
        Vallejo según Granados: Un pañuelo  extraordinariamente elocuente
        Por Carlos Eduardo Quenaya
        
        
        Vallejo sin fronteras (Arcadia/Espacio Cultura Editores, 2010) reúne 10 textos que son la prolongación  de una propuesta crítica ejercida con tanto fervor como perspicacia. La  preocupación crítica de Granados, es cierto, es la poesía. En particular  –leemos en la contratapa del libro que reseñamos–  la poesía hispana reciente.
        Ya se sabe que  Vallejo es el mayor poeta peruano del siglo XX. ¿Qué de nuevo, pues, ha de  añadir este libro a la copiosa y proliferante lista de estudios sobre el autor  de Santiago de Chuco? Creo que una respuesta posible se encuentra en el  artículo Trilce: muletilla del canto y  adorno del baile de jarana. En este texto, Granados se propone, ni más ni  menos, que leer Trilce en clave de marinera limeña, es decir, desde el contexto de la modernización de  Lima (años 20) y la gravitación de la clase proletaria… en específico desde la  quinta o el callejón donde los obreros (…) celebraban la vida con aquel ritmo  de raíz afro-peruana, puntualiza el autor. Este artículo, siendo tal vez el  más audaz y personal de Vallejo sin  fronteras, puede ser también el hilo conductor hacia los demás textos del  libro.
        Invocando,  primero, a los datos biográficos que le debemos a Juan Espejo Asturrizaga,  Granados plantea la posibilidad de que algo más de las dos terceras partes de  Trilce se hayan escrito en Lima. Así, el contexto vital del poeta sería un  primer factor –hipotético, es claro– para sugerir que la bohemia, la música  criolla y el medio popular limeño constituirían la clave del enigmático  poemario de Vallejo.  El segundo  argumento se refiere al título que, en opinión de Granados, aludiría al  estribillo de una marinera de capricho limeña (La Tirana).  Pero La Tirana de Vallejo, la trílcica, no sería más una  alusión a España, sino al Perú. El tercer argumento del artículo se concentra  en el análisis del poema XXXVII de Trilce. Este poema reproduce con bastante  claridad una escena de cortejo, teniendo como telón de fondo una marinera y el  consiguiente juego erótico y sexual. Granados afirma, finalmente, que el  artículo es un esbozo de un proyecto en el que se lea todo Trilce en clave de  jarana limeña, es decir, en cuanto evento oral, musical y corporal. Ésta es, a  nuestro parecer, la gran apuesta de Granados, el elocuente pañuelo que inspira  su lectura y –es oportuno decirlo– buena parte su escritura poética.
        En el artículo  que inicia el libro –Mujer fatal, compañera y madre en la poesía de César  Vallejo– el autor indaga en los diversos hitos de la alteridad femenina de la  poética de Vallejo. Citando a Alan Smith Soto, Pedro Granados sostiene: Trilce XIII manifiesta un lenguaje erótico  que invoca a la vez el cuerpo físico y el alcance simbólico del mismo. En la tradición  erótica de la poesía mística y el renacimiento neoplatónico y pitagórico,  Vallejo convierte su voz nueva en tema de su propio decir.  
        Apuesta firme  por el erotismo que supone, a su vez, la necesidad de rescatar para la vida el  solaz  del deseo y el humor. Podemos constatarlo  leyendo otro fragmento, esta vez a propósito de Roque Dalton: …el humor de Roque Dalton, en su poesía,  constituye para nosotros su logro mayor o hazaña más memorable y, en absoluto,  refleja un yo poético diletante. Nos revela, más bien, una voz poética centrada  y orientada en la conquista de sus objetivos: la liberación de su pueblo. El  humor es lo que le permite a Dalton estar siempre disponible –ligero de  ortodoxia– al servicio de la revolución. (Compromiso y magia en la poesía  de agitación política: el caso de Roque Dalton).
        Corporalidad y  alegría son, pues, ingredientes indispensables para la convicción de que la  poesía no puede –¿cómo podría?– ser solamente literatura. La búsqueda de la palabra  lúcida y festiva, creemos, llevó a Pedro Granados a descubrir la poesía de  República Dominicana. En El Taller  Literario César Vallejo en la República Dominicana, Granados continúa  explorando la poesía que actualmente se escribe en este país caribeño,  acompañado de un personalísimo fervor por sus circunstancias y su gente. 
        Vallejo sin fronteras incluye también un artículo sobre las posibles conexiones y discrepancias  estéticas e ideológicas entre Borges y Vallejo. Autores que a su modo  representan canteras inagotables para los  poetas que, a inicios de este siglo, aprovechan, funden y recrean las  propuestas del poeta peruano y del argentino. Redondean el libro algunas  reseñas, notas y crónicas que complementan la imagen vallejiana y sugieren  rutas futuras de investigación.
        Aun cuando  echamos de menos un cuidado de edición acorde con la solvencia de los textos y  las facilidades tecnológicas de nuestros días, estamos de acuerdo en la  necesidad de que la obra crítica de Pedro Granados se difunda y, más pronto que  tarde, vean la luz trabajos críticos de los que solamente tenemos noticias por dispersas  notas en la web: Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía  española; Breve teatro para leer: poesía dominicana; Hitos de una vida  continua: La poesía de Javier Sologuren, entre otros.
        Estamos  seguros de que, una vez visitada convenientemente su labor crítica, Pedro  Granados se revelará como uno de nuestros mejores y más audaces lectores de  poesía.