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UNA EXPLORACIÓN DE LA RAREZA
«El hombre del cartel», Novela de María José Ferrada. Alquimia, 2021, 154 págs.

Por Pedro Gandolfo

Publicado en Las Últimas Noticias. 6 de junio de 2021


 


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El hombre del cartel cuenta la historia de la fuga de un niño, Miguel, de once años, que vive con su madre en una villa poblacional como hay muchas en los márgenes de Santiago sur y norte y en otras ciudades de Chile. La familia de Miguel está formada por su madre —su padre los abandonó ya hace mucho—, la cual tiene un pequeño almacén, y una tía, Paulina, que vive con su pareja en el departamento vecino. El centro del relato lo ocupa la peripecia de Ramón, la pareja de Paulina, quien un cierto día se traslada de su departamento a vivir a un letrero luminoso de Coca-Cola ubicado fuera de la villa, al cruzar una carretera, al costado de un canal. Ahí arma una suerte de pajarera, una precaria casa donde permanece sin bajar cerca de dos meses. La narración de María José Ferrada adopta el punto de vista del niño, del sobrino de Ramón, y desde su mirada va intentando comunicar al lector la razones que el hombre tuvo para asumir esa decisión a primera vista tan absurda, anómala, poco convencional. En el relato, a poco correr, va mostrando cómo entre el mundo interior del niño que narra, de Ramón y de Paulina existe una complicidad que contrasta con la mentalidad y sensibilidad de su madre, sobre todo —una mujer amarga, rígida y no poco violenta—, y con la del resto de los vecinos de la villa. Esa complicidad permite ir paulatinamente entrando en la soledad de Ramón, desde niño una persona "rara", que opta por "la búsqueda del silencio", un hombre contemplativo, que procura huir del "ruido del mundo". La pluma límpida y clara de María José Ferrada va morosamente echando luz en la subjetividad de Miguel, el niño y de Paulina a partir de ese gesto de retiro más allá del orden normal de la comunidad que representa el hombre del cartel, Ramón.

Con mayor fuerza que en Kramp, su anterior novela, Ferrada insiste aquí en las dificultades que el mundo interior de ciertos individuos diferentes, particularmente sensibles, tiene para encajar en el esquema normalizado de la comunidad, que inmediatamente califica a ese sujeto como "raro" o "loco", desconfía de él, lo aísla y lo hostiliza. "Lo raro" es una construcción social a partir del rechazo a lo diferente que hunde sus raíces en la infancia. Ferrada muestra cómo Ramón —el hombre del cartel—tuvo una infancia que se asemeja a la infancia del propio Miguel y, con la sutileza que acostumbra en estas regiones, se detiene en las minúsculas agresiones de que es víctima tempranamente ese niño que tuvo la (¿mala?) suerte de distinguirse de sus pares. La diferencia que parece auscultar Ferrada, tanto en Ramón como en Miguel, es una capacidad mayor de ensimismarse, de retirarse hacia el interior, una amplitud e intensidad del mundo "hacia adentro" que los convierte en individuos que parecen estar siempre en otra parte. Es muy interesante cómo para Ferrada, en rigor, esta construcción de la rareza no es un tema de clase, sino que anida en cualquier comunidad, segregando, al modo de Foucault, la separación entre normales y anormales y aplicando la violencia sobre el otro, que también está aquí presente en un grupo de indigentes llamado por la gente de la villa "los Sin Casa".

La novela enfrenta dos problemas importantes. El primero, un narrador "paradójico", que es niño, pero que, a la vez, es poseedor de una sabiduría experiencial propia de un viejo sabio. Hay momentos en el monólogo de Miguel en que ese límite hace temblar la narración, pero Ferrada lo contiene con oficio, como si quisiera dejar el mensaje de que acaso de niños fuimos viejos sabios alguna vez, solo que lo olvidamos cuando adultos. El otro problema es que, hacia el final, la trama parece adquirir un carácter alegórico, como si el mundo narrado y sus personajes fuera un microcosmos que aludiera a un macrocosmos. El peligro es que el lector tienda a cerrar el relato con simplicidad, deslizándose hacia esa otra realidad simbolizada. Nuevamente, caminando en la cornisa, Ferrada devuelve la mirada hacia la singularidad y concreción del mundo y sus personajes irrepetibles y únicos. Pequeñas observaciones agudas de Miguel actúan como "punctum", saliendo del texto, de improviso, hacia el lector, conectando y removiendo la subjetividad de este con la del personaje por un canal tangible, cuerpo con cuerpo. El final escogido por Ferrada es, además, una suerte de puerta que abre el relato hacia un horizonte de sentidos.

El hombre del cartel admite muchas lecturas y es posible espigar numerosos hallazgos, aunque quizás vuelve Ferrada en esta sutil novela a aproximarse al tema de la formación del artista, de la génesis del artista niño en la propia y dolorosa exploración de una rareza.


 



 

 

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«El hombre del cartel», Novela de María José Ferrada. Alquimia, 2021, 154 págs.
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Las Últimas Noticias. 6 de junio de 2021