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ELOGIO
DE LA INFANCIA:
POETAS PERUANOS DE TRES DÉCADAS
(1965-1988)
Por
Paul Guillén
Yo pienso
que ya no va a haber nuevas generaciones; pienso que no va a haber 80, 90, nada
de esto; pienso que el destino de la poesía peruana se está jugando
en estas generaciones del 60, 70 y tal vez 80. Pero creo que a nivel de poesía
es así, no hay otra. Es decir se ha llegado a un grado en que el riesgo
es lo no planteado hasta ahora; el riesgo de escribir una poesía total.
Enrique Verástegui (1983)
Pienso
que es absurdo sostener que tras los años 60 se estancó la poesía
peruana. Creo más bien que allí empieza la poesía peruana
tal como la entiendo. La modernidad de poetas como Cisneros-Hinostroza-Lauer-Martos
es nuestro punto de partida. Y el vendaval del 70 (Hora zero) es una profundización
de dicha modernidad (para mí lo más moderno -lo nuevo- es lo más
indio, lo más cholo).
Roger Santiváñez
(2004)
Un reciente artículo del poeta y crítico
uruguayo Eduardo Espina en la Jornada de la UNAM llama la atención sobre
la proliferación de antologías a nivel mundial y anota que lo que
definiría una buena antología sería articular "las preferencias
formales del antologador" con el corpus poético y además "la
desmesura de la subjetividad puede resultar más efectiva que la mesura
analítica". Por este camino trataré de inscribir mi lectura
sobre un proceso abierto, permutable, discontinuo, fragmentario, que recoge las
voces de poetas peruanos nacidos entre 1965 y 1988 e incluso repararé en
el grado de transición con sus antecesores, las posiciones frente a un
cambio/continuidad en el lenguaje y el imaginario de los poetas comentados o el
envío y reenvío de bienes simbólicos -casi nulo- entre Lima
y provincias. En ese sentido, algunos esfuerzos han sido desplegados por las antologías
Piedra sobre Piedra. Poesía Cusqueña Contemporánea
de Mario Pantoja, Literatura de Piura de Harold Alva y Tremos de sur.
Antología de una poesía arequipeña de Maurizio Medo.
No
hablaremos de "generación", sino que individuaremos a cada poeta
según criterios de composición y poética, cuando tengamos
oportunidad trataremos de agrupar líneas de escritura. Trazaremos un panorama
amplio que tiene diversas aristas que se yuxtaponen, se repelen, se aproximan.
En ese sentido, el período analizado (1987-2007) corresponde a momentos
álgidos de enfrentamiento y lucha social en el Perú: violación
de los derechos humanos de manera sistemática, inflación extrema,
violencia política, corrupción, economía regida por narcodólares,
persecuciones políticas e ideológicas. Los poetas que empiezan a
publicar a inicios de los 90 quizás tengan más puntos de continuidad
con lo que se conoce como "generación del 80" o "generación
de la violencia", no en vano una antología representativa de esos
años como La última cena recoge las voces de Rodrigo Quijano
(Lima, 1965) y Jorge Frisancho (Barcelona, 1967), poetas que han sido considerados
cercanos al núcleo principal de Kloaka(1).
Entonces, la pregunta pertinente es: ¿existe un cambio en el lenguaje,
en el imaginario, en los paradigmas entre estos dos poetas y los demás
incluidos en La última cena? Creemos que no, pero eso no significa
que sus poéticas no sean
sólidas o, por lo menos, interesantes, es decir, la originalidad o el rompimiento
con la tradición, no asegura la concreción simbólica de un
libro. Esta línea coloquial/conversacional en el Perú, que viene
desde inicios del Siglo XX con las Baladas peruanas de Manuel González
Prada o los poemas de Carlos Germán Amézaga tiene una línea
de continuidad con la "Rapsodia de Manhattan" de Carlos Alfonso Ríos
con una tesitura beat en los años 50 hasta llegar a los paradigmáticos
conversacionales de la generación del 60 como Antonio Cisneros, Luis Hernández,
Marco Martos e, incluso, Manuel Morales. Esta línea se extremó con
los poetas de Hora Zero(2) y Kloaka
hasta llegar a los jóvenes del 90 y post-2000. Si reparamos que la década
del noventa empezó con dos vertientes básicas los grupos poéticos
Neón(3) y Noble Katerva(4)
y una continuidad neobarroca que proviene desde el tan cercano y actual Martín
Adán. Para el primer caso, debemos dejar constancia, que estos grupos repetían
la experiencia de movimientos del 70 y 80, pero cada uno de ellos nos ha dejado,
por lo menos, un poeta con personalidad propia: Neón tiene en Miguel
Ildefonso (Lima, 1970) a un poeta con un proyecto de largo aliento que indaga
sobre la mirada del otro, la ciudad, la soledad, lo marginal, a través
de la construcción de sujetos subalternos, en tanto, Noble Katerva
tiene en Roxana Crisólogo (Lima, 1966) a una poeta que se aproxima y toma
la palabra por estos sujetos subalternos y que, además,
impregna a sus textos de un lirismo descarnado. En los dos casos, estos sujetos
subalternos representados son sujetos eminentemente migrantes y, por ello, son
sujetos periféricos, descentrados, ambivalentes, que tienden hacia la oralidad.
Por su parte, la línea neobarroca no sería negación de la
línea conversacional, sino que coloquialismo y barroquismo serían
dos operaciones, en apariencia, contrarias que, en nuestro caso, se complementan,
se bifurcan y se unen en varias de estas poéticas, revisemos por ejemplo
la obra de José Pancorvo (Lima, 1952), Gonzalo Portals (Lima, 1961) Rafael
Espinosa (Lima, 1962) o Frido Martín (Lima, 1963). Siguiendo esta reflexión
y llamando la atención sobre la utilización talibanesca de términos
como "neobarroco" o "poesía posmoderna", donde se cree
puede entrar todo, si nos apoyamos en un concepto excesivo de lo formal, lo artificial,
la pirotecnia verbal podemos darnos cuenta que:
"el
barroco del que se habla (…) es un manierismo. Es producto de una orfandad estilística
o producto de una ilegitimidad, como dice el buen Rodolfo [Hinostroza]. De alguna
ilegitimidad cultural. Es un manierismo; es como un gesto feliz en la escritura
poética, no tanto como un estilo" .(5)
Por
eso, tendremos especial énfasis en la utilización de categorías
hermenéuticas que ayuden a trazar un panorama comprensivo de la poesía
peruana última y evitaremos que, en la medida de lo posible, estas categorías
abstraigan la percepción del lector. Por ejemplo, Luis Fernando Chueca
afirma que la "dispersión" que se vive en los 90 se inicia en
la década anterior y que, tal vez, esa dispersión se remonta a mucho
tiempo atrás. ¿Pero de qué se trata esta dispersión?
No es acaso la lectura bipartita de lo conversacional versus lo no conversacional.
Entonces, porqué esgrimir nueve líneas de lectura en su ensayo "Consagración
de lo diverso. Una lectura de la poesía peruana de los noventa" que,
a su vez, no se diferencian del todo, acaso no se trataría de propuestas
muy similares que conviven a lo largo del Siglo XX. En el mismo camino, Chueca
afirma: "varias de ellas podrían aproximarse entre sí para
formar ejes mayores, que se reconocerían, en términos amplios, como
un registro coloquial o narrativo conversacional, frente a un espacio de mayor
desarrollo de lo lírico o a una vocación más experimental"(6).
En ese sentido, para Chueca, lo no conversacional estaría representado
por una poesía del espacio de ritualización, de un lirismo extremo
o de un lenguaje que tiende al barroquismo, aunque para esta última línea
sólo reconozca a Gonzalo Portals, Rafael Espinosa y Alberto Valdivia.
Para
afincarnos en la línea que aquí comentamos podríamos conceptuar
lo neobarroco como aquello que estaría signado por la repetición,
el exceso, el detalle, el fragmento,
la inestabilidad, la metamorfosis, el desorden, el caos, la complejidad, la disolución,
la distorsión, de la misma manera, lo posmoderno podría ser conceptuado
con estos múltiples conceptos, además, de participar de la incertidumbre,
la duda, la perplejidad, el vacío, la esquizofrenia, el sentido de agotamiento,
la mezcla de niveles, las formas y estilos o su yuxtaposición, el gusto
por la repetición y la copia, el manejo de estructuras o superficies, la
mezcla en un mismo discurso de lo popular y lo culto, la desconfianza en la razón,
la modernidad y su pensamiento universalista, su apuesta por el nihilismo, el
anarquismo, la contradicción. Esta línea neobarroca estaría
ejemplificada en las figuras de Salomón Valderrama (La Libertad, 1979),
Mónica Beleván (Lima, 1982) y Pedro Favarón (Lima, 1978).
Valderrama en su libro Amórfor escribe una poesía del deslenguaje,
que se aproxima a los bordes del paroxismo, el retorcimiento de sus formas está
cargado, en algunos de sus poemas, con una atmósfera de amor/violación
y se percibe un gran punto de continuidad con el barroquismo híbrido de
José Pancorvo, además, como afirma Maynor Freyre su poesía:
"entre Eros y Tánatos, se va construyendo un envidiable mundo de palabras,
donde incluye arcaísmos y neologismos con citas culteranas así también
términos contemporáneos y hasta locuciones latinas"(7).
Por su parte, Mónica Beleván plantea en un eje experimental una
reabsorción de Joyce, Nietzsche, Wittgenstein, dadaísmo, patafísica,
por ejemplo, si revisamos su texto "Poda a Gorgias" nos daremos cuenta
que el empleo del lenguaje subvierte las categorías de comunicación,
sentimentalismo, erotismo, para trabajar con las propias opacidades del lenguaje:
"La lengua (enreda, ésta, entre las piernas / Del amanuense, que sescribe
a vuelco /Paralelolego, tsk tsk tsk) anota". En tanto, Favarón podría
considerarse como un neobarroco "ligero" con su libro Movimiento
o del amor, que propone un recorrido por el mundo platónico, cierto
conocimiento esotérico oriental y un espejeo entre el concepto del andrógino
y la alquimia, que se engarza con el proyecto de Andrés Piñeiro
(Lima, 1967) en Diotima de Mantinea, que también tiene un diálogo
con Platón, en el sentido, de reflexionar sobre el alma (Fedón),
el amor (El Banquete) y la belleza (Fedro) en clave culterana: "para
Piñeiro la antigüedad termina siendo un mundo al cual podemos tener
acceso directo y del cual podemos seguir aprendiendo indefinidamente, sobre todo
-valga la cacofonía conceptual- aprendiendo clasicismo"(8).
Diotima de Mantinea tiene algunos puntos en común, en tanto lenguaje,
con Libro de Daniel de Javier Gálvez (Chiclayo, 1966) que propone
"una escritura donde la infancia, al fin, libera sus imágenes. Imágenes
que naciendo de la mar se tornan luego rumor de acequias, espigas de arroz, garzas
o abejas"(9). Viaje hacia la infancia
acompañado de maestros tutelares como Juan Ojeda, Saint-John Perse o los
poetas grecolatinos, de esa manera, Gálvez despliega sus capacidades poéticas
en un lenguaje luminoso, lleno de descubrimientos: "Si supones que la noche
acaba, no has alcanzado tu visión / La noche es un metal difícil
de olvidar". Juan José Soto (Lima, 1965) en Palabra sobre los abismos
signa su poesía desde el orfismo, lo metapoético, lo metafísico
y la desconfianza en el lenguaje como medio de comunicación efectiva: "Busco
palabras / Que sean más que palabras / Que hablen más que de sí
mismas". Un camino más contemplativo es desarrollado por Miguel Ángel
Malpartida (Lima, 1983) en Galería, donde confluyen diversos símbolos
(la rosa, el espejo) que reconstruyen las diferentes miradas de una galería,
que es el cuerpo mismo del poeta, quien se pregunta por su condición y
por la condición del mundo. Javier Morales (Ancash, 1978) en Grabado
ceniza asume la contemplación de los paisajes, las figuras, los colores
y los describe desde la otra margen para darnos cuenta de la luminosidad de esas
realidades: "Todavía recuerdo tus manos / deteniendo la caída
de estrellas /cambiando la gravitación de las esferas".
La poesía
trascendentalista(10) tiene en Oileau
de Renato Gómez (Lima, 1977) uno de sus desarrollos más fértiles,
una poesía reflexiva, que se inscribe dentro de cierta tradición
insular alejada de los tonos coloquiales, un camino signado por Antonin Artaud,
Francis Ponge y un cierto Emilio Adolfo Westphalen, en apariencia, Oileau
propondría un "no compromiso" con la tradición poética
peruana, cuando lo que ocurre es lo contrario, este camino tendría un gran
valor (abrir un nuevo campo en el que tal vez sólo esta voz pueda habitar):
"podría pensarse en una conspiración
'para el ocultamiento de la poesía', tomando estas palabras del título
de una prosa de Emilio Adolfo Westphalen, aunque lo propio sería hablar
aquí del ocultamiento de los poetas. Quienes desdeñan la publicidad
de sus nombres, conscientes de la condición más bien secreta de
la poesía y casi clandestina de sus ediciones"(11).
Además, existe un grupo de poetas que escribe desde
el surrealismo o desde los bordes del surrealismo
como son los casos de Walter Espinoza Ramírez (Lima, 1974), Edgar Saavedra
(Cajamarca, 1976), Patricia Serra (Lima, 1978), Nora Puertas (Trujillo, 1988)
y, en menor medida, Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986). La poesía
de Walter Espinoza Ramírez en Voz sin tiempo está tasajeada
por las voces de César Moro, André Breton, Roger Vitrac, entre otros.
Algunos de sus textos tienen la capacidad de ser leídos como guiones dramáticos
como es el caso de "Silencios": "La obra transcurre lentamente
(…) Dormir es diferente a la muerte / porque su realidad / observa la verdad cromática
de las visiones". En tanto, en la poesía de Edgar Saavedra el gesto
terriblemente surrealista hace de su poesía una mixtura entre lo antiguo
y lo moderno, en el sentido, de la creación de escenarios de ensueño
y en el empleo de paradojas reflexivas. No en vano, y subrepticiamente, en su
libro Final aún se propone un camino mítico surrealista,
a la manera, en que los grandes surrealistas entendían el arte "primitivo".
Saavedra instala su enunciación "a miles de kilómetros del
Pacífico", nos remite a los Andes, con una tesitura surrealista, y
nos propone un altar de sacrificio para su libro: "la sangre aún no
conoce sus poderes por todo ello resucita". Patricia Serra tanto en Exudar
como en Laberintos y puentes apunta hacia la descripción de sueños,
de parajes desolados, del temor frente a la frontera que separa la realidad de
la irrealidad: "lloré durante mil años / mientras sobreviví
en el vientre de la abuela (…) hasta aquel día que por un milagro / ella
tuvo una alergia extraña a la noche / y me escupió". Cianosis
y Euritmia son los libros de Nora Puertas y Denisse Vega Farfán.
Cianosis nos entrega poemas cargados de un lirismo negro, en el sentido
de trabajar con imágenes surrealistas, boutades dadaístas, rasgos
expresionistas, es decir, historias donde la visión de lo real se exacerba
para contarnos de una realidad desmembrada, donde conviven perros rabiosos, mujeres
espectrales, brujos, casos clínicos como la santa amarilla y la santa celeste,
paisajes imaginarios. Por su parte, Euritmia es la construcción
de un paraje fantasmal desde donde se puede ver otra realidad: "Lo veo /
no lo veo / mil veces lo escucho / dialogar con la ventana", que se transforma,
en poemas posteriores, en una suerte de locura ante la vida: "Sentada / sobre
un peldaño de locura / escucho el claxon de un tren / corriendo dentro
de mí".
En las antípodas de estos poetas surrealistas
o surrealizantes, siguiendo la distinción que hace el crítico rumano
Stefan Baciu, se encontrarían poetas como Montserrat Álvarez (Zaragoza,
1969) y Lizardo Cruzado (Trujillo, 1975) que transitan el hipercoloquialismo,
el malditismo,
el nihilismo, el anarquismo. Como modulación distinta, Xavier Echarri (Lima,
1966) se constituye como un poeta de gran dominio expresivo, que desarrolla una
veta culturalista. Su único libro Las quebradas experiencias y otros
poemas alude a la fragmentación del sujeto poético como símbolo
de la historia personal y social. Maurizio Medo (Lima, 1965) en El hábito
elemental despliega un diálogo entre culturas y lenguajes. Siguiendo
a Pound, encontramos yuxtaposiciones y exploraciones con los idiomas: la presencia
del italiano, del inglés: "lenguas maltrechas que intentan decir algo",
es así, como su fraseo en muchos de los poemas sería una asimilación
del intervalo Symbol-Cor cordium-Eucaristía de Roger Santiváñez:
"Líricas epístolas de novel novalis". Pero esta no es
la única modulación que ensaya, lo cual quiere decir, que percibimos
varias formas de encarar el acto poético en sus libros: "Soy mi diáspora
/ Mi yo, plural y límbico, que atomiza en abstracta conjugación".
Otra aproximación desde lo coloquial se da con Víctor Coral (Lima,
1968), por ejemplo, su poema "Adrián", de su primer libro Luz
de limbo, guarda muchos puntos de continuidad con algunos poemas de Canto
ceremonial contra un oso hormiguero de Antonio Cisneros. El segundo libro
de Coral, que es un poema extenso titulado Cielo estrellado tiene otras
preocupaciones estructurales, espaciales, de lenguaje, de travesía con
los signos: "podemos observar la fusión de un lenguaje clásico
y depurado con un referente coloquial y de la calle, siguiendo la tradición
desarrollada por Jorge Pimentel, Mario Montalbetti y Roger Santiváñez"(12).
Luis Fernando Chueca (Lima, 1965) en Contemplación de los cuerpos,
Victoria Guerrero (Lima, 1971) en Ya nadie incendia el mundo y Roxana Crisólogo
en Ludy D han indagado sobre los intersticios entre poesía y conflicto
armado interno, todas estas ópticas desde diversos puntos de focalización,
en concordancia con el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
y desde una perspectiva personal. José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976), influenciado
por el verso proyectivo de Charles Olson ha entregado el poema río El
libro de la señales que reflexiona sobre "el Estado y el poder,
la guerra y el necio conflicto de las razas, la familia y la soledad, así
como al respecto del amor uranista"(13).
Yrigoyen en su tercer libro Lesley Gore en el infierno se aproxima a la
obtención de un lenguaje e imaginario propios que lo ubican un paso adelante
de sus contemporáneos. Jerónimo Pimentel (1978) en Marineros
y boxeadores asume mascaradas (personajes desconocidos con biografías
peculiares) para repensar la ciudad y sus problemas, las interrelaciones humanas,
de esa manera, asume la característica de trabajar desde la polifonía
y la alteridad.
Otro tema importante es reflexionar acerca de si existe
una continuidad con la poesía erótica de mujeres escrita en los
años 80 (como ejemplo de poetas del 80 que viraron desde la poesía
del cuerpo está el caso de Mariela Dreyfus y los casos de Rosella di Paolo
y Magdalena Chocano, que desde un inicio no tuvieron mayor relación con
dicha forma de poetizar), podremos ver que en algunas voces todavía perviven
esos rasgos, pero, en la actualidad, muchas poetas han virado hacia otros derroteros
como la poesía de Mónica Beleván, Nora Puertas, Patricia
Serra, Denisse Vega Farfán, Andrea Cabel (Lima, 1982) o Mirtha Núñez
(Arequipa, 1971), respecto a esta última Maurizio Medo afirma que: "la
erótica ya no se trata solamente desde el cuerpo, elemento característico
en la poesía de, por ejemplo, Patricia Alba, sino desde su abstracción
y su reflejo"(14). Por ejemplo, en
Las falsas actitudes del agua de Cabel se propone una poesía preocupada
por su propio lenguaje, en tanto, representación de una realidad fragmentada,
además, esta posición se encuentra en concordancia y diálogo
con algunas poéticas de los años 50 como Eielson, Varela, Ferrari,
Belli. Creemos que este diálogo fructífero con la tradición
es el que hace que su libro se muestre como un punto de continuidad con esas poéticas
auráticas:
"es
de decisiva importancia que el modo aurático de existencia de la obra de
arte jamás se desligue de la función ritual. Con otras palabras:
el valor único de la auténtica obra artística se funda
en el ritual en el que tuvo su primer y original valor útil" .
(15)
Otro ejemplo de
este viraje hacia otras formas de poetizar sería el libro Tierra láctea
de Núñez, donde intenta acercarse a intersticios vegetales, líquidos,
terrosos, opacos, por eso, sus poemas se titulan "Humus", "Subsuelo",
"Sedimento", como si quisiera decirnos que el mundo y su enunciación
poética han sufrido una catástrofe y sólo quedan ruinas de
la civilización: "con los montes colgando / en greda filtrando / en
lechosa palidez de espada abierta / como roca en agua salada".
Otras
posibilidades, en diferentes caminos, son Clemente Orbegozo (Trujillo, 1967) con
El gato rojo; Willy Gómez (Lima, 1968) con Nada como los campos
y La breve eternidad de Raymundo Nóvak; Tomás Ruiz (Shalar
Huamachuco, 1968-Piura, 2001) con Elogio a la nada; Rodolfo Ybarra (Lima,
1969) con Ruptura de Heje; Jimmy Marroquín (Arequipa, 1970) con
Teoría angélica; José Cabrera (Lima, 1971) con El
libro de los lugares vacíos; Gabriel Espinoza (Callao, 1971) con Ello;
Chrystian Zegarra (Trujillo, 1971) con Escena primordial y otros poemas;
Jack Farfán (Piura, 1973) con Pasajero irreal; Paul Forsyth (Lima,
1973) con Laberinto; Gustavo Reátegui Oliva (Lima, 1973) con ALA
la estructura del viento; Yuri Guitiérrez (Lima, 1974) con Superfarma;
Raúl Solís (Lima, 1976) con Conflicto azul; Carlos Villacorta
(Lima, 1976) con Tríptico; Alberto Valdivia (Lima, 1977) con Patología;
Harold Alva (Piura, 1978) con Sotto voce; Elisa Fuenzalida (Lima, 1978)
con Fiesta; Rafael García Godos (Lima, 1979) con Raggs y Viruspop;
Reinhard Huamán (Lima, 1979) con El Árbol; Giancarlo Huapaya
(Lima, 1979) con Estado y contemplación; Roberto Zariquiey (Lima,
1979) con Tratado de arqueología peruana; José Agustín
Haya de la Torre (Lima, 1981) con Canto de la herrumbre; Cecilia Podestá
(Ayacucho, 1981) con La primera anunciación; Víctor Ruiz
(Lima, 1982) con Aprendiendo a hablar con las sombras; Romy Sordómez
(Lima, 1982) con Présago; Alessandra Tenorio (Lima, 1982) con Porta/retrato;
John López (Chimbote, 1983) con Inicio del mundo y Diego Lazarte
(Lima, 1984) con La clavícula de Salomón. Sería injusto
no mencionar a Carolina Fernández con Un gato negro me hace un guiño;
José Carlos Picón con Tiempo de veda y Ana María Falconí
con Sótanos pájaros.
En un acápite final, mencionamos
a Josemári Recalde (Lima, 1973-2000) con su Libro del sol se trata
de otra modulación de lo coloquial, pero con un trasfondo místico
y chamánico en función de los ritos iniciáticos. El último
poema de su libro, quizás profético, presagia su muerte por fuego:
"Al final de los mitos / cuando todo se halla evaído, / encontraremos
quién sabe una luz, / no quiero / pertenecer más a la realidad verdadera
/ ni a la falsa, / por eso incendio mi cuerpo".
NOTAS
(1) El movimiento Kloaka (1982-1984) fue un colectivo que unía poesía y rock subterráneo
con una estética anarquista. Además, trabajaron en sus textos el
lenguaje lumpen, marginal y migrante mezclado con referencias eruditas. Entre
sus principales exponentes están Roger Santiváñez, Domingo
de Ramos, Frido Martín, Guillermo Gutiérrez y Mariela Dreyfus (con
su primer libro Memorias de Electra)
(2)
Hora zero grupo parricida de los años 70 que instauró
la poética del poema integral (unión de poesía, narración
y ensayo). Fue un movimiento de carácter nacional que congregó a
un sinnúmero de poetas, entre los más destacables están:
Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, José Cerna, Enrique Verástegui,
Carmen Ollé, Bernardo Rafael Álvarez, Ángel Garrido Espinoza,
Tulio Mora, Jorge Nájar, Feliciano Mejía, Ricardo Oré (†),
Mario Luna (†), José Carlos Rodríguez, Yulino Dávila, entre
otros.
(3) Neón,
grupo poético fundado en 1990, estuvo conformado por Leo Zelada, Carlos
Oliva (†), Juan Vega (†), Paolo de Lima, Miguel Ildefonso, Isabel Matta, Harold
Alva, entre otros.
(4) Noble
Katerva desde los predios de la Universidad Villarreal desde donde había
salido Hora zero se conformó alrededor de las figuras de Jhonny
Barbieri, Leoncio Luque y Roxana Crisólogo, junto con Neón fueron los grupos más visibles en esa época.
(5) GUILLÉN, Paul. "La poesía no tiene nada que ver con lo intelectual.
Un diálogo con Vladimir Herrera". En: Tsé-Tsé,
número 16. Buenos Aires, 2005. p. 38.
(6) CHUECA, Luis Fernando. "Consagración de lo diverso. Una lectura de
la poesía peruana de los noventa". En: Lienzo, número
22. Lima: Universidad de Lima, 2001.
(7) FREYRE, Maynor. "Deidad que rige sombras. Poesía de Salomón
Valderrama". En: http://lechatquipeche.blogspot.com
(8) LAUER, Mirko y Mario MONTALBETTI. "Post-2000. Nueva poesía peruana".
En: Hueso húmero, número 44. Lima, 2004.
(9) Comentario de contratapa de Libro de Daniel (Lima: Jaime Campodónico
editor, 1995)
(10) El término ha sido
acuñado por Roberto Fernández Retamar al referirse a la poesía
de Lezama Lima, Paz y Eliseo Diego. Cf. FERNÁNDEZ RETAMAR, Roberto. "Antipoesía
y poesía conversacional en Hispanoamérica". En: Para una
teoría de la literatura hispanoamericana. p. 159-160.
(11) OQUENDO, Abelardo. "La tentación del anonimato" En: Inquisiciones
de Abelardo Oquendo. La República. Lima, 26 de julio 2005.
(12) PALACIOS, Max. "Asalto
al Cielo estrellado (Un acercamiento a la poética de Víctor
Coral en Cielo estrellado)". En: www.letras.mysite.com
(13)
SANDOVAL, Renato. Comentario de contratapa de El Libro de las señales
(Lima: Nido de cuervos editores, 1999)
(14)
MEDO, Maurizio. Tremos de sur. Antología de una poesía arequipeña (inédito).
(15) BENJAMIN, Walter.
Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus, 1973. p. 26.
Bibliografía
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