Carlos Herrera Jiménez, exagente de la CNI y de otros organismos de seguridad del Estado, condenado a perpetuidad por los crímenes de Tucapel Jiménez y Juan Alegría, entre 1996 y 1998, en el presidio de Punta Peuco, grabó audiolibros que donó a la Biblioteca Central para Ciegos de Providencia.
Entre los libros grabados figuran La Divina Comedia, Cien años de soledad, Sueño de una noche de verano y Doña Bárbara; El manipulador, de Fredrick Forsyth; Cómo superar el dolor, del padre Marino Purrón; Ha llegado el águila, de Jack Higgins, y Teoría de la Constitución, de Francisco Cumplido y Humberto Nogueira. El autor de este texto, basándose en la audición de estos cuatro últimos audiolibros, elaboró fragmentos construidos a partir de los libros oídos. "Pensaba —dice Celedón— que podía haber algún mensaje cifrado, alguna comunicación entre líneas. En su voz, las frases de determinadas historias, los diálogos e inflexiones de ciertas escenas cobraban un sentido distinto. Como lector, parecía encontrar un espacio de libertad, un lugar en donde nadie podía juzgarlo ni siquiera reconocerlo. ¿Hasta qué punto las largas horas de escucha sometido a la voz implícita de un asesino pueden condicionar la historia (el relato o la narración) de un modo subliminal?".
Los fragmentos constituyen el núcleo y centro del texto.
Toda la acción creativa de Celedón se pone en escena en la audición de esos libros y selección de fragmentos hecha sobre la base de esos textos, los cuales aparecen agrupados bajo ciertos títulos tales como "Últimas palabras", "Mi patria" o "La bella durmiente". En el texto se intenta hacer visible, pues, un vínculo entre lo escrito por un autor, lo grabado por Carlos Herrera (el asesino) y lo oído por Matías Celedón. El libro cuenta, además, con otras dos partes; en la primera —"identidad operativa"—, Carlos Herrera, expone en primera persona su itinerario en el Ejército, su versión de los hechos y sus alegatos. En la tercera parte —"Retrato hablado"—, Celedón narra la manera en que se gestó el libro —a partir de un reportaje de Pablo Basadre publicado por The Clinic—, una reflexión ensayística acerca de la imagen visual, sonido, archivo y lectura, y, en fin, una recapitulación bastante vivida y escalofriante del homicidio de Tucapel Jiménez y de Juan Alegría, reconstruidos a partir de distintos documentos.
La parte central —"Frases grabadas"— no parece ofrecer al lector lo que el autor esperaba de ella. Aisladamente son fragmentos que no tienen autonomía y quedan con su sentido truncado; en su conjunto, difícilmente constituyen una narrativa fragmentaria, un tejido que, de la audición
de las palabras pronunciadas por Carlos Herrera Jiménez, sus pausas, silencios e inflexiones, pueda aflorar a medida que se las reúne por escrito y se las lee. Se advierte aquí el abismo entre escuchar y leer. El mismo Matías Celedón ahonda en la especificidad del acto de audición y la posibilidad de que en medio de la grabación y la audición flote un subtexto que añada nuevos sentidos al mensaje. La lectura, en cambio, "no deja rastros visibles más que sus marcas de uso".
Si el libro tiene por propósito transmitir al lector la experiencia que el autor buscó y encontró al escuchar las audiciones de Carlos Herrera, habría que concluir que se encuentra solo muy medianamente logrado. Leer libros de literatura, grabar esos libros, disponer fragmentos de esos libros en un nuevo texto y luego leer esos fragmentos son operaciones cognitivas no transferibles. La experiencia que tuvo el autor al escuchar no se replica plenamente aquí; lo que hay es solo un vestigio.
Como las frases grabadas carecen en su suma y en sus partes de la capacidad de convocar un espectro, ese espectro que, sin duda, emanaba de su sola escucha, entonces surge como necesario añadir al libro las otras dos partes que las contextuaban, la que añaden el componente de narratividad y de terror del cual las frases grabadas carecen.
La "identidad operativa" y el "retrato hablado" son textos de otra naturaleza, ya que se basan en reportajes periodísticos, entrevistas y documentos judiciales. Estos elementos cumplen eficazmente su función y dotan de unidad a un texto que de otra manera peligraría poderosamente. Son esos textos los que injertan a las frases grabadas una comprensión y coherencia.
La parte ensayística es bastante débil y no pasa de intentar dar alguna ilación a citas heterogéneas sin que se plantee una hipótesis que permita establecer una colusión entre las distintas operaciones aludidas en el libro.
A pesar de lo anterior, Autor material es capaz, con una prosa poderosa, de hacer recordar los hechos brutales, añadiendo detalles significativos, en relación con las muertes horrorosas de Tucapel Jiménez y de Juan Alegría, y tiene el mérito de abordarlos polifónicamente y de buscar de modo oblicuo ponerse en el punto de vista del asesino.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El sonido del terror.
"Autor Material", de Matías Celedón.
Banda Patria Editoras, 2023, 120 páginas.
Por Pedro Gandolfo.
Publicado en Revista de Libros, 2 de julio de 2023
