“Spasmo-Dolviran”: ¿el último cuaderno de Luis  Hernández?
        Pedro Granados 
        
                                                                 “Poesía es evitar el dolor”
                                                                    (Vox  horrísona)
        En primer lugar, nos hallamos ante  un magnífico documento artístico --la denominada “libreta Bayer”,  publicada en sus páginas escritas (96 de  172)--  anexa a La harmonía de H[1];  y que nosotros, de acuerdo a  lo que se  resalta en la página liminar de dicha libreta, vamos denominando más  específicamente “Spasmo-Dolviran”.  Ésta, tal como nos lo advierte la nota del  editor, le fue regalada por un amigo en 1964 (año en que Hernández estaba de  estudiante en Alemania), pero es recién en 1976 (uno previo a   su voluntaria desaparición en Buenos Aires)  cuando el poeta la utiliza para dibujar su ¿última poesía?[2]  Decimos esto además porque, tal como sabemos,  en la obra del peruano predomina la caligrafía multicolor y, no pocas veces  también, el diseño lúdico de sus versos e incluso directamente la aplicación en  la página de ilustraciones de  trazos más  bien infantiles o ingenuos.  Dibujos, en  suma, con los que el poeta intentaría --honrando la poética que ilustra nuestro  epígrafe y  ante el hecho de “doblar la  última duna”-- contrarrestar el dolor de todos; y, quizá para empezar, también el  suyo propio.  No está demás, por cierto,  reparemos en el trazo con lapicero azul, justo al lado y en la parte superior  derecha del impreso “Spasmo-Dolviran”; doble check o esbozo --a mano alzada--  de alguna nota musical o simple ejercicio de los dedos justo antes de ponerse  en plan de ensayar la escritura.  Algunos  de estos sentidos por separado o todos a una; anzuelo, bumerang o nariz  también, otros posibles íconos de aquel protéico trazado, tratando de alcanzar algún  urgente y eficaz alivio.
su voluntaria desaparición en Buenos Aires)  cuando el poeta la utiliza para dibujar su ¿última poesía?[2]  Decimos esto además porque, tal como sabemos,  en la obra del peruano predomina la caligrafía multicolor y, no pocas veces  también, el diseño lúdico de sus versos e incluso directamente la aplicación en  la página de ilustraciones de  trazos más  bien infantiles o ingenuos.  Dibujos, en  suma, con los que el poeta intentaría --honrando la poética que ilustra nuestro  epígrafe y  ante el hecho de “doblar la  última duna”-- contrarrestar el dolor de todos; y, quizá para empezar, también el  suyo propio.  No está demás, por cierto,  reparemos en el trazo con lapicero azul, justo al lado y en la parte superior  derecha del impreso “Spasmo-Dolviran”; doble check o esbozo --a mano alzada--  de alguna nota musical o simple ejercicio de los dedos justo antes de ponerse  en plan de ensayar la escritura.  Algunos  de estos sentidos por separado o todos a una; anzuelo, bumerang o nariz  también, otros posibles íconos de aquel protéico trazado, tratando de alcanzar algún  urgente y eficaz alivio.
          
          Insistimos, creemos que esta  pequeña libreta es un lugar privilegiado para ver el arte de Luis Hernández de  un modo sucinto y, acaso también,  incluso  un tanto más didáctico.  Respecto de su  obra hasta hoy publicada encontramos   juntos otra vez, cómo no: la traducción libre de poemas en otros  idiomas, los palimpsestos a los que habría que estudiar mucho mejor, las  reelaboraciones --si no versiones-- de otros de sus versos (en este caso, sobre  todo de Una impecable soledad, El sol lila y Flowers) y --según también los  presentadores  de La harmonía de H-- hallamos “uno de los más logrados pentagramas  espaciales de todo Vox horrísona”.   Sin embargo, aunque breve y abierta, si  consideramos esta libreta una obra autónoma e independiente[3],  nos topamos con una poética impensada y no menos sugestiva.   Mejor dicho con dos artes poéticas, levemente  distintas aunque complementarias, que corresponden a cada una de las partes de  este escueto volumen.
                  Poesía para comer: las  funciones del “como”
         La primera de estas poéticas está centrada  en la anfibología del término “como” en tanto conjunción comparativa o en  cuanto verbo:
        
          
             Como la noche
              Dime amigo
              Grass de Kentucky
              Como se llama 
              La mar al otro 
              Lado del río
              Como la noche (Oktober 8)
            De nadie
              Como no me ves
              No soy visto
              De nadie (Oktober 15)
          
        
         De esta manera, en “Como la noche”  (Oktober 8) y “De nadie como” (Oktober 15), aquí comer es engullir o, más  precisamente, intentar asir con  la boca  --y de hecho lograrlo-- una materia asaz impalpable cual la “noche” o  “nadie”.  Sentidos, en nuestra opinión,  que quedan refrendados por el poema quizá más entrañable de todo este conjunto;  nos referimos al extraordinario:
         ... .. .. .. .. . .. Estoy solo
          ... .. .. .. .. . .. guardo la flor de  ceniza
          ... .. .. .. .. . .. En el vaso pleno
          ... .. .. .. .. . .. De madura  oscuridad:
          ... .. ..5          Hermana  boca:
          ... .. .. .. .. . .. Tú dices una
          ... .. .. .. .. . .. palabra
          ... .. .. .. .. . .. Que silenciosa
          ... .. .. .. .. . .. Asciende
          ... .. . 10        Como  he soñado
          ... .. .. .. .. . .. Y pervive
          ... .. .. .. .. . .. Ante las ventanas
          ... .. .. .. .. . .. Estoy en flor
          ... .. .. .. .. . .. De la hora
          ... .. ..15        Marchita
           .........   Y  conservo
  ... .. .. .. .. . .. Ámbar
          ... .. .. .. .. . .. Para un ave 
          ... .. .. .. .. . .. Tardía.  Ella
          ... .. ..20        Traerá  el hielo
          ... .. .. .. .. . .. En el ala roja
          ... .. .. .. .. . .. El granizo
          ... .. .. .. .. . .. En los labios
          ... .. .. .. .. . .. Ella llegará 
          ... .. ..25        A  través 
          ... .. .. .. .. . .. Del estío  (Oktober 21-23)
        Donde el verso 5  (“Hermana boca:”), de modo previo y paralelo a la consecuente capacidad de  decir (“Tú dices”, del verso 6),  implica la iconización de una paradójica  oquedad: un “vaso pleno/ De madura oscuridad:” (versos 3 y 4) que contiene y  desde donde se orienta hacia lo alto una “flor de ceniza” (verso 2).  Poesía, entonces, donde la ofrenda de este  ascendente incienso ---acorde con otro de los versos claves de Luis Hernández[4]--  vale más que mil palabras; mejor dicho, donde la palabra es material o necesita  tener el peso específico para  masticarse  o comerse antes de meramente escucharse. Por lo tanto, donde la soledad del  oficiante (verso 1) no es tal sino, más bien, cuenco donde se guarece de algún  modo la plenitud (versos 2-4).  En suma,  acto de incorporación, asimilación o comunión --un ida y vuelta-- con la noche  o la plenitud a través de la boca.
implica la iconización de una paradójica  oquedad: un “vaso pleno/ De madura oscuridad:” (versos 3 y 4) que contiene y  desde donde se orienta hacia lo alto una “flor de ceniza” (verso 2).  Poesía, entonces, donde la ofrenda de este  ascendente incienso ---acorde con otro de los versos claves de Luis Hernández[4]--  vale más que mil palabras; mejor dicho, donde la palabra es material o necesita  tener el peso específico para  masticarse  o comerse antes de meramente escucharse. Por lo tanto, donde la soledad del  oficiante (verso 1) no es tal sino, más bien, cuenco donde se guarece de algún  modo la plenitud (versos 2-4).  En suma,  acto de incorporación, asimilación o comunión --un ida y vuelta-- con la noche  o la plenitud a través de la boca. 
        “This  excellent/ canopy[5]:  th`air”
         Estos versos funcionan como una  especie de estribillo que hallamos en el segundo poemario o colección de poemas  de “Spasmo-Dolviran” y constituyen, creemos,   la  poética o motivo predominante  en aquél.  Parte segunda --a leerse de  atrás para adelante-- de por sí más entrecortada, acaso musitada, por la  cantidad mayor de páginas en blanco que en la primera parte y porque sus textos  son, también, más breves y fragmentarios.   Parte segunda fundamentalmente aérea, entonces, y musical si nos  atenemos al bello pentagrama que lo precede --enmarcando la frase “El sol  lila”--; dibujo justo después de una página liminar (Dezember 31) a la que  llena una traducción (“En el dulce/ del olvido”) junto a su original (“Nill dolce/  del oblio”) atribuido a Jorge Federico Händel.  
          Entre  las apenas trece páginas escritas que constituyen esta segunda parte de la Libreta Bayer, “This  excellent/ canopy: th`air” lo encontramos en dos lugares claves.  Uno de ellos incrustado en un poema alusivo  al “Del Océano Pacífico Sur” --el más largo del conjunto-- donde gravitan la  espuma del mar y, sobre todo, el sol; el otro, rematando o --a su modo-- comentando  un pasaje del Padrenuestro:
        
          
             “Hágase tu 
              voluntad
              Así en la
              Tierra como
              En el cielo
              This excellent
              canopy: th`air”
          
        
         Por  lo tanto, dicho estribillo aparece vinculado por un lado al Sol (“lento es el  sol/ en su camino”) y por el otro lado al Cielo, antes incluso que al Dios  Padre cristiano.  Conocida oración esta última  que, sin embargo, junto con otras --aludidas o en jirones-- otorgan un carácter  aparentemente religioso al conjunto (“Solo en ti está mi fortaleza” podemos leer, por  ejemplo, en Dezember 22).  Religioso,  ciertamente, canopy: “In the Middle Ages it became a symbol of the divine  presence in churches” (leíamos en la Enciclopedia Británica); aunque  aquí debemos admitir, también, que en sentido  muy amplio ya que la poesía de Luis Hernández pareciera no ceñirse del todo a  la ortodoxia cristiana o católica.  Existe  siempre un plus, una inquietante parodia, incluso --por qué no-- una herejía  circunvolando los textos más sagrados; si no, recordemos solamente aquel famoso  pasaje de Voz horrísona: “Abel, Abel,  qué hiciste de tu hermano/ …/ Tú que nunca pensaste que para otro/ Era duro de  roer el paraíso”.
        Conclusión
        Lo  que en un sentido se escribe; en el otro, se intenta borrarlo: sería la poética  general que distingue y acerca ambas partes de “Spasmo-Dolviran”.  Como  si al humo, de la ofrenda, ya se lo estuviera llevando el viento; y con éste al  propio sujeto levísimo que levanta precariamente esta escritura.  Las numerosas páginas en blanco de esta  libreta, no incluidas en su totalidad en esta edición, señalarían los  auténticos efectos bienhechores del analgetikum; la paz, la calma  No así la escritura, propiamente dicha,  disputada --a semejanza de la poesía de César Vallejo-- por círculos  concéntricos crecientes de oximorones; desde la reiterativa boutade o la  paradoja, la contraescritura del dibujo, los márgenes que asedian constantemente  el centro de la página… hasta este pretender borrar lo poco que se ha escrito,  aunque ello quiera ser --cómo no-- siempre grato al lector.  Dar es mejor que comunicarse, no se puede  escribir sobre las flores, preferible es el dulce del olvido --entre otros memorables  versos de Luis Hernández que con libertad glosamos-- es lo que más se parecería  a ese silencio, a esa plenitud efímera de la poesía.  A ese “estar en flor de la hora marchita”  --inminencia, antesala, primicia-- que por todos lados exhala este  extraordinario ¿último cuaderno?
         
        * * * 
        Notas
        
          
            [1] Rafael Romero Tassara, La armonía H.  Vida y poesía de Luis hernández Camarero (Lima: Jaime Campodónico Editor, 2008) 
           
          
            [2] Es  muy significativo en el esbelto contexto de esta libreta, dada su extención, el  poema-traducción “Los caminos del mar” atribuido al célebre Premio Nobel,  autodenominado “católico de izquierda”, Francoise Mauriat: “La mayor parte/ de  la vida de/ los seres humanos/ es un camino/ muerto que no/ conduce a/ ningún  lugar./ Algunos, sin/ embargo, saben/ desde un inicio/ que van/ hacia un mar/  desconocido./ Desde el comienzo/ la amargura del/ aire los/ sorprende, y/ al  doblar la/ última duna/ el océano los/ golpea con su/ cólera de/ sal y de/  espuma./ Sólo les queda/ entonces volver/ sobre sus propios/ pasos o/  precipitarse al/ abismo” (Oktober 12-14).
           
          
            [3] En realidad serían dos poemarios o  colecciones de versos en sólo un volumen.   Es decir, una correspondería predominantemente a Una impecable soledad e  iría de adelante hacia atrás (de la página del 1 de octubre a la del 2 de  noviembre en la  Libreta Bayer); la otra,  vinculada más a El sol lila, iría inversamente (del 31 al 17 de diciembre en la  misma libreta).  
           
          
            [4] Nos  referimos, en concreto, a la poética contenida en los versos de la página  Oktober 28 de esta misma Libreta Bayer: “Aunque John/ Keats Álvarez/ no creía  en la/ comunicación;/ mejor es dar/ que comunicarse/ pensaba”. 
           
          
            [5] “Aircraft  canopy, the transparent enclosure over the cockpit of an aircraft” [http://en.wikipedia.org/wiki/Canopy] 
              “in architecture, a projecting hood or  cover suspended over an altar, statue, or niche. It originally symbolized a  divine and royal presence and was probably derived from the cosmic audience  tent of the Achaemenian kings of Persia. In the Middle Ages it  became a symbol of the divine presence in churches. During the 14th and 15th  centuries, tombs, statues, and niches were overhung with richly decorated  tabernacle work in stone, and these were reflected in delicate spiral wooden  canopies over fonts.” [http://www.britannica.com/]