
        
        Acuérdate del escorpión 
            UNA novela DE DETECTIVES de Isaac Goldemberg
        Por Paul  Guillén
        
        
        
          Isaac Goldemberg  nació en Chepén, La Libertad, en 1945, de padre judío y madre peruana, reside  en New York desde 1964. Se desempeña como profesor de Hostos Community College  de The City University of New York, donde dirige el Instituto de Escritores  Latinoamericanos y la revista Hostos  Review. Es autor de trece poemarios, tres obras teatrales, un libro de  relatos y tres novelas. En el 2001 su novela La vida a plazos de don Jacobo Lerner fue seleccionada por el  Yiddish Book Center de Estados Unidos como una de las 100 obras más importantes  de la literatura judía mundial de los últimos 150 años. Acuérdate del escorpión (Lima: Universidad Inca Garcilaso de la  Vega, 2010) es su más reciente novela. 
  Acuérdate del escorpión es una  novela negra, policial o detectivesca. En el Perú, a diferencia de otros países  latinoamericanos como Argentina o México, la tradición de la novela negra contemporánea  es escasa, aunque podemos mencionar como antecedente la novela colectiva El meñique de la suegra, publicada en la  revista Variedades entre 1911 y 1912;  y más adelante los casos de Mario Vargas Llosa con ¿Quién mató a Palomino Molero?, Carlos Calderón Fajardo con La conciencia del límite último,  Fernando Ampuero con Caramelo verde,  Alonso Cueto con Deseo de noche,  Mirko Lauer con Pólvora para gallinazos,  Peter Elmore con Enigma de los cuerpos, Las pruebas del fuego y El fondo de las aguas, Siu Kam Wen con El furor de mis ardores, Jorge Salazar  con La medianoche del japonés, Goran  Tocilovac con Trilogía parisina, Pilar  Dughi con Puñales escondidos, Santiago  Roncagliolo con Abril rojo, Diego  Trellez con El círculo de los escritores  asesinos, Carlos Garayar y Alfredo Pita con algunos de sus relatos, entre  otros. El género en el Perú posee una historia poco estudiada, algunos  esfuerzos han sido desplegados por Ricardo Sumalavia con el ensayo “El meñique  de la suegra y los orígenes de la novela policial en el Perú”. Quehacer, número, 134. Lima, enero-febrero,  2002. p. 122-128 y con el artículo de Carlos Garayar “¿Tiene futuro el policial  en el Perú?” Identidades, número 1.  Lima, marzo 2002. p. 12-13. 
  
          Para analizar en  que vertiente de novela policial se encuentra Acuérdate del escorpión es necesario citar la clasificación de Tzvetan Todorov, él  distingue dos líneas dentro de la categoría de relatos detectivescos: 1) el whodunit, se trata de una  ficción policial clásica o un relato, donde prima el enigma que conlleva a  responder la pregunta: “¿quién lo hizo?”. Este subgénero fue creado por Edgar  Allan Poe, con el cuento “Los asesinatos de la calle Morgue”, ahí hace su  aparición, por primera vez, Auguste Dupin; otro escritor que contribuirá a este  subgénero es Arthur Conan Doyle con su detective Sherlock Holmes; y 2) el thriller, se trata de una  ficción policial de características duras o también llamada novela negra. En  esta instancia fueron decisivos los aportes de los norteamericanos Dashiell  Hammett y Raymond Chandler. Este subgénero está marcado por el contexto  político y social convulso. Acuérdate  del escorpión rinde tributo a todos estos autores (Poe, Conan Doyle,  Hammett, Chandler), mediante el empleo del misterio, la investigación, la idea  de justicia y el suspenso. El misterio o enigma en los relatos whodunit se definía en torno a la identidad del asesino, en tanto,  el suspenso del thriller se enfocaba  en las acciones de un detective vulnerable o escindido en sus valores morales.  Pero los referentes de la novela de Isaac Goldemberg también provienen  del cine de acción o de películas sobre la mafia o las pandillas, e incluso una  parte de la novela puede leerse como política-ficción.    
          
          Esta cuarta novela de Goldemberg para  ser más específicos es una novela policial de corte amoroso con un ritmo vertiginoso  que ocurre desde el martes 2 hasta el domingo 7 de junio de 1970, tiene como  telón de fondo el Mundial de fútbol en México y el terremoto que ese año se  produjo en el norte de Lima y arrasó con la ciudad de Yungay, en Ancash. El  capitán Simon Weiss será el encargado de investigar dos muertes ocurridas en el  centro de Lima, se trata de la muerte de un japonés, dueño del billar Shima,  que fue encontrado crucificado en una de las mesas de billar de su  establecimiento, y la otra muerte es la de un anciano judío que aparece colgado  de una viga en la pensión de la Polaca. Los dos suicidios o crímenes se instalan  dentro de historias que provienen de refugiados por la Segunda Guerra Mundial. Weiss  tiene 35 años, es un detective de carácter fuerte, cocainómano, mantiene un  idilio con Margarita, una señora quince años mayor que él; a los dos les gusta  cantar, y a él, particularmente, tocar la guitarra, dentro del repertorio que  se puede escuchar en la novela están los valses “Sueños de opio” y “El plebeyo”  de Felipe Pinglo Alva y los boleros “Amor ciego”, “Corazón loco” y “Amor  perdido”, este elemento —como si fuera un soundtrack—  cimienta la opción cinematográfica de la novela. Weiss, un judío alemán,  nacionalizado peruano, está construido como un personaje dividido entre una  niñez amarga en un campo de concentración y una madurez sólida como un  detective con cierta fama, la escritora mexicana Margo Glantz afirma que Weiss  es un “memorable y cocainómano protagonista —como Robert de Niro en la película  de Sergio Leone”, se refiere a Erase una  vez en América (1984). Weiss, por lo general, trabaja solo, pero como el  primer caso lo amerita se le delegará un oficial con conocimientos del idioma japonés,  él es el teniente Katón Kanashiro, de madre peruana y padre japonés. Ellos  juntos trataran de descifrar los crímenes o suicidios. Estas minorías étnicas  —un judío, un japonés— funcionan en la novela con sus propias obsesiones y sus  propios rituales, por ejemplo, cuando Pomerov, esposo de Olga, nieta del  anciano judío encontrado muerto en la pensión, le dice a Weiss que ya han  pasado 24 horas y no han podido recoger el cadáver; Kanashiro interroga a Weiss  del porqué de la pregunta y éste le responde que los judíos deben enterrar a  sus muertos dentro de las 24 horas de fallecidos. 
          
          Otro punto importante en la novela es la  relación que Weiss establece con Olga, lo mismo que Kanashiro con la reportera  televisiva Sofía Galindo, son relaciones de complicidad, de amor casi enfocado  al lado sexual. La novela también tiene como uno de sus temas primordiales una  reflexión sobre la idea de patria y las dictaduras. Cuando Weiss lleva a pasear  a Olga por Lima (Rímac, Barrios Altos, Breña), le dice: “esta es mi Lima”. Una  Lima que es una ciudad infestada de cucarachas y ratas, una ciudad en ruinas,  donde se convive junto a un clima de opresión y desolación con mafiosos  japoneses y nazis retirados, es claro que la novela dentro de su  estatuto axiológico se sirve de la trama para criticar los males de la sociedad  como la corrupción y el uso indebido del poder, esto se puede ver en la figura  del capitán Aránguiz, antagónico de Weiss, y en Isaac Montoro, jefe del  servicio de inteligencia, amigo y protector del detective judío. La resolución  de los crímenes o suicidios tiene que ver con todos estos elementos, e incluso  existe la idea de la justicia, casi paralela a la idea de venganza. 
          
          Todo crimen es un símbolo. Weiss parece  tener visiones, e incluso sueños que le envían señales para resolver los casos,  aquí será determinante el símbolo del escorpión, pero también será decisiva la  figura del señor Komt  y su Casa de los Sueños: “El ser humano solo ve lo que cree que es, no la  verdad. Y la verdad es que todo lo que estamos viviendo es un sueño”. Como  sabemos en el  policial se narran las miserias de la sociedad unidas a las miserias del  individuo. La decisión final de Weiss de alejarse de la Policía tal vez  signifique una renuncia a esa patria que está en ruinas y en estado de  putrefacción. Lo que le queda a Weiss es alejarse, y dejar la posibilidad de un  futuro retorno. 
          
          Isaac Goldemberg con Acuérdate del escorpión ha escrito una novela de ritmo trepidante,  equilibrada, audaz, que revitaliza la tradición de la narrativa policial  peruana.