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Crimen y Castigo
NÉMESIS, Mike Wilson. Autoedición. 2020, 151 págs.

Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio.
31 de enero de 2021



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Lo primero que sorprende de entrada al lector de Némesis es su acusada singularidad. A estas alturas de la tradición literaria, incluso las obras que se proponen diseños experimentales resultan semejantes a otras experimentaciones (y de modo muy predecible), y la creación literaria se mece en un espacio formal y de contenidos hollado cientos de veces. Con esta ultima obra de Mike Wilson sucede lo contrario: impacta por una rareza que se instala frente al lector ya desde los bordes más exteriores del libro, desde su materialidad, el diseño de la cubierta, el grosor y firmeza inusual de la portada y contra-portada, la ausencia de un editor, la huella solo de las iniciales del autor, la disposición del texto a dos columnas. El libro tiene un aire a una caja metálica que, al abrirse, deja escapar historias que se hallan comprimidas dentro él, agazapadas allí hasta poder desplegarse en el espacio amplísimo que reclaman.

La singularidad se intensifica si se considera el tipo de lenguaje al cual recurre el autor para construir el relato. A una primera mirada, prevalece un "estilo" propio de los libros sagrados, sobre todo del Antiguo Testamento, empleando formulas típicas ("Y vio que era bueno"), citando directamente en los epígrafes e indirectamente algunos libros bíblicos en capítulos posteriores, pero a poco andar el lector puede darse cuenta de que se trata más bien de una invención en que concurren varios lenguajes: el sagrado, el lenguaje de la astrofísica y la astronomía, y un discurso poético muy rico en imágenes que se enhebran en secuencias abundantes y expansivas. Quizás uno de los méritos literarios más sobresalientes de Némesis sea que permite darse cuenta de modo oblicuo como en la substancia de los relatos sagrados, científicos y fantásticos hay una continuidad en la naturaleza del lenguaje que emplean, y en este libro esa proximidad es presionada de modo radical hasta una fusión inquietante y, cuando el lector cae en sus redes, hipnotizante.

Némesis es una narración, es decir, cuenta una historia que tiene un decurso temporal con su inicio, desarrollo y desenlace, con personajes extraordinarios de perfiles muy nítidos y un escenario también claramente definido: en una ciudad portuaria en decadencia un niño sicario asesina a un joven ferrocarrilero y este crimen, en pocas horas, desata una secuencia de acontecimientos cosmológicos que terminan con la completa aniquilación de la totalidad de la ciudad y del universo y del todo. "Y en su lugar nada queda. Solo oscuridad, abandono, ausencia y olvido", termina el texto. El lector se va familiarizando con los personajes —el niño asesino, la astrónoma, la mujer coja, los dos pequeños hermanos, el gigante malévolo pluridentado y su acólito, las ratas manchadas de sangre, el templo al estrago, la voz, la hebra dorada que une el cielo al océano— y con el espacio aberrante en que transcurren sus vidas —la ciudad chueca o ladeada con sus rincones y lugares, y esa espantosa sirena o cuerna que brama insistente y un rumor ominoso. La atmósfera en que transcurre la novela es marcadamente gótica y fantástica, aunque existen componentes luminosos y esperanzadores, pero lo que seduce es cómo Wilson (que en otras obras anteriores ha ensayado un lenguaje contenido y sintético) despliega, incluso para la descripción de los objetos y los momentos más abominables, una prosa desmesurada y espléndida a la vez, torrentosa, abundante, osada y gozosa. Es una escritura placentera que transmite ese placer a la lectura.

Si la historia que se cuenta es la de la ejecución de un acto de justicia —la Némesis—, prontamente Wilson deja claro que el crimen que requiere castigo no es tanto el cometido por el niño asesino, sino que hay innumerables crímenes detrás de ese crimen hasta una fisura cósmica: un desequilibrio, un desajuste esencial que afecta a toda la humanidad y a todo el universo, que solo se puede corregir con la total aniquilación. El autor introduce, así, al lector en una compleja cosmogonía, una sucesión de conjeturas acerca del origen del todo (el génesis), acerca de la implosión del todo (el apocalipsis) y acerca de un posible orden más allá del caos, cuya violación exige implacablemente un restablecimiento.

La cosmogonía que Wilson despliega envolviendo esta historia está cargada de una inmensidad temporal y espacial que, a diferencia de las antiguas cosmogonías, se ensancha de tal modo que el problema del origen se complejiza, acoplándose con el misterio, en un sentido teológico, con la convicción de que la finitud está rodeada de infinitud.

Es patente que Wilson no otorga respuestas cerradas, y como en un bucle eterno, todo termina para recomenzar y no hay un final de los finales, puesto que el escritor es el demiurgo, el testigo, el narrador de toda la historia de la debacle universal, capaz de insertar en medio de ella inocencia, ternura y redención.

 



 

 

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NÉMESIS, Mike Wilson. Autoedición. 2020, 151 págs.
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 31 de enero de 2021