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POLIFONÍA DEL ALMA
DRAMATIS PERSONAE. Alejandra del Río. Ediciones Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2018, 116 páginas

Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 8 de julio de 2018


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Dramatis Personae es un poemario ambicioso en cuanto a los temas que roza y variado en sus recursos poéticos, aunque prevalece en el despliegue de sus versos una tonalidad, un impulso e intencionalidad que parece recorrerlos a todos por igual.

El título del libro, que también es el nombre de uno de sus poemas, apunta a un poetizar que deja fluir una pluralidad de voces, en las cuales la voz del poeta va sucesivamente encarnándose. Es importante subrayar que esta operación no es un juego posmodemo de ocultación de la subjetividad tras un collage de citas y referencias. Alejandra Del Río apela a ella porque estima, con una convicción muy profunda, que el alma misma es polifónica, por los menos en su estado de desarrollo espiritual actual. Esa polifonía tiene una dimensión psicológica, porque es patente que la autora asume como fundamento de su poetizar una antropología que se aleja del monismo psíquico de cualquier orden. "El yo es otro. El otro es yo", parafrasean sus versos, aludiendo a esa heterogeneidad de elementos, fuerzas y pulsiones que concurre al escenario del yo —los Dramatis Personae. Pero ese ''pluralismo" apunta más allá que a una dimensión superior entrevista, sugerida, mentada de distintas maneras, aunque nunca definida ni clausurada, a un nombre o una figura histórica o cultural concreta. Seria equívoco calificar a la poesía de Del Río de "religiosa" (aunque hay poemas que se acercan a un cierto misticismo), pero sí es, en cambio, nítido como por sus versos atraviesa una búsqueda de lo numinoso, que no es algo que comparece únicamente en la interioridad de cada cual, sino que también envuelve y tensiona al yo estando más allá de él, en una dialéctica incesante entre lo uno y múltiple.

La poesía de Alejandra del Río asume voces pertenecientes al rico mundo mítico grecolatino —Pasifae, Tiresias, Casandra, Perséfone, Penélope, la Sibila de Cumas, Ariadna, las erinias—, a los libros sagrados y a la religiosidad judeo-cristiana —Agar, Jezabel, María de Magdala, Brunilda, María la madre de Cristo—, pero siempre el punto de vista y la lógica del discurso son poéticos, marcando un diferencia clara entre el lenguaje mítico-religioso y el lenguaje poético. En el tratamiento formal, las voces tienen una sonoridad, ambigüedad y autonomía que las aparta de sus fuentes y les confiere un vigor nuevo, más bien transgresor y rebelde. A medida que el poemario avanza se suman voces de origen más heterogéneo, tales como Isabel Riquelme, la Quintrala, Laura y Eleonora Marx y una serie de otras voces que permanecen anónimas.

La gran mayoría de los protagonistas de esta obra coral son mujeres e, incluso, cuando la voz es masculina su decir se vincula de algún modo con la mujer. Esta predilección marca el poemario hacia una dirección en que el trabajo poético acerca de la identidad femenina, el cuestionamiento de su papel en la sociedad, las sombras que proyecta el patriarcado en el cuerpo y la psique femeninas son fundamentales.

Es preciso subrayar que ese trabajo no es en absoluto obvio y la aproximación de la poeta es compleja, dispuesta sobre tensiones y paradojas, expuesta en un lenguaje que plantea preguntas y abre los significados.

La poesía de Alejandra del Río, sobre todo en las dos primeras partes de este libro, tiene un carácter nítidamente narrativo a través del cual la respectiva voz va presentando en una ordenada progresión su situación y deslizando los juicios que esta le merece, en un lenguaje llano, de verso largo y ritmo pausado, en medio del cual asoma, como un estilete, un pensamiento acerado. A medida que el poemario avanza, ese carácter narrativo se va reemplazando por otro circular y espeso, integrado por poemas más densos y apretados en imágenes y símbolos, en los cuales se mantiene una progresión, pero no narrativa. "La enjaulada", "Salida de la cárcel de Reading" y "Diosa innumerable" forman una tríada poderosa dentro de este grupo de poemas. De cualquier modo, el poemario sostiene siempre una continuidad, unidad e integridad bastante sólidas, siendo los poemas narrativos iniciales una suerte de fundamento y preparación de los poemas finales, concentrados y de simbologías más cerradas.

"La persona verdadera es invisible/ mas no inexistente/ algún día libertará a la voz de la ciudades/ a la niña de la mansiones/ / Dicen que entonces los poemas pasarán/ ya no harán más falta", cierra el poemario.

La polifonía poética es, en la concepción espiritual de la autora, la representación de un estado cultural y personal que la reclama y subsiste mientras se mantenga el cautiverio o "enjaulamiento" de la "persona verdadera"; la poesía es una voz para las múltiples voces que la cubren y velan.

Así, el fuerte compromiso espiritual de estos poemas los nutre y a la vez condiciona, pero sin hacer extraviarlos fuera de la poeticidad.



 

 

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DRAMATIS PERSONAE. Alejandra del Río. Ediciones Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2018, 116 páginas
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 8 de julio de 2018