punto es relevante, ya que permite a la narración establecer un contrapunto con la enorme energía que poseía el Chile de aquel entonces, cuyo principal objetivo era derrotar a la dictadura.
El volumen cubre la infancia de ambas niñas y su primera adolescencia, desde mediados de los 80 hasta el plebiscito del 88. Por desgracia, Ana pareciera quedarse demasiado pegada en la situación inicial. Con el paso de los años, se mantiene rigurosamente atada a la estampa elaborada en las primeras páginas del libro: la actitud fantasiosa. Lo
que en un momento fue mágico ahora pesa como un encierro forzado del cual el personaje podría escapar. Pero eso no ocurre, pese a que la narración casi exige que la protagonista comience a romper los imaginativos limites que sus padres han construido y empiece a ver la realidad con sus propios ojos.
Moffat escribe con soltura, crea atmósferas bullentes en indicios de doble vínculo sobre el estado de la familia y del país, y atrapa la infancia con una prosa diligente, fuertemente vitalista y con un importante dejo de frescura, no obstante el ambiente cargado de signos fatales. La historia de los oscuros 80 es narrada, pese al exceso de aventuras infantiles, con emotividad; la familia jamás se rompe; los padres nunca dan pistas de fracaso y las niñas recogen ese entusiasmo.
Un país en el que la memoria escasea requiere literatura que cumpla con la función de ir contra la corriente. MAMBO es una novela necesaria para contrapesar el olvido, que tanto daño hace.
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Alejandra Moffat nació en 1982 en la Región del Biobío, específicamente en Los Ángeles. Ha trabajado en los guiones de largometrajes de numerosos cineastas chilenos. "MAMBO" es su segunda novela; la primera, "El hacedor de camas", la publicó en 2011.
Lágrimas de nieve
Eleodoro Sanhueza. Planeta, 2022, 217 páginas.
LUN, 23 de septiembre de 2022
El culto al paisaje y a lo rural resuenan con fuerza en esta novela de Eleodoro Sanhueza. Lágrimas de nieve bien puede integrarse a la tradición nacionalista de la literatura, orientándose a la tierra y a las costumbres de sus habitantes, atrapados entre un halo de santidad y de violencia innata.
Angel Raimapo, mapuche, es el protagonista de esta narración. De profesión psicólogo, muy bien catalogado, debido a su nuevo empleo en una municipalidad se afinca en la localidad de Baker, en las profundidades de la Región de Aysén. Raimapo es el ejemplo del buen tipo y su única pifia es ser enamoradizo. Es precisamente un lío amoroso el que lo lleva a involucrarse en hechos delictuales.
En el hostal donde se instala el psicólogo llega una pareja de jóvenes e ingenuos suizos. Alexander tiene como objetivo comprar tierras e instalarse en la zona. Hellen, su amistosa novia, parece coquetear con Raimapo.
La historia se llena de tensión cuando desaparece el suizo, quien había partido a conocer unos terrenos en venta. Es invierno y la nieve arrecia, y por tanto no es dificil sospechar que se avecina una catástrofe: "Si bien los paisajes brindan majestuosidad, el silencio de la gente termina por permitir que el mal se apodere de lo más tenue o prístino".
En paralelo al relato centrado en los extranjeros está el del protagonista y su profesión. El libro expone una pequeña muestra de casos que le corresponde atender, en su mayoría de violencia intrafamiliar. Un foco no menor es la descripción de los pueblerinos configurados de modo polar. Esto significa derechamente que son bien intencionados y acogedores o cazurros y agresivos.
Aunque Sanhueza junta los elementos de un buen policial, se engolosina con la descripción de la bella y salvaje naturaleza, convertida en una divinidad que interviene a su antojo en el destino de los seres humanos. Además, una desviación hacia lo sobrenatural resulta un poco infantil. No era necesario que la hija del dueño del bar tuviera características de bruja y menos que usara una pócima para intervenir en el destino de Raimapo.
La búsqueda del suizo extraviado en el monte, la pasión avasalladora de Raimapu hacia la extranjera, la atmósfera oscura que cubre al lugar y sus habitantes, catalogados como "silvestres", otorgan al volumen una correcta cuota de movilidad. Donde el autor sí comete un gran error es al anunciar muy tempranamente el porvenir del protagonista: "El destino de Ángel pudo convertirse en una historia aun más hermosa para contar, pero se vio nublada por los azares de un viaje que quizás nunca debió hacer".
Esta fatalidad en ciernes anunciada por la voz omnisciente permea el transcurso de los hechos. El problema es que, si se une ese presagio con la moraleja final, el libro toma la forma de una fábula. Así, el intento de policial rural con matices folclóricos se simplifica demasiado. Y a ello hay que sumar una técnica primaria y una temática abordada desde una mirada idealizante y estereotipada hacia los personajes y el paisaje.
Lágrimas de nieve es una novela fuera de tiempo, incluso en el sentido de construir a un mapuche perseguido por el destino de su padre alcohólico. ¿Entretiene? Sí, lo hace, o más bien podría llegar a entretener, si se dejan de lado los prejuicios, el protagonista débil y un contexto polarizado que solo puede ser benefactor o dañino.
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Eleodoro Sanhueza nació en Nehuentúe, en la Región de la Araucanía, en 1973, y desde 1996 vive en Coyhaique. "Lágrimas de nieve" es su tercera novela; las dos anteriores, "Almas en el río" (2014) y "Sombras en la lluvia" (2016), están basadas en el oscuro "caso Aysén", referido a las extrañas muertes de doce jóvenes —ocurridas entre 1996 y 2001— en Puerto Aysén.
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Crítica Literaria Última función,
Andrés Nazarala; Detén el invierno,
Andrés Valdivia; Desde el confín,
María José Poblete; MAMBO,
Alejandra Moffat; Lágrimas de nieve,
Eleodoro Sanhueza. Por Patricia Espinosa
Publicado en La Últimas Noticias, 19 de agosto al 23 de septiembre de 2022