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Crítica Literaria

Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. 11 de Noviembre al 9 de Diciembre de 2016


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El futuro es un lugar extraño
Cynthia Rimsky. Random House, 2016, 178 páginas.
LUN, 11 de Noviembre de 2016

Estandarizar la memoria, congelarla, fetichizarla para que no apremie ni moleste, ha sido una práctica cultural constante, impulsada por las políticas gubernamentales desde la recuperación de la democracia. Múltiples narrativas se han sumado a este intento por fosilizar el pasado, convirtiendo el horror de la dictadura en un folletín centrado en una inoperante nostalgia, la psicología individual y el presente reconciliado.

El futuro es un lugar extraño toma un camino totalmente opuesto a lo que se ha convertido en norma. Cynthia Rimsky se sitúa en el interior de una memoria quebrada, herida, pero viva en su relación con el presente. Con intensidad, rabia y una perspectiva crítica poderosa, surge la historia de una mujer derrotada, golpeada por un pasado que se cierra, obligándola a emprender un viaje fundamental en su constitución identitaria.

La novela se centra en la crisis que experimenta su protagonista. Caldini estudió periodismo en los 80 y muy joven participó como ayudista en un movimiento de izquierda. Una noche de 1986, tras una revuelta poblacional, abandona intempestivamente todo, sin avisar a nadie, y se marcha a Nicaragua. Cuando regresa, el país es otro y el olvido se irá apoderando de ella.

En el presente, Caldini está en proceso de separación de la pareja con quien convivió dieciséis años, un intelectual izquierdista que ha sabido sobrevivir al amparo de las redes políticas que controlan el país. La mujer contrata a una abogada para evitar que su ex la despoje de su único bien, un departamento céntrico en Santiago. Es entonces, en medio de la crisis, cuando la protagonista inicia su reencuentro con el pasado. Se vincula así a un pequeño grupo de ex luchadores, cuyos testimonios fragmentados podrían contribuir a completar su otra vida; en paralelo, surge una segunda posibilidad de recuperar el pasado. Caldini se abocará a la creación de ficciones que compensen la falta de recuerdos propios y ajenos.

Un aspecto aterrador en esta novela es la configuración del personaje. Se trata de una mujer que ha sido destruida material y simbólicamente, despojada de memoria y por tanto de identidad; su figura asemeja un espectro, un espíritu en pena que transita por una ciudad infernal, símbolo de una modernidad que expulsa a sus fantasmas y que adopta con entusiasmo el cambio y el olvido.

Con prolijidad y eficacia, la autora conforma una trama que reproduce el caos que experimenta la memoria de la protagonista. La temporalidad se dispersa, se multiplican los ejes, los personajes asumen perfiles ambiguos, la trama se arma y se desarma siguiendo el ritmo de la desesperación en que se hunde Caldini. La prosa, que combina realismo con elementos onírico-fantásticos, intensifica una perspectiva minimalista y un justo desborde descriptivo de imágenes y sensaciones que acusan la angustia ante la imposible reconstrucción. Jamás hay placer; en su reemplazo, golpes, turbulentas complejidades intelectuales y psicológicas, movidas por un imparable deseo de memoria.

Es ésta una novela rotunda en su propuesta reflexiva, que, al negar toda épica, confirma la existencia pertinaz de una memoria que desobedece la estandarización. Mediante un personaje femenino vastísimo en sus resonancias simbólicas, emerge un profundo discurso crítico en torno al despojo individual, que opera como una jugada maestra, a la cual sólo cabe confrontar mediante una memoria desobediente y siempre dispuesta a reconfigurar la historia.

 

 


El espíritu de la ciencia-ficción
Roberto Bolaño. Alfaguara, 2016, 223 páginas
LUN, 18 de Noviembre de 2016

La publicación de cada libro póstumo de Roberto Bolaño (1953-2003) excita a una caterva quejosa de literatosos, que se precipita para preguntarse si vale la pena publicar todos-todos los textos inéditos del autor, que si el nuevo libro está a la altura de la obra que el escritor publicó en vida, que si no es más que un turbio negocio editorial, etcétera. Entre los higienistas, preocupados porque no se contamine con libritos menores la pureza de la obra bolañesca, y los que pasan la cuenta, todavía buscando bajar del pedestal al escritor chileno, es difícil imaginar algo más torpe que la petición, larvada o explícita, de no publicar el total de los textos escritos por un gran autor, traición absoluta a la necesidad básica del lector, al deseo de leer siempre más.

El espíritu de la ciencia-ficción, firmada en Blanes en 1984, es una novela bisagra que reúne el pasado poético de Bolaño con su posterior obra narrativa; al mismo tiempo, la novela opera como un compendio, un archivo en miniatura, de las obsesiones que sustentarían gran parte de su producción futura.

Todo aquí resuena a prefiguración, antesala de un implacable despliegue: Latinoamérica como contexto postapocalíptico, donde sólo quedan la deriva, el desarraigo, los microéxtasis y la conciencia permanente de una difusa amenaza. Las grandes preocupaciones insinúan un camino posible o una traición por venir. Por eso Jan Schrella, uno de los protagonistas, cuyo seudónimo es Roberto Bolaño, es el símbolo del escritor que alcanza un temprano éxito y con ello una autosuficiencia demoledora: algo casi tan pedante, cursi e inútil en su pomposidad como el prólogo del libro, escrito por el comentarista Christopher Domínguez Michael.

Al testimoniar un origen, la novela demarca su estatus fundante, ubicándose en el momento exacto en que dos jóvenes chilenos, tras el golpe militar en su país, llegan al DF de los setenta. Mientras Remo Morán, sin molestarse en escribir una línea, vive en la poesía, insertándose en grupos, enamorándose y experimentando con su nuevo entorno, Schrella se enclaustra y escribe cartas a escritores estadounidenses de ciencia-ficción. En esta oportunidad, este género representa el lugar de la derrota, el de los escritores perdidos y sus tristes afanes literarios.

La obsesión de Bolaño por la estructura narrativa, la alternancia de voces y puntos de vista, se encuentra vívida en este volumen, tanto como la atmósfera cargada de extrañeza y horror. En contraste con la pulcritud de sus libros mayores, un aspecto novedoso si se quiere es la prosa suelta, atropellada, incluso doméstica en sus accidentes rítmicos e ingenuidad discursiva; aspectos que derivan en una escritura asimilable a lo preliminar, gruesa en sus trazos, pero no por ello fragmentariamente menos luminosa y contundente.

Esta escritura de patio trasero, de barrio, de lar, cargada de postépica, desencanto y pesimismo, bullente de ventanas que ya no marcan el tránsito sino la clausura absoluta del afuera, permite armar filiaciones, reorganizar y releer la obra de Bolaño. Además, para el contexto chileno, El espíritu de la ciencia-ficción pasa a formar parte del corpus literario ligado al Golpe, en especial el que acusa la fractura y la imposibilidad de reconstitución de cualquier orden. Por lo mismo, acá no hay utopía ni mitos, pero tampoco un relato sobre la derrota, porque se vive en la derrota, en un exilio permanente, tratando de armar un diálogo imposible en medio de una atmósfera terrorífica y absolutamente carente de expectativas.

 

 

 

Los inútiles
Luis Valenzuela Prado. La Calabaza del Diablo, 2016, 82 páginas.
LUN 25 de Noviembre de 2016

Los tres libros anteriores de Luis Valenzuela pueden ser leídos como capítulos de una obra en proceso, en la que sus personajes se reiteran, al igual que las temáticas y puntos de vista en torno al fracaso. Los inútiles, su nueva novela, contiene elementos que la unen a esa saga, pero hay cambios sustanciales respecto a ella que la ubican en un lugar diametralmente distinto.

Fresno y Julia son los protagonistas de este volumen. Mantienen una extraña amistad basada en códigos masculinos y desprovista de sexo. Julia actúa, sin más, como un estereotipado hombre, intelectualmente siempre por debajo de Fresno. Ambos son miembros de un pequeño y decadente club de amigos, adolescentes en los años noventa, hoy en permanente desconcierto y falta de rumbo. La pareja ha realizado un viaje desde Santiago al norte, a Arica, para buscar a la señora Carmen, una suerte de borroneada Cesárea Tinajero, quien fue amiga de la abuela de Julia. Carmen es fácilmente identificable como el símbolo del entusiasmo que la pareja ha perdido y que, por lo menos, Julia anhela recuperar, mientras arrastra a Fresno por moteles y bares.

Julia, apasionada y deslenguada, lleva la narración y es a través de sus diálogos que logramos conocer a Fresno, quien practica el pesimismo como si fuera un deporte de alto rendimiento. Es un escritor serio, tímido, con asaltos breves de ironía, siempre dispuesto a exponer su tesis sobre la mediocridad y la derrota como instancias que, al ser asumidas, evitan cualquier posible decepción.

Valenzuela ha sido un autor alejado de las modas, preocupado por las estructuras, las tramas complejas, el difuso concepto de obra y la vinculación de la literatura con el contexto, mediante una prosa oscura, nunca excedida ni menos redundante. En esta oportunidad, apenas roza lo que fue su anterior propuesta debido a su rígida intención experimental y la indecisión entre articular o caotizar la estructura, acudir o no al fragmento, y asumir la prosa poética o la frase dura y concreta.

Estos cambios se encuentran al servicio de una reflexión apurada, sustentada en el lugar común, la frase hecha y una tendencia al absurdo. Julia se muestra siempre tremendamente ingenua, y Fresno, el representante de la intelectualidad, expone un filosofar manido y un sentido del humor básico. Sin embargo, el mayor desacierto en su conformación es la ostentación de su sapiencia. A lo menos hostigosa resulta cada una de las incursiones del personaje, donde prima la cita teórica sobre lugares y no lugares, prácticas de habitar y filosofía posmoderna sobre el desencanto.

Sin duda que un discurso con tales fuentes es relevante, siempre y cuando se engarce con la prosa de modo fluido y oculte su autoridad. No es el caso en esta narración, donde a un personaje común y simple se le injertan reflexiones sesudas, sin tramarlas con su interioridad. En realidad, el espacio interno de Fresno es prácticamente nulo; por lo mismo, se apega tanto a la exhibición de un marco teórico que lo ubica por sobre Julia, sus amigos o cualquiera que se cruce en su camino.

Por cierto estamos ante un volumen que ha corrido numerosos riesgos, de los cuales el más desafortunado es la academización, porque arruina a los personajes y traiciona a ese sujeto derrotado que Valenzuela ha querido construir en sus otras novelas. Lo que vendrá, para bien o para mal, es un acertijo. Lo que sí está claro es que la mutación, en esta oportunidad, no logró coagular.

 

 


Charapo
Pablo D. Sheng. Cuneta, 2016, 94 páginas.
LUN, 2 de Diciembre de 2016

El tema de los migrantes latinoamericanos en Chile ha despertado escaso interés en nuestros narradores, seguramente por el enorme sacrificio que implica tener que apartar la vista de sus respectivos ombligos para escribir algo más que autoficciones. Por esta razón, una novela orientada a la migración (de esa que molesta al chileno xenófobo, la migración morena, indígena, afro) ya tendría sus puntos ganados. Sin embargo, Charapo, primera novela de Pablo D. Sheng (nacido en 1995), va más allá de lo oportuno del tema, al hurgar, mediante un estilo bastante personal, en una conciencia torturada por el desarraigo y la urgencia por sobrevivir en un medio tan infernal como sólo Chile puede serlo.

La narración se concentra obsesivamente en Camacho: no hay un momento en que el personaje no esté presente, no hay un enunciado o diálogo donde su voz y su mirada no aparezcan. Camacho es peruano, joven, ensimismado, duro, y ha dejado en su país una mujer e hija pequeña. Camacho, además, está dispuesto a jugarse la vida por conseguir y mantener un empleo, con el fin de enviar dinero a su familia, dejándose lo mínimo para su propia mantención.

En uno de sus mayores aciertos, la historia se aleja de todo discurso crítico literal, de la consigna, la autovictimización del protagonista, tramando su experiencia con los ataques racistas y de clase. Por lo mismo, cada una de las etapas del itinerario de Camacho, el viaje desde Perú, su estadía en Santiago y el posible retorno al lugar de origen, se encuentran siempre signadas por una violencia que al personaje no le queda más que naturalizar. Es lo que debe vivir, y lo asume con una mansedumbre y dignidad impresionantes. Ante el sometimiento, el basureo y la agresión física, tanto de chilenos como de otros inmigrantes, su figura se aproxima a la de un mártir cristiano, en una puesta en escena donde la exclusión y el desprecio mandan.

La austeridad es la característica principal de esta escritura, de frase corta, donde proliferan las escenas breves, los diálogos secos, las reflexiones y descripciones mediadas por un tono de mal sueño. La compresión, y por tanto el recorte de lo real, se sostiene en un enfoque que destaca siempre aquello que se descompone. Desde el brazo herido del protagonista, el cuerpo enfermo de Luisa, la mujer que arrienda piezas en una vieja casa de Santiago poniente, hasta los fluidos y aromas tanto de lugares como de cuerpos, tienen en este relato un carácter determinante, son la huella de la pudrición de Camacho y de su entorno.

En el último tercio, la novela toma una ruta con más baches de los esperados. Acelera el trayecto del protagonista, lo saca de la materialidad y lo inserta en un terreno simbólico que aliviana la carga estético-política que la narración había logrado instalar con solidez. El personaje y su contexto se desdibujan, al ser resituados en el terreno del mito y la leyenda picaresca.

Si bien este desvío desnivela al libro, al igual que la mínima presencia de peruanismos y el esquematismo del itinerario que sigue el protagonista, no logra desbaratarse el proyecto total. Pablo D. Sheng construye subalternidad desde el interior mismo de un personaje acosado, expuesto a una cadena imparable de violencias que remarcan la exclusión, en un país donde la xenofobia puede incluso estar tomando forma de oportunidad electoral.

 

 


El libro rojo de la historia de Chile
Marcelo Leonart. Tajamar, 2016, 168 páginas.
LUN. 9 de Diciembre de 2016

La escritura de Marcelo Leonart, quien comenzó a publicar en 1999, se centra en la elaboración de una contrahistoria de la posdictadura, donde se establece un contrapunto entre la voz de los testigos anónimos, los sujetos olvidados, los “nadie”, y las figuras dirigenciales del acontecer nacional. El libro rojo de la historia de Chile, su nuevo libro, se inscribe en esta línea con mayor radicalidad aun, constituyéndose en la novela fundamental de Leonart.

Esta propuesta de una historia no oficial es configurada a partir de un modelo narrativo cuyo centro es la memoria, conformada como una red anárquica de retazos, un conjunto inorgánico que se niega a convertirse en museo, en monumento, que se niega a ser fetichizado. El resultado es una secuencia desjerarquizada de pequeñas historias, que en suma dan cuenta de un quiebre histórico, del Golpe, y una permanencia en la ruina de aquellos que creyeron o creen en la utopía del cambio social.

Leonart asume la literatura como espacio de memoria viva. Por eso en esta novela cada uno de los personajes establece un modo de habitar la historia en permanente conflicto, siempre inclinado a la catástrofe personal y colectiva, lo que genera un orden ficcional sostenido en la proliferación de las palabras, las imágenes, los personajes y múltiples representaciones de lo real. La trama opera así por saturación, reforzando con ello su rechazo a los discursos del olvido.

El volumen expone errores, desaciertos y fracturas sociales, políticas, que fácilmente podrían ser enmarcados en una pedagogía de la no repetición, pero esta vez hay un excedente que interrumpe toda consecuencialidad reivindicatoria, dejando sólo los efectos del horror, la traición y el fracaso. Este excedente es la mirada del narrador, que, más allá de su complicidad con los sectores más golpeados, afirma un desencanto total y absoluto, poniendo en escena los efectos de una historia que sólo genera ruinas.

Reiterando y al mismo tiempo apartándose de su conocido estilo frenético, el autor explora en un acertado tono sereno, incluso cálido, lo que le permite ingresar con mayor amplitud temporal a escenas íntimas y conmovedoras. Recorre así un largo período, de 1970 a 2020, y variados personajes, en gran parte masculinos, que experimentan y ejercen violencia, que van siendo aplastados bajo el peso de la maquinaria institucional del olvido. Es precisamente el traer de vuelta esa violencia represiva lo que le permite al libro revisibilizar las heridas aún abiertas, escondidas bajo los pactos que han construido la historia oficial.

“Las revoluciones ya no existen”, señala Leonart, quien, hacia el final, ingresa como autor-personaje a la narración, sin aura, sin laureles, exhibiendo una biografía como la de muchos, educado en el olvido, la homofobia y el machismo, a quien sólo las ficciones le otorgan una posibilidad de salida del letargo neoliberal, posmoderno y democrático en que toda la realidad parece haber caído.

El libro rojo de la historia de Chile es una ficción en torno a la memoria, intensa y precisa, triste y apasionada, tenaz en exponer que la crisis de representación imposibilita confiar en el futuro. Desde el más rotundo de los abandonos, surge esta escritura que se niega al olvido, pero que confirma la desconfianza en toda utopía. En pleno 2016, esta novela evidencia que el Golpe aún no cesa.


 

 

 

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Crítica Literaria
Por Patricia Espinosa
El futuro es un lugar extraño, de Cynthia Rimsky; El espíritu de la ciencia-ficción, de Roberto Bolaño; Los inútiles, de Luis Valenzuela Prado; Charapo, Pablo D. Sheng; El libro rojo de la historia de Chile, Marcelo Leonart..
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11 de Noviembre al 9 de Diciembre de 2016