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La ubicación de la soledad
Lugar, María José Navia. Ediciones De la Lumbre, Santiago 2017. 165 págs.
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 10 de junio de 2018
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La docena de relatos que María José Navia reúne en Lugar destacan por una notoria unidad de estilo, temática y pareja calidad.
La prosa de la autora discurre con una mesurada llaneza que sintoniza con los rasgos de los personajes, sus conflictos, los lugares que habitan, su cultura. Se advierte un cuidado y revisión meticulosos para elaborar la elocución precisa e ir purificando el léxico de modo que todos los cuentos aparecen escritos "por la misma mano" en una tonalidad pausada, sugerente, con un muy buen uso de la elipsis -que es esencial para el éxito de la narración breve- y por una inclinación hacia el relato de final abierto, que no se resuelve noqueando al lector, sino al revés, dejando flotar un sentido que se abre a numerosas interrogantes.
Los cuentos de María José Navia son fragmentos biográficos, un segmento que fue escogido porque es representativo de la vida entera del personaje, una suerte de ventana por la cual podemos asomarnos a su existencia y percibir las coordenadas existenciales que la mueven. La autora parece realizar un ejercicio de encuadre similar al que llevan a cabo los fotógrafos o cineastas cuando, sin llevar un instrumento para registrarlo, cruzan las manos formando un marco que les permite recortar una parte de un paisaje que, no obstante, continúa más allá de ese encuadre.
Lo relevante en los relatos de Navia es, asimismo, la perspectiva, el enfoque sobre esos fragmentos vitales que tiene un discurrir anterior y posterior al texto que el lector puede imaginar y el cual la autora invita a imaginar.
Salvo el último -"Salir corriendo"-, en el que aborda simultáneamente el devenir interior de cuatro personas que convergen azarosamente en un gimnasio, las narraciones se focalizan en la interioridad de un personaje femenino, una mujer ya en tránsito hacia la adultez o ya adulta, en una edad media todavía cercana a la juventud. Es interesante, pues, explorar la manera e intencionalidad en que Navia se ubica con esta obra en el panorama chileno, bastante activo y con voces poderosas y diversas, de la escritura femenina.
Las mujeres que protagonizan estos relatos, socialmente no pertenecen al mundo popular ni tampoco a la élite patricia chilena, sino que navegan en ese amplio y ambiguo espectro de la "nueva clase media" chilena, una clase sin un sello claro, más bien extraviada ella misma, la cual cubre diversas situaciones en que el bienestar y el modo de ser y pensar de sus miembros puede ser muy distinto -una de las protagonistas trabaja en un call center ; otra, depilando en un centro de estética; otra está cesante y cuida los hijos de su hermana médica; otra finge ante sus padres ser una becaria en USA; otra es una empleada menor en la embajada de Chile en Estados Unidos; otra es la hija de un empresario; otra es escolar, hija de un matrimonio burgués de buen pasar-, aunque todas comparten cierta confusión, precariedad y desamparo. Por cierto que en el grupo de cuentos hay más de alguno que escapa en apariencia a este encuadre, como el de la gringa que se encuentra en Chile empleada dando clases de inglés en una academia, excelente relato que, visto con cierta distancia, de nuevo nos devuelve a ese mundo pequeño burgués de esa nueva clase media chilena, que la autora, sin estridencias, muestra enredada en sus egoísmos y mezquindades. El contenido de los conflictos que inquietan a estas mujeres -la casi totalidad ubicados en el ámbito de los lazos familiares, "el lugar" privilegiado para observar la posición de la mujer según la autora- y la dirección en que se resuelven no quedan completamente explícitos. María José Navia escribe de este modo pensando en un lector reflexivo, activo, capaz de empatizar con mundos reconocibles pero distintos al propio, que no debe esperar que le ofrezcan en bandeja lo que debe pensar y estimar.
El nudo de estos cuentos siempre se encuentra en el tejido del mundo interior de las protagonistas, punto que la autora trata con particular sutileza. Es el delicado trabajo con la subjetividad -construida a través de un sólido narrador en tercera persona- el que hace altamente recomendable la lectura de Lugar . Los conflictos que aborda cada personaje son distintos -aunque con analogías, traslapes y continuidades manifiestas- en cada relato, pero prevalece el estudio de la formas que asume la soledad de las protagonistas. Hay siempre una distancia entre la persona y su contexto social, un abismo abierto que da paso a un encierro, a un ensimismamiento reflexivo, inquietante, turbado, vulnerable. El encuadre que lleva a cabo María José Navia siempre da varios pasos hacia adentro del paisaje y, en una suerte de zoom , pone la mirada en esos mundos interiores que se deslizan desconectados y autónomos, como algas sensibles y pensantes en medio de un estanque.
María José Navia. Santiago, 1982
Escritora chilena. Ha publicado la novela SANT (2010) y los libros de cuentos Instrucciones para ser feliz (2015) y Lugar (2017). Magíster en Humanidades y Pensamiento Social en la Universidad de Nueva York (NYU) y doctorada en Literatura y Estudios Culturales en la de Georgetown, sus relatos se han traducido al inglés, francés y ruso.