Mirko Lauer
y Mario Montalbetti / POST-2000
Por Pedro Granados
Este artículo es lectura del diálogo intitulado "Mirko
Lauer, Mario Montalbetti / Post-2000. Nueva poesía peruana"
(Hueso Húmero, No 45, 2004). En realidad, como observamos
graficado arriba, aborda la primera mitad de la materia de dicho coloquio:
aquella activa ("Lauer / Montalbetti"), no aquella pasiva
(la "Nueva poesía peruana"). Es decir, el nuestro
es en lo fundamental el comentario de los conceptos que manejan e
intercambian ambos autores -y consagrados poetas- en su conversación
sobre poesía peruana reciente. Objeto de estudio, este último,
enormemente tentativo y,
dada la precariedad del distanciamiento temporal, quizá no
menos subjetivo. Por lo tanto, es precisamente este recio carácter
arbitrario y personal del análisis -"algunas impresiones
a vuelapluma", como alguno de ellos reconoce- lo que nos invita
a estudiar a Mirko Lauer y Mario Montalbetti, más bien, como
surtidores de opinión o creadores de sentido en un coto, vale
puntualizarlo, altamente inflamable como es el de la poesía
peruana última. No resulta gratuito agregar, creemos, que ambos
contertulios son asimismo, y desde hace tiempo, coeditores de la conocida
revista Hueso húmero; en consecuencia, más que
ante una polémica nos hallamos -aunque con algunos significativos
matices- como ante el canto alternado de una misma égloga.
Por último, donde un poeta del 60 (Lauer) y otro del 75? (Montalbetti),
asimismo afines, ensayan mantener -ante un nuevo público- su
propia elegante o, digamos, siempre leve vigencia.
Nuestra metodología consistirá en seguir el decurso
de la plática entre ambos autores, subrayar lo que creemos
pertinente y, enseguida, pasar a comentarlo. Actuaremos, algo así,
como una escritura en off que va atando los cabos de un discurso,
a veces, de entredichos significativos. En este sentido, el diálogo
lo inicia Montalbetti:
[Lima 3.8.04.] -Mirko: Pasó
Lafferranderie con su libro (Lugares prácticos) y me
entró la curiosidad por averiguar en qué tierras caía.
Puesto de otra manera ¿en qué anda la nueva poesía,
digamos del 2000 para acá?
Desde el principio, pues, Lugares prácticos,
poemario incuestionado y, aparentemente incuestionable, es el que
motiva la participación -y luego veremos actúa como
el caballito de batalla- del autor de Perro negro (1978); otro
libro incuestionado e incuestionable en su época. Luego, lo
primero en que Lauer y Montalbetti se ponen de acuerdo es en lo referente
al canon general de la poesía peruana post 2000; entre los
dos destacan, tal y cual, estos primeros siguientes nombres: Chirif,
Coral, Bruno Mendizábal, Melgar, Higa, Herrera, Vélez,
Piñeiro, Quiroz, Murrugarra, Crisólogo, Helguero, Espinosa.
Sobre este canon, a su turno [Lima 14.8.04], y luego de Lauer confesar
que no logra "discernir algo parecido a un estilo de época
que aloje y permita juicios comparativos", se anima a distinguir
una característica general: "En medio de todo esto el
nivel textual/retórico es bastante alto". Para luego agregar
quizá algo más interesante:
Nótese que hasta los años
80 en el Perú se escribían muchos poemas más
o menos para que los escucharan grandes multitudes, aunque no las
hubiera disponibles, pero de los años 90 para aquí son
cada vez más los poemas que reclaman el tête-á-tête
A esto, nosotros, responderíamos que es porque
ya no funciona la propuesta de Antonio Cisneros (clon beat local)
que convocaba, al menos, sus cuatrocientos miraflorinos.
Sin embargo, más adelante, hay otro aporte de Lauer,
en esta su inicial intervención:
Una idea que me reconforta: del
2000 para aquí los nuevos poetas que me resultan más
interesantes están presentando textos sobre todo acerca de
la vida cotidiana, en oposición a íntima, de un lado,
y público/heróica, del otro
En general, creemos que hoy por hoy nos hallamos, en buena
parte del mundo hispano, con una poética neo-testimonial. Esta
consiste, grosso modo y tal como decíamos en otra reseña:
"en una estética de lo efímero en vías de
expresar y apresar mejor los vaivenes de la generalizada alienación
cultural en que vivimos (ya no del "instante" como, por
ejemplo, en la estética
romántico-didáctica de aquella institución denominada
Octavio Paz)": "Los nuevos caníbales: reciente poesía
del caribe insular hispano". Puntualizando, este cultivo de lo efímero implica el tono menor,
el retorno de la mirada a la realidad objetiva e inmediata -luego
de totalizantes lecturas de agenda (verbigracia: social realistas
de los 60 y los 70), excesos venecianos o del "pensamiento"
(promoción del 80) o la simple evasión pasota de los
90-- y, no pocas veces, la auto-parodia.
Pero Lauer no termina aquí y agrega:
Quizás la cosa cotidiana
a la que me refiero comienza con la necesidad-de-decir-lo-que-no-se-debe-decir
de cierta poesía femenina influida a su vez por los beats,
por Elizabeth Bishop y otras mujeres-gárgola anglosajonas:
Carmen Ollé, Giovanna Pollarollo, Rosella di Paolo, Doris Moromisato,
Rocío Silva Santisteban, et al. La diferencia en los
textos post-2000 es que hay una suerte de recuperación del
tono juvenil, un tipo de pudor que la generación del 60 y la
femenina de los 70/80 parecían haber matado para siempre
En general, creemos que esto es correcto, aunque habría
que aclarar que, en los 80, lo beat no delimita su influjo sólo
a lo femenino sino también, por ejemplo, a la poesía
de Mario Montalbetti, masculina por cierto. En otras palabras, durante
aquella década no funciona una auténtica auscultación
del género, ésta ha sido opacada por una retórica
o ha sido hechizada por algunos autores de moda; por ejemplo, como
lo que en otro lado decíamos de la obra de Carmen Ollé:
"muchacha de provincias peruana que se vino a vivir no a un Chagall,
como reza el título del libro de la española -su contemporánea-
Blanca Andreu, sino a unos cuantos libros de psicología franceses;
el cuerpo de Carmen Ollé -programático protagonista
de su poemas- no le pertenece a ella, sino sobre todo a aquellos libros",
"Los poetas vivos y más vivos del Perú, y también
de otras latitudes" (Babab, No 15, 2002). En la poesía
peruana moderna, en realidad, la disyuntiva genérica se resuelve
en la asunción de lo femenino: "Y hembra es el alma de
la ausente/ y hembra es el alma mía" (Trilce IX) o en
lo específicamente materno: "[Niños], si tardo…"
("España, aparta de mí este cáliz")
como en Vallejo; o, si no, se anula en un paradigma sexual post diferencia
-de perfiles utópicos- como en el Jorge Eduardo Eielson de
"Sucede que me canso de ser hombre": SUCEDE QUE ME CANSO
DE SER HOMBRE/ Y que tampoco quiero ser/ Mujer", parodiando estos
versos además -y de modo elocuente- al poema "Walking
around" del ultra masculino Pablo Neruda. En consecuencia, los
que mejor se han ocupado del tema "femenino" en el Perú
son los poetas hombres.
Finalmente, prosigue Lauer:
Un último comentario, que
requiere exploración, es la desaparición, al menos ante
mis ojos, de la presión de jóvenes poetizando desde
la provincia que hubo en otros decenios. No es que no estén,
estoy seguro que están, pero creo que ya no hacen el hincapié
que antes en el aspecto geográfico de su identidad.
Obviamente, esto es efecto de la internet y del proceso
mismo de la globalización. Sin embargo, también puede
existir -tal como, efectivamente, lo representaría el repunte
de la denominada novela neo andina en el Perú- el efecto contrario;
es decir, poetas que asumen ahora mismo, o asumirán muy próximamente,
las banderas de su etnia o región local para expresarse. Todo
esto lleva a preguntarnos de qué jóvenes estamos hablando;
o, mejor dicho, a qué poesía post 2000 se están
refiriendo L & M.
A su turno, y luego de arremeter una vez más con su canon,
Mario Montalbetti señala:
Lima 23.8.04 [Mirko] El cultismo/culteranismo
merece también algún comentario. Esta debe ser la primera
generación después de la del 50 que requiere de un diccionario
a la mano. ¿A qué va esto? Salvo Piñeiro, el
resto lo usa para temas doméstico-eróticos. Casi en
la línea de Catulo, Marcial (angélicamente Frido Martín);
a veces con ironía o cacha erótica, pero otras esa parece
ser el arma con la que indagan en serio lo cotidiano.
Esto apunta a la hibridez de géneros en busca de
superar la noria del coloquialismo; mas, creemos, en la onda de lo
que ya hizo Martín Adán en el Perú de los 60
con Diario de poeta. Con la atingencia, claro está,
de que -quizá con la excepción de Frido Martín-
ahora se trata de un Martín Adán absolutamente light,
al que se le han cortado, digamos, los dedos del sentir, las corroboraciones
del tacto, los tentáculos del deseo ("y bañarnos
con la india desnuda, en chorro,/ donde solamente alguna agua nos
vea"), como sabemos, reivindicaciones fundamentales para la poesía
en el autor de La casa de cartón. Ahora se trataría,
máximo, de que con aquel cultismo/culteranismo mencionado,
y tal como lo describe tristemente Montalbetti, los nuevos poetas
"indagan en serio lo cotidiano".
En otro momento del diálogo, el autor de Perro
negro entabla, aunque de modo implícito, un significativo
debate con Lauer acerca de la vigencia de la poesía de Luis
Hernández Camarero:
Sería interesante hacer una
antología de las citas o epígrafes que los poetas emplean
para abrir sus poemarios y bajo cuya bendición (o maldición)
colocan sus versos. En esto la popularidad de Luis Hernández
o de Leonard Cohen ha bajado notablemente
Entonces, este autor constata el declive -a contrapelo
del homenaje automático y abrumador durante los 90- de Luis
Hernández entre los jóvenes poetas de hoy día.
Sin embargo, y a su turno, Mirko Lauer pareciera contradecirle:
[Lima 29.8.04] Mario: ¿es
EJL [Lafferranderie] de lo que trata la poesía peruana joven
en estos años? No creo. Hay un delgado cable subterráneo
que lo une a los poetas culteranos y/o grecolatinizantes como Elio
Vélez, Rómulo Acurio, Jorge Trujillo, Felice Ianna o
Andrés Piñeiro, pero creo se trata sólo del común
deseo de separar poesía y contexto local abrumador. […] Al
lado de Lugares prácticos son pocos los libros post-
2000 que se salvan de sonar algo cómicos, o al menos relajados
[…] quizás es de eso que se trata, precisamente: dinastías
de adolescencias tardías, radicales, heróicas y bellas,
hiperretrecheras al grado de ser incurables: Martín Adán
-Luis Hernández- Francisco Melgar. Todo lo cual lleva de alguna
manera al tema de humor juvenil-sangre ligera, que EJL no tiene, y
que sin embargo abunda en varios poemarios de los que hemos leído.
Es decir, Mirko Lauer rescata la vigencia de la "sangre
ligera" del autor de Vox horrísona; más
aún si se apropiara de lo que el mismo Montalbetti va a declarar
un poco después: "esta idea de poema redondo que sobrevino
a la era del verso libre, tampoco parece tener muchos adeptos actualmente".
Y ya todos sabemos, constituye un lugar común, que Luis Hernández
-junto a Pablo Guevara- es un auténtico pionero de este método:
ambos transmiten una sensación de que al leerlos asistimos
a un taller y nunca a una obra acabada.
Sin embargo, Montalbetti acomete y nos indilga con lo
mismo una y otra vez:
[Lima 31.8.04] Mirko: Quiero regresar
a Lafferranderie. […] Si Heráclito en su famoso fragmento D91
propone la imposibilidad de bañarse dos veces en el mismo río,
un discípulo suyo, Cratilo, propone que es imposible hacerlo
siquiera una vez! Cratilo lleva al paroxismo la doctrina heracliteana
del panta rei ("todo fluye") y viene con apéndice
lingüístico: si la realidad está en flujo permanente,
todo lenguaje que trate de aprehender las esencias de las cosas con
palabras es una farsa.
Simple corolario: tal como Lafferranderie, el discípulo
en este caso, lleva hasta el paroxismo la doctrina de Mario Montalbetti,
el maestro. Mas, y tocando nuevamente el tema Luis Hernández
Camarero -pero esta vez, digamos, desde la teoría-, es imposible
no pensar y no traer a colación los versos del autor de Vox
horrísona en cuanto a lo que aquel sesudo gurú atribuye,
por vez enésima, como aporte de su tan aplicado discípulo:
si la metáfora aspira a una
cierta permanencia, así sea en la sustitución, tal vocación
por una estabilidad semiótica es inhallable en estos versos
[de Lafferranderie] que forjan el permanente desplazamiento de sus
términos
Cuando esta es, precisamente, una de las principales lecciones
de la poesía de Luis Hernández en el Perú. Y
esto lo hace el autor de Vox horrísona, vale la pena
enfatizarlo, sin alienar su verso del dato sensorial y el gozo temporal;
actitud diametralmente opuesta -vía las lecciones del lingüista
Montalbetti- a la del joven autor de Lugares prácticos:
"pensar aquello que ya no ilustra/ y solo es apto para el itinerario",
"personas que carecen de escenas" y donde, por último,
"el afecto es un juego". En este sentido, la poesía
de Hernández sigue viva ahora, pero sin el Vallejo que habita
socarronamente en él. EJL sería, entonces, una clonación
universitaria y yupinizada -aséptica- de aquel maldito de los
60 (arriesgado en la existencia e incómodo en la vida social)
que bien sabía que por ahí alguien siempre lo amaría.
De esta manera el discurso de Montalbetti, mucho más explícitamente
que el de Lauer, transmite el de una ideología de clase; ésta
consiste en el típico callejón sin salida filosófico
y estético -y carente de encanto en este caso- que se quiere
saber, ingenuamente, favorable a Borges y es, en la práctica,
enormemente hostil a Vallejo. La poesía del cholo --digamos,
sus conchos esencialistas o, para decirlo más técnicamente,
lo que de motivada tiene su escritura -- parecería ser la auténtica
madre de la aversión de Mario Montalbetti y, al menos en este
aspecto, desentonaría un poco con la postura de Mirko Lauer.
Este último autor, más consecuente con su
práctica de comentarista político -y, por lo tanto,
atento al dato coyuntural e histórico- lee de esta forma a
los que, finalmente ambos interlocutores, van denominando "poetas
culteranos":
Lima 6.9.04 [Mario] ¿Son
reales o falsos aristocratizantes? Adán, muy conciente del
hecho, fue un poeta-pensador de filiación oligárquica,
en rebeldía contra la modernización iniciada por Vallejo,
continuada por la vanguardia, y rematada por la generación
del 50. Es decir, fue un miembro de número de la generación
del 900 que lo antecedió. Frente a eso a nuestros poetas actuales
solo les cabe ser epigonales o fundacionales. En todo caso los veo
profundamente arraigados en lo limeño como raíz colonial
[…] Piñeiro es el que más me interesa de todos, pero
sobre todo porque no está realmente en la poesía, sino
en esa caldera postmoderna donde se cocinan y adelgazan los géneros
en el rico caldo de la documentalidad
Ergo, siguiendo a Lauer, aquellos muchachos estarían
alienados de su tiempo y lugar: "profundamente arraigados en
lo limeño como raíz colonial"; es decir, serían
falsos aristocratizantes o meros impostores. En cambio Piñeiro,
siendo igual de "culterano" (hecho admitido también
por Montalbetti), sería un individuo auténticamente
postmoderno --no alienado-- ya que su "poesía" aparecería
ligada al "rico caldo de la documentalidad"; es decir, al
aquí y al ahora. Esto, aparte de valorar Lauer que aquel joven
poeta practicaría una escritura híbrida la cual, ya
lo hemos señalado, es otro rasgo típico de la posmodernidad.
En otras palabras, aquello que este crítico saluda: "el
rico caldo de la documentalidad" sería tomado por Montalbetti
con guantes de hule y muy a regañadientes.
Por su parte, este último autor pareciera acusar
el golpe y pasa -con otro juego de golpes, pero sin distinto libreto-
patéticamente a contraatacar:
[Lima 14 de setiembre del 2004]
Mirko: Donde sí hay wasabe y en gran cantidad es en El libro
de las señales de Yrigoyen. Si no lo has leído,
debes hacerlo. Creo que éste libro debe ser el mejor de los
que he leído hasta el momento. El libro es de 1999. […] A uno
puede no gustarle lo que escucha (como dice la frialdad literaria,
el deseo homoerótico) pero uno no puede sino escucharlo y admirar
el arco que describen los versos que es el arco de un espectacular
clavado en la poesía peruana reciente. Gran libro. Difícil
extraer de él una muestra que le haga justicia al todo. Tal
vez: todo cuerpo que abandonas / durante una larga estación
/ requiere de una teoría / si quieres volver a recobrarlo.
Pero apenas lo apunto me doy cuenta de la injusticia.
Sin comentarios.
Finalmente, Mirko Lauer termina este coloquio con una,
aunque anunciada, reveladora y, ante la perplejidad de su contertulio,
no menos irónica conclusión:
[Cerro Azul 17.9.04] Mario, desde
tu anterior carta me he dedicado a buscar los libros de Yrigoyen.
Abelardo [Oquendo] me ofrece uno para esta tarde, cuando vuelva a
Lima. Ahora paso a ver tus argumentos, que me parecen sobre todo comentarios
a la pasión creativa. […] Pero si hubiera que buscar [para
estos poetas] un paradigma reconocible de exce lencia, digo, entonces
tendríamos que quedarnos con la influencia remota de la poesía
conversacional. Me refiero a una influencia difusa pero persistente
[…] Ya no el tono directamente prestado de Cisneros- Hinostroza, o
aquel otro más modesto de Martos (soy provinciano correcto,
sabio y hasta profundo, no confundirme con lo limeño- decadente
burgués). Esos tonos han volado, pero los buenos recursos retóricos
de inserción de la vida cotidiana en la poesía están
todos allí: el humor no grosero, el ingenio semi-corrosivo,
el guiño al mundo del espectáculo, el suspiro adolescente.
Una pequeña antología de muestra de lo que digo: "Para
menearte con holgura" de Martín, "Time Goes By"
de Mendizábal, "No soy una madonna", de Carolina
O. Fernández, cualquier poema del libro de Elma Murrugarra
pero sobre todo "Etopeya", "Paisaje de la multitud
que espera (Social Security Office)" de Helguero. ¿Reconoces
otros?
Por ende, luego de enfatizar que responde desde la playa
de Cerro Azul -no es para menos tratándose de un aficionado
a la tabla-, Lauer pasa a darle su chiquita a Mario Montalbetti, y
ésta compromete básicamente dos niveles. El primero
de estos, explícito, está referido a lo que al parecer
del tablista son los argumentos de su ocasional interlocutor: "sobre
todo comentarios a la pasión creativa"; es decir, apriorísticos,
autistas o abstractos y -por lo tanto- desencarnados o carentes de
un válido referente. El segundo de aquellos, implícito,
está referido a la ideología del canon que, de modo
tan insistente, trata de vendernos el autor de Perro negro.
Respecto a este segundo nivel de la chiquita de Lauer, creemos que
una vez que éste identifica la poesía conversacional
como la influencia principal y recurrente -aunque "remota"-
en estos jóvenes, no queda sino percatarnos que --a diferencia
de Mario Montalbetti-- aquel autor opta por lo que él mismo
considera subyacente en lo conversacional: "la inserción
de la vida cotidiana en la poesía" y, por ende, de la
viabilidad de lo nominal y lo tangible en el discurso.
Pareciéramos hallarnos entonces, al menos en principio,
ante dos perspectivas opuestas y aparentemente irreconciliables: neo-idealismo
(Montalbetti) frente a neo-testimonio (Lauer). Sin embargo, aunque
la crítica de nuestro tiempo puede ser también -y a
veces muy creativamente-híbrida (los discursos en principio
antitéticos pueden tocarse e incluso, tampoco es raro, fusionarse),
creemos que en "Mirko Lauer, Mario Montalbetti / Post-2000. Nueva
poesía peruana" este no es el caso; es decir, la confusión
de lenguas es sólo aparente. De otro modo no podríamos
entender que compartan el mismo canon de autores primerizos, por otro
lado, socialmente tan poco diversificado; ni que insistan -vía
el solipsismo o el testimonio- en el ya bastante trajinado cultismo/culteranismo
beat característico, a la larga y en primer lugar, de ellos
mismos como poetas. Lo que sí podemos perfectamente entender
es que intenten mantenerse vigentes manejándose en grupo -de
tres, con Abelardo Oquendo terciando en la revista Hueso húmero
y también en este diálogo-, que es lo mismo que decir
en grupo de uno en el Perú: el de la tradicional alta cultura
que se acomoda, camaleónica, en busca de invariables réditos
ante probables nuevas circunstancias. Prueba de esto la hallamos es
aquella misma revista que, para nosotros resulta evidente, desde hace
algunos números intenta mirar un poco más en el entorno
-promoviendo nuevos escritores, nos referimos-, pero sin dejar de
imprimir en ellos el sello de la casa, dizque atento a lo experimental
o a lo nuevo.
Por otro lado, si pareciera que hemos cargado las tintas
sobre M. Montalbetti, declarándolo acaso perdedor frente a
M. Lauer, esto es fundamentalmente erróneo; es decir, detrás
de este colorido guión, no puede haber ganador o perdedor porque
ambos son pares en cuanto a unas identidades que se quieren indestructibles.
Los dos por igual -aunque Lauer incluso con un poquito más
de impudicia- excesivos en la forma, monotemáticos y empalagosamente
retóricos: "A través del/ vidrio pongo la mano
al fuego" ("Quince incas: doce estrofas de comentario a
la inexistencia, a partir del Kamel-Trot Inkaiko. Circa 1930"),
dice Lauer, y estos versos parecerían presidir también
las fobias y manías de su ocasional contraparte. Si en Montalbetti
constatamos nostalgia-rechazo por el nombre, en Lauer es lo mismo
mas aplicado sobre todo a la cultura; irónicamente, respecto
al "rico caldo de la documentalidad" del país en
que vive. Este es el insípido adobo que ahora mismo ambos contertulios
intentan seguir vendiendo a los -entre despistados, taimados o bien
intencionados- nuevos poetas peruanos.